Barbara Demick
Turner, 2011
382 pp.
Bienvenidos los libros de lugares de los que hay poco escrito. Por eso, Querido Líder resulta atractivo y promete al lector llevarle noticias que le interesarán y que tendrán la frescura de la novedad. Corea del Norte es el tema que nos trae Barbara Demick y la opacidad que rodea al país, unida a la singularidad de su sistema y de sus dirigentes es motivo de curiosidad que se espera ver satisfecha.
Advierte Barbara Demick de la dificultad de escribir sobre Corea del Norte. Cerrado a cal y canto a los extranjeros y rodeado de una muralla propagandística que crea una realidad artificial complicada de disolver, la tarea de llegar a la superficie de las cosas es poco menos que imposible y obliga a utilizar artificios propios de una 'literatura de excepción'.
Barbara Demick es periodista de Los Angeles Times y picada por el propósito de llevar la luz al reino de la oscuridad visita el país y pregunta a la gente. Por supuesto el resultado es la imagen de un lugar que más que un lugar es un ‘estado’. Estado en mayúscula como institución que articula hasta el detalle todos los aspectos de la vida y de las cosas y estado en minúscula como podría ser una enfermedad que afecta al cuerpo entero del país y lo tiene postrado. Y justamente este enfoque negativo cualquiera que sea el ángulo por donde se mire arrastra el libro entero y no deja ver más allá.
Querido Líder se sostiene sobre relatos de vida de diversos: de vida vista en su conjunto -la historia pasada, la familia, las aspiraciones, el transcurso del tiempo- y de vida estrictamente cotidiana -la vivienda, el trabajo, el cine, los amores-. Distintas personas con quienes la autora entra en contacto sirven para ir abriendo experiencias del país y confirmando la deriva del régimen y de su gente hacia el más rotundo de los fracasos. Es probable que el lector no tenga ninguna duda acerca de los males que padece Corea del Norte. Un país que recuerda a las inquietantes utopías de Orwell y sometido a una propaganda que a quienes la vemos de fuera nos parece cuando menos tronada, forma parte de la idea que tienen los lectores antes de empezar la lectura del libro.
Barbara Demick confirma esta visión. Pero da la impresión de que lo hace desde el lado de la propaganda, menos excesiva por supuesto que la del líder coreano, pero algo tronada también porque recuerda al discurso de la guerra fría. Los personajes de los que se habla en Querido Líder están tristes, físicamente castigados por la penuria incluso cuando tienen buen aspecto, mohínos porque están atenazados por el miedo, avergonzados si sus familias tienen alguna mancha ideológica, amedrentados ante el riesgo de cometer un desliz que los señale como infieles al régimen. Una auténtica galería de miserias adorna la vida cotidiana e impide al texto elevarse un poco más allá de la negrura para pasar de la descripción al análisis y abrir un espacio más amplio a la comprensión, que no significa en modo alguno a la justificación.
¿Por qué este vuelo tan raso? Tal vez porque los detalles onerosos de la vida, la penuria, los temores, el peso de la arbitrariedad resultan de alguna manera ejemplares y llaman la atención de quien, viviendo en Occidente, puede mirar por encima del hombro y notar la distancia que le separa de un mundo peor. Pero no hay duda de que esta deficiencia, que consiste en haberlo visto todo negro, refleja a la propia Corea del Norte porque la autora deja bien claras las dificultades que se levantan frente a cualquiera que quiera escribir sobre el país. Es cierto que pudo conseguir un visado de la República Popular, pero la visita fue una gira de propaganda limitada a lugares que funcionan como escaparates para la prensa extranjera y sin posibilidad de contacto con la población. Y tuvo que vencer los obstáculos ingeniándoselas para seguirles la pista a personas huídas a Corea del Sur y allí entrevistarlas para reconstruir en la distancia la vida tal como debió ser mientras vivieron en Corea del Norte.
La 'muestra' de la población entrevistada tiene evidentemente el sesgo de quienes en su oposición al régimen se han sentido empujados a abandonar el país. Y el artificio seguido por Barbara Demick el inconveniente también de que la obliga a novelar los relatos de sus informadores para construir historias de vida donde los sentimientos se recrean y se vuelven melosos para envolver la realidad y darle un sentido.
Algo tiene Corea del Norte cuando hay tan poco escrito sobre ella. Por eso Querido Líder tiene interés a pesar de las insuficiencias que se puedan encontrar. Es un libro de actualidad que trata de bucear en un mundo opaco y de características muy singulares. Por ello es bien venido y merece una lectura. Leer más…