martes, 29 de enero de 2013

Onitsha

Onitsha

J.M.G. Le Clézio
Tusquets, 2012
254 pp.

Con un viaje a África cargado de esperanza es como arranca Onitsha, una novela magnífica y llena de sutileza en la que Le Clézio vuelca sus recuerdos juveniles...


J.M.G. Le Clézio
Tusquets, 2012
254 pp.






Con un viaje a África cargado de esperanza es como arranca Onitsha, una novela en la que Le Clézio vuelca sus recuerdos juveniles. Le Clézio siente un respeto especial por este continente en el que pasó parte de su infancia. Lo conoce bien. Lo que cuenta no es de oídas, sino el fruto de su propia experiencia. Una experiencia que lo marcó hondamente porque le mostró el contraste entre el mundo europeo y el africano y le permitió reconocer en este último una riqueza y unos valores tan profundos como admirables.

Fintan, el protagonista de la novela, todavía niño, acompañado de su joven madre, negra, va a una pequeña ciudad próxima a la desembocadura del Niger a encontrase con su padre, un blanco al que no conoce. Para él, más que el padre, es África el objeto de esta aventura que supone cambiar un continente por otro y soñar con el mito de un lugar primitivo y primigenio donde la naturaleza es virgen y la vida discurre envuelta por la felicidad de un estado natural.

Le Clézio sabe jugar con las fantasías del niño y con las de la madre que contienen la imagen idílica de un paraíso lleno de esperanzas. Pero sabe también cuándo hay que dar un giro a su historia para vislumbrar una realidad más inquietante, que poco a poco diluye las ilusiones y muestra un continente amenazador y plomizo. No tarda nada el autor en mostrar un rostro de África donde el calor 'pesa', el cielo es denso, el aire irrespirable y la luz cegadora. Le Clézio va llevando a la conciencia del lector un África maldita, presa por una energía indomable y oscura en la que resuena, una vez más, esa ponzoña que destilaba 'El corazón de las tinieblas'. África abrasa como un secreto, como una fiebre, dice Le Clézio tan pronto el viaje de nuestros personajes se enfrenta a la realidad de una tierra que se ha hecho hostil y que exige a los que viven en ella un fuerte sacrificio.

 El relato de Le Clézio es en realidad un doble relato. Se articula como una historia dentro de otra historia. Es al mismo tiempo, el viaje de Fintan -primero por mar y luego vital para convertirse él mismo en un niño africano en Onitsha- y el viaje de la humanidad africana retomando un oscuro mito que habla de la epopeya de los viejos egipcios, empujados a una horrible travesía por el continente, desde Etiopía hasta las orillas del Níger, a donde huyen para rehacer el hogar del que fueron expulsados. El curso de la vida en África ha sido el curso de una larga travesía por desiertos y peligros, envuelta en las mayores penalidades, cuyos restos, hoy, son un pueblo tan orgulloso como empobrecido.

Ambas historias, una presente y otra pasada, tienen un punto de encuentro en la naturaleza, potente y sutil al mismo tiempo, por la que asoman dioses poderosos, misterios y mitos que los africanos perciben y los extranjeros no entenderán jamás. Junto al ambiente mundano y cruel de la colonia europea que aplasta con su bota a África, el mundo de los africanos sigue manteniendo creencias, ritos y gestos tan antiguos que rozan los orígenes mismos de la humanidad, pero que acaban por mostrarse frágiles y vulnerables cuando se enfrentan al poder irrevocable de la civilización que ha nacido en América o Europa.

Desde este observatorio que es la pequeña ciudad de Onitsha, con su vida tantas veces agobiante, acompañada del fluir constante del río y sujeta a la tiranía del calor o de la lluvia, Le Clézio levanta un fuerte alegato contra la invasión arrolladora del mundo colonial de mitades del siglo XX, contra "aquella sociedad de sabihondos y tediosos funcionarios, vestidos con ridículos trajes y tocados con cascos, que se pasaban todo el tiempo jugando al bridge, bebiendo y espiándose". Pero sobre todo lanza una denuncia desgarradora por lo que vino a continuación, por lo que sustituyó a la cruel arbitrariedad de los funcionarios ingleses, por las guerras que nacieron de la explotación de los recursos naturales en las que las grandes compañías armaron ejércitos, hicieron y deshicieron gobiernos, sembraron la destrucción y la muerte y dejaron a la población exhausta en una tierra donde ya no era posible vivir.

