domingo, 28 de febrero de 2010

Cuba más allá de Fidel


Cuba más allá de Fidel
Jorge Moreta
Altair, 2009
301 pp.

"Ser héroe nacional en Cuba es una profesión de elevada siniestralidad. Lo habitual es no llegar a viejo". Estamos ante un libro sobre Cuba y erudito. Y un libro que merece la pena leer ...


Jorge Moreta
Altair, 2009
301 pp.





"Ser héroe nacional en Cuba es una profesión de elevada siniestralidad. Lo habitual es no llegar a viejo"

Estamos ante un libro sobre Cuba y erudito. Aunque parezca una contradicción. O un imposible. Y un libro que merece la pena leer tanto si se prepara una visita a la isla, como si se regresó del viaje o nunca se pensó en ir allí pero se quiere pasar un buen rato disfrutando de la lectura.

Parece que lo de la erudición está reñido con el divertimento, que es -me refiero a lo del divertimento- la carta de identidad de Cuba. Y no es así. Lo que ocurre es que Jorge Moreta viaja después de haberse documentado exhaustivamente. En profundidad y con amplitud de horizontes. Y el resultado es el de un constante diálogo, en tono incisivo, entre el país de hoy, el del pasado, la política, los personajes más diversos, la gente de la calle y mil ingredientes más que condimentan el texto y lo hacen extremadamente variado y ameno.

El caso, es que entre tanta diversidad, Moreta no se anda por las ramas. Cuenta su viaje, de una punta a otra de la isla. Y lo cuenta ordenadamente. Siguiendo el recorrido que efectuó en coche, conduciendo por su cuenta por esas carreteras que atraviesan paisajes naturales y humanos extraordinarios y que aparecen llenas de baches y de carteles donde se condensa la fe inquebrantable en la Revolución. Y deteniéndose también en ciudades de todos los tamaños desde donde contemplar esa Cuba tan llena de contradicciones que convierte lo que debiera ser un viaje turístico en una enciclopedia de sentimientos, sensaciones y reflexiones.

Jorge Moreta es tan hábil con el lenguaje como lo es con las ideas. Y su capacidad por ahondar en todo cuanto contiene cada lugar que visita y cada ambiente resulta sorprendente y lleno de interés. Pero ojo, no estamos hablando de historia o de geografía. Moreta bucea un poco en todo porque domina una información masiva y de naturaleza diversa.

No es el suyo un libro amable con la dictadura. No milita en contra, ni huele a revancha ninguno de sus comentarios. Pero es implacable con ella, con sus fracasos y sus desafueros. No necesita ir muy lejos para ello ni buscar excusas. Lo que ve habla por sí solo. Pero Cuba no se agota en la tristeza de su malogrado presente y Moreta despliega su juego para sacarle el jugo a todas las virtudes que hacen de la isla un país único. También él se rinde con admiración ante la belleza de sus paisajes, el encanto y ese aura que roza el mito de algunas ciudades y la gracia y la humanidad de sus gentes.

Moreta se mueve ágilmente en ese mundo de palabras que los cubanos inventaron para hacer más sabroso el idioma castellano. Las emplea y sazona con gracejo el texto, que se contagia del alma de aquello de lo que habla y del mirar irónico e intencionado que son la chispa de la perla del Caribe. Consigue sacar a la luz todos los mitos. Lo hace dejándolos caer un poquito aquí y luego allí. Adminsitrando los recursos como un buen cocinero que reparte el condimento para que ningún bocado quede corto una vez probado el anterior.

De la Revoución habla del célebre asalto al cuartel de Moncada, y también de Camilo Cienfuegos, y de Raúl con quien claramente no congenia, y cómo no, del Che. Y claro, también de los antecedentes de los barbudos redentores que asoman en el libro, como rebeldes unos –Céspedes, por ejemplo- y como poetas otros, además de rebeldes, como José Martí del que recoge unas líneas llenas de ternura dedicadas a su hijo aun muy niño.

Y aparecen los Conquistadores españoles, para los que no ahorra reflexiones críticas pero tampoco el reconocimiento debido. Y los conquistadores cubanos que embelesarían a media España: Machín, el primero, y Compay, que merece casi un capítulo, y que es un compendio de todo cuanto hace de Cuba un lugar bendecido, irrepetible en la tierra y, en lo más profundo de cada uno, envidiable.

¿Falta lo sobrenatural? No, no. Los viejos dioses africanos salen por alguna parte del libro y sale también la Caridad del Cobre que tanta devoción despierta. Y salen negros espléndidos y mulatas de constitución tan generosa que dejan sin sentido a buen número de turistas cuyo recorrido por la isla se centra en el camino que va de la habitación del hotel al restaurante y del restaurante a la habitación del hotel con una cubana del brazo.

Imposible aproximarse a todo lo que es capaz de aflorar Moreta en torno a Cuba. Y menos reproducir su agudeza y la gracia con que escribe. Cuba más allá de Fidel es un gran libro. Está lleno de hallazgos y de entretenimiento para el lector. Y en medio del buen humor que respira, también de lecciones. Quien desee acercarse a Cuba tiene con él la mejor ocasión y la mejor de las excusas.

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