Jordi Esteva
Atalanta, 2011
362 pp.
Han pasado cinco años desde que Jordi Esteva publicara Los árabes del mar. Cinco años que han cambiado de alguna manera el horizonte que hacía de aquel libro un relato luminoso sobre los árabes que navegaron por el Índico y que crearon en la costa swahili, en Omán o en Zanzíbar comunidades de comerciantes y marineros vigorosas y emprendedoras.
Jordi Esteva sigue con la sensibilidad puesta en estos árabes del mar y en el rastreo de un mundo a punto de ser sepultado en la historia pero no desvanecido del todo, porque sus ecos resuenan todavía en la memoria de los viejos, en las tradiciones orales y en las costumbres. Pero en Socotra, la isla de los genios el tono con el que empieza el relato nuestro autor es más oscuro. En el nuevo libro, estos recuerdos y tradiciones que hablaban de un pasado esplendor parecen haberse hundido por el peso de un presente destructivo y amenazador.
La visión de Jordi Esteva es ahora más apesadumbrada porque nada le recuerda a aquel oriente que conoció hace treinta años y cuyos encantos se perdieron hace tiempo. Yemen ya no es el mismo. Ya no es aquel cuya capital, Sanaa, brillaba como Patrimonio de la Humanidad con sus casas altísimas construidas hace siglos. Tampoco mantiene en la memoria a personajes cuya dignidad servía de referencia a una sociedad vieja pero profundamente articulada. Ni conserva la piedad que actuaba de cemento en la relación entre las personas como descubre horrorizado Jordi Esteva ante el alborozo de los jóvenes con un video sobre el terrible asesinato de un rehén en manos de una banda fundamentalista.
El viejo mundo árabe que sedujo al autor está en fase avanzada de descomposición y seguramente por ello confirma la necesidad de centrarse en Socotra, una isla perdida, de la que hay viejas y confusas referencias y que conserva el halo mágico de lo desconocido.
No puede, Jordi Esteva, ni siquiera llegar a su isla en dhow, la tradicional embarcación a vela que hasta hace tan poco surcaba las aguas del Índico y que fue el único medio de transporte que desde las costas del sur de la Península Arábiga alcanzaban su puerto. Nada de dohws. El avión es ya el único medio viable para llegar a la isla.
Pero Socotra sigue siendo tierra aislada. Y nuestro autor sí encuentra en ella todavía lo que va buscando: un resto vivo del pasado. Por supuesto las cosas cambiaron también en Socotra. El régimen comunista del Yemen de Sur abolió el sultanato en un intento de modernizar la isla, anclada en un remoto pasado, pobre y sin contacto prácticamente con el mundo exterior. Y los tiempos recientes dieron también lugar a la llegada de nueva población del continente. Pero pocas más cosas alteraron el letargo infinito de un lugar pedregoso y árido, donde las cabras forman casi parte de la familia y donde incluso el islam presenta reflejos de prácticas antiguas, heredadas de poblaciones que recalaron en la isla a lo largo del tiempo.
Jordi Esteva como en la literatura clásica, utiliza a personajes que le acompañan para que le hagan de espejo. Personajes que dialogan con él y con los que verbaliza sus reflexiones. Quiere descubrir los misterios que rodean a la isla y de los que hay pocas noticias: quiénes la poblaron en el pasado, por qué no hay en ella grandes monumentos, qué hay de verdad en relatos antiguos que hablan de maravillas que hoy se han extinguido, cómo llegaron los primeros europeos… Y quiere también recoger los relatos de los mayores o de quienes viviendo más aislados, en rincones junto al mar o en parajes inhóspitos del interior, pueden contar leyendas o viejos cuentos oídos en alguna ocasión, para que no se pierdan y para atar los cabos que le permitan trazar una especie de historia.
El libro es una sucesión de conversaciones, de descripciones y de reflexiones propias que permiten al lector participar del viaje que Jordi Esteva efectúa por toda la isla. Sus acompañantes, un joven descendiente del último sultán, un conductor que los lleva por lugares infames con su precario todo terreno, algún que otro acompañante según las circunstancias y las gentes que va encontrando a lo largo del periplo le permiten escuchar pero también pelotear con las ideas, pulsar opiniones y dar vida a su relato.
El lector escucha las voces de múltiples personas a quienes Jordi Esteva interroga no siempre con éxito porque a menudo viven en un mundo que tiene poco contacto con aquel que Jordi tiene en la cabeza. Y así se produce un flujo de ida y vuelta en el que uno y otros van contando y sacan a la luz retazos de historia y viejas aventuras donde aparecen Simbad, aves prodigiosas, traiciones amorosas, algunos que otros genios o combates entre antiguos invasores y la población local.
Socotra, a poca distancia del Cuerno de África, bajo soberanía yemení, sigue siendo un lugar poco accesible. Y por ello mismo es todavía un mito. Todos los viajeros que persiguen en los lugares que visitan el reflejo fugaz del pasado y el mito que cada destino encierra encontrarán en la vieja y perdida isla de Socotra un profundo aliciente. Y descubrirán en el libro de Jordi Esteva el modo de acercarse al misterio y a todas las fantasías que rodean a esta isla única de manera directa, paso a paso y con el detalle de quien le ha dedicado el interés y la pasión.
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