Un tributo a África, cargado de respeto y de admiración, y al mismo tiempo doliente, es el alma de esta novela magnífica y llena de sutileza con la que Le Clézio nos ofrece los recuerdos de buena parte de su infancia. Un África herida y también espléndida condenada al fracaso y que emocionará, sin duda ninguna, al lector.

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martes, 22 de enero de 2013

La historia de mi gente

La historia de mi gente

Edoardo Nesi
Salamandra, 2012
160 pp.

...parece sorprendente que La historia de mi gente no sea un libro que el lector termine con ganas de salir a la calle a quemar bancos...


Edoardo Nesi
Salamandra, 2012
160 pp.






Sólo al cabo de un par o tres de capítulos La historia de mi gente parece entrar en materia. Empieza desplegando un relato personal, hablando de los años de juventud del autor, de la experiencia de aquella época, de lo que podría ser el recuerdo nostálgico de la entrada en la vida adulta de un joven de familia industriosa y además pudiente.

Y digo que parece, porque este principio de recuerdos personales sirve para poner en contexto la historia en la que un poco más adelante Nesi va a entrar. Porque hasta que no ha transcurrido un buen número de páginas no desvela el meollo de la cuestión, que es Italia. La Italia de hoy, no la de entonces, la Italia que resulta de la globalización y de las recetas de los gobiernos y los economistas liberales. Nesi, en realidad, habla de Italia desde el principio, de una Italia distinta de la que hoy vemos, mejor, más humana y cuya destrucción nos muestra con enorme pesar y con escándalo.

La Italia por la que empieza el libro se centra en Prato, una ciudad donde tradicionalmente ha florecido la industria textil, una industria de fábricas pequeñas pero eficaces, capaces de dar dinero y empleo y de sostener una vida donde el trabajo no excluye a la cultura ni tampoco al aparente derroche que significa vivir con cierta holgura.

El libro empieza con una Italia tan normal que no parece Italia. Pero no hay que esperar mucho para que todo se venga abajo y para que lleguemos al presente, a un Prato nuevo donde la industria entera ha tenido que cerrar porque la globalización ha sido en realidad una invasión de empresarios prepotentes que al frente de imperios económicos han arruinado a los viejos fabricantes, a los que tenían oficio, a los que habían ayudado a que la moda italiana ocupara un papel estelar en el mundo y a los que, puestos contra las cuerdas, han obligado a aceptar condiciones imposibles que terminaron con el despido de los trabajadores y el cierre de las fábricas de toda la ciudad.

Nesi, es, además de autor, un protagonista destacado de la historia. Nieto e hijo de fabricantes, fue él mismo director de la fábrica familiar, además de escritor por vocación. Vivió en primera persona todo que cuenta, ese relato centrado en su ciudad, Prato,  pero que en realidad muestra la decadencia dramática de su país.

De menos a más, de plácido y nostálgico a rabioso, de puramente literario a encendido y militante, así discurre La historia de mi gente. Así se desarrolla un libro que parece un cordero cuando empieza y se va transformando en lobo, en lobo fiero y descarnado, a medida que avanza hacia el final.

El capítulo que Nesi titula El sistema Italia, es demoledor. Y resulta escalofriante porque anuncia esa Italia del presente -¿sólo Italia?- que perdió los puntos de apoyo que se basaban en el trabajo productivo, y que vive ahora sobre un vacío sin soporte alguno y sin porvenir. ¿Y quienes son los culpables de la catástrofe? Ahí Nesi es ejemplar, porque resulta tan duro como prudente. La culpa está en todas partes, pero quienes debieron alertar del desastre, los mejor preparados, los políticos y los expertos que disponían de información y de conocimientos, quienes tenían la responsabilidad de mirar al futuro y tomar las decisiones acertadas, quienes hubieron debido negociar mejor en nombre de Italia se quedaron en las nubes y generaron un discurso confiado y optimista con el que engañaron a la población, con el que adormecieron al país entero.

