Héctor Abad Faciolince
Seix Barral, ed. 2010
274 pp.
Publicado por Marta Varela
Continuas reimpresiones y una elogiosa referencia de Vargas Llosa en el diario El País vuelven a poner sobre la mesa El olvido que seremos. Esto y la realidad de Colombia, atravesada por la espada de la violencia política.
Colombia hoy no puede entenderse sin llevar la mirada a esa corrupción que mina sin tregua la convivencia pacífica de los ciudadanos y que entra en el ámbito doméstico proyectando sus sombras en familias y personas. Por eso, hablar de Colombia es también hablar del horror.
Lo han hecho grandes maestros. García Márquez se lanzó al ruedo con su impresionante Crónica de un secuestro. Héctor Abad Faciolince, otro de los grandes, nos trae El olvido que seremos. Pone en escena la vida de una familia en la ciudad de Medellín, una familia ilustrada y privilegiada. Pero aquí aunque la historia también se basa en la realidad, como ocurre en el libro de García Márquez, no estamos hablando de otros. El autor se refiere a su propia familia. Reconstruye un drama personal y lo hace con la sensibilidad a flor de piel.
La pasión cruza transversalmente los 3 ejes de la narración: la relación entre padre -su padre- e hijo, la historia de la familia y las luchas político-sociales de los últimos 20 años del siglo pasado.
La relación entre padre e hijo es llamativamente carnal. Transmite muy bien la vulnerabilidad, la necesidad de "padre" que tiene el hijo y la personalidad apasionada y determinada de este padre: su valor y su compromiso en la lucha social.
La familia vive en Medellín y es mayoritariamente femenina. Y es a través del mundo femenino que Héctor Abad nos asoma a las costumbres y creencias de la sociedad burguesa colombiana. Un mundo cultivado y sólido, compuesto por mujeres pías que transitan del papel de ama de casa al de empresaria sin que, aparentemente, haya rupturas bruscas ni discontinuidad en la posición.
Y, en el plano social, la lucha del padre por la salud pública. La pasión determinada por el empeño de conseguir una vida mejor para los colombianos que lleva al padre primero al exilio y, posteriormente, a la muerte por asesinato.
Héctor Abad nos permite vivir de manera muy cercana la desesperanza que le produce esa la fractura sin remedio de la sociedad colombiana. Nos presenta no sólo la ferocidad de los que mataron a su padre –los supuestos ganadores de esta guerra- sino también la generosidad y la entrega de una vida dedicada a ayudar y a proteger a los otros. Y termina diciendo:
"Si recordar es pasar otra vez por el corazón, siempre lo he recordado (a su padre). No he escrito en tantos años por un motivo muy simple: su recuerdo me conmovía demasiado para poder escribirlo….Ahora han pasado dos veces diez años y soy capaz de conservar la serenidad al redactar esta especie de memorial de agravios. La herida está ahí, en el sitio por el que pasan los recuerdos, pero más que una herida es ya una cicatriz. Creo que finalmente he sido capaz de escribir lo que sé de mi papá sin un exceso de sentimentalismo, que es simpre un riesgo grande en la escritura de este tipo. Su caso no es único, y quizá no sea el más triste. Hay miles y miles de padres asesinados en este país tan fértil para la muerte….. "
Una reflexión generosa también y ejemplar, en estos tiempos que corren.
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lunes, 31 de mayo de 2010
El olvido que seremos
domingo, 23 de mayo de 2010
Guía de Mongolia
Guía de Mongolia
Svetislav Basara
Minúscula, 2010
154 pp.
No es probable que nadie que lea este blog decida ir a Mongolia. Y no es porque que el tono o la sensibilidad de las reseñas predisponga al lector en contra. Se trata simplemente del hecho de que Mongolia está fuera de la ruta de casi cualquier viajero cabal....
Svetislav Basara
Minúscula, 2010
154 pp.
No es probable que nadie que lea este blog decida ir a Mongolia. Y no es porque piense que el tono o la sensibilidad de las reseñas que en él aparecen susciten alguna clase de antipatía sobre el país, que predisponga al lector en contra. Se trata simplemente del hecho de que Mongolia está fuera de la ruta de casi cualquier viajero cabal.
Lo digo para tranquilidad de todos ante esta Guía de Mongolia nada recomendable como fuente de información viajera y poco apropìada para nadie que espere encontrar en ella consejos y conocimiento con los que sacarle provecho a una visita al país.
La Guía de Mongolia que nos ocupa es un disparate de los pies a la cabeza. Un disparate que muestra que en la literatura de viajes también cabe el humor y que en la aburrida espera en la sala de cualquier aeropuerto o en los tiempos perdidos en la habitación del hotel un libro inteligente y desaforado puede sacarle a uno de la miseria y devolverlo al mundo de los vivos.
