Enrique Criado
Aguilar, 2016
318 pp.
Poco sabemos del Congo más allá de lo que contaron en el s XIX quienes lo exploraron o recalaron en él como colonizadores. O quienes más tarde escribieron sobre dichos personajes.
Cazeneuve, Stanley, Conrad, Brazza, Burton, Gide ... componen esta familia que llevaron a Europa noticias de esclavitud, de injusticia, de sacrificio y también de fascinación por el poderoso influjo de ese corazón africano de tamaño enorme, insondable, amenazador muchas veces y lleno de misterio.
Enrique Criado cambia de registro y nos habla del Congo de hoy. De ese Congo cuyo nombre oficial es la República Democrática del Congo, que antes se conocía como Zaire y que es el heredero del antiguo Congo Belga. Y lo hace en un libro absolutamente recomendable, de escritura fresca, en un tono informal que deja transmitir la vida que late detrás del relato.
Criado le da la vuelta al Congo como un calcetín para contar lo que ocurre dentro del país especialmente en Kinshasa, cómo es la vida, cómo es la gente, el día a día y también la historia reciente. Y puede hacerlo porque en su condición de diplomático es destinado a la capital congolesa donde permanece años, aterrizado de nuevas, con los ojos abiertos y con la oportunidad de picotear de aquí y de allí, de relacionarse por motivos de su trabajo con personas muy distintas y de recibir información y puntos de vista tanto de gentes del país como de extranjeros que lo conocen bien.
Como el subtítulo del país indica, 'Vivencias de un diplomático novato en el Congo', nada de lo que encontramos en el libro está dicho en tono magistral ni engolado. El lenguaje llano y el tono le parecerá al lector agradablemente próximo y ameno. Un cierto sentido del humor o un deje de ironía discurre a lo largo del libro y convierte en humano un relato que por muchos motivos podría parecer ajeno, como de otro mundo.
Y lo cierto es que mucho de otro mundo tiene. 'El Congo es para mí -dice- el país más africano de África'. Una frase que resume la densidad de complejidades, de desajustes y particularidades que tiene el país, cuya dimensión es comparable a la de Europa. Criado nos habla de la vida cotidiana, del fútbol, de las comidas, de las fiestas, las bodas y los entierros, de los conjuros y de esa medicina mágica que sigue tan viva como la otra, la que trajeron los europeos, de los bulos que corren por el país y de la precariedad que lo domina todo, desde la salud, a la seguridad o al suministro eléctrico que en la misma capital aún no está resuelto.
Pero donde el autor hace su trabajo más fino es seguramente en el tema de la política y en el de las guerras que se han cebado en el Congo y que llevan a dudar de si la guerra es la continuación de la política por otros medios o es justamente en lo contrario donde está la verdad. Aunque Criado toca de refilón -no hay espacio para todo en un libro- el tema de la independencia con esos nombres míticos de Kasavuvu, Lumumba y el Che Guevara, es en el entorno más reciente de los conflictos nacidos a partir del de Ruanda donde fija su atención y desgrana con claridad admirable las líneas maestras de un embrollo terrible, prolongado en el tiempo, latente al día de hoy y que costó la vida a millones de personas.
Los intereses contrapuestos, los apoyos internacionales a las partes en conflicto, las diversas bandas y guerrillas, la magia que detiene las balas, los hilos de la política son analizados en no muchas páginas y dan al lector una visión seguramente mucho más ordenada de la que tenía antes de conocer unos hechos que suelen aparecer en los periódicos de forma confusa porque es la confusión su principal caldo de cultivo.
'Mi deseo es que el protagonista del libro sea el propio Congo', dice el autor. Y poniéndose en la piel del lector indica que 'puede interesar esta obra a quienes hayan visitado o se planteen visitar la RDC (República Democrática del Congo, para distinguirla de su vecina República del Congo) a quienes conozcan la realidad de otros países del África subsahariana, a quienes viajen por lugares que, aunque alejados físicamente del Congo, compartan con él no estar en la pista pisada del turismo y, last but not least, a los viajeros de sillón con los que comparto el disfrute de recrear en la lectura las aventuras de un desconocido'
Está todo dicho. Sólo queda ponerse a leer. Leer más…