Habrá tantas lecturas como sensibilidades tengan los lectores de este libro magnífico. A mi, después de narrar el desastre, de contar pormenorizadamente cómo pudo ser que ocurriera, de señalar a los responsables y de detallar los efectos dramáticos que tuvieron sus acciones, después de todo ello, me parece sorprendente que La historia de mi gente no sea un libro que uno termine con ganas de salir a la calle a quemar bancos o a derribar al gobierno. Y es que, siempre para mi, el lector llega al final del libro sin ánimo de venganza, con una enorme sensación de desamparo y, ante tamaño descalabro, con unas ganas mayores todavía de echar a llorar.

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jueves, 17 de enero de 2013

Hablan los chinos. Historias reales para entender a la futura potencia del mundo

Hablan los chinos

Ana Fuentes
Aguilar, 2012
228 pp.

'Hablan los chinos' nos acerca a lo que se ha convertido en el país más sorprendente del planeta y nos ofrece...



Ana Fuentes
Aguilar, 2012
228 pp.





Hay China de sobra para dar vida a nuevos libros, diferentes todos ellos, escritos desde puntos de vista distintos, matizados por miradas singulares… Y es que China se ha convertido en un fenómeno de dimensiones tan espectaculares que cualquier explicación se queda corta o se queda antigua con el paso de unos pocos años.

Ana Fuentes es la última ¿? en lanzarse al ruedo para contar su experiencia. Material no le falta porque vivió en Pekín y como corresponsal de la cadena SER y de otros medios internacionales tuvo que meterse en harina para informar sobre el país y para enterarse a fondo de lo que estaba hablando.

Solo hay que leer las dos primeras páginas del libro para concluir que lo que cuenta va a interesar y para despertar el gusanillo de seguir leyendo. Ana Fuentes evita sumergirse en teorías y en análisis sobre la situación del país. Elige dar la voz a diez personas para que nos cuenten su vida y para hacerles un ‘retrato’. Un retrato que por detrás del personaje retratado añade un plano de fondo que define el contexto y muestra una parte de la realidad del país. Diez retratos que son los diez capítulos en los que se divide el libro y que están elegidos por lo que tienen de distinto y de revelador de la insólita variedad de situaciones y de matices que tiene la China de hoy.

La introducción del libro pone la miel en los labios del lector porque describe en muy pocas palabras cuál es el foco al que apunta cada uno de los capítulos del libro. Y porque muestra que la autora tiene cintura –y tiene los medios- para llegar a personas a las que no es fácil acceder, a espacios de penumbra donde los protagonistas son reacios a hablar o donde la  ‘realidad’ oficial impone una sordina difícil de romper.

Ana Fuentes habla en su libro de los ‘hijos de papá’, esa generación nacida en el seno de familias pudientes que vive en la estratosfera del país de a pie y que es al mismo tiempo la semilla de la nueva hornada de emprendedores cargada de recursos y de ambición. En contraste con ella, se mete también en el entorno de los disidentes, jóvenes al igual que los hijos de papá pero empujados a vivir contra las cuerdas en un ring donde la política del gobierno está poco por la labor de quienes ponen en cuestión su poder o airean los trapos sucios de las cloacas del sistema. Habla, en otro capítulo, con la mujer de un homosexual que representa, en realidad, a un numeroso colectivo de mujeres envueltas en la miseria de ocultar la condición de sus maridos y la suya propia, dentro de una sociedad rígidamente tradicional e intolerante. Entrevista a un viejo maestro en artes marciales a quien acompaña en sus clases y al que ve en la relación entregada de sus discípulos que lo veneran y protegen de acuerdo con un código moral que contrasta con la imagen de la China rupturista del presente. La vida de una prostituta, la de los jóvenes ‘colgados’ de Internet, la de quienes viven los conflictos étnicos que a duras penas consigue contener el gobierno, la de un taxista, la de una famosa ‘consultora’ para empresas… van desfilando por las páginas de este libro para dar al lector la oportunidad de asomarse a China desde los ángulos más diversos..

