Los sordos
Rodrigo Rey Rosa
Alfaguara, 2012
240 pp.
Guatemala es la protagonista de esta novela de intriga gruesa, cuya trama se desarrolla en la actualidad. Una Guatemala necesariamente exagerada porque mantener la tensión y crear un mundo de ficción que enganche al lector desde el principio hasta el final del libro obliga a extremar las luces y las sombras. Pero al fin y al cabo de lo que habla Los sordos es de un país que se parece al que conocemos por los periódicos y al que la novela nos acerca y deja ver, cómodamente desde la butaca, como si estuviéramos viendo una película.
Los Sordos es una narración que bordea los extremos. Nos habla de una sociedad de ricos -banqueros unos, altos profesionales otros- envueltos en un entorno incierto y peligroso y en actividades, tal y como corresponde al mundo de los ricos, muchas veces sospechosas. Los atentados, los secuestros están presentes en la atmósfera donde se ha instalado la violencia de forma habitual. La inseguridad y la seguridad son polos que se alimentan y se contaminan de manera recíproca. Guardaespaldas, policías, exmilitares -del ejército o de alguna guerrilla- están presentes en la novela porque forman parte de este país que se ha ido deslizando hacia el descontrol y se ha vuelto cada vez más peligroso. Y unos personajes 'legales' y otros rufianes o medio rufianes se mezclan también para crear la salsa de una aventura confusa en la que el lector se ve inmerso y en medio de las dudas se pregunta sobre lo que va a pasar.
Rodrígo Rey Rosa juega con los diversos mimbres que articulan hoy su país. Los ricos viven, como corresponde, en la capital. Pero en la misma trama asoman también los rincones donde la población es menos blanca y donde el mestizaje crea preocupaciones y parámetros de convivencia distintos. La relación entre unos y otros -ricos y pobres, blancos e indios-, la comunicación entre ellos, las fidelidades diversas... se dibujan de una manera turbia que alimenta la desconfianza, los resentimientos y las sospechas. Además, y para el lector, la incursión en el mundo aymara en el que viven todavía las comunidades indias, envueltas en sus viejas tradiciones, enfrentadas al mundo oficial y protagonistas de oscuros y violentos conflictos abre un espacio en el que es difícil penetrar y que sorprende por lo desconocido.
Los sordos saca a la luz una Guatemala opaca y lastrada por la violencia. El título anuncia al lector que en el origen de la historia -y en las raíces del país- hay un vicio de comunicación, una sordera que condiciona a todos y los aísla. Por supuesto, vuelvo a decir, la novela carga las tintas y resulta una exageración, pero un buen entendedor sabrá extraer de ella los reflejos de una realidad que se ha ido imponiendo en los últimos años y que condiciona el curso del país. Quien quiera respirar los aires de una Guatemala de ficción, pero también percibir a través de ellos una realidad compleja y llena de contradicciones hallará en Los sordos una buena manera de hacerlo, siempre con el gusanillo de la intriga y las ganas llegar al próximo capítulo para saber cuál será el desenlace.
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