VV.AA.
La editorial viajera, 2014
216 pp.
Rotundamente sí, Es posible viajar con niños, incluso pequeños, sin necesidad de que los padres sean unos héroes. Y además es posible pasarlo muy bien.
Pero no es lo mismo que viajar sin niños. Y tener esto claro es la primera de las claves del rompecabezas que conducirá al éxito del viaje. Por esto, porque pasarlo bien es posible y porque es mejor conocer las claves que lanzarse a la piscina a ver qué pasa, es por lo que la nueva La Editorial Viajera ha publicado este Viajar con niños.
Se trata de un libro práctico, de un manual sencillo pero que nadie había caído en la cuenta de que hacía falta escribir y llevarlo a las librerías. De ahí el mérito y la acertada idea de los editores que han puesto en manos de los padres algo así como un camino para su liberación, para salir de casa y lanzarse a recorrer mundo.
Como ocurre con la solución de tantas cosas complejas, el truco es casi siempre de sentido común. Nada de lo que cuenta el libro resulta sorprendente. Y siendo así, la pregunta es ¿cuál es su secreto?
El secreto, el principal activo del libro, es la experiencia. Como en muchas aventuras otros las emprendieron antes y se enfrentaron en ellas a multitud de problemas previstos, unas veces, e imprevistos, otras. Algunos problemas para los que era posible prepararse antes de salir de viaje y otros que simplemente había que resolver por el camino. Y siempre mucho menos dramáticos de lo que la imaginación augura cuando aún se está en casa.
Cómo preparar el viaje, qué llevar en la maleta, cómo debe ser el equipaje, qué juegos ayudarán a pasar las horas muertas, cómo abordar el asunto de las comidas, qué precauciones tomar para proteger la salud son cuestiones prácticas con soluciones al alcance de la mano y que los padres agradecerán verlas bien ordenadas para tenerlas presentes. Como también agradecerán los comentarios acerca de la programación del viaje, es decir, de la ocupación del tiempo y de su buena administración para que los pequeños se sientan satisfechos y no vivan la actividad de viajar como un sacrificio.
Balancear la estancia en ciudades con el disfrute de la naturaleza, hacer de la ciudad algo divertido para ellos y para todos, evitar el aburrimiento y el cansancio también es el resultado, como en la cocina, de disponer de distintos ingredientes y de mezclarlos de una manera apropiada.
Viajar es cambiar de escenario y es una magnífica escuela para la familia. Representa romper las rutinas, abrir a los niños las puertas de un mundo distinto y a los mayores estrenar una experiencia en familia tan novedosa como enriquecedora. Sólo es cuestión de saber navegar en ese mar abierto que es salir lejos de casa. Y como la improvisación no suele dar el mejor de los resultados cuando hay que cuidar a niños que necesitan y desean cosas distintas de los adultos, nada como dedicar un poco de tiempo a prepararse y a escuchar la opinión y el consejo de quienes no sólo se atrevieron una vez sino que repitieron y se animan ahora a convencer al resto de los padres de que merece la pena seguir sus pasos. Leer más…