lunes, 18 de marzo de 2013

Monzón. Un viaje por el futuro del océano Índico

Monzón. Un viaje por el futuro del océano Índico

Robert D. Kaplan
El hombre del Tres, 2012
519 pp.

Monzón, el último libro de Kaplan, no es un libro de viajes. Digamos que es un libro de 'contexto' que cada viajero debiera tener en mente para interpretar con visión de futuro la realidad de hoy...



Robert D. Kaplan
El hombre del Tres, 2012
519 pp.





Cambios, cambios constantes y en todas partes. El mundo ni es lo que era ni va a ser lo que hoy es, porque sus centros de gravedad se desplazan y las miradas deben empezar a adaptarse a las realidades que todavía no son pero que se anuncian.

"Tengo la convicción -dice Kaplan- de que un Gran Océano Índico -extendiéndose hacia el este desde el Cuerno de África, cruzando la península Arábiga, la meseta iraní y el subcontinente indio hasta más allá del archipiélago indonesio- constituirá en el nuevo siglo un mapa tan icónico como fue el de Europa para el siglo pasado".

Monzón, el último libro de Kaplan, no es un libro de viajes. Digamos que es un libro de 'contexto' que cada viajero debiera tener en mente para interpretar con visión de futuro la realidad de hoy. Una realidad apacible en algunos casos -Omán, por ejemplo-, muy esperanzadora en otros -India-, incierta a veces -en el caso de Birmania-,  amenazadora en otros más -Irán o Pakistán- pero en todos los casos sujeta a tensiones -el islam, la energía, el dominio militar de la rutas marítimas...- que supondrán bazas importantes en el desenlace del juego de poderes que se disputa ya en esta parte del mundo.

Kaplan, viajero atento al entorno, es aquí estratega de horizontes amplios más que analista de un entorno regional como pudo serlo en Fantasías de los Balcanes. Ahora su mirada es continental, es oceánica, porque el siglo XXI plantea modificaciones a gran escala en la configuración del mundo. Y porque los actores (Irak, Irán, India, China) participan de un juego global con el que cobran una personalidad distinta de aquella con la que los conocíamos.
Nada mejor que el propio Kaplan para hablar del contenido de su libro:

"El libro empieza con una amplia perspectiva estratégica de la región, y después me traslado a localizaciones concretas situadas a lo largo de su extenso litoral. Mi principal punto de referencia es Omán (...). Tras esto, me centro en los gigantescos proyectos portuarios chinos en Pakistán (...) y Sri Lanka. En Bangladés, escribo acerca de la interrelación entre cambio climático, pobreza extrema y radicalismo islamista, mientras en India me concentro en el extremismo hindú (...). En Birmania, informo sobre la colisión entre India y China (...). En Indonesia, exploro la relación entre democracia y un islam vibrante (...) Por último, me detengo en la expansión naval china que se está produciendo en el extremo oriental del Gran Océano Índico (...)."

¿Parece mucho lo que cuenta? Sin duda. Mucho y de enorme interés. El relato que nos hace Kaplan es el de una aventura que conjuga el pasado con el futuro. Un relato que habla de los viejos árabes del mar y del imparable desarrollo de China que emerge en el Índico y anuncia su voluntad de afirmar su presencia y poder en el mundo. Un panorama que retendrá la atención del lector, invitado a asistir a un espectáculo extraordinario como es el de la evolución de una parte esencial de mundo en el siglo que empieza.

Kaplan avisa de que habrá que hilar muy fino para mantener el equilibrio entre tantos actores como los que intervienen en los puntos más calientes del planeta. "El futuro del poder de Estados Unidos demanda una comprensión de la experiencia histórica de otros pueblos, no sólo del suyo propio", dice.  Hay que comprender a los demás, a los otros pueblos, digerir su historia y conocer los caminos por los que buscan mejorar su futuro.

Monzón se propone ordenar las piezas de ese variado mosaico que resulta el océano Índico. Trata de dar una visión de conjunto y también una explicación en detalle de las distintas partes que lo forman. Es un libro de amplia perspectiva y de foco reducido al mismo tiempo. Y para el viajero es una magnífica oportunidad de aproximarse a una enorme región del mundo con conocimiento no solamente de la historia y la cultura heredadas del pasado sino también de las perspectivas de futuro que son ya parte del presente.

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lunes, 11 de marzo de 2013

Los secretos de Portugal. Peninsularidad e iberismo

Los secretos de Portugal

Gabriel Magalhaes
RBA, 2012
186 pp.

“Para una parte de España, Portugal es un ‘no lugar’, un sitio que existe sin existir…” y esa evidencia es lo que hace a Gabriel Magalhaes poner hilo a la aguja con la que nos invita a redescubrir Portugal...



Gabriel Magalhaes
RBA, 2012
186 pp.





Nos hemos acostumbrado tanto a ver en el mapa a Portugal pegado a España, que ni lo vemos. Y hemos prestado además tanta atención a Europa, que nuestra mirada se dirige hacia Francia o hacia Alemania como si el continente terminara en nosotros y no existiera ese vecino que se llama Portugal.

