Chema Caballero
PPC, 2011
269 pp.
No parece que Sierra Leona sea hoy el destino de muchos viajeros. En paz desde hace unos años, dando los primeros pasos de un camino que vislumbra la prosperidad, pesa todavía sobre el país el efecto de una larga guerra que tuvo sumida a la región y que se desarrolló más o menos en paralelo en la vecina Liberia con resultados terribles.
Como no podía ser de otro modo, el libro de Chema Caballero empieza por ahí: por la guerra que representó una auténtica tragedia, que supuso la ruptura del modo de vida tradicional, que marcó de manera traumática la experiencia de los jóvenes pero que terminó abriendo paso a un futuro esperanzador.
Si la guerra fue noticia, advierte el autor que la paz ha quedado oculta por el silencio y los mismos medios que hablaban de violencia “no han hecho nada por contar que ese horror terminó ya hace ocho años y que ahora Sierra Leona es un lugar distinto, un país donde las gentes intentan reconstruir sus vidas y mirar hacia el futuro”.
Del futuro o, mejor, del presente nos habla Chema Caballero una vez nos pone en antecedentes de los años en que ‘frentes’, guerrillas y ejércitos campaban por el país y se adentraban en la selva para aterrorizar a la población civil. Chema Caballero es extremadamente ágil en la escritura que combina el relato propio con infinidad de anécdotas y con el diálogo con las personas con las que trata y que son muchas.
Nos habla desde la región de Tonko Limba, cubierta de selva próxima a la frontera con Guinea. Y ¿qué hace Chema Caballero perdido en este rincón del mundo? Es misionero y está comprometido con el desarrollo del país. Un desarrollo que entiende debe basarse en la expansión de los derechos humanos, de la salud y sobre todo de la educación. Pero el tono del libro ni es religioso, ni transmite militancia en organización alguna. El discurso de Chema Caballero es el de un hombre práctico y experimentado. El de un hombre que se siente a gusto allí donde está y que ha sabido hacerse un hueco entre la población. Seguramente por ello, porque siendo blanco ha conseguido formar parte de su entorno, ve en el desarrollo de la educación la condición para sacar al país adelante.
Que haya intención y voluntad de mejora en las condiciones en que vive la población no supone que el libro sea, ni mucho menos, un catálogo de buenas intenciones. Su gran atractivo está en que nos lleva a descubrir una sociedad que está en las antípodas de la nuestra y que al extranjero le cuesta comprender. Un sinfín de temas aparecen en sus páginas y todos ellos con algún elemento de sorpresa que nos permite acercarnos a la vida africana y aprender de ella. Imposible mencionarlos todos aquí porque cada ángulo de la vida tiene en la población de Sierra Leona un relato distinto del que posee en Europa.
Llama la atención a Chema Caballero el poder de los ancianos. Destaca que se ejerce sobre los jóvenes de forma inequívocamente interesada y que se utiliza para sofocar la iniciativa de éstos cada vez que emprenden algo que pueda resultar una competencia o un perjuicio para ellos. La búsqueda de beneficio en casi cualquier aspecto de la relación entre las gentes es otro de los temas que llaman la atención porque suspende los valores morales que tenemos en occidente y los sustituye con toda naturalidad por un objetivo de ganancia en todos los órdenes de la vida.
La sexualidad entre los jóvenes –la palabra amor no existe en el idioma limba- ocupa parte del libro, como la corrupción de las autoridades y las instituciones, ‘oenegés’ incluidas. Las sociedades secretas, la salud y los curanderos, los magos, los adivinos y los hechiceros, la vida en las escuelas, el fútbol, los nuevos negocios, la enfermedad… mil aspectos de la vida surgen de anécdotas y del relato de quienes las viven mostrando la realidad del país a pie de calle, a pie de pueblo o a pie de selva.
Si la literatura permite viajar incluso sin salir de casa, Los hombres leopardo se están extinguiendo se convierte en un viaje amplio y ameno por Sierra Leona. Es un viaje sorprendente, curioso muchas veces y amable también, a pesar de que no oculta aspectos escalofriantes que no rompen la lectura grata pero que tampoco ocultan al lector hechos que debe conocer.
He dicho que Chema Caballero es excelente escritor y también misionero cristiano. Ha sido asimismo colaborador del tribunal internacional de La Haya sobre crímenes de guerra en Sierra Leona. Y como implicado en el conflicto sostiene también sin pelos en la lengua que “en África no existen guerras étnicas ni de religión.” Detrás de cada guerra hay un interés económico cuya raíz está en occidente: el coltán, el petróleo, los diamantes, el uranio…
Hay excelente literatura de ficción que hace referencia a África, pero hay menos relatos sobre la realidad de un país con el interés y la frescura de Los hombres leopardo se están extinguiendo. Por ello hay que dar la bienvenida al libro y hay que recomendar, sin duda, su lectura.
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