martes, 22 de marzo de 2011

Fez, ciudad del Islam


Fez, ciudad del Islam
Titus Burckhardt
Olañeta, 2010
261 pp.

Una reedición en 2010 me devuelve a este libro luminoso, profundo, sutil y culto cuya lectura, sin duda, recomiendo y que apoyo en una lista de elogios que tal vez sea excesiva...



Titus Burckhardt
Olañeta, 2010
261 pp.





Una reedición en 2010 me devuelve a este libro luminoso, profundo, sutil y culto cuya lectura, sin duda, recomiendo y que apoyo en una lista de elogios que tal vez sea excesiva. Después de todo, el encuentro con un libro tiene mucho de relación personal y seguramente de flechazo.

La edición, como acostumbra Olañeta, es exquisita, empezando por el papel. El texto es de una claridad ejemplar y el contenido refleja la inspiración de un conocedor profundo y al mismo tiempo deslumbrado por aquello de lo que habla. El autor, Titus Burckhardt, es un suizo alemán nacido en una familia de intelectuales. Un Burckhart aparece como el ‘descubridor’ de Petra para los europeos, otro figura como un gran intelectual que presta su imagen a los billetes de banco suizos, otro es un celebrado escultor. Partícipe de esta saga, Titus repite el papel de intelectual centrado en el arte, la cultura y sobre todo en el Islam: en lo más hondo del Islam y en las corrientes sufíes cuyas doctrinas compartió intelectual y vitalmente.

¿De que nos habla Titus Burckhardt en su libro? Nos habla de Fez, pero en paralelo nos habla también del Islam en el Magreb y en definitiva del Islam como religión, como civilización y como modo de vida. Y nos habla de todo en términos sutiles, buscando referencias que nacen tanto de raíces doctrinales, como de los sentimientos que brotan de la cultura y como de los sentidos. Nos transmite una visión envolvente que rompe con una presentación plana del fenómeno religioso y nos acerca, como lectores, a una sensibilidad llena de reflejos, profunda y rica.

La descripción de su llegada a Fez con la que abre el libro es hondamente evocadora, lo mismo que los primeros pasos por la ciudad donde describe las calles, casas, gentes y animales, los sonidos, la luz, el efecto embriagador de la poesía, la medina…
Pero más allá de los sentidos, esta ciudad tan rica en historia abre además el cofre de las esencias del Islam. Y lo abre con el apoyo de los maestros más sólidos del pensamiento musulmán. Entre ellos, por supuesto no puede faltar Ibn Khaldún, llamativamente incisivo en la interpretación de la sociedad islámica y de los círculos sobre los que se mueve su historia.

El peso del desierto, con la incontenible energía de las tribus que de él se alimentan, explica las oleadas fecundas que almorávides, almohades, meriníes… producen, que marcan el ritmo de la historia en el occidente musulmán y llevan hasta los Pirineos una impronta política y cultural que se mantendrá durante siglos y determinará la suerte del mundo.

Pero Burckhardt no se detiene en estos y otros accidentes de la historia, porque se propone buscar en las esencias para sacar a la luz los sutiles cimientos que hacen que la tradición islámica conforme de hecho una sociedad distinta de la cristiana. Desde el rey –el califa- hasta el artesano, el papel de los personajes y el modo de interpretarlos difieren profundamente en el mundo cristiano y en el musulmán. Y difieren porque se basan en concepciones que, tanto el origen dispar, como el tiempo, han impuesto en las respectivas visiones del mundo hasta crear universos vitalmente diversos.

Nada más alejado del relato de Burckhardt que la interpretación simple que hoy domina en el mundo occidental sobre el Islam. Historia, cultura, religión, filosofía se dan la mano en este libro extraordinario lleno de matices que permite al lector adentrarse en el mundo ajeno. Y que permite, al mismo tiempo, ver con nuevos ojos a Marruecos y a Fez.

Burckhardt, como se advierte en la lectura del libro, no es solamente un intelectual. Traspasó la barrera cultural que separa la mentalidad de raíz europea para penetrar profundamente en esa otra que brotó en Arabia y alcanzó el Magreb para hacer del Islam un mundo basado en claves distintas. Pasó años enteros en Fez. Conoció la ciudad como nadie. Buscó a los maestros espirituales que mejor podían introducirlo en el corazón de la doctrina musulmana. Convivió con estudiosos. Apreció el peso de la cultura depositada durante tantos siglos de pensamiento y de vida en la ciudad. Y devolvió su afecto por ella cuando, nombrado por la Unesco, emprendió la apasionante labor de trabajar por la conservación de la medina de Fez para hacerla Patrimonio de la Humanidad.

Fez, ciudad del Islam es un libro de gran calado: humano, sensible, profundo, enciclopédico de alguna manera porque pretende abarcar una concepción entera del mundo a través de los accidentes que componen la realidad cotidiana. Y por ello es una lectura que disfrutará cualquiera que sienta el deseo de acercarse tanto a la ciudad, como a Marruecos, como al mundo musulmán guiado por un maestro que mostró por los tres -Fez, Marruecos y el Islam- además de una curiosidad sin límites, un profundo afecto.

