lunes, 26 de septiembre de 2011

La vuelta de los 25

La vuelta de los 25

Marc Serena
Ediciones B, 2011
337 pp.

Los viajeros buscan excusas estupendas para dar la vuelta al mundo. La idea de Marc Serena ha sido original: se lanzó a conocer el mundo a través de otros jóvenes de 25 años, la edad que tenía él el día de su partida...



Marc Serena
Ediciones B, 2011
337 pp.





Publicado por Pablo Strubell

Hay viajeros que se buscan excusas estupendas para dar la vuelta al mundo en un año. Unos van en busca de músicas o comidas exóticas, otros a por aventuras y descargas de adrenalina, o los hay que siguen los pasos de antiguos exploradores o rutas de nombre mítico. La idea de Marc Serena fue más original: se lanzó a conocer el mundo a través de otros jóvenes de 25 años, la edad que tenía él el día de su partida.

Serena es, afortunadamente, de esos viajeros a los que les gusta compartir sus vivencias, su conocimiento, su viaje. A lo largo de su ruta escribió un blog (http://www.lavueltadelos25.com/) que además ganó el premio al mejor blog de habla no inglesa de la editorial Lonely Planet. Como eso no era suficiente ahora, dos años después, publica el libro La vuelta de los 25 en el que nos lleva de su mano a conocer a jóvenes de los cinco continentes. A lo largo de sus páginas viajamos por el cono sur de África, por algunos países asiáticos, Oceanía y América para acabar de regreso en Europa un año después.

La gran virtud de este libro es que no es un relato de viajes al uso. En sentido estricto no se debería considerar como literatura de viajes lo que cuenta en gran parte de sus hojas. Es, en realidad, una selección de entrevistas y conversaciones mantenidas con chicos de su edad, a través de los cuales podemos conocer mejor la realidad de la juventud y, gracias a ella, la situación de sus respectivos países.

Es un libro ameno y entretenido. Su estructura (dividido en 25 capítulos), pero sobre todo su estilo, hacen que la lectura sea fácil y rápida: frases cortas, directas, sencillas. Sin excesivas pretensiones literarias que difuminen a los protagonistas ni desvirtúen el fondo. Se nota que el autor es periodista y, a lo largo de todo libro, se mantiene humildemente en un segundo plano, escuchando, observando (con la agudeza de los mejores reporteros) y narrando. Da voz a los protagonistas que, al contrario de tantos libros de viajes, son los protagonistas del libro, no el autor del mismo. Ese desinterés por destacar, alejándose deliberadamente del primer plano, es una excelente muestra de humildad que enriquece el escrito.

El libro es, además, muy variado, aunque para algunos podrá parecer que tiene demasiados altibajos. Se nota en algunas entrevistas la estrecha conexión y el interés que siente por el entrevistado; en otras, en cambio, pasa casi de puntillas y las liquida en apenas 6 o 7 páginas quedándose además en la mera conversación. De hecho, en algunos capítulos (que para mí fueron los más interesantes) la descripción del lugar, del recorrido hasta llegar al joven o toda la información de la realidad que los rodea está tan lograda que se llega a echar de menos que todas las partes no tengan la misma riqueza e intensidad de detalles. Estoy pensando en los capítulos en los que conoce al DJ de Soweto, a la poeta de Zimbaue, al agente turístico de India, al pescador de Filipinas, al chamán peruano… pues en ellos combina a la perfección el interés periodístico con la mejor literatura de viajes.

Como único aspecto a mejorar en la próxima edición (que ya va por la segunda) sería revisar el texto para limar algunas incorrecciones gramaticales, sin duda derivadas del hecho de que el castellano no sea la lengua materna del autor. ¡Ah! E incluir un mapa para localizar los lugares visitados y ponernos así, aún más, los dientes largos a quienes soñamos con dar una vuelta al mundo como ésta.

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lunes, 19 de septiembre de 2011

Mi abuelo llegó esquiando

Mi abuelo llegó esquiando

Daniel Katz
Libros del Asteroide, 2011
237 pp.

Para quienes hacen literatura, incluso lugares tan inhóspitos como Finlandia podían convertirse en universos donde reflejar con buen humor el mundo y el transcurrir de la vida, envuelta en recuerdos y tradiciones, como si no existiera un más allá....



Daniel Katz
Libros del Asteroide, 2011
237 pp.






Existen tantos 'centros del mundo' como lugares donde han nacido personas dispuestas a hablar de la vida y de la tierra que las rodea. Para quienes hacen literatura, incluso lugares tan inhóspitos como Finlandia  -cuando lo de vivir en los países nórdicos era un martirio más que una medalla- podían convertirse en universos donde reflejar con buen humor el mundo y el transcurrir de la vida, envuelta en recuerdos y tradiciones, como si no existiera un más allá.

