martes, 17 de mayo de 2011

Solo en el mundo


Solo en el mundo
Hisham Matar
Salamadra, 2007
253 pp.

El clima revuelto en los países árabes y más concretamente en el norte de África obliga a hablar de 'Solo en el mundo', uno de los escasísimos libros en español que hacen referencia a Libia...


Hisham Matar
Salamadra, 2007
253 pp.





El clima revuelto en los países árabes y más concretamente en el norte de África obliga a hablar de Solo en el mundo, uno de los escasísimos libros en español que hacen referencia a Libia.

Cuenta, desde la mirada de un niño, la vida en Trípoli condicionada por la cruel opresión del régimen de Gadafi sobre aquellos que intentaban oponer algún género de resistencia a su política.

El autor, Hisham Matar, libio residente en Londres, sabe de lo que habla, porque él mismo sufrió el ambiente y las represalias que rodearon a las familias no adictas al régimen. Con su padre, diplomático, tuvo que refugiarse en Egipto y tuvo que soportar la angustia de la incertidumbre cuando los servicios secretos egipcios entregaron a sus colegas libios al padre del que prácticamente no se supo más.

La vida en Trípoli en el seno de una familia acomodada, es el escenario en el que discurre la novela. La mirada ingenua de Solimán va trazando la imagen de la cotidianidad. Las salidas en coche con la madre para ir de compras, los negocios del padre, comerciante próspero, las familias vecinas, los amigos de la calle, el tedio alimentado por el calor implacable de las horas de sol componen el lado amable del relato. Pero junto a él se desarrolla también un mundo oscuro cuyo peso y cuyas amenazas acaban por apagar la atmósfera plácida y despreocupada de la mirada infantil.

El peso de la opresión de la mujer en la familia tradicional libia lastra dramáticamente la vida de la madre y nubla la de Solimán a quien envuelve una culpa difusa y una amargura a la que no se puede sustraer. Pero es la irrupción de la policía la que quiebra el pacífico equilibrio en el que se desarrolla la vida de Solimán. La seguridad que envuelve al mundo familiar desaparece y con ella se disuelve la confianza en si mismo y en los demás. Todo se viene abajo. Las relaciones con amigos y con los no amigos se trastocan y las rutinas y fidelidades naturales se ponen en cuestión porque ya nada es comprensible y porque en la confusión hay que rehacer los apoyos para sobrevivir a la perspectiva de un entorno que se derrumba. Ingenuo y niño todavía Solimán debe nadar en el remolino en que se ha convertido su vida donde aparecen ahora personajes malcarados y peligrosos, hombres armados que registran la casa y que representan un mundo para él desconocido, con sus propias claves y en el que debe vivir.

Solo en el mundo fue la primera novela de Hisham Matar y un éxito de crítica. Se elogió la fluidez la escritura, el desarrollo de la trama, la extraordinaria sensibilidad en el manejo de las emociones y también de los conflictos que nacen de esa situación perversa en la que ha vivido durante tantos años Libia.

Quien al filo de las noticias, desee ir más allá del embrollo político y de los partes militares, encontrará en Solo en el mundo una lectura insustituible.

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lunes, 9 de mayo de 2011

Purga


Purga
Sofi Oksanen
Salamandra, 2011
381 pp.

Estonia en 1992 es el escenario de la novela de Sofi Oksanen. Una Estonia rural, oscura, que acaba de recuperar la independencia pero sujeta aún a los restos del vacilante imperio soviético...


Sofi Oksanen
Salamandra, 2011
381 pp.





Ha caído el muro de Berlín hace muy poco y todo el Este europeo emprende el camino de reencuentro con sus libertades. Estonia en 1992 es el escenario de la novela de Sofi Oksanen. Una Estonia rural, oscura, que acaba de recuperar la independencia pero sujeta aún a los restos del vacilante imperio soviético y a la condición de tierra de frontera que ha marcado su posición entre Finlandia y Rusia.

Sofi Oksanen ha ganado con su libro el Premio a la Mejor Novela Europea de 2010, premio que no sorprenderá al lector. Capítulos cortos y una escritura fluida sirven para introducir la trama, que se va desvelando, paso a paso, a medida que aparecen distintas claves y debilitan la bruma que al principio lo envuelve todo.

