sábado, 10 de mayo de 2008

Etiopía. Un rostro con tres miradas



Javier Conzálbez y Dulce Cebrián
Altaïr, 2007
432 pp.






La imagen que se tiene de un país es, desde luego, personal. La mía de Etiopía es -o, mejor dicho, era- pésima. Por eso creo que la lectura de Etiopía. Un rostro con tres miradas es poco menos que imprescindible para cualquiera que tenga del país referencias de oídas y de esas referencias haya compuesto una imagen presidida por la idea de una catástrofe.

Etiopía. Un rostro con tres miradas es casi una enciclopedia. Pero, como las buenas enciclopedias, se lee con toda facilidad y con gran interés. El motivo está, de una parte, en el propio tema. Su complejidad, la riqueza de los elementos que confluyen en él y la particularidad histórica y cultural del país contribuyen, sin duda, al interés que suscita en el lector.

Pero otra parte se debe a los autores. Javier Gonzálbez -con quien ha colaborado estrechamente en el libro Dulce Cebrián- es muy probablemente uno de los más profundos conocedores de la realidad etíope hoy. No es etnólogo, ni economista, ni disfruta de rango académico en ningún departamento dedicado a África o a países en desarrollo de alguna universidad. Aunque haya estado en contacto con etnólogos, economistas y académicos en el curso de sus trabajos.

Javier Gonzálbez lleva años estudiando sobre Etiopía -y viajando por el país, muchas veces a pie, con un pequeño séquito de interpretes, porteadores y algún militar incorporado al equipo como en las expediciones antiguas. Es un estudioso y un apasionado de Etiopía. La conoce al detalle y, por ello, ha escrito un libro que destaca en el título 'tres miradas': las de las tres grandes comunidades que componen el país que tienen raíces, culturas, religiones e intereses mezclados unas veces, pero casi siempre distintos.

La primera sorpresa para el lector no versado en Etiopía es saber que su población -65 millones de habitantes- está entre las más elevadas de África. Otra es que su cabaña ganadera es la mayor del continente. Una más es que siendo el mayor manantial de agua dulde de África no ha podido sacar provecho de ella por acuerdos internacionales que se han mantenido desde la época colonial. Y probablemente, la mayor de las sorpresas para el lector no avisado es que Etiopía es un país con porvenir.

Mayor Zaragoza prologa el libro y lo introduce también una alta autoridad del gobierno etíope. ¿Es que Etiopía tiene gobierno con tiempo para ocuparse de escribir en un libro? Sin duda el gobierno y Mayor Zaragoza han tenido tiempo e interés. Y sin duda también, y a pesar de esa contribución con un deje institucional, Etiopía. Un rostro con tres miradas está muy lejos de parecerse al producto de una ONG. La cantidad de conocimientos que acumula, su sabia administración, la diversidad de temas por los que discurre dan lugar a un libro sólido y excelente y convierten la lectura en un ejercicio apasionante.

En una encrucijada de caminos entre África y Asia, en el lugar donde nació el hombre, con culturas tribales africanas, sobrepuestas a la comunidad más antigua del cristianismo y en contacto con una población de tradición musulmana que llegó siglos atrás por el mar, Etiopía encierra todo un mundo sobre el que el libro de Javier Gonzálbez y Dulce Cebrián proyecta la luz para hacerlo comprensible y atrayente.

Sería obvio decir que Etiopía. Un rostro con tres miradas es el mejor libro escrito en español sobre Etiopía. Después de su lectura, se puede sin duda decir que está entre los mejores libros dedicados a este país, escritos en cualquier idioma, que se hayan publicado recientemente.

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