Leer más…

lunes, 14 de marzo de 2011

El infierno de los jemeres rojos. Testimonio de una superviviente


El infierno de los jemeres rojos
Denise Affonço
Libros del Asteroide, 2010
249 pp.

¿Cómo pudo ocurrir?¿Y cómo pudimos no enterarnos? Son dos preguntas que surgen ante el drama de Camboya que desvela la lectura de El infierno de los jemeres rojos ...



Denise Affonço
Libros del Asteroide, 2010
249 pp.





¿Cómo pudo ocurrir?¿Y cómo pudimos no enterarnos? Son dos preguntas cruciales ante una situación dramática, de una dimensión enorme, que ocurrió en este mundo que consideramos pequeño, cada vez más parecido en todas partes, y donde las noticias circulan al instante e informan en cualquier punto de lo que ocurre en cualquier otro lugar.

¿Cómo fue que no nos enteramos? La pregunta suena con fuerza porque estamos hablando de Camboya en 1975 y de la instalación en el país de un régimen sanguinario que en el curso de poco menos de cuatro años produjo millones de muertos como consecuencia de una alocada política refundación radical del país, alimentada por el mito del maoísmo y convertida en locura colectiva.

Millones de muertos, desplazamientos masivos de la población, institucionalización de relaciones de sospecha y de sometimiento entre los adictos al régimen y los calificados de podridos por el hecho de haber vivido en las ciudades, de no pertenecer al linaje puro de los campesinos de las zonas ‘liberadas’ o de no formar parte de la guerrilla que desde regiones remotas consiguió hacerse con el poder con ayuda de China y de la inestabilidad que vivió todo el Sudeste Asiático en el conflicto que mantuvo Occidente con el mundo socialista. Todo eso y mucho más es lo que cuenta Denise Affonço en un relato espeluznante y al mismo tiempo tremendamente humano.

Denise Affonço, de nacionalidad francesa, afincada en Camboya, con un marido de origen chino, ella misma hija de madre vietnamita, empleada por el gobierno francés queda atrapada en la capital Phnom Pehn cuando entran victoriosas las guerrillas de Pol Pot en la ciudad y alumbran la esperanza de que la inestabilidad del país va, por fin, a terminarse bajo la batuta de un régimen comunista nuevo y fuerte. Pero nada más falso que este ilusorio fin de la pesadilla de la guerra, porque la paz se iba a cobrar muchos más muertos que las batallas entre los guerrilleros y los militares que apoyaban al gobierno derrotado.

La nueva Camboya de los jemeres rojos se iba a convertir en un campo de concentración con millones de esclavos que morirían en los arrozales, en huertos y bosques simplemente de hambre porque la creación de un nuevo país obligaba a destruir todo lo antiguo –ciudades, casas, propiedades, el dinero incluso- para crear una sociedad libre de la corrupción del pasado bajo la iluminada dirección de una guerrilla sanguinaria que no conocía límites en el proyecto de hacer tabla rasa y de vengar los pecados del pasado. Víctimas y verdugos convivieron durante cuatro años con penalidades infinitas de las que sorprende que no tuviéramos noticias.

Denise Affonço las cuenta al detalle porque las escribió en un cuaderno a petición de las autoridades vietnamitas cuando el ejército de este país decidió terminar con el genocidio y con el régimen de Pol Pot. Su escrito tuvo por objeto formar parte de la acusación ante un tribunal internacional para juzgar los crímenes del régimen jemer. Pero la historia fue olvidada por la propia Denise, ocupada en dejar atrás la muerte de su marido en un campo de reeducación y la de su hija en sus propios brazos por desnutrición. Dedicada también en rehacer su vida y la del hijo adolescente con el que pudo salir del país y condicionada por seguir el consejo de quienes le indicaron que no debía echar la vista atrás para revolver en los asuntos procelosos de la política.

El libro de Denise Affonço nace de la pregunta de cómo fue que no nos enteramos cuando en su nueva vida en Francia un periodista desmiente su testimonio porque sostiene que es más el fruto de los prejuicios y de la propaganda anticomunista que de la realidad. Y aquí es cuando la autora decide rescatar el viejo cuaderno que escribió bajo la iniciativa de los vietnamitas y sirvió de alegato ante el tribunal internacional de justicia para hacérnoslo llegar en forma de libro y sacar a la luz lo que fue la conocida como república de Kampuchea durante esos cuatro años en que dejó de llamarse Camboya.

El infierno de los jemeres rojos es un libro estremecedor. Es tremendamente humano y es, sobre todo, conmovedor ante tanto sufrimiento que llega al lector por la precisión con que la autora describe las terribles condiciones de vida que le tocaron sufrir a ella y a todos cuantos compartieron con ella, día a día, una existencia de esclavitud y de desesperación, al límite de la muerte.

Emocionante, además del dolor, es el agradecimiento que expresa Denise Affonço a los vietnamitas que trataron a las víctimas camboyanas con humanidad y a los amigos, viejos y nuevos, que la ayudaron generosamente a poder alcanzar con su hijo territorio francés y rehacer su vida.