Una mujer mayor, sola, que vive en una casa aislada de un pueblo en el campo, es el foco de atención de la novela que despierta cuando aparece otra mujer, joven y desconocida. A partir de este comienzo, la autora llevará al lector por los entresijos de su narración mediante sucesivos desplazamientos en el tiempo para alumbrar la historia reciente del lugar y de los personajes que en él habitan y para poner de relieve los secretos ocultos que nacieron al amparo de una situación tan traumática como la que vivió el país a lo largo del siglo XX.

La novela tiene un punto de novela negra sustentada en un trasfondo dominado por la política y por la descomposición de la política. El mundo tranquilo de una comunidad rural, sujeto a bellas tradiciones y al fluir de la naturaleza que alimenta la vida con el paso de las estaciones, se ve convulsionado por la revolución bolchevique y por la invasión alemana que decantan a un lado y a otro a la población y que la dividen creando enemigos y traidores.

La Estonia soviética, con sus utopías y sus falsedades, y con la corrupción que generó, se extiende por el mapa debido a la crueldad de las purgas que acompañaron a la era de Stalin y que llevaron hasta los confines de Siberia a partes importantes de la población. Y se amplía con el peso de las mafias que proliferaron en el solar ruso y cuyas actividades criminales parecen prosperar con impunidad en esta Estonia en curso de liberarse de la bota de los Stalin y sucesores que la oprimían.

Intriga, deslealtades, sospechas, amenazas y miedo sazonan una historia donde las pasiones, políticas y del corazón entran también en la lista de ingredientes que dan vida a la novela. Poco se publica en español que haga referencia a Estonia por esto es especialmente bien venida Purga que muchos califican de auténtica obra maestra.

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miércoles, 4 de mayo de 2011

Petits Tours. Diarios de viaje de Gonzalo Rueda por Grecia, Italia y Croacia


Petits Tours
Gonzalo Rueda
Estudiosos del tema, 2009
120 pp.

Voy a empezar por un consejo. Y es que no se priven del capricho de leer este libro, distinto, gracioso y culto...



Gonzalo Rueda
Estudiosos del tema, 2009
120 pp.






Voy a empezar por un consejo. Y es que no se priven del capricho de leer este libro, distinto, gracioso y culto.

No conozco al autor –Gonzalo Rueda- al que imagino de personalidad obsesiva y de complexión inagotable. Lo sugiere él en las páginas que escribe, pero es que de no ser así, el libro hubiera sido imposible. Estamos ante un diario de viajes dibujado, desde la primera a la última página. Dibujado a modo de tebeo, en blanco y negro, a pluma o con rotulador fino y con maestría indudable.

A primera vista se trata de un divertimento, de un cuaderno de apuntes con escenas de viaje. De un viaje personal, porque el autor, su pareja y los amigos aparecen en medio de las ilustraciones y expresan sus humores en cada momento. Los viajes son, al fin y al cabo, eso: cansancio, diversión, ganas de volver al hotel o saturación por tanto museo como se acumula a lo largo del día. Todo ello, con humor y sin ningún exceso, adereza las sucesivas escenas del periplo.


Pero enseguida se descubre que Gonzalo Rueda es un agudo observador y un magnífico dibujante. Y seguramente es un magnífico observador porque entre dibujo y dibujo el lector intuye que lo suyo es la cultura, que es un hombre interesado y familiarizado con la historia en general y la historia del arte en particular. Gonzalo Rueda no sólo dibuja, sino que elige los temas y los desarrolla con intención. Con esa intención que surge en quien es buen conocedor del terreno que pisa y que tiene la sensibilidad a flor de piel para disfrutar –para apasionarse- con lo que está viendo.

Los países que recorre no son para menos. Su cuaderno hace referencia a Grecia, Italia y Croacia. Y nos cuenta el autor, haciendo un guiño de humildad, frente a viajeros más ilustres de otros tiempos, que los suyos son los mismos viajes que en el XIX los ricos ingleses hacían en la juventud para conocer de primera mano las joyas del renacimiento y del barroco, tocar los restos del imperio romano y dejarse seducir por la luz del Mediterráneo y los aromas del romero y del tomillo en la Toscana o la Provenza. Ellos llamaban a sus viajes “the Grand Tour” y Gonzalo, alimentándose de pizzas y con mochila a la espalda, reconoce que juega en una liga más modesta, que los viajes son hoy más democráticos y que lo suyo son los “Petits Tours”.