“Para una parte de España, Portugal es un ‘no lugar’, un sitio que existe sin existir….” y esa evidencia es lo que hace a Gabriel Magalhaes poner hilo a la aguja con la que nos invita a redescubrir Portugal y desempolvar una historia de vecindad llena de encuentros y también de desencuentros que muestra a dos países con personalidades muy marcadas y muy diferentes en muchos aspectos.

Los secretos de Portugal es un libro sorprendente. Sorprendente, polémico, lleno de interpretaciones y de asuntos en los que el lector puede no estar de acuerdo. Y llama la atención que ello sea así, porque Gabriel Magalhaes tiene una escritura amable y propone un relato razonable, agudo y sumamente interesante. Lo que salta a la vista muy pronto es que su punto de vista no es nada ingenuo y que su narración desde la Europa globalizada de hoy da entrada a una perspectiva polémica que él convierte en militante.

¿Y en qué se puede militar a estas alturas cuando uno habla de Portugal? Pues de entrada en eso: en el derecho de los países pequeños a seguir siendo grandes, en la necesidad de confiar en que hay espacio para ellos en el futuro, en la conveniencia de mirar atrás y descubrir que su historia fue espléndida a pesar de la pequeñez y la exigencia de construir un discurso que dé la vuelta a ese otro que ha enseñado a los países que hoy pasan por el peor momento a pensar contra sí mismos.

“Cuando escuchamos ciertas declaraciones de responsables políticos de la actual Alemania, nos sorprende el modo en que nos vamos acercando a algo que todavía no es, pero que empieza a ser una suerte de Reich financiero.”

¿Estamos ante un libro político? Todo es político, según se mire, pero la respuesta debiera ser no. Estamos ante un libro reflexivo, muy ágil, abierto a muchos temas y por ello mismo inesperado a veces por lo que cuenta y por el modo de contarlo. Pero también es un libro ortodoxo en muchas cosas. Habla de la historia, como no podía ser de otro modo. Pero como Gabriel Magalhaes es crítico y poco sujeto a convencionalismos, su historia no es la de rancias glorias ni de hondos sentimientos nacionales. Sorprende un poco leer que Portugal nació de la nada, o de la pura ambición de un noble, que por más señas era extranjero. Ningún destino histórico iluminó el nacimiento de la nueva nación, ni tampoco su crecimiento. Para Gabriel Magalhaes las cosas fueron ocurriendo y con el tiempo se fueron también consolidando maneras de ser, intereses y circunstancias que acabaron por dar cohesión al país y hacerlo una entidad distinta de lo que era la vecina España.

Unas maneras de ser amables, suaves de natural, poco aficionadas al conflicto porque los portugueses no son gente radical, como pueden ser los españoles, más inclinados a las esencias. Los portugueses, como bien muestra el estilo manuelino, gustan de entretenerse en lo accesorio, cultivan la decoración y la convierten en el centro de su interés con una exquisitez sublime que lleva a olvidar que detrás de ella lo que hay es una ventana o un torreón convertido en fuerte.

Gabriel Magalhaes conoce bien España donde vivió durante toda su infancia y con la que no ha perdido contacto. Y ello le permite establecer comparaciones desde dentro de cada uno de los países y a no tener que competir en ninguno de los dos bandos porque aunque se reconoce portugués, se siente también lo suficientemente enraizado en España como para encontrarse en ella como en casa. Así, y de la misma manera que defiende a Portugal frente a los depredadores de la globalización y también a las clases medias que son en la sociedad los portugales de la vida, no ve la necesidad de ocultar errores de Portugal que, más que ser el resultado de decisiones políticas, son la suma de ‘inclinaciones’ que han hecho derivar el rumbo del país en la mala dirección.

“En territorio lusitano, todo lo que se consideraba motivo de desarrollo se tranformó en causa de retroceso. Nos hemos subdesarrollado desarrollándonos”.

No se puede hacer mejor diagnóstico ni se puede expresar de forma más inteligente. La comparación con España, sujeta sin duda a crítica, muestra cómo Portugal ha ido perdiendo el tren de la modernidad que España sí supo ver. En un arriesgado ejercicio que se atreve a bordear –muchos dirán que cae en- la incorrección política habla de los años ‘positivos’ de Salazar frente a su etapa más negativa cuando perdió el tren del progreso.  Y en paralelo advierte de cómo la España de Franco sí supo aprovechar los años de opulencia europea para modernizarse y salir robustecida de su enorme atraso y de la guerra civil.

Muchos son los temas que dan sentido a estos ‘secretos’ que Portugal encierra y que resultan tan interesantes de desvelar. Primero nos hablan de un gran país que de tanto tenerlo al lado habíamos olvidado, pero también –y por contraposición- hablan de España, vista desde los ojos de nuestros vecinos, y de un presente que nos concierne a todos. Menos de doscientas páginas son pocas para contar tanto, y por eso mismo se agradece que Gabriel Magalhaes haya tenido en cuenta a un lector interesado que huye del sopor de los libros enormes, de insoportable lectura. Los secretos de Portugal es un libro ligero, de éxito y tan ameno como recomendable.  Seguro que el lector disfrutará de un buen rato con él.

