VV.AA. Edición de Care Santos
Nevsky Prospects, 2011
314 pp.
Es a través de la ficción como acerca Rusia a los lectores este Rusia imaginada, tan llamativo como variado. Consta de diez cuentos, a cada cual más diverso, donde aparece Rusia más o menos dibujada mediante un ejercicio de creación que maneja cada autor con libertad. A través de una especie de viaje, tal como señala el subtítulo, es como cada uno de los escritores construye alguna parte del país.
Digo que es un libro llamativo por la idea misma que lo sostiene. Diez autores españoles escriben sendos relatos ambientados en Rusia, y referidos a algún lugar desconocido. Un singular juego de ficción y de realidad se abre ante los escritores que deben, así, crear con las palabras el escenario donde desarrollan sus historias y mostrarnos desde el ángulo que elijan a esa Rusia que, como un hilo, sirve de hilván al conjunto del libro.
Cada cuento tiene su propio trasfondo, cada autor busca en raíces distintas la savia que da vida a su relato, cada historia tiene un pulso propio y da lugar, al final, a un abanico de experiencias, todas imaginadas, variado y rico.
Los viejos temas aparecen en el libro, lo mismo que otros nuevos que transportan a la Rusia de hoy. De ellos y del por qué los han elegido, hablan los autores al final del libro, en un epílogo curioso que desvela al lector algo de la trama que hay detrás de cada historia. Una lectura que ha dejado huella, una noticia, el desgarro que produce alguna situación, el anhelo que suscita esa cultura profunda que es la rusa son algunos de los motivos que hierven bajo los cuentos que componen esta Rusia imaginada.
Cuentos graves, algunos, y jocosos otros, cuentos directos que describen la realidad –ficticia siempre- y cuentos más etéreos donde la bruma envuelve las reflexiones y desdibuja la historia con sus filtros de luces.
La música, la amistad, la naturaleza, la quiebra tras la caída del estado soviético, el mundo de los zares, Chechenia –no podía faltar Chechenia, ni tampoco Chernobil- aparecen en escena, con mayor o menor protagonismo, y dan una imagen de Rusia sostenida en la imaginación.
¿Todo ficción? Apunta la contraportada del libro que cuanto más se conoce, más difícil se hace hablar de Rusia y de su compleja existencia. Si ello fuera cierto, habría que reconocer también la sabiduría que anima al experimento que supone reunir a diez autores contemporáneos y proponerles el ejercicio de crear diez historias: diez viajes por el paisaje ruso. Tal vez, sea la ficción, el único refugio seguro desde el que atreverse a escribir de esta Rusia tan contradictoria, variada y esquiva.
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