Pero no debe engañarse el lector. “Petit Tour” y “petit livre” no implican calidad disminuida. Gonzalo Rueda dibuja ciudades y paisajes con una frescura llamativa y es un maestro en el dibujo de la arquitectura, que tanta importancia tiene en los lugares que visita y que tan bien describe la importancia del patrimonio artístico en los tres países de los que habla. Templos antiguos, el exterior de iglesias, su interior, detalles de esculturas o de pinturas, calles y plazas, vistas de ciudades enteras se aglomeran, se mezclan y se dispersan también en las páginas del libro que se desarrolla a medida que se desarrollaron los viajes del autor. Y todas estas imágenes surgen al mismo tiempo que surge un texto –escrito en rotulador, lo mismo que los dibujos- que da cuenta de aspectos relevantes de cada lugar.

He dicho más arriba que había que leer el libro y lo he dicho con intención, porque el primer impulso es el de mirar solamente. El de dejarse arrastrar por las imágenes. Pero los textos, sucintos, tienen importancia porque desvelan los registros que ordenan la mirada del autor y administran su interés. Son textos casi ‘orales’, inmediatos y por ello mismo espontáneos, a menudo con un toque de humor y muchas veces con un fondo casi académico que nos hace ver que a pesar del formato próximo al tebeo, no estamos ante una versión frívola del relato de viajes sino ante un ejercicio creativo, inteligente, fresco y reflexivo con el que el lector disfrutará y pasará un buen rato de entretenimiento.

Sólo un último apunte antes de terminar. Lo mismo que el Off Off Broadway servía para designar un circuito secundario para obras que no llegaban a las salas de teatro más importantes Petits Tours está en la misma onda ‘indie’ que significa que es difícil de hallar en las librerías. Merece la pena buscar allí donde lo haya y no perder la ocasión cuando se encuentre, para tenerlo entre las manos, ojearlo, leerlo, aprender y gozar de él.

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martes, 26 de abril de 2011

Viajes hacia el Este. Relatos más allá del meridano 20ºE


Viajes hacia el Este
Carlos Ferreiro Sánchez
Librería Arenas, 2010
247 pp.

El prólogo del libro destaca que no se trata de una guía de viajes ni tampoco de un libro de viajes al uso. Su tono es más el de un turista que el de un viajero...


Carlos Ferreiro Sánchez
Librería Arenas, 2010
247 pp.





El prólogo del libro destaca que no se trata de una guía de viajes ni tampoco de un libro de viajes al uso.

Los libros de viajes suelen pretender descubrirle al lector lugares insólitos o, al menos, ofrecerle miradas insólitas de lugares exóticos. Aquí estamos hablando de cosas más próximas a la normalidad aunque no por ello poco interesantes. El autor tiene la afición de viajar. Ha recorrido multitud de países y nos habla en su libro de sus experiencias a lo largo de numerosos lugares de oriente empezando por Egipto y terminando en Vietnam.

Su tono es más el de un turista que el de un viajero y seguramente es así porque su forma de viajar y de verse a sí mismo en el viaje está más próxima a lo que es hoy habitual en la mayoría de personas que se mueven en sus vacaciones por el mundo que en aquellos que hacen de su viaje una aventura excepcional y la convierten en única.

Los viajes que nos cuenta Carlos Ferreiro son los que podemos hacer todos. Ferreiro hace viajes de ‘agencia de viajes’, con sus vuelos reservados, sus hoteles reservados también antes de salir de su casa, con guía que lo recoge en el aeropuerto y que tiene a su disposición un coche… Y nos lo cuenta porque esos son los mimbres que sostienen sus recorridos por cada uno de los países que visita. Nos habla de los aeropuertos y también de los restaurantes en los que come aquí y allá, y de los hoteles donde se aloja, de lo atento y eficaz del servicio, y de los guías que en los distintos lugares lo atienden.

Dicho esto, que sirve para marcar el tono de la narración, su relato va, por supuesto, mucho más allá. Cuenta un montón de cosas que le llaman la atención porque viaja con los ojos bien abiertos. Y las cuenta con mirada de turista –sin que el término suponga un demérito. En Kenia nos habla de cada parque, de los animales que hay, de cómo se visitan, de quienes los pueblan, de cómo es una aldea masai. Nos habla de los caminos cuando se va en coche de un lugar a otro, de la actividad que se desarrolla a sus orillas, de los rebaños, de los pueblos, de las mujeres y de los hombres que ve y de cómo visten. Y lo mismo en las calles que rodean a la mezquita Jama Masjid en Delhi, con mercadillos y gentes, olores a comida, apretujones…

Si la literatura de viajes acostumbra a ser una literatura 'culta', Viajes hacia el Este caería dentro del género –y voy a tomar prestado el nombre del ámbito musical- de literatura de ‘ambiente’.