El autor real del libro Svetislav Basara es un serbio que bebe de un presente en el que existe Internet y de un pasado dominado por la potente imagen de la Unión Soviética. Es decir, que se debate en una mezcla de experiencias extravagantes que le llevan a transitar por un absurdo sabiamente elaborado y que se expande a todos los órdenes de la existencia. El personaje que crea y que lleva a hombros todo el desarrollo de la novela es un periodista socarrón, descreído y alienado por ramalazos de locura que lo arrebatan y lo introducen en realidades medio ficticias en las que asoma siempre el humor.
El encargo de escribir una guía sobre Mongolia es lo que mueve la novela. Pero el mismo encargo, que procede de una revista inexistente y que le cae a nuestro personaje como herencia de un amigo suicida que por supuesto no puede cumplir con la misión, es ya surrealista y anuncia que su ejecución será una cadena de despropósitos que servirá a Svetislav Basara –el autor real del libro- para desgranar sus propias verdades y para aguzar el ingenio de forma animada y sorprendente.
Cutrez, producto de los polvos y los lodos socialistas, situaciones aberrantes, personajes propios de manicomio –Charlotte Rampling entre ellos, y un tal Andreotti que ejerce de psicoanalista- apuntalan la narración donde por aparecer aparece incluso una referencia a Lloret de Mar y donde Mongolia es lo de menos porque todo lo que cuenta el autor es un invento sin disimulo alguno.
¿Estamos ante un libro de viajes? Rematadamente no. Y lo propio sería expulsarlo inmediatamente de este blog. Pero lo salva el título y sobre todo el humor con que está escrito. Los viajeros necesitan también una tregua. Y esta Guía de Mongolia la ofrece para solaz y entretenimiento de cualquier lector.
lunes, 17 de mayo de 2010
La aventura del Muni
La aventura del Muni
Miguel Gutiérrez Garitano
Ikusager, 2010
505 pp.
Muy poco es lo que encontramos escrito sobre Guinea Ecuatorial, la antigua Guinea española. Y por ello es especialmente bienvenida la publicación de "La aventura del Muni" que ha escrito Miguel Gutiérrez Garitano...
Miguel Gutiérrez Garitano
Ikusager, 2010
505 pp.
Muy poco es lo que encontramos escrito sobre Guinea Ecuatorial, la antigua Guinea española. Y por ello es especialmente bienvenida la publicación de La aventura del Muni que ha escrito Miguel Gutiérrez Garitano.
El autor nació en Vitoria y este hecho resulta importante para el libro porque en el origen del mismo está el recuperar la aventura de su npaisano Manuel Iradier que se embarcó hacia Guinea a mediados del XIX, la exploró, documentó los hallazgos y sus experiencias a lo largo de sus expediciones y contribuyó decisivamente en la labor de asegurar la soberanía de España en el territorio africano, de la misma manera que hicieron los grandes exploradores, sobre todo ingleses, pero también franceses y alemanes en el arranque de la era colonial en África.
Pero si la gesta de Iradier está en los cimientos del libro de Miguel Gutiérrez Garitano, el texto con el que nos encontramos va mucho más allá. Se refiere a la epopeya del explorador vasco pero es fundamentalmente un libro de viajes que narra la propia experiencia de Miguel Gutiérrez Garitano quien visitó Guinea en 2002 y 2005, recorrió sus caminos, pueblos y ciudades y nos cuenta a su regreso su propia aventura y sus reflexiones acerca de lo que vio.
La aventura del Muni es un libro redondo. Y no me refiero, al utilizar este adjetivo, a un libro perfecto. Digo redondo para señalar que no es lineal como son algunos libros de viajes. No es el recorrido lo que manda en él. Miguel Gutiérrez Garitano dispara en todas direcciones y crea una esfera donde conviven el viaje, con sus aspectos más prácticos y más esforzados, la política y su especial perversidad tratándose de Guinea, las sensaciones puramente físicas del contacto con las poblaciones o con la naturaleza, el halo romántico de la aventura africana que contagió a los exploradores europeos del s. XIX, el escandaloso expolio que sufre África a manos de los países desarrollados de Occidente...
Se diría, como ocurre a veces en el ajedrez, que Miguel Gutiérrez Garitano juega distintas partidas al mismo tiempo y que al hacerlo convierte su libro de viajes en algo más global donde conviven, en el espacio, Guinea y su entorno geográfico y, en el tiempo, el país tal como es hoy y lo que fue en el pasado.