El de Finlandia era un mundo pequeño, pero no tan pequeño. Era pequeño, por lo que tenía de ‘local’. Pero Finlandia mantenía contactos con Alemania, por ejemplo, que caía lejos pero no tanto, o con Austria, cuyas guerras acababan por arrastrarla, o con Rusia de la que era un ducado y con la que tenía una relación más que contradictoria.

La historia es lo que al fin y al cabo hacía de Finlandia lo que era y lo que, a trancas y a barrancas, discurre en el relato de Mi abuelo llegó esquiando.

A trancas y a barrancas, digo, porque el relato de Mi abuelo llegó esquiando dispone de una lógica tan libre, y sus anécdotas están tan traídas por los pelos, que a pesar de que los acontecimientos que narra ocurrieron de verdad y figuran en los libros serios, la microhistoria que inserta en ellos los confunde y los acaba moldeando con ortodoxia bastante dudosa.

Insisto en lo de la historia, porque a ella se refiere la contraportada del libro. Y porque es verdad que todo ocurre bajo el reflujo de la guerra ruso-japonesa, de la primera Guerra Mundial y de la Segunda, por no hablar de otras intermedias y que por poco conocidas quedan en la penumbra. Pero la historia es cosa seria y a poco que se piense en ella son más las lágrimas que las sonrisas las que asoman, se mire por donde se mire.

Y es aquí donde sorprende agradablemente Mi abuelo llegó esquiando. Porque desde la primera página arranca con humor y lo mantiene brillantemente hasta el final. Mal que nos pese, la historia cuando busca lo trascendental en lo dramático es más historia, que cuando se sube a las ramas del humor y desde ellas se pone a contar lo mismo que contaría la historia seria, pero con muchas menos restricciones.

Daniel Katz el autor, finlandés, colmado de premios, es judío, lo mismo que los personajes del libro. Y porque es judío tiene recursos para hacer humor, desde dentro, sobre esta condición que tiñe con colores específicos a quienes pertenecen a ella y que se presta a hacer broma de sus manías y sus particularidades.

El libro de Daniel Katz sitúa al lector en la Europa nórdica, pero flota sobre ella. Encadena historias que por lo disparatadas, parecen tener poco que ver con la realidad. Pero el largo camino que recorre –historias del abuelo, de los tiempos del padre, del narrador mismo- se desliza por el tiempo y poco a poco construye un relato que va perfilando los rasgos del país, de Finlandia, y los de su carácter.

No es habitual la literatura con alta intensidad de humor. Mi abuelo llegó esquiando está en este género. Aunque sólo sea porque ofrece un buen rato de lectura de lo más fresco y jocoso habría que recomendarlo. Si además nos habla de un país y de una parte de Europa que por lo lejana conocemos mal y se le reconoce el mérito de ser una obra literaria excelente, habría que concluir que es de lectura casi obligada.

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lunes, 12 de septiembre de 2011

Historia del Congo

Historia del Congo

Isidore Ndaywel è Nziem
Catarata/Casa África, 2011
294 pp.

El Congo ocupa una enorme extensión de África central. Es el corazón del continente, y su historia es en alguna medida la historia de África entera ...


Isidore Ndaywel è Nziem
Catarata/Casa África, 2011
294 pp.






De lector a lector, un consejo. Sáltense la primera parte del libro y algunos capítulos de la segunda sin ningún reparo y lo disfrutarán mucho más. Me explico. Poner en un solo volumen la historia entera de un país que ocupa una parte sustancial del continente africano resulta una proeza que el autor realiza con éxito. Pero obliga a extender el abanico de temas a tratar hasta extremos que es muy probable que interesen solamente a unos pocos.

Justamente, por alguno de estos temas empieza el libro y su lectura pudiera disuadir a alguien de seguir adelante. Si eso ocurriera, nada como echar una mirada rápida hasta entrar en otras materias.

El Congo ocupa una enorme extensión de África central. Es el corazón del continente, y su historia es en alguna medida la historia de África entera. Escribirla no es fácil cuando las sociedades de las que se habla no han dejado rastros escritos de su desarrollo hasta épocas muy recientes. Por ello, el principio del libro sabe más a antropología y a prehistoria que a historia. Y por ello, y porque el lector seguramente estará poco familiarizado con mucho de lo que trata, puede este principio resultar opaco, todo y que aporta toda la luz posible para introducirnos en este espacio enorme que desde el río Congo alcanza hasta los grandes lagos que se asientan en el Rift.

Pero pasadas las páginas más descriptivas que se dedican a la antropología, geografía, poblaciones, lenguas… se llega a esa historia que empezamos a conocer porque arranca con la llegada de los portugueses a la desembocadura del río y a los primeros contactos que hacen que para Europa el Congo empiece a existir.

