miércoles, 6 de febrero de 2013

Hotel del Norte

Hotel del Norte

Eugène Dabit
Errata Naturae, 2012
182 pp.

El escenario no puede ser más propicio a la ficción. Un hotel, el 'Hotel del Norte', modesto, frente al canal de Saint Martin, junto al barrio del Marais, con clientes sencillos envueltos en su vida de barrio...


Eugène Dabit
Errata Naturae, 2012
182 pp.






Los aficionados al cine francés conocen al más venerado de los directores de entreguerras, a Marcel Carné, y conocen también el más celebrado de los temas para las películas: París. Carné dirigió un clásico, Hotel du Nord, que era París mismo: sus calles, su atmósfera, su gente, sus ingenuas ilusiones, sus miserias … La película estaba inspirada en una novela, que se edita ahora en español, de Eugène Dabit.

El escenario no puede ser más propicio a la ficción. Un hotel, pero un hotel de aquella época, de los años treinta, modesto, frente al canal de Saint Martin, junto al barrio del Marais, con sus pequeños comercios y talleres y con una población sencilla envuelta en su vida de barrio, precaria pero sobre todo normal, sin ningún lujo, agarrada al presente, tratando de refugiarse de las penalidades grandes y gozando de las únicas satisfacciones pequeñas que se pueden permitir.

Es el París de los barrios de trabajadores y de después de la guerra, de un momento en que nadie quiere mirar atrás pero en que la miseria acecha. El Hotel del Norte es un hotel de habitaciones. No es para el turismo, que aún es escaso y se concentra en las plazas más céntricas y en los Grandes Bulevares. Es un hotel para residentes habituales, para los que no tienen casa y en lugar de pagar un alquiler pagan por una habitación. Son la capa humilde de la ciudad, aprendices, hombres mayores y solitarios, parejas jóvenes e inciertas hechas a base de ilusión y de los desengaños que la vida reserva a los más débiles.

La historia de cada personaje y de todos a la vez componen para el lector esa película para la que no ha hecho falta Carné. La que discurre por su imaginación en un género que llamaríamos de realismo poético. Dicen a veces que en la tradición del cine americano lo importante es lo que trastoca la realidad, el accidente, el hecho excepcional que rompe la normalidad y la trastorna para crear una historia. Con el Hotel del Norte estaríamos en una onda distinta, en la que deja fluir esa misma normalidad sin ningún aspaviento, tal cual es, pausadamente, casi con resignación. De ahí que a esta suerte de realismo le convenga el adjetivo de poético, porque la vida en ese microcosmos que es el hotel es sobre todo humana y contada con los ojos benévolos de quien entre las penas ve también las ilusiones y compone un entorno cálido donde cada cual encuentra un poco de protección entre todos los demás.

Capítulos cortos, historias pequeñas, anécdotas precisas componen el libro y sobre todo componen un París que se perdió pero que forma todavía  parte de su aroma cuando se pasea hoy entre sus tiendas, a la orilla de los canales que siguen atravesando la ciudad y junto a las casas hoy renovadas pero que hablan de una ciudad que fue humilde fuera de las grandes avenidas, palacios y monumentos con que la embellecieron reyes, emperadores y el famoso barón Haussmann.

Los días y los simples acontecimientos que distinguen unos de otros se suceden como secuencias en esa película que se hace el lector y que como los personajes que la animan es sencilla y nada pretenciosa. Si en Casablanca el propietario italiano se llamaba Ferrari, el capitán francés Renault y el oficial alemán Strasser, en un ejemplo de práctica y eficaz simplicidad, aquí los nombres rezuman igualmente sabor francés y parisino: Lecouvreur, Mercier, Trimault … No hay artificios para maquillar la sencilla historia que se desarrolla en este Hotel del Norte –que existe de verdad y que perteneció a los padres del autor- por el que asoma un París duro, cruelmente inhóspito a veces y entrañable también.

2 comentarios:

Juan José Tejero dijo...

Estimado amigo:
Es un placer para mí comunicarte que has recibido el Premio Liebster. Echa un vistazo aquí: http://romiosyne.blogspot.com
Salud y libros,
Juanjo

Miguel Briongos dijo...

Juan José:
Quienes no recibimos premios nos sorprendemos cuando nos llega uno y tenemos tendencia a pensar que es un error. Voy a ponerme positivo e imaginar que lo merecemos.
¡Muchas gracias!