Marc Serena
Ediciones B, 2011
337 pp.
Publicado por Pablo Strubell
Hay viajeros que se buscan excusas estupendas para dar la vuelta al mundo en un año. Unos van en busca de músicas o comidas exóticas, otros a por aventuras y descargas de adrenalina, o los hay que siguen los pasos de antiguos exploradores o rutas de nombre mítico. La idea de Marc Serena fue más original: se lanzó a conocer el mundo a través de otros jóvenes de 25 años, la edad que tenía él el día de su partida.
Serena es, afortunadamente, de esos viajeros a los que les gusta compartir sus vivencias, su conocimiento, su viaje. A lo largo de su ruta escribió un blog (http://www.lavueltadelos25.com/) que además ganó el premio al mejor blog de habla no inglesa de la editorial Lonely Planet. Como eso no era suficiente ahora, dos años después, publica el libro La vuelta de los 25 en el que nos lleva de su mano a conocer a jóvenes de los cinco continentes. A lo largo de sus páginas viajamos por el cono sur de África, por algunos países asiáticos, Oceanía y América para acabar de regreso en Europa un año después.
La gran virtud de este libro es que no es un relato de viajes al uso. En sentido estricto no se debería considerar como literatura de viajes lo que cuenta en gran parte de sus hojas. Es, en realidad, una selección de entrevistas y conversaciones mantenidas con chicos de su edad, a través de los cuales podemos conocer mejor la realidad de la juventud y, gracias a ella, la situación de sus respectivos países.
Es un libro ameno y entretenido. Su estructura (dividido en 25 capítulos), pero sobre todo su estilo, hacen que la lectura sea fácil y rápida: frases cortas, directas, sencillas. Sin excesivas pretensiones literarias que difuminen a los protagonistas ni desvirtúen el fondo. Se nota que el autor es periodista y, a lo largo de todo libro, se mantiene humildemente en un segundo plano, escuchando, observando (con la agudeza de los mejores reporteros) y narrando. Da voz a los protagonistas que, al contrario de tantos libros de viajes, son los protagonistas del libro, no el autor del mismo. Ese desinterés por destacar, alejándose deliberadamente del primer plano, es una excelente muestra de humildad que enriquece el escrito.
El libro es, además, muy variado, aunque para algunos podrá parecer que tiene demasiados altibajos. Se nota en algunas entrevistas la estrecha conexión y el interés que siente por el entrevistado; en otras, en cambio, pasa casi de puntillas y las liquida en apenas 6 o 7 páginas quedándose además en la mera conversación. De hecho, en algunos capítulos (que para mí fueron los más interesantes) la descripción del lugar, del recorrido hasta llegar al joven o toda la información de la realidad que los rodea está tan lograda que se llega a echar de menos que todas las partes no tengan la misma riqueza e intensidad de detalles. Estoy pensando en los capítulos en los que conoce al DJ de Soweto, a la poeta de Zimbaue, al agente turístico de India, al pescador de Filipinas, al chamán peruano… pues en ellos combina a la perfección el interés periodístico con la mejor literatura de viajes.
Como único aspecto a mejorar en la próxima edición (que ya va por la segunda) sería revisar el texto para limar algunas incorrecciones gramaticales, sin duda derivadas del hecho de que el castellano no sea la lengua materna del autor. ¡Ah! E incluir un mapa para localizar los lugares visitados y ponernos así, aún más, los dientes largos a quienes soñamos con dar una vuelta al mundo como ésta.
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