domingo, 13 de diciembre de 2009

Viaje por la Costa Brava. Paisaje, memoria, glamour y turismo


Viaje por la Costa Brava
Xavier Moret
Altair, 2009
281 pp.

La Costa Brava es mucho más que un espacio para el veraneo o que un destino turístico de valor muy singular. Ocupa en el corazón de quienes la aman un lugar profundo que tiene mucho de devoción y de mito también...


Xavier Moret
Altair, 2009
281 pp.





La Costa Brava es mucho más que un espacio para el veraneo o que un destino turístico de valor muy singular. Ocupa en el corazón de quienes la aman un lugar profundo que tiene mucho de devoción y de mito también. La Costa Brava parece contener las esencias del Mediterráneo y por ello está en las raíces mismas de los pueblos del litoral.

El libro de Xavier Moret es el relato de un viaje. Es como una guía sentimental y por consiguiente desordenada. Objetiva y subjetiva a la vez. Y literaria en muy buena medida.

Podría ser una guía porque se ocupa de los pueblos y rincones que encuentra cualquier viajero que la recorra de sur a norte. Y como Xavier Moret no tiene prisa especial en su recorrido ni sistemática a la que deba ajustar su discurso, produce un relato parecido al de los viajeros de antes. A esos libros que ingleses o franceses –los únicos que viajaban- escribían sobre sus andanzas por Portugal, por la Toscana o Sicilia, o recorriendo el Tirol.

Sensaciones, algunos datos, anécdotas, comentarios sobre la gente y sobre su forma de vida y alguna sorpresa que deparaba el camino envolvían al lector en un mundo que se hacía familiar porque el autor se reconocía en los lugares y en las gentes de los que hablaba.

Klaus y Erika Mann cuando escriben El Libro de La Riviera también hablan de un pedazo de la costa mediterránea -la Costa Azul-, turística y privilegiada como es la Costa Brava. Pero ellos son de familia de intelectuales, iconoclastas, atrevidos, casi descarados y con humor para referirse a lo más parecido al paraíso con una visión gamberra.

La Costa Brava no está para eso. Es cosa más seria. Escritores, con Pla a la cabeza, le han dedicado páginas, sentimientos y elogios. Han sufrido por ella también porque la han visto bella y amenazada al mismo tiempo. Y no es cuestión ahora de tratarla desde una pose de trivialidad.

Que conste que Moret se guarda bien de ser, él mismo, un devoto. Quizás porque la Costa Brava que ve deja poco ya para devociones y porque la ha visto cambiar con sus propios ojos y es consciente de a dónde todos hemos ido a parar con eso del desarrollo turístico. La Costa Brava podía haber muerto de éxito si no fuera porque sigue siendo tan privilegiada que tiene todavía de qué presumir y con qué enamorar.

Cualquiera que vaya a la Costa Brava debiera llevar el libro de Moret bajo el brazo. El autor conoce bien los lugares, ha recorrido todos los rincones, habla de fiestas y tradiciones que pueden pasar desapercibidas a quien va solamente de paso. Además, Moret habla con la gente. Gente más joven y menos joven. Los que viven de su trabajo ahora y los que tuvieron los viejos oficios cuando la pesca, la agricultura, una industria precaria y el trabajo artesanal ocupaban a las personas y organizaban la vida de los pueblos.

No es que la Costa Brava ya no sea lo que fue. Es aquello y es lo más nuevo. Es aquella sombra de paraíso donde el agua jugaba con la roca contra la que rompía y con el verde sufrido y espléndido de los pinos, entre calas y pueblos tranquilos. Y es también la hija de esta sombra con la que convive entre autopistas, discotecas, hoteles y manadas de visitantes que se instalan en ella con sus propias maneras, sin perder el contacto con los mundos lejanos y casi siempre inhóspitos de los que vienen.

Viaje por la Costa Brava es un retrato de una de las más bellas zonas del Mediterráneo. Es una invitación a recorrerla de la mano de alguien que la conoce bien. Es el relato, como no podría ser de otro modo, un punto nostálgico y amargo. Probablemente no es ello por culpa del autor sino del lector que hubiera querido parar el paso del tiempo unos años atrás, cuando las cosas parecían más naturales, no tocadas. Pero es la prueba, también, de que sigue habiendo una línea de mar y una región entera dotada por la naturaleza de tantos dones que es imposible no disfrutar con ella por todo lo que es capaz de ofrecer.

Y el libro de Moret pone en nuestras manos la mejor ocasión para hacerlo.

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