León Lasa
Almuzara, 2013
253 pp.
La Antártica son palabras mayores para cualquier viajero. Y lo son para León Lasa, avezado en las lides de recorrer el mundo y de dejarse llevar por los países donde el frío y las brumas son el pan nuestro de cada día.
La Antárdida no es cualquier cosa. Es un territorio hostil al que el hombre no se ha acercado de verdad hasta épocas muy recientes, hasta que no ha tenido bien conocido el resto del planeta y no quedaba más espacio que los polos para hacer todavía posible la aventura de descubrir. Y es justamente este halo de tierra virgen e inexpugnable lo que alimenta el mito y en León Lasa el deseo de verla con sus propios ojos y de disfrutar tanto de sus paisajes como de la emoción de alcanzar lo que durante mucho tiempo fue una quimera.
A León Lasa le va el viajar solo, el degustar el viaje sin entrometimientos, a un ritmo pausado que le permita acomodarse al entorno, hacer un hueco en la propia mente para irse ajustando al discurrir del camino. La suya es una manera de contar casi en voz baja, con silencios, con cambios de tema, con regresos a cosas que quedaron pendientes… Es una conversación convertida en monólogo donde el lector escucha el fluir de su aventura y de sus reflexiones.
Esta vez viaje es un viaje por todo lo alto y sin embargo discreto. No hay ofertas low cost para visitar la Antártida. Y además no hay continente menos apropiado para un viaje masivo que éste, cuyo encanto es sutil y requiere de serenidad y de silencio para disfrutarlo. Por ello, nuestro viajero se embarca en un buque noruego, pertrechado para navegar entre hielos, lujoso y sobrio al mismo tiempo, donde tiene cabida únicamente un pequeño número de pasajeros. Pasajeros normalmente silenciosos, científicos algunos, viajeros experimentados otros, amantes de la naturaleza casi todos y todos equipados con enormes cámaras de fotos para guardar recuerdo de este viaje extraordinario.
El lector encuentra en Viaje a la Antárdida un tono muy parecido al de otros libros del mismo autor. León Lasa está atento a los detalles más concretos, a las rutinas del día a día, a los acontecimientos que se van sucediendo en el transcurso de la navegación de modo que quien lee se va viendo a sí mismo casi en ese barco que rumbo al sur se va acercando al continente helado.
Pero lo concreto alcanza también a las reflexiones. Y León Lasa, si en algo disfruta, es en poner a trabajar su cabeza para digerir todo lo que el viaje le va sugiriendo, todo lo que le hace sentir ese continuo cambio que supone desplazarse un día tras otro y encontrar nuevos lugares, gentes, climas y paisajes.
La soledad del barco, su lentitud y el clima que aconseja resguardarse en el camarote propician que el libro se anime con cantidad de temas, unos más ‘polares’ que otros, pero todos suscitados por esta singladura cuya meta está en la tierra más austral. La conquista de América y sus mitos tiene un lugar en las páginas del libro, como lo tiene también el grave deterioro del planeta como consecuencia del desaforado consumo de recursos al que nos hemos acostumbrado los humanos –una parte de los humanos, al menos- y que se convierte en una llamada a la conciencia del lector. Las grandes aventuras de exploración de los polos son también protagonistas de la narración de este Viaje a la Antártida, con todo el dramatismo que llevaron aparejadas y con toda la admiración por el esfuerzo sobrehumano que exigieron, para terminar, en muchos casos en tragedia. Scot, Nansen, Amundsen desfilan a lo largo del relato con unas epopeyas que al lector cómodamente sentado en su casa le pondrán los pelos de punta.
Pero la imaginación de León Lasa es de recorrido largo y en esa conversación que entabla con sus lectores aborda sin reparos temas más o menos espinosos como el sistema de pensiones de la seguridad social o las relaciones sexuales entre personas y animales que hacen pensar que la caída del imperio romano fue poca cosa al lado de lo que le espera al descerebrado mundo occidental. Envuelto en esa serenidad contagiosa en mitad del océano, y en el mejor de los tonos, nuestro autor no se muerde la lengua cuando sus pensamientos se convierten en sentencias.
Viaje a la Antártida es un libro de viajes tanto como el libro de un viajero. Aúna ambas cosas y con ellas el libro adquiere calor y cobra vida. La desolación de la Antártida y de los mares que la rodean hubiera podido hacer del libro un auténtico témpano. Y no ha sido así porque Lasa sabe mezclar los componentes del viaje y llenarlo de reflejos de los más diversos colores para contento del lector. Tras la lectura solo quedará pendiente el empezar a ahorrar con la intención de comprar un pasaje en el Fram que es como se llama el barco en el que el autor vivió su aventura.
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