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viernes, 1 de marzo de 2013

El Japón de Murakami

El Japón de Murakami

Carlos Rubio
Aguilar 2012
560 pp.

Lean El Japón de Murakami si desean una inmersión en el país, en su cultura, en el espíritu de sus gentes, en la herencia de sus viejas tradiciones y en los horizontes que el presente ha abierto rompiendo con el pasado...



Carlos Rubio
Aguilar 2012
560 pp.





Si el mundo sigue así, en poco tiempo habrá que tener una finísima sensibilidad para distinguir un país de otro. La desaparición de las fronteras, al menos en lo cultural, la globalización que nace de la fluidez con que circula la información de un lugar a otro, la uniformidad en el consumo convierten a los individuos de los lugares más lejanos en próximos, los igualan y borran las diferencias que se podrían esperar del hecho de nacer en culturas distintas. Éste es el punto de arranque de El Japón de Murakami y el hilo que conduce a Carlos Rubio cuando fija la atención en el autor japonés para descubrir a través de él el Japón de hoy.

Y cabe preguntarse ¿por qué un procedimiento tan abigarrado? ¿Por qué buscar en el espejo de la ficción las señas de identidad del mundo real? Y la respuesta vendría dada porque el Japón actual, el de Murakami, el de los personajes de sus novelas, es tan moderno que el lector –como un viajero- podría pensar que está referido a cualquier otro país que no fuera Japón. Y sin embargo, en medio de la aparente falta de identidad que pudiera afectar a cualquier escena de cualquier relato de Murakami laten, no sólo en el fondo sino también en la superficie, los rasgos de carácter de un Japón que no han desaparecido pero que hay que saber encontrar.

El autor sabe bien de lo que habla. Profesor durante cinco años en la universidad de Tokio conoce las profundidades del mundo japonés y sobre todo la dificultad que tienen los occidentales de ‘leer’, desde fuera, un universo construido sobre conceptos que nada tienen que ver con los propios. Por ello, recorre en el libro ‘espacios’ de explicación muy diversos que irán sentando las bases que marcan las diferencias del carácter japonés y que mostrarán al mismo tiempo cómo el Japón de hoy –el de Murakami, si se quiere- expresa en sus llamativas formas de modernidad las herencias de una sólida cultura enraizada en un lejano pasado.

En Murakami se encuentra el lector, y también Carlos Rubio, con el Japón de la década de 1980, el de la juventud a tientas y vacía, tan distinta de la generación anterior sacrificada, obediente y confiada en el mundo de las viejas tradiciones. Se encuentra con el Japón de los niños ya desquiciados en medio de la abundancia y el consumismo exacerbado. Encuentra también con el de la década de los 90, el de los importantes cambios en valores sociales, el de la violencia soterrada, el de la crítica acerba al sistema. Y ve el Japón de la primera década del siglo xxi con los reajustes, los sobresaltos y las esperanzas del nuevo siglo. ¿Qué pasó con el Japón de los samurais, de las geishas y los kimonos?

Carlos Rubio hace en su libro una excursión por la geografía, por la historia y también por la política de Japón, busca en profundidad en la escritura y la lengua que tanto han marcado la trayectoria del país, se refiere a la literatura como expresión de una civilización entera y se detiene en la naturaleza y en la religión como facetas de un fenómeno conexo que sostiene la actitud de los japoneses ante el mundo. La sociedad, las costumbres, la comida… pasan bajo la mirada de Carlos Rubio que busca mucho más allá de la superficie todo lo que hay detrás y da sentido a comportamientos, a formas de entender y a fenómenos de la vida japonesa que, sin unas claves cuidadosamente elaboradas, resultan incomprensibles para el occidental. Cada uno de estos temas componen, dentro del libro, un pequeño libro y son para el lector una lección magistral.

Dice Carlos Rubio que “este libro tiene dos destinatarios principales, los que gustan de Japón y los que gustan de Haruki Murakami. Y, en consecuencia, dos fines: llevar a Murakami a quienes gustándoles o interesándoles Japón no conocían este autor japonés, y llevar Japón a quienes habiendo leído alguna o todas las novelas de nuestro autor desean saber más de Japón”.

Y déjenme por mi parte decir que no esperen ni un minuto más y lean El Japón de Murakami si desean una inmersión en el país, en su cultura, en el espíritu de sus gentes, en la herencia de sus viejas tradiciones y en los horizontes que el presente ha abierto rompiendo con el pasado. Léanlo con atención porque la información y el detalle meticulosamente encajado y acopiado desde los múltiples ángulos que componen la realidad exigen una lectura pausada y cuidadosa. Una lectura que compensa al lector abriéndole un panorama sobre Japón riquísimo y estimulante en cada una de las páginas del libro.

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