Patrick Leigh Fermor
Acantilado, 2010
404 pp.
Al sur del Peloponeso tres penínsulas se descuelgan y señalan el camino hacia África. La del centro, la más meridional es Mani. Se trata del extremo sur de Europa, de la lengua de tierra en cuya punta se encuentra el cabo Matapán que los geógrafos identifican como el punto de latitud más baja del continente.
Patrick Leigh Fermor enamorado de Grecia decide escribir sobre el país. Forma parte de la generación de viajeros cultos de raíz inglesa que viajan al Mediterráneo para quedarse, si no para siempre, al menos el tiempo suficiente para empaparse de su cultura y de sus formas de vida que ven a punto de cambiar definitivamente. Nuestro autor, al final de los años 50, ve a Grecia como a una especie en extinción.
Patrick Leigh Fermor ha recorrido el país entero y se dispone a escribir un libro que saque a la luz su profundo atractivo.
“Todo en Grecia es cautivador y gratificante –cuenta-. Apenas hay un peñasco o un riachuelo sin una batalla o un mito, sin un milagro, una anécdota lugareña o una superstición; y conversaciones o incidentes, en su mayoría curiosos o memorables adquieren densidad en torno al camino del viajero, a cada uno de sus pasos.”
Pero el tema se le va de las manos, porque conoce demasiado y disfruta de cada momento con tanto detalle que la escritura se le alarga. Y de la minúscula península de Mani que hubiera debido ocupar una pequeña parte, sale un libro entero, cargado de asuntos diversos en los que el autor se entretiene sin prisa, como se entretiene la conversación de las gentes que encuentra sentadas al sol alrededor de unas tazas de café o de unos vasos de ouzo.
El objetivo de Patrick Leigh Fermor es “descubrir lo que queda de vivo de la Grecia tradicional, que pudo mantenerse por su relativo aislamiento y está a punto de desaparecer.” Por eso, dice, su libro es lo opuesto a una guía. Ninguno de los grandes monumentos de la civilización griega está en peligro. Lo que reclama su atención es lo intangible.
Nos habla el autor, de los nombres de familias y personas que derivan todavía de los bizantinos. Nos habla, de las supersticiones que arraigan en los pueblos y que mantienen la creencia en el mal de ojo y en los demonios. Emergen en el texto recuerdos de la guerra civil que enfrentó al país a finales de los 40, y referencias a la monarquía y a la cuestión de Chipre, tan viva en esa época.
Asoma la relativa juventud del estado griego moderno con menciones a la guerra de la independencia y al sentimiento de resurgir griego que floreció a finales del XIX. Resuenan en alguna parte los ‘años oscuros’ bajo dominación turca en que Grecia pareció eclipsarse y quedó en el recuerdo como tierra dominada por eslavos.
Patrick Leigh Fermor recorre Mani a pie buena parte de las veces, se encarama en sus duras montañas y bordea la costa también moviéndose entre pueblos que miran al mar y entre pastores que resisten tierra adentro. Siempre saboreando el aislamiento de este rincón del mundo y la hospitalidad de las gentes, atentas y curiosas ante la llegada del viajero.
Mani no es un libro para prisas. Todo es lento en él, como el paso del tiempo en la tierra de la que habla. Los cambios son de matiz. El autor es despacioso en su viaje y su relato lo es también. Lo que debía ser un panorama sobre una Grecia extensa y variada se convierte en una mirada pausada sobre un territorio minúsculo en cuya aridez destaca la riqueza que se descubre cuando lo que cuenta es la profundidad del tiempo.
Nada ha cambiado de la geografía dura del Peloponeso del que nos habla Patrick Leigh Fermor. Más visitada por los turistas, mejor comunicada, sigue siendo hoy una península aislada y sigue conservando trazos del carácter del que quiso dejar constancia el autor. Para un lector sin prisas, dispuesto a dejarse llevar por ese Mediterráneo profundo y azul con el que se identifica Grecia, Mani le abrirá los ojos y le ayudará a conocer el país. Le llevará de la mano en un viaje que hoy podría hacerse todavía si se cuenta con las claves que nos da un autor tan extraordinario como Patrick Leigh Fermor.
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