Tomás Alcoverro
Editorial Diéresis, 2018
251 pp.
‘Nadie pudo entender que en esta ciudad, desahuciada durante años, la vida tuviera suavidad y ternura.’
Nostalgia y afecto son los primeros sentimientos que desvela Tomás Alcoverro al hablar de Beirut. Aunque seguramente, parte de la melancolía que desprende la lectura la pone el lector, conocedor del atormentado pasado de la ciudad y desconcertado por lo contradictorio y lo incierto del presente de un país que se suponía que era la Suiza del Oriente Próximo.
Y sin embargo también un aire fresco y vital destila esta narración sobre una ciudad brillante y luminosa capaz como la noria a la que se refiere el título del libro de remontar altura después de cada percance y de ofrecer los mejores momentos a quienes han vivido en ella.
Tomás Alcoverro, según cuenta él mismo, es el único español propietario de una vivienda en Beirut. Es pues una suerte de decano de ese club de españoles que han pasado por la ciudad y se quedaron prendados por ella. Casi todos los miembros de esta extraña comunidad han terminado marchándose. Tomás, por el contrario, se ha instalado en ella y, para más señas, en el barrio musulmán. Beirut es su casa.
En su trabajo como periodista ha cubierto durante décadas los acontecimientos del Próximo Oriente y como consecuencia de ello guarda en su memoria un rico legado de información y de conocimiento sobre la región que le permite hablar de Beirut como quien lo hace de un amigo con el que ha estado en relación durante casi toda la vida. Beirut aparece en su libro de la forma más natural, por la vía del recuerdo y de las sensaciones. Y también por la de la reflexión acerca de una realidad compleja e incierta, llena de sacrificios y rodeada de amenazas.
Beirut es, por ponerle un calificativo, un absurdo. De ahí el recurso a esa ‘noria’ a la que hace referencia el título que lo mismo toca el cielo que baja a los infiernos y que parece condenada por el destino a no encontrar el momento o el punto donde pararse. La guerra ha sobrevolado la ciudad -y el país entero- condicionándola a veces solamente o imponiéndose en sus calles con feroces combates. Israel, Irak, Siria, Irán… con sus confrontaciones han marcado el día a día, lo mismo que las milicias y/o las comunidades chiitas, sunitas, cristianas, drusas, maronitas, palestinas añadieron choques de intereses y abrieron frentes que alimentaron los conflictos.
Sobre este panorama Tomás Alcoverro baja a la cotidianidad. Compone su relato con cortísimos capítulos que le sirven para hablar de casi todo y para deshinchar la tensión porque en Beirut la vida sigue, se ocupa de recomponer los destrozos del pasado y emprende proyectos con los que abordar el futuro. ‘La vida en la ciudad que siempre renace’ es el subtítulo del libro y el hilo que lo mantiene vivo a lo largo de sus páginas.
Los experimentos espaciales de la universidad armenia en los años 60, la construcción de una réplica de la Alhambra que no llegó a terminarse, la época de los secuestros y de la guerra civil, los centros comerciales y culturales de nueva hornada, el encuentro con el general Aoun, la búsqueda de permiso para comprar piso en Beirut, los calígrafos y los cambistas, los vinos libaneses y muchos más asuntos llenan las páginas del libro que no deja de interesar en ningún momento.
Un Beirut sacrificado pero también distendido, confiado y alegre en algunos momentos y tenso y complicado en otros se abre paso para romper con los prejuicios que generan las noticias de los periódicos y los informativos. Beirut a ras de tierra aparece en este libro singular que despide aromas de afecto y agradecimiento hacia esta ciudad de energía inagotable que no para de renacer una y otra vez. Leer más…