Carlos Ferreiro nos lleva a la calle, describe mercados, mezquitas, estaciones y todo aquello por donde pasa con habilidad y con suficiente acumulación de detalles como para hacernos sentir en el mismo lugar del que nos habla. Los campesinos, los animales, el suelo cenagoso, el color, los gestos, las miradas, las calles, los patios, los pasadizos, las esquinas... todo crea un mundo de sensaciones al que se une también la inevitable reflexión que hace el turista cuando viaja y constata las diferencias entre su propio mundo y el que descubre allí donde se encuentra. Ferreiro transmite comprensión por un lado, interpretaciones personales en ocasiones y admiración muchas veces. Y transmite también temor, el temor ante lo desconocido y que se percibe como amenaza, como ocurre en Nairob,i donde los habitantes ociosos, sentados en las esquinas, mirando al extranjero sin disimulo, despiertan el inquietante sentimiento de la inseguridad y apagan la simpatía hacia la gente que hubiera surgido si las sensaciones hubieran resultado más cómodas.

Viajes hacia el Este se ordena como una sucesión de experiencias en países y lugares distintos, parecidas a las que puede tener el propio lector cuando viaja. Por ello es un libro próximo y que se lee con facilidad. Y, porque es variado, se lee también con soltura y con sensación de novedad a medida que se avanza en las páginas y en este viaje que termina en el océano Pacífico. Estamos ante un libro ‘llano’, diferente, entretenido y con información que con seguridad será útil para quien tenga intención de seguir los pasos del autor.

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lunes, 11 de abril de 2011

Los hombres leopardo se están extinguiendo. Sierra Leona, África y la ayuda internacional.


Los hombres leopardo se están extinguiendo
Chema Caballero
PPC, 2011
269 pp.

No parece que Sierra Leona sea hoy el destino de muchos viajeros. En paz desde hace unos años, dando los primeros pasos de un camino que vislumbra la prosperidad...


Chema Caballero
PPC, 2011
269 pp.





No parece que Sierra Leona sea hoy el destino de muchos viajeros. En paz desde hace unos años, dando los primeros pasos de un camino que vislumbra la prosperidad, pesa todavía sobre el país el efecto de una larga guerra que tuvo sumida a la región y que se desarrolló más o menos en paralelo en la vecina Liberia con resultados terribles.

Como no podía ser de otro modo, el libro de Chema Caballero empieza por ahí: por la guerra que representó una auténtica tragedia, que supuso la ruptura del modo de vida tradicional, que marcó de manera traumática la experiencia de los jóvenes pero que terminó abriendo paso a un futuro esperanzador.

Si la guerra fue noticia, advierte el autor que la paz ha quedado oculta por el silencio y los mismos medios que hablaban de violencia “no han hecho nada por contar que ese horror terminó ya hace ocho años y que ahora Sierra Leona es un lugar distinto, un país donde las gentes intentan reconstruir sus vidas y mirar hacia el futuro”.

Del futuro o, mejor, del presente nos habla Chema Caballero una vez nos pone en antecedentes de los años en que ‘frentes’, guerrillas y ejércitos campaban por el país y se adentraban en la selva para aterrorizar a la población civil. Chema Caballero es extremadamente ágil en la escritura que combina el relato propio con infinidad de anécdotas y con el diálogo con las personas con las que trata y que son muchas.

Nos habla desde la región de Tonko Limba, cubierta de selva próxima a la frontera con Guinea. Y ¿qué hace Chema Caballero perdido en este rincón del mundo? Es misionero y está comprometido con el desarrollo del país. Un desarrollo que entiende debe basarse en la expansión de los derechos humanos, de la salud y sobre todo de la educación. Pero el tono del libro ni es religioso, ni transmite militancia en organización alguna. El discurso de Chema Caballero es el de un hombre práctico y experimentado. El de un hombre que se siente a gusto allí donde está y que ha sabido hacerse un hueco entre la población. Seguramente por ello, porque siendo blanco ha conseguido formar parte de su entorno, ve en el desarrollo de la educación la condición para sacar al país adelante.