Que nadie espere encontrar en La aventura del Muni un libro amable. Por supuesto, si Miguel Gutiérrez Garitano emprende su viaje a Guinea es porque se siente atraído por ella. Goza de sus paisajes, valora su geografía y le interesan sus gentes. Siente su llamada como la sintieron los viejos exploradores. Pero siente también ese lado oscuro que tan presente está en El corazón de las tinieblas y en tantos otros escritos y que pesa como una maldición sobre África.
Antes fueron la enfermedad y el peligro que doblegaban a quienes se aventuraban por ella y que eran resultado de un clima extremadamente duro, de una población indígena con frecuencia hostil y de una naturaleza indómita que no se dejaba vencer sin sacrificio. Hoy, para Miguel Gutiérrez Garitano, la relación con la población indígena sigue siendo difícil, el clima y la naturaleza duros de soportar y la enfermedad, afortunadamente menos relevante de lo que fue décadas atrás, pero sustituida en lo que a crueldad se refiere por los efectos de un régimen dictatorial que tiene sometido al país y actúa sobre él como un veneno y que critica sin contemplaciones.
Justo Bolekia escribió hace unos pocos años una excelente historia de Guinea. Ha habido que esperar a Miguel Gutiérrez Garitano para volver a recibir noticias frescas del país. Sin duda, todos los que tengan curiosidad por la antigua colonia española en África, por su pasado, por su presente y por la figura de Manuel Iradier tan olvidada, hallarán en este nuevo libro la mejor ocasión para satisfacer su interés.
lunes, 10 de mayo de 2010
The Unguarded Moment
The Unguarded Moment
Steve McCurry
Phaidon, 2009
128 pp.
McCurry ha hecho tantas y tan buenas fotos y reportajes que se hace inevitable el volver a publicar sus trabajos porque siguen sorprendiéndonos y emocionándonos cada vez que los vemos ...
Steve McCurry
Phaidon, 2009
128 pp.
Publicado por Pablo Strubell
Una mirada poco atenta podría sugerir que Steve McCurry es, desde hace un tiempo, como esos grupos musicales dedicados a sacar recopilatorios de sus éxitos pasados a falta de inspiración en el presente. Pero, a diferencia de muchos de ellos, la realidad es que McCurry ha hecho tantas y tan buenas fotos y reportajes que se hace inevitable el volver a publicar sus trabajos porque siguen sorprendiéndonos y emocionándonos cada vez que los vemos. Y es que logra que sus imágenes se conviertan en clásicos desde el momento en que las captura con su cámara y las publica en National Geographic. Todo un lujo para nuestros ojos.
The Unguarded Moment (publicado por Phaidon en inglés –aunque con muy pocos textos) es el nuevo libro de McCurry. Brillantemente impreso y con un diseño muy sobrio, muestra tan solo una instantánea por hoja. Una decisión más que acertada porque permite al lector saborear cada una de ellas, sin otra distracción que una breve nota del lugar y momento en que se tomaron. No hace falta más, cada foto habla por sí misma.
En esta ocasión, el libro no tiene una temática definida, ni un hilo conductor, ni siquiera un período específico. Hay fotos de su poco conocida primera etapa, en la que trabajó mucho en África (Malí, Yemen, Sudán), allá por los años 80. Pero predominan, como es lógico, las imágenes asiáticas, que a partir de los 90 obtuvo en India, Myanmar y Afganistán y en las que se nota una pulsión especial, un interés, una devoción por las gentes y los lugares que no se observa en las primeras épocas. Estas son las fotos más impactantes. Esos retratos de miradas profundas. Esos lugares remotos arrasados por la guerra. Esas pequeñas luces de esperanza entre la pobreza en la que con tanta soltura el fotógrafo se mueve.
Las 75 fotografías que se muestran tienen el sello inconfundible de McCurry: una composición brillante, casi perfecta, en la que se adivina la espera paciente y atenta que da tiempo a que la foto se forme delante del objetivo; fotos en las que suceden cosas y se intuyen historias; en las que cada parcela del negativo ha captado información; imágenes de preciosos colores y maravillosos encuadres que nos muestran la perspicacia del autor para encontrar en los detalles una fuente de interés.
Algunas de las fotos presentadas en este libro ya han sido publicadas en otros monográficos, como Monzón o Retratos. De ahí que algunas de ellas nos resulten conocidas. Sin embargo, y como ya he señalado al principio, cada una de las imágenes posee esa extraordinaria virtud de mantener vigentes su calidad, fuerza e intensidad como el primer día. Seguro que provocan en el lector la sorpresa y despertarán el interés que suscitaron la primera vez que vieron la luz.
lunes, 3 de mayo de 2010
La epopeya de los harafish
La epopeya de los harafish
Naguib Mahfuz
MR ediciones, 2010
411 pp.
La contraportada del libro asegura que se trata de una de las obras cumbre del Mahfuz.El caso es que tiene el aroma inconfundible del Nobel egipcio y que revela en sus páginas ...
