Chico Buarque
Salamandra, 2011
187 pp.
Chico Buarque es una de las estrellas del panorama cultural de Brasil. Músico aclamado, se lanzó a la literatura donde ha cultivado poesía, teatro y novela con éxito. Leche Derramada es su última obra y en ella vuelve a demostrar su talento.
El escenario es Brasil y la historia sigue el devenir de una vieja familia de patricios, asentados en la política, ricos propietarios y a punto de extinguirse porque el relato se sostiene sobre la memoria de un hombre, anciano y sin futuro ya.
Un Brasil que se fue, opulento, melancólico muchas veces, se despliega en una sucesión de recuerdos que se solapan, se contradicen ligeramente a veces, tratan de sobreponerse a las sombras que todo pasado encierra y que van descubriendo el mundo en que vivieron varias generaciones.
Es el mismo Brasil que del que nos habla Jorge Amado, por poner un ejemplo. Pero nada es más distinto. No hay aquí la voluptuosidad mestiza que transpira la presencia de una mujer, su piel, su voz, sus movimientos. Poco transmite al lector esa temperatura que nace del erotismo que envuelve el ambiente de raíces africanas. Nada despierta la sensación de confusa vitalidad del trópico que sostiene el desarrollo de otras novelas.
Leche derramada es una novela blanca y urbana. Se ordena en una sucesión de capítulos cortos que son para el lector pequeños sorbos de realidad que unen pasado y presente. Pasado hecho de recuerdos, de escenas de familia, de emociones, de excesos… y presente incómodo, sin esperanza alguna, que se permite el reproche y que, desde la altura que supone llegar al final de la vida, permite también hablar sin vergüenza y sin la obligación de atenerse a convenciones.
Un hilo de humor está presente en todo el relato y aparta la novela de cualquier sentimiento trágico, porque resulta que la mente es astuta y el soliloquio de ese viejo desahuciado tiene muchas más vueltas que las que la situación hace suponer. Eulálio, en la cama de un hospital decrépito habla con su hija casi tan vieja como él. Pero con quien habla en la realidad es consigo mismo. Y de lo que habla es de un pasado y un presente que hace a su medida, lo adapta y moldea para encajarlo en un guión que no tiene por qué ser fiel del todo a los hechos. ¿No es cualquier realidad una construcción mental? Pues la de Eulálio lo es también y juega maliciosamente con ello para hacer un discurso socarrón, desesperado y vital al mismo tiempo y que se precipita a veces, para regocijo del lector, en un mundo de fantasía que va alimentando el disparate y permitiendo incorrecciones del más diverso orden.
Buena literatura, éxito de crítica y lectura amenísima es lo que ofrece Leche derramada. Sin duda, merece la pena dejarse llevar por esta particular visión de Brasil y de ese mundo aristocrático y arruinado que nos propone.
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