Que haya intención y voluntad de mejora en las condiciones en que vive la población no supone que el libro sea, ni mucho menos, un catálogo de buenas intenciones. Su gran atractivo está en que nos lleva a descubrir una sociedad que está en las antípodas de la nuestra y que al extranjero le cuesta comprender. Un sinfín de temas aparecen en sus páginas y todos ellos con algún elemento de sorpresa que nos permite acercarnos a la vida africana y aprender de ella. Imposible mencionarlos todos aquí porque cada ángulo de la vida tiene en la población de Sierra Leona un relato distinto del que posee en Europa.

Llama la atención a Chema Caballero el poder de los ancianos. Destaca que se ejerce sobre los jóvenes de forma inequívocamente interesada y que se utiliza para sofocar la iniciativa de éstos cada vez que emprenden algo que pueda resultar una competencia o un perjuicio para ellos. La búsqueda de beneficio en casi cualquier aspecto de la relación entre las gentes es otro de los temas que llaman la atención porque suspende los valores morales que tenemos en occidente y los sustituye con toda naturalidad por un objetivo de ganancia en todos los órdenes de la vida.

La sexualidad entre los jóvenes –la palabra amor no existe en el idioma limba- ocupa parte del libro, como la corrupción de las autoridades y las instituciones, ‘oenegés’ incluidas. Las sociedades secretas, la salud y los curanderos, los magos, los adivinos y los hechiceros, la vida en las escuelas, el fútbol, los nuevos negocios, la enfermedad… mil aspectos de la vida surgen de anécdotas y del relato de quienes las viven mostrando la realidad del país a pie de calle, a pie de pueblo o a pie de selva.

Si la literatura permite viajar incluso sin salir de casa, Los hombres leopardo se están extinguiendo se convierte en un viaje amplio y ameno por Sierra Leona. Es un viaje sorprendente, curioso muchas veces y amable también, a pesar de que no oculta aspectos escalofriantes que no rompen la lectura grata pero que tampoco ocultan al lector hechos que debe conocer.

He dicho que Chema Caballero es excelente escritor y también misionero cristiano. Ha sido asimismo colaborador del tribunal internacional de La Haya sobre crímenes de guerra en Sierra Leona. Y como implicado en el conflicto sostiene también sin pelos en la lengua que “en África no existen guerras étnicas ni de religión.” Detrás de cada guerra hay un interés económico cuya raíz está en occidente: el coltán, el petróleo, los diamantes, el uranio…

Hay excelente literatura de ficción que hace referencia a África, pero hay menos relatos sobre la realidad de un país con el interés y la frescura de Los hombres leopardo se están extinguiendo. Por ello hay que dar la bienvenida al libro y hay que recomendar, sin duda, su lectura.

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viernes, 1 de abril de 2011

Viaje al Japón


Viaje al Japón
Rudyard Kipling
Laertes, 2011
203 pp.

Kipling joven y tocado por ese humor que hacía a los ingleses enfrentarse a la vida desde la distancia, emprende a sus veintitrés años un viaje que empieza por Birmania y continúa en Japón...


Rudyard Kipling
Laertes, 2011
203 pp.





Que el mundo está mal repartido resulta cualquier cosa menos una novedad. Y que el talento no sonríe igual a todas las personas lo mismo. Un ejemplo de ello es Kipling. A sus veintitrés años era un escritor reconocido. Su fama le precedía y tenía en su haber éxitos importantes. Kipling, educado y culto era un europeo a pesar de haber nacido y vivido en la India. Su mundo es el de un occidental y la India es casi un accidente. Y lo del casi viene a cuento porque el haber nacido en la perla del Imperio británico lo marca para darle esa conciencia de superioridad natural que tiene el que lleva a sus espaldas años de civilización sobre el nativo.

Kipling joven, exitoso, desenfadadamente superior y tocado por ese humor que hacía a los ingleses enfrentarse a la vida desde la distancia, emprende a sus veintitrés años un viaje que empieza por Birmania y continúa por Japón. Y de esta segunda etapa es de lo que nos habla en este libro. Japón es para Kipling una caja de sorpresas. Todo es distinto, todo le llama la atención, todo roza un extremo en alguno de los registros con los que ve, mira y admira, a pesar de que el mundo oriental no es una novedad para él.