Libro interesante, fresco, con el atractivo del calor de las personas y no solo de la presencia de hechos o de cifras, Hablan los chinos nos acerca a lo que se ha convertido en el país más sorprendente del planeta y nos ofrece, tal y como indica el subtítulo, un abanico de ‘historias reales para entender a la futura potencia del mundo’.

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viernes, 4 de enero de 2013

Safari sangriento

Safari sangriento

Deon Meyer
RBA, 2012
436 pp.

Como una película de acción arranca 'Safari sangriento'. Sin introducciones ni prolegómenos innecesarios, el lector se encuentra ante un aparente intento de asesinato...


Deon Meyer
RBA, 2012
436 pp.





Como una película -una película de acción- arranca Safari sangriento. Sin introducciones ni prolegómenos innecesarios, el lector se encuentra ante un aparente intento de asesinato, con encapuchados y maneras de hacer profesionales, que encienden todas las alarmas y lo ponen en el ánimo de empezar a leer a toda prisa. Todo, nada más abrir el libro.

Una cierta dosis de intriga, un poco de emoción, son bien venidas también en la literatura de viajes para sacarla de su tono habitual, sensible a la cultura, al exotismo y a las reflexiones propias del viajero. Pero aquí la dosis es más elevada y pone de relieve que la novela que el lector tiene entre manos más que literatura de viajes es un auténtico thriller ambientado en Sudáfrica y envuelto en los problemas y en la particular situación de este país a caballo entre Europa y el África profunda.

La historia que cuenta Deon Meyer no da tregua al lector. Los sucesos que ocurren parecen exagerados y construidos para mantener en vilo su curiosidad. Parecen puro artificio. Pero Sudáfrica se va haciendo visible y la aventura a veces frenética de los personajes va cobrando realidad. El protagonista, un guardaespaldas, sigue el perfil de los detectives propios de las novelas negras más clásicas. Podría haber sido un personaje de Chandler. Y como tal, descreído, asocial y por ello distante, observa con ojos críticos el mundo que lo rodea.

Desprecia los caprichos de los sudafricanos ricos, que hicieron el dinero en poco tiempo y están cargados de vanidad. Critica el mal gusto de sus casas, los gestos que utilizan para aparentar, la imagen previsible y ridícula que forma parte de la élite de los triunfadores del país. Es una caricatura de la Sudáfrica blanca y urbana, saludable y espléndida a primera vista, pero oscura por su pasado violento, inculta por sus raíces y dividida por la vieja desconfianza entre ingleses y holandeses que sigue anidando en las conciencias.

Pero el rumbo de la aventura que despliega Deon Meyer obliga a salir de la ciudad para localizarse en un área tan aparentemente plácida como la de las inmediaciones del famoso parque Kruger. La Sudáfrica moderna, conservacionista, dispuesta para el turismo a base de lodges perfectamente organizados al gusto de los turistas americanos ricos no puede ocultar los reflejos de la violencia sobre la que se construyó el país. Las reservas naturales, convertidas en oasis de civilización en la salvaje y cruel sabana son también el campo de batalla de unas guerras que sirvieron para construir la Sudáfrica de hoy y que siguen coleando todavía.

En forma de novela, Deon Meyer saca a la luz el radicalismo de los antiguos bóeres aferrados a la tierra y a su raza, destapa el conflicto entre los funcionarios negros de provincias y la capital, recuerda el precio que pagaron las comunidades indígenas, expoliadas no hace tanto y marginadas todavía ahora. Y habla de los pozos negros del estado, instalados en la corrupción y generadores de acciones inconfesables que acaban por salir a la luz aunque sea en forma de novela porque hay temas tan oscuros que solamente a través de la ficción pueden asomar a la realidad.

Safari sangriento es un libro de éxito, apasionante, de los que es difícil dejar a medias. Posee todo el atractivo de una intriga que mantiene en vilo la curiosidad del lector hasta el final. Pero muy especialmente tiene también el interés de mostrar algo de la Sudáfrica moderna que no acostumbra a aparecer en los libros. Entre policías, asesinos a sueldo y guardas forestales pone el foco en ese ángulo ciego de la corrupción y de la violencia organizada y también en el de las conflictivas divisiones entre las distintas comunidades que componen la población, que perviven todavía de manera explícita o latente y que forman parte viva de la realidad del país.

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