martes, 2 de febrero de 2010

El secreto del calígrafo


El secreto del calígrafo
Rafik Schami
Salamandra, 2009
412 pp.

Con fuegos de artificio inicia su andadura El secreto del calígrafo, que en unas pocas páginas coloca al lector en estado de curiosidad absoluto y le anuncia una aventura que lo tendrá sujeto al libro hasta terminarlo....


Rafik Schami
Salamandra, 2009
412 pp.





Con fuegos de artificio inicia su andadura El secreto del calígrafo, que en unas pocas páginas coloca al lector en estado de curiosidad absoluto y le anuncia una aventura que lo tendrá sujeto al libro hasta terminarlo.

La intriga está servida desde el principio. Pero el supuesto thriller cambia enseguida de ritmo y se modera. Se podría decir que cambia de género y que, antes de terminar regresando a la intriga intensa con la que empieza, se serena y se convierte en un fresco sobre la vida en Damasco.

La acción transcurre en torno a la mitad del siglo XX. Habla de un mundo reciente que Rafik Schami desarrolla con cuidado introduciendo a los personajes en su ambiente, en el de sus familias, en el barrio, entre vecinos, en contacto con los tenderos del mercado...

Se diría que El secreto del calígrafo son dos libros que dejan el uno espacio al otro y se complementan. El exotismo de Damasco anima el interés del lector. Pero no estamos ante un libro que descubre lo pintoresco. Estamos hablando de un mundo visto de cerca y que se comprende bien. Incluso que reconocemos en alguna medida como propio. Y que tiene rasgos que transmiten ese sabor oriental que resulta seductor y que enlaza con una cultura y unas tradiciones distintas de las nuestras y evocadoras.

Digo que es un Damasco que se comprende bien porque seguramente la distancia que la separaba de las capitales europeas era menor en esa época de los años cincuenta de lo que se hizo años más tarde, cuando los conflictos y la política aislaron de Europa, en lugar de acercar, a los países del oriente mediterráneo.

La narración que va desgranando Rafik Schami se llena de escenas de la vida cotidiana. Salen a relucir las costumbres, detalles de los pequeños comercios, el placer infantil de las golosinas, la escuela, el bazar... Y como el discurrir de la acción es lento y la preparación del escenario es minuciosa, la trama da pie también a vislumbrar aspectos de la sociedad menos explícitos pero que el lector contempla como la relación entre ricos y pobres, la miseria de muchos y sus penalidades, la observancia, en la época laxa, de los mandatos de la religión, el juego de los niños y la forma como se relacionan unos con otros.

Lo muy concreto y lo más etéreo articulan el relato y dan pistas al lector para componer esa sociedad damascena de la época. Muchos elementos apelan directamente a los sentidos y hablan de esa morosidad oriental que venera la lentitud y el disfrute del momento. El murmullo del agua de un humilde surtidor en el patio de la casa, la sombra de un árbol, o el color del cristal de una ventana construyen la atmósfera que envuelve a una ciudad y que hace que algunos no puedan abandonarla porque les parece en si misma el mejor de los mundos.

La aventura que cuenta Rafik Schami tiene además, un aspecto particular y que llama la atención. Discurre en buena medida en un ambiente cristiano. Por supuesto, totalmente integrado en la vida siria porque forma parte de ella. Pero que retrata a una comunidad identificada con un credo que la hace distinta, no sólo en su devoción, sino también en sus costumbres más arraigadas. Rafik Schami no lo dice, y es posible que ni siquiera sea consciente de ello, pero cuando habla de la educación pone de relieve esa condición de los cristianos en Siria que en Europa ha sido propia de los judíos: son particularmente sensibles a la educación porque es el único patrimonio que podrán llevarse a cuestas si, siendo una minoría, tienen que salir corriendo.

La otra pata del libro, la de la aventura y la intriga, es la que da ritmo a la acción. Pone el acento en una narración de buenos y malos, enraizada en hechos que ocurrieron mucho tiempo atrás y que conecta con el género de ficción histórica. Gustará a quienes disfruten con un poco más de velocidad en el relato y con el gusanillo de saber qué hay detrás de ese secreto que anuncia el título del libro y de cómo va a acabar.

Rafik Schami es un escritor justamente celebrado y que administra bien sus cartas a la hora de escribir. Con él, además del juego de la intriga, tenemos una visión de Damasco próxima, detallada y llena de matices. El conjunto seducirá al lector. Lo mantendrá con la curiosidad alerta y lo transportará a esa capital de aromas tan intensos que brilla y que sigue marcando la vida del Oriente Próximo.

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