Andrea Wulf
Taurus, 2016
578 pp.
Si de vez en cuando conviene regresar a los clásicos, en lo que se refiere a literatura de viajes, Humboldt es una figura a poner en primera línea y a la que dedicarle toda la atención. Y eso es lo que ha hecho precisamente Andrea Wulf con una biografía tan extensa como entretenida de leer que recorre la vida del célebre naturalista desde finales del siglo XVIII a mediados del XIX y nos muestra a un personaje fascinante del que sabíamos demasiado poco y que era preciso rescatar del olvido.
Humboldt fue un personaje a todas luces excepcional. De una inteligencia despierta y de unas capacidades extraordinarias cautivó, siendo poco más que un estudiante, a genios como pudo ser Goethe que quedaron fascinados por sus ideas, por sus conocimientos y por su inagotable energía. Leía, escribía, impartía clases, hacía experimentos en los campos científicos más avanzados de su época, se relacionaba con los ‘sabios’ del momento, participaba en todos los debates… y esperaba a que llegara el momento de saltar a otros continentes para profundizar en su conocimiento de la naturaleza y para desarrollar sus propias teorías.
El final del siglo XVIII y el inicio del XIX fue un momento de extraordinaria efervescencia en Europa y a continuación en América. Seguramente, uno de los grandes aciertos de Andrea Wulf haya sido ‘conectar’ a su personaje con el entorno en el que vivió para mostrar su rotunda modernidad pero sobre todo para iluminar al lector acerca de la época en la que Humboldt desarrolló su labor.
No es que el libro hable de Humboldt, es que para hacerlo y darle una perspectiva suficiente pone el foco en la Europa de después de la Revolución Francesa, con un Napoleón llevando el conflicto bélico hasta Rusia y con Prusia -la Prusia donde ha nacido Humboldt- enfrentada a Francia, lo mismo que la Gran Bretaña para hacer del continente entero un extenso campo de batalla.
Justamente, el complicado caldo donde se desarrolla el avance de las ideas en Europa es en el que debe nadar Humboldt, saltando por encima de las ideas de los viejos maestros. Ahí es donde se propone construir una visión del mundo radicalmente distinta. La nueva manera de entender la naturaleza, la invención del concepto moderno que tenemos de ella y que da título al libro es, para sorpresa de quienes conocían sólo marginalmente a Humboldt, su gran aportación al conocimiento. Porque aparte de su frenético trabajo midiendo, documentando, recopilando muestras de todo lo que encontraba en sus expediciones, lo realmente innovador de Humboldt fue su visión del mundo natural como algo íntimamente interconectado.
La distinción de géneros, especies, razas que había fijado la atención de los naturalistas y había separado la naturaleza en parcelas homogéneas, ordenables y comprensibles para ayudar a entenderla es lo que ‘olvida’ Humboldt al descubrir que todo el sistema natural está relacionado y que no hay fronteras en su interior: que la geografía afecta al clima, lo mismo que éste afecta a las plantas y éstas a las aves y ….
Como cuenta la autora, “ todo lo que había observado (Humboldt) en su vida encontró su lugar en el rompecabezas. La naturaleza, comprendió, era un entramado de vida y una fuerza global. Fue, como dijo después un colega, el primero que entendió que todo estaba entrelazado con ‘mil hilos’. Esta nueva noción de la naturaleza iba a transformar la forma de ver el mundo.”
Pero el recorrido intelectual de Humboldt hubiera sido imposible en su Prusia natal y sin su empeño para afrontar las dificultades de unos viajes que le llevaron a lugares no sólo lejanos sino extremos, cargado con sus instrumentos de medida y con su cuaderno de apuntes.
La descripción que hace la autora de los viajes, justifica por sí sola la lectura del libro. El detalle de la complicada ascensión a cualquier volcán, la precaria navegación por los ríos americanos, las interminables caminatas para cruzar países enteros son una aventura cargada de interés y de emoción, lo mismo que la fineza de sus observaciones y la agudeza de su intuición para ver más allá de lo que en la época era evidente. Para descubrir por ejemplo los fundamentos de la ecología haciendo un diagnóstico tan certero como sorprendente del riesgo que corre la naturaleza como consecuencia de la intervención en ella de la mano del hombre.
Ecologista avant la lettre, antiesclavista radical, anticolonialista convencido, Humboldt fue un hombre de su época y un actor relevante. Su fama y descubrimientos le atrajeron amistades rendidas a su inteligencia, interesadas o ambas cosas a la vez. Para el presidente Jefferson fue una fuente de información a la hora de poner en pie una política norteamericana para el sur del continente, además de ser objeto de admiración por sus extraordinarias capacidades.
Berlín, París, el Londres de la época aparecen retratados en esta biografía lo mismo que aparecen con detalle personajes como Bolívar o Darwin que marcaron con una huella profunda el discurrir del siglo XIX y forman parte de la historia.
Seguramente, la ‘dispersión’ de esta Invención de la Naturaleza sea la base de su gran atractivo. No sólo no diluye el contenido sino que realza el retrato de un personaje de enorme importancia en un mundo en plena ebullición lanzado hacia la modernidad. En un mundo donde las ideas de la ilustración tocaban techo para abrirse por otros caminos al nuevo escenario que se construye a partir de la Revolución Francesa.
Merece la pena dejarse tentar por este libro llamativamente ameno, interesante en cada página, sorprendente y enriquecedor en la seguridad de que quien lo tenga entre sus manos va a disfrutarlo a lo largo de una agradable lectura. Leer más…