lunes, 12 de noviembre de 2012

Youma



Lefcadio Hearn
Errata naturae, 2012
122 pp.





Lefcadio Hearn, de familia irlandesa, nació en Grecia a mitad del siglo XIX y fue un personaje extremadamente singular. Escritor excelente, sensible para captar la atmósfera y el detalle de la vida de lugares que no eran lo suyos, vivió en los Estados Unidos antes de emigrar a Japón donde escribió con éxito y donde encontró el país de adopción en el que terminaría sus días.

Durante su etapa americana vivió en Nueva Orleáns y se casó –entonces, además de resultar poco menos que una herejía era una acción ilegal- con una mujer negra. Y allí se familiarizó con la realidad del mundo afroamericano y se interesó por la vida de los negros en el Caribe, cuyo misterio y exotismo le absorbió.

Youma, una novela corta pero de sabor intenso, da testimonio de ello. Se ambienta en la Martinica francesa, una isla que con sus particularidades, era también una muestra de esas Antillas donde se mezclaban blancos, propietarios de las tierras, y negros, la mayor parte de las veces esclavos, para formar una sociedad tan estable y ordenada como insostenible por injusta y condenada a desaparecer.

La contraportada del libro cuenta: “Martinica, una pequeña isla del Caribe bajo el protectorado de Francia, era un paraíso natural donde la vida transcurría despreocupadamente, en mitad de una exuberante vegetación y de un paisaje excepcional. En 1848, cuando el gobierno republicano se hizo con el poder en París, los rumores sobre el final de la esclavitud recorrieron la isla, despertando el miedo y la incertidumbre en los amos y una felicidad llena de esperanza en los esclavos.
Youma es una guapa y joven esclava criada en la lujosa ciudad de Saint-Pierre, ahijada de su ama, la aristócrata Madame Peyronnette, e íntima amiga de la hija de ésta. Cuando estallen las primeras revueltas de los esclavos (…) Youma habrá de decidir si unirse a los de su raza o mantenerse fiel a la que ha sido siempre su única familia”.

Lefcadio Hearn no habla desde la distancia. Escribe poco después de los acontecimientos que narra, cuando están todavía en el recuerdo de muchos y cuando las secuelas de la esclavitud no están resueltas no sólo en las islas sino en los mismos estados del sur de los Estados Unidos. Y trata el tema, se diría que con afecto, desde puntos de vista distintos, desde las posiciones incompatibles que separan a blancos de negros.

Lefcadio Hearn es un escritor ‘moroso’. Se detiene en las texturas del momento, en los paisajes tanto exteriores como interiores, en la belleza de las figuras, de los personajes, de los gestos, de los deseos y de las intenciones tanto como en la de las plantas, los caminos o el cielo. El mundo colonial que presenta en la novela es un mundo grato no sólo para el patrón, que ejerce de patriarca. Lo es también para quienes trabajan para él, para los esclavos a los que protege y a los que ofrece un espacio donde vivir y un trato humano. Se trata de un mundo deliberadamente idílico porque conviene a la tensión que surgirá cuando haya que elegir entre fidelidades opuestas, cuando haya que ponerse del lado de la familia del patrón o del de la familia de los de la propia raza. Pero también es idílico porque el autor quiere destacar lo bueno del mundo colonial que cae hecho añicos con los vientos de revancha que suceden a la emancipación, alentados por el resentimiento, la ignorancia y el interés de quienes esperan sacar partido del final de la esclavitud.

Lefcadio Hearn va en busca de sentimientos íntimos, desvela las aspiraciones y los deseos de todos y al hacerlo los legitima porque todos ellos están cargados de razones. El amor, la fidelidad, la obligada protección de los más débiles, forman parte de las secretas intenciones de cada uno y conviven con un mundo de injusticia que acabará por desbocarse y por imponer el caos.

El Caribe de hoy es el heredero de ese otro Caribe de antiguas plantaciones, de señores y de esclavos. Libros de historia, más críticos y analíticos hablan del mismo momento en el que transcurre la historia de Youma y lo hacen con menos azúcar. Sin duda, el rigor está con ellos, pero la verdad está también con Lefcadio Hearn que, desde la ficción, desarrolla un relato sobre un hecho singular, la extinción de la esclavitud. Un relato con el que abre también los ojos a la vida cotidiana de una época y a la compleja relación entre personas en una sociedad que no pudo sobrevivir. Una sociedad asentada en la injusticia, que había quedado fuera de su tiempo.

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