Cuando la administración norteamericana bajo la presidencia de George Bush anunció la creación de una agencia de noticias al servicio de su política exterior destinada a propagar información no cierta que favoreciera los intereses los Estados Unidos estaba dando el reconocimiento oficial a la peligrosa práctica de que los estados democráticos ocultaran la verdad cuando estimaran oportuno y la tergiversaran. El genocidio en Camboya pudo mantenerse a lo largo de tanto tiempo porque permaneció oculto -activamente oculto- y no se supo de él con claridad suficiente.

Camboya es hoy heredera de esta experiencia traumática que marca aún su presente y está en la experiencia de una buena parte de su población. En el año 2010 se dictaron todavía condenas para los responsables de hechos tan dramáticos. Por ello El infierno de los jemeres rojos es un libro de actualidad y seguramente es un relato que habrá que tener siempre presente porque la historia muestra una incorregible tendencia a repetir acontecimientos terribles que las sociedades parecen incapaces de evitar para siempre.

Leer más…

domingo, 6 de marzo de 2011

Tren a Pakistán


Tren a Pakistán
Khushwant Singh
Libros del Asteroide, 2011
247 pp.

Existen tantas Indias como escritores que escriben sobre el país. Khushwant Singh es casi un clásico. El tema que elige para su novela es el de una pequeña aldea, a orillas de un enorme río, pero sobre todo, a orillas de la vía del ferrocarril...


Khushwant Singh
Libros del Asteroide, 2011
247 pp.





Existen tantas Indias como escritores que escriben sobre el país. Khushwant Singh es casi un clásico, reconocido como uno de los grandes escritores contemporáneos. Diplomático, político, educado en Inglaterra es un intelectual de enorme prestigio. Y es además un hombre de visión aguda capaz de tratar temas complicados con un trasfondo de humor que los convierte en humanos.

El tema que elige para su novela es el de una pequeña aldea, a orillas de un enorme río, pero sobre todo, a orillas de la vía del ferrocarril. El momento no puede ser más amenazador. Lo que cuenta ocurre cuando el país decide escindirse en dos para resolver el conflicto religioso que lo asola. Pakistán, recién creado, será el hogar de los musulmanes y la India el de los hindúes, los sijs y demás indios que profesan otras religiones. Es fácil de entender que el divorcio no es pacífico ni que la decisión de ir a él es resultado de un ejercicio teórico. Cuando se decide la separación es porque la convivencia se ha hecho insostenible y los atropellos de unas y otras comunidades sobre sus enemigas amenazan con incendiar el país y con hacerlo inviable al poco tiempo de su nacimiento.

El drama está servido y argumentos para el horror los hay de sobra. Pero Khushwant Singh no nos arrastra a la catástrofe sino a la vida de unos pocos vecinos enzarzados en su cotidianidad y rodeados de negros nubarrones que no impiden que los acontecimientos triviales de la convivencia sigan marcando relaciones y aventuras varias.

El universo aldeano en el que se mueve la novela permite dibujar una India abarcable para el lector. Tanto en personajes como en acontecimientos. Y permite dar colorido a cada incidente y a cada pieza de la narración deteniéndose en él y perfilándolo con precisión para traerlo a la vida. La agricultura, el río, el monzón construyen el espacio de esta India de campesinos modestos en la que conviven, todavía en paz, musulmanes, hindúes y sijs como han venido haciéndolo desde tiempo inmemorial. Los propietarios de las tierras –pequeños propietarios, por supuesto-, los aparceros, el imán de la pequeña mezquita y el encargado del templo sij, el recaudador de impuestos, el prestamista, incluso el maleante… todas las figuras desfilan en la narración y componen un relato próximo.

Pero no estamos ante una novela que calificaríamos de étnica. Porque la realidad exterior desborda el pequeño horizonte de la aldea. Justamente la poca distancia que la separa del ferrocarril y de la estación permite que por ella lleguen a la aldea reflejos del mundo exterior. Un mundo distinto y que no se rige ya por las costumbres ni por las fidelidades tejidas desde antiguo entre los vecinos. Un mundo lleno de malos augurios, incomprensible y revuelto.

A través del juez, de la policía y del ejército aparecen la administración y la cultura del orden y el rigor que aportaron los ingleses. Esa misma cultura que da lustre a los oficiales y a los funcionarios del Estado y que da pie a atropellos y a injusticias que Khushwant Singh resuelve con ironía, sin restarles importancia pero con la mirada pícara de quien prefiere dejar que el aroma del sainete matice la realidad y exprese esa sabiduría que bendice a las gentes viejas y sensatas. Ironía, picaresca, traición a los principios y, al final, desolación y drama componen esta imagen de la India sensible, emotiva y certera que muestra el duro sacrificio que imponen los demonios desatados del odio, del miedo y de la necesidad de venganza hacia los demás.

Tren a Pakistán es una emotiva novela que nos ayuda a comprender la riqueza y complejidad de la India, dice la contraportada del libro. Y es una magnífica historia cuya trama resuena todavía en el presente, que conserva vivo el odio entre comunidades y mantiene nuevas y viejas heridas abiertas con amenazadora actualidad.

Leer más…