¿De qué Japón nos habla? Del que encuentra en 1889 y que sin duda es un país muy distinto al actual. Las ciudades son más pequeñas. No hay que decir que el desarrollo ‘técnico’ está muy lejos del de nuestros días. Pero siendo un país anclado tan sólidamente en las tradiciones muestra muchos de los elementos que todavía lo definen y no resulta extraño al lector de hoy. Ese Japón de cultura refinada que tan marcadamente recorre todos los aspectos de la vida es del que nos habla Kipling y el que interesa a quienes hoy se asoman a su libro.

Kipling va de resabiado. Juega con ese papel de manera abierta y contempla a los japoneses como corresponde al occidental que mira por encima del hombro a los indígenas. Es un juego deliberado y sin malicia que le permite dialogar consigo mismo en términos de sorpresa y de humor. Todo le llama la atención y a muchas cosas trata de sacarles punta para destacar las diferencias –las jocosas diferencias que separan a la cultura japonesa de la nuestra. “En un platillo plano –dice al hablar de la comida- traían un fragmento retorcido de una cosa translúcida que debía haber estado viva pero ahora estaba en escabeche”.

Del teatro hace una descripción magistral cuando se refiere a la sala donde tiene lugar el espectáculo, a su endeblez, construida toda ella en madera, y al riesgo de la vida que supone un público lleno de fumadores capaces de poner en llamas todo aquello atestado de gente. Pero es magistral y divertida también la interpretación de la obra a la que asiste de cuyos diálogos, por supuesto, no entiende nada pero cuya trama y personajes construye a su manera guiado por la imaginación y por los gritos, gestos, movimientos y efectos escénicos que le dan pistas, le sorprenden y divierten.

Nagasaki, Osaka, Kobe, Kyoto, Tokyo… marcan las etapas del viaje y los encuentros con lugares, monumentos, situaciones y gentes. Y dan ocasión también a mostrar una admiración profunda por una cultura singular y privilegiada.

¿De qué Japón nos habla? he preguntado más arriba dejando la respuesta a medias. Nos habla del Japón que acaba de romper con el pasado después de la revolución Meiji e inicia su apertura al exterior y su aproximación a occidente: el ejército arrincona sus brillantes banderas y vestidos para uniformarse como los occidentales, los jóvenes empiezan a vestir con pantalón y americana… hasta el Estado adopta una constitución. Y a la vista de tantos cambios Kipling se muestra cómicamente desolado por el ‘mal camino’ que emprende un país tan extraordinario.
“Saldríamos ganando –dice, apuntándose de nuevo a la clave de humor- si pagásemos al país absolutamente todo lo que pidiera a condición, simplemente, de quedarse quieto y seguir haciendo cosas hermosas…”

La fascinación de Kipling por la belleza de Japón es inmensa. A pesar del juego de desmitificación en el que sostiene su relato, a pesar del coqueteo con el absurdo que tantas veces practica, no oculta su sorpresa ante un país donde todo parece buscar la hermosura. Describe el interior de las casas con detalle y con la admiración que le despierta tanta sensibilidad y tal profusión de matices conseguida con materiales siempre livianos, combinados con una sabiduría que alcanza la perfección. Describe los templos y las ceremonias y el ambiente de luces y colores que los envuelve. Describe los paisajes naturales y los paisajes propios de la agricultura, tan perfectos que parecen creados por algún sabio a base de regla y lápiz. Describe las sedas, las antigüedades… y dibuja, con su aire de chascarrillo profano, las líneas de un país que toca la perfección de los dioses.

Viaje al Japón es una obra menor, un divertimento hecho a base de trazo rápido y despreocupado. Pero el autor es un maestro y el resultado es un relato ameno y, sin pretenderlo, profundo que sigue manteniendo hoy todo el interés para acercarse a este país insondable que es Japón.

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martes, 22 de marzo de 2011

Fez, ciudad del Islam


Fez, ciudad del Islam
Titus Burckhardt
Olañeta, 2010
261 pp.

Una reedición en 2010 me devuelve a este libro luminoso, profundo, sutil y culto cuya lectura, sin duda, recomiendo y que apoyo en una lista de elogios que tal vez sea excesiva...



Titus Burckhardt
Olañeta, 2010
261 pp.





Una reedición en 2010 me devuelve a este libro luminoso, profundo, sutil y culto cuya lectura, sin duda, recomiendo y que apoyo en una lista de elogios que tal vez sea excesiva. Después de todo, el encuentro con un libro tiene mucho de relación personal y seguramente de flechazo.

