Luis María Cazorla
Almuzara, 2011
668 pp.
Una mirada muy especial sobre Marruecos es la que ofrece La ciudad del Lucus. Estamos ante una novela que podríamos llamar histórica si no fuera porque la historia de la que habla es muy reciente. La acción se sitúa alrededor de 1905 y hace referencia a hechos que en la lejanía resuenan aún en nuestra memoria.
Resuenan pero mal, porque hemos prestado poca atención a nuestra historia reciente y menos aún a la presencia que tuvo España en el país, en la época en que Europa jugaba en serio la partida de repartirse África y de defender sus intereses coloniales.
Luis María Cazorla sitúa su narración en Larache y sobre el tablero de la acción dispone a un conjunto de personajes muy variados que le permiten mostrar el Marruecos del momento a la vez que trenzar la trama sobre la que se desarrollará la novela. El mundo de Larache es el de una ciudad pequeña con sus mercados, sus oficios y con sus personajes notables. Casi podría ser el de cualquier lugar en el Mediterráneo de la época, cuando se estrenan los primeros años del siglo XX .
Pero el panorama que se observa en la pequeña ciudad es todo menos plácido. Marruecos muestra en seguida su carácter arisco. Deja al descubierto la raíz indómita de país, construido por pueblos y tribus muy diversos, de condición poco dócil, donde es difícil imponer la autoridad y fácil derivar hacia el desgobierno.
Una pequeña colonia de españoles sirve de base al relato que se va complicando a medida que toman cuerpo las noticias amenazadoras que llegan del campo y de otras ciudades. Los desórdenes se adueñan del país y amenazan con extenderse alimentados por pretendientes más o menos legítimos al poder y por las maniobras de las potencias extranjeras.
Franciscanos establecidos desde hace tiempo y bien vistos por el trono, comerciantes levantinos ambiciosos y astutos, artesanos y campesinos del lugar representantes del pueblo llano, judíos amables y al mismo tiempo reservados, diplomáticos desconcertados, militares, caudillos de las partidas más o menos insurrectas son, entre otras, las piezas que dan vida a esta feria donde las cosas transcurren con parsimonia y donde el curso de los acontecimientos va trazando el dibujo de la vacilante defensa que España hace de sus propios intereses.
La ciudad del Lucus es un libro lento que no tiene prisa en ir abriendo caminos a base de encuentros con unos y con otros que aportan datos sobre la situación y inquietudes sobre las que se construye el panorama de un futuro incierto. La ficción se mezcla con la realidad en este inicio del siglo XX en el que se cuecen ya los acontecimientos que marcarán toda una época. España se apresta a extender sobre Marruecos su protectorado y las potencias europeas van preparando el conflicto que acabará en la Gran Guerra.
Un país complejo, inestable y asentado en difíciles equilibrios sostiene la vida cotidiana de los personajes de la novela en un Larache donde el lector descubre una importante presencia española. No es una novedad, pero sí es un asunto olvidado. La ciudad del Lucus trae a la memoria muchos detalles de esta presencia. A través de la ficción habla de la vida cotidiana, de los personajes que pudieron haber existido en la realidad, de sus preocupaciones y de sus ambiciones y del entorno en el que tuvieron que desenvolverse. Habla en definitiva, de un país y de una época que marcaron la vida española con gran intensidad y que son también los antecedentes que ayudan a entender el Marruecos de hoy.
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