lunes, 16 de enero de 2012

Vagabundeando en el Eje del Mal. Un viaje a dedo por Irán, Irak y Afganistán

Vagabundeando en el Eje del Mal

Juan Pablo Villarino
RBA, 2011
304 pp.

Parece que los Estados se han puesto de acuerdo en hacernos creer que determinados países son la cuna del terrorismo, de dictadores... y que el Islam no puede aportar nada humano a Occidente. Pues bien, este libro desmonta esa idea....


Juan Pablo Villarino
RBA, 2011
304 pp.






Publicado por Almudena Sánchez Fernández


Desde la pasada década parece que los Estados se han puesto de acuerdo en hacernos creer a través de los medios de comunicación que determinados países son la cuna del terrorismo, de dictadores…y que el Islam no puede aportar nada humano a Occidente. Pues bien, este libro desmonta esa idea.

Juan Pablo Villarino sitúa su periplo en el llamado Eje del Mal. Una travesía por algunos de los países más peligrosos del mundo cargada de poesía y humanidad, donde el lector podrá disfrutar del placer de la lentitud del viaje, de las esperas en carreteras desoladas, de la hospitalidad musulmana...
       
El autor, un argentino de tan sólo 27 años, decide colgarse la mochila a la espalda en Irlanda y partir con el propósito de llegar, haciendo autostop, hasta Afganistán. Un viaje que le llevará más de un año.

Desde el primer capítulo del libro el lector descubre la firme convicción del autor en la bondad de las personas. Confía en que no le faltará transporte, techo ni alimento, y nos sorprende con reflexiones como esta: “un hotel debe de costar unos tres dólares, pero sería una solución indignantemente fácil”.

¿Se puede viajar por lugares teóricamente inhóspitos con buena cara? La respuesta es sí, la simpatía es la llave que le abre todas las puertas: “siempre pensé que quien sonríe da la impresión de estar seguro de sí mismo y de sus actos”.

Así nos narra fugazmente cómo atraviesa Europa hasta Turquía, su breve paso por Siria y Jordania hasta llegar a Egipto. Y se detiene con delicadeza en Irán, Irak y Afganistán. Sin duda el eje central del libro.

La lectura aparece cargada, si se me permite, de argentinismos. Un viajero que se deleita con largas conversaciones, desde lo político a los devaneos amorosos. Dos extremos quizá vertiginosos para otro autor, que Villarino sabe resolver con soltura. Una narración que hace profusos guiños poéticos, que hace soñar. Es también un libro de viajes que realmente hará viajar al lector, cosa que no todos los libros de este género consiguen.

Juan Pablo Villarino es un aventurero de los de antaño, no por el hecho de viajar haciendo dedo, sino lo que implica hacerlo de esta manera: conociendo a gente, empapándose de sus creencias, costumbres y tradiciones. El texto invita constantemente a la reflexión de la mano de párrafos sencillos pero llenos de contenido: “el Islam tiene un repertorio de códigos morales que hace que la austeridad no devenga en violencia, patotas armadas, robos u homicidios. Nadie va a apuñalarte por un teléfono celular”. Nos hace creer que uno mismo puede coger su mochila y aventurarse a explorar un país como Afganistán dejando de lado a los talibanes. Esto es, sin duda, el lado más bucólico del libro.

Como única objeción debo decir que en ocasiones convierte hechos puntuales en aseveraciones radicales, como cuando expone su desacuerdo con la manera de viajar de algunos franceses con frases tan insustanciales como esta: “estos franceses que recorren el mundo con el dinero de la seguridad social cobrando a través de cualquier cajero automático”. Del mismo modo, cada vez que el autor cruza una nueva frontera intenta poner en situación histórica al lector de manera fugaz, con párrafos que claramente desentonan con la narrativa ligera del libro.

Para finalizar, un consejo: ¡léalo! Puede ser que, después de las 300 páginas que componen el libro, mañana sea usted el que esté explorando el mundo...

“Quien arroja una moneda debe conformarse a destilar lo eterno de lo efímero. Sólo la distancia, cruza centaúrica entre voluntad y sentencia, acaricia los pies del caminante”.

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