Pero ¿y para el Congo?. Ese es precisamente el gran atractivo de esta Historia del Congo. Una historia que mira también con los ojos del país africano y que a menudo nos deja ver los hechos desde ángulos desde los que no es habitual hablar. La llegada de los portugueses es vista por los dirigentes africanos como una oportunidad de progreso. No hay, desde el punto de vista de Isidore Ndaywel, una entrega infantil de los negros a los cultivados europeos. Hay un cálculo que reconoce en los portugueses un avance cultural y técnico que los africanos desean para abrirse un camino hacia la modernidad. De ahí que los reyes envíen a sus hijos a Lisboa y que pidan a la corona portuguesa gentes instruidas de los que aprender. Los africanos comprenden la importancia de lo que ahora llamaríamos transferencia de tecnología y buscan con Europa una alianza que pasa por aceptar, entre otras cosas, la religión cristiana y a sus enviados.

¿Qué falla en el proyecto africano para que del contacto con Europa no resultara el despegue económico y social? La respuesta es compleja pero Isidore Ndaywel nos da algunas pistas claras. En primer lugar, la llegada de los portugueses tiene un efecto desestabilizador en el Congo, porque la apuesta por aliarse con los europeos tiene costes evidentes y no es compartida por todos. Las tensiones entre los visionarios que juegan la vía europea y los que, viendo en ella una amenaza, la rechazan produce muy pronto enfrentamientos y conflictos de poder muy importantes.

Pero en segundo lugar, la actitud de Portugal se muestra decisiva en la deriva que toman los acontecimientos. Portugal fluctúa, por un lado, entre la ayuda, la pretensión de acercar a los reinos africanos al cristianismo y la colaboración comercial y, por otro lado, la explotación pura y dura de todo lo que puedan aportar los descubrimientos: el rendimiento económico.

Se entiende el desconcierto de los reyes africanos que aceptan solemnes promesas y se avienen a tratados de sumisión a la corona portuguesa y sin obtener de Lisboa los beneficios esperados. Y se entiende la catástrofe que se produce cuando en este contexto se implanta de manera masiva la trata de esclavos. Isidore Ndaywel cuenta muy bien, que para desgracia del Congo, Brasil es la gran apuesta de los portugueses y África no es más que la cantera de la que sacar recursos para explotar el privilegiado solar brasileño.

El libro entra con detalle en la trata de esclavos. Los nobles se enriquecen con el comercio humano y desbordan la autoridad de los reyes, los intermediarios florecen y llevan la trata a todos los rincones, las guerras se generalizan para conseguir prisioneros que vender, árabes, europeos, blancos y negros se involucran en el comercio y generalizan la violencia…

Pero no todo es agua pasada. Tan interesante como la llegada de los primeros europeos resulta la entrada del Congo en la historia moderna con la aparición de Leopoldo II y la creación de ese enorme estado que sería su propiedad privada. Isidore Ndaywel no sólo habla del horror de un régimen de explotación inhumano. Habla también de los proyectos políticos del soberano belga, interesado en una jugada maestra que consistiría en llegar hasta el Nilo y en convertirse en árbitro de África entera. Y presenta, desde una lógica africana acontecimientos periféricos como la aventura de los mahdistas en Sudán, que conocíamos desde la óptica británica tras la dramática caída de Jartum, y veíamos solamente como la obra de unos iluminados, precursores de los talibanes de hoy.

El libro sigue y sigue acumulando interés. La descolonización: Lumumba, Kasabubu, Tshombe, los simbas, los paracaidistas belgas, la secesión de Katanga, los mercenarios extranjeros, Mobutu…, un desfile de personajes y de hechos, casi todos terribles y que pusieron al Congo en primera página de los periódicos durante demasiado tiempo convertido en el campo de batalla que la guerra fría estaba librando en África.

Nada panfletaria –y el tema se presta para más de un exabrupto, siendo obra de un autor congoleño- Historia del Congo llega casi hasta hoy y pone las piezas del complicado rompecabezas africano en su sitio para darles claridad. La resaca de la guerra en Ruanda y su mortífera edición congoleña en épocas muy recientes acerca el final de libro a acontecimientos que están en la memoria de todos, envueltos en confusos intereses.

Es cierto que algunas de las páginas pueden sonar a demasiado académicas y algunas otras a muy descriptivas de la articulación de las administraciones, de las instituciones de gobierno o de los grupos de interés. Pero, sin duda, son la minoría. La gran mayor parte del libro captará la atención de cualquier lector, busque o no entrar en el detalle, y es una aportación única para conocer la historia reciente y menos reciente de un país como es el Congo, que se revela central en el panorama africano.

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