Naguib Mahfuz
MR ediciones, 2010
411 pp.
La contraportada del libro asegura, quizás exageradamente, que se trata de una de las obras cumbre del Mahfuz. Pero poco importa el puesto que ocupe en el ranking de la literatura del autor. El caso es que tiene el aroma inconfundible del Nobel egipcio y que revela en sus páginas otra de esas historias en las que el ambiente que rodea a los personajes y el espacio reservado a la intimidad de sus pensamientos y de cuanto rige sus conductas vuelve a adentrarnos en el Egipto popular donde el discurrir de vida nos habla de un mundo lleno de humanidad y, lo que es lo mismo, de contradicciones.
La epopeya de los harafish es una saga que transcurre velozmente. No se entretiene demasiado en ninguno de los personajes y está escrita en bloques de longitud y contenido muy desigual. La forman capítulos que unas veces no ocupan más que unas pocas líneas y que definen el ambiente de un momento, un presentimiento, una reflexión. Y otras que se extienden un buen número de páginas y desarrollan una historia alrededor de la vida de alguno de los protagonistas de la narración.
Una forma tan libre de escribir configura ya el tono de la novela que juega al mismo tiempo con el mundo interior de los personajes y con el exterior. La acción pudiera suceder en alguna población asimilada a El Cairo, en alguno de sus barrios, pero no importa, porque la mirada del autor se centra allí donde está la escena. Y cuánto la rodea queda en un fondo confuso del que se tiene alguna noticia pero poco más. Por lo que respecta al tiempo, la acción ocurre en un momento que el lector supone que debe ser hace no muchos años, pero que resulta igualmente indefinido. No siente Mahfuz necesidad de precisar más. Y al no hacerlo, tanto en lo que toca al espacio como en lo que se refiere al tiempo, nos sitúa de alguna manera fuera de cualquier referencia concreta. Nos pone en un lugar que pudiera ser cualquiera y ante una sociedad convertida en universal.
En más de un pasaje, lo que cuenta Mahfuz resuena como un relato de las Mil y una noches. Como una narración que bien pudiera suceder en la edad media y que sin embargo es claramente actual. El mundo que describe Mahfuz es el de una sociedad musulmana, con sus instituciones particulares y con una moral y una religiosidad que lo impregnan todo. Hablamos de un mundo atado y bien atado, sujeto por los candados que imponen la religión y la tradición, pero abierto a pesar de todo a la maldad, a la transgresión de los principios, a la degeneración a la que conduce el mal…
Por eso el relato de Mahfuz es una epopeya con proyección universal que habla, desde una visión y una sensibilidad de raíces firmemente musulmanas, del bien y del mal y sobre las contradicciones que engendra en la vida la lucha entre ambos.
Un mundo tradicional se despliega ante el lector que tiene acceso a los sentimientos de los personajes. Comerciantes ricos y pobres, taberneros, prostitutas, alcahuetas, criados, clérigos, funcionarios y caciques desfilan ante él y componen un retablo que va desgranando a lo largo del tiempo situaciones bien diversas. Y son vistos desde una perspectiva moral donde el bien y el mal están continuamente presentes, lo mismo que el respeto a las tradiciones, al honor, al deber o al recuerdo de los antepasados.
Los harafish son la capa más baja de la sociedad, los pobres de solemnidad, los miserables, abandonados por la suerte. Mahfuz elige el título de La epopeya de los harafish, no para hablar de ellos, sino sorprendentemente para hablar de los poderosos. El universo moral de Mahfuz –el universo musulmán- no rompe la continuidad que une a los seres humanos. La condición de los desposeídos depende de las acciones de quienes disponen del poder, de forma que la epopeya que representa su difícil existencia puede leerse en el relato de la vida y las acciones de quienes pueden hacer algo por ellos y lo hacen, para bien o para mal.
Un Egipto representado por numerosos personajes envueltos en todas las circunstancias de la vida abre un rico escenario que permite al lector asomarse al complicado acontecer de una singular y extensa familia y le permite prestar atención también al relato paralelo que la propia sociedad hace cuando reflexiona sobre el comportamiento y sobre todo cuanto ocurre en su interior. La Epopeya de los harafish explora los sentimientos y las acciones de los hombres, sus fidelidades, su compromiso con los demás. Explora la espiritualidad de quienes bajo las estrellas escuchan el canto de los derviches y se sienten reconciliados con el universo. Explora, en definitiva, y a través de una familia en un pueblo de Egipto, una sociedad musulmana situada fuera del tiempo, y por ello mismo universal y eterna porque eternos y de todos son los problemas a los que se enfrenta y las virtudes y pecados que conforman la realidad en la que se desenvuelve.