viernes, 6 de marzo de 2009

Asante África


Témoris Grecko
National Geographic / RBA, 2009
139 pp.





Me acerqué al libro y después de husmear en la contraportada tuve una sensación de desinterés. Un desinterés que hube de reconocer que nacía de un prejuicio. El libro venía avalado por haber recibido un premio concedido por una cadena hotelera.

Nada peor que guiarse por los prejuicios, porque Asante África resulta ser profundo, ameno, bien informado, de muy fácil lectura y en muchos momentos divertido. El secreto está en el autor, un mexicano, periodista, ingenioso y de espíritu aventurero. Y está también en los temas que trata -resultado de un viaje de meses por África- y en el modo de aproximarse a ellos.

Dos partes dividen claramente el libro. La primera trata de Sudáfrica. Témoris Grecko ha viajado solo. Y su viaje consiste en los encuentros con la gente. Gente normal, aunque no necesariamente parecida. Gente con quienes consigue una relación casi siempre cordial y familiar y de quienes extrae puntos de vista y experiencias que añade a su propio discurso y le ayudan a explicar lo que ve.

Hay en Témoris Grecko una posición tomada de antemano. No es un mero observador: exhibe su criterio. Y hay que decir que lo hace de forma equilibrada y cuidadosa. Porque los temas en los que se fija -la desigualdad, el racismo, la pobreza, la enfermedad, la sumisión, el nacionalismo, la convivencia de las culturas, los gobiernos...- son complejos y requieren sensibilidad para tratar de ellos con mesura.

Sudáfrica es la excepción esperanzadora del continente. La irrupción -que el mismo autor entiende que roza el absurdo- de un mexicano en medio de personas con intereses, culturas, ideologías y aspiraciones tan radicalmente distintas sirve para humanizar el relato y para expresarlo desde el lenguaje de la sinceridad y, a menudo, de la complicidad. El sida y el modo cómo afrontarlo, el pasado bóer, la nueva élite negra y por contraposición la gran mayoría a la que tanto cuesta prosperar, y la figura inmensa de Mandela se mezclan para componer un panorama, desde luego incompleto, pero muy interesante y aleccionador.

La segunda parte del libro dirige la mirada a Kenya y Tanzania. También allí Témoris Grecko nos introduce, jugando con las anécdotas propias del viaje y a través de sus encuentros fortuitos, en la realidad con la que tropieza. La atención que presta a las personas y a las situaciones que viven lo anclan a tierra y dan solidez a un relato que hubiera podido quedar en simple aventura.

En ningún momento el libro pierde fluidez y simpatía, ni tampoco conexión razonada con la realidad. Los premios casi siempre tienen un fundamento. En este caso ha sido bien merecido y hay que reconocer el buen tino de la cadena hotelera que tanto me desconcertó en mi lectura de la contraportada.

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