La edición, como acostumbra Olañeta, es exquisita, empezando por el papel. El texto es de una claridad ejemplar y el contenido refleja la inspiración de un conocedor profundo y al mismo tiempo deslumbrado por aquello de lo que habla. El autor, Titus Burckhardt, es un suizo alemán nacido en una familia de intelectuales. Un Burckhart aparece como el ‘descubridor’ de Petra para los europeos, otro figura como un gran intelectual que presta su imagen a los billetes de banco suizos, otro es un celebrado escultor. Partícipe de esta saga, Titus repite el papel de intelectual centrado en el arte, la cultura y sobre todo en el Islam: en lo más hondo del Islam y en las corrientes sufíes cuyas doctrinas compartió intelectual y vitalmente.

¿De que nos habla Titus Burckhardt en su libro? Nos habla de Fez, pero en paralelo nos habla también del Islam en el Magreb y en definitiva del Islam como religión, como civilización y como modo de vida. Y nos habla de todo en términos sutiles, buscando referencias que nacen tanto de raíces doctrinales, como de los sentimientos que brotan de la cultura y como de los sentidos. Nos transmite una visión envolvente que rompe con una presentación plana del fenómeno religioso y nos acerca, como lectores, a una sensibilidad llena de reflejos, profunda y rica.

La descripción de su llegada a Fez con la que abre el libro es hondamente evocadora, lo mismo que los primeros pasos por la ciudad donde describe las calles, casas, gentes y animales, los sonidos, la luz, el efecto embriagador de la poesía, la medina…
Pero más allá de los sentidos, esta ciudad tan rica en historia abre además el cofre de las esencias del Islam. Y lo abre con el apoyo de los maestros más sólidos del pensamiento musulmán. Entre ellos, por supuesto no puede faltar Ibn Khaldún, llamativamente incisivo en la interpretación de la sociedad islámica y de los círculos sobre los que se mueve su historia.

El peso del desierto, con la incontenible energía de las tribus que de él se alimentan, explica las oleadas fecundas que almorávides, almohades, meriníes… producen, que marcan el ritmo de la historia en el occidente musulmán y llevan hasta los Pirineos una impronta política y cultural que se mantendrá durante siglos y determinará la suerte del mundo.

Pero Burckhardt no se detiene en estos y otros accidentes de la historia, porque se propone buscar en las esencias para sacar a la luz los sutiles cimientos que hacen que la tradición islámica conforme de hecho una sociedad distinta de la cristiana. Desde el rey –el califa- hasta el artesano, el papel de los personajes y el modo de interpretarlos difieren profundamente en el mundo cristiano y en el musulmán. Y difieren porque se basan en concepciones que, tanto el origen dispar, como el tiempo, han impuesto en las respectivas visiones del mundo hasta crear universos vitalmente diversos.

Nada más alejado del relato de Burckhardt que la interpretación simple que hoy domina en el mundo occidental sobre el Islam. Historia, cultura, religión, filosofía se dan la mano en este libro extraordinario lleno de matices que permite al lector adentrarse en el mundo ajeno. Y que permite, al mismo tiempo, ver con nuevos ojos a Marruecos y a Fez.

Burckhardt, como se advierte en la lectura del libro, no es solamente un intelectual. Traspasó la barrera cultural que separa la mentalidad de raíz europea para penetrar profundamente en esa otra que brotó en Arabia y alcanzó el Magreb para hacer del Islam un mundo basado en claves distintas. Pasó años enteros en Fez. Conoció la ciudad como nadie. Buscó a los maestros espirituales que mejor podían introducirlo en el corazón de la doctrina musulmana. Convivió con estudiosos. Apreció el peso de la cultura depositada durante tantos siglos de pensamiento y de vida en la ciudad. Y devolvió su afecto por ella cuando, nombrado por la Unesco, emprendió la apasionante labor de trabajar por la conservación de la medina de Fez para hacerla Patrimonio de la Humanidad.

Fez, ciudad del Islam es un libro de gran calado: humano, sensible, profundo, enciclopédico de alguna manera porque pretende abarcar una concepción entera del mundo a través de los accidentes que componen la realidad cotidiana. Y por ello es una lectura que disfrutará cualquiera que sienta el deseo de acercarse tanto a la ciudad, como a Marruecos, como al mundo musulmán guiado por un maestro que mostró por los tres -Fez, Marruecos y el Islam- además de una curiosidad sin límites, un profundo afecto.

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