Roseanne Saad Jalaf, editora
Océano, 2009
264 pp.
Pienso que pocas veces la literatura ha reflejado los cambios sufridos por un país en los últimos años como Hikayat ha hecho refiriéndose al Líbano. Y es que, al centrarse en escritos realizados por mujeres, tira de dos hilos particularmente importantes para mostrar aspectos vitales de la evolución del país.
El primero hace referencia a la reciente historia del propio Líbano. Esa especie de Suiza incrustada en el Mediterráneo oriental, moderna y rica parecía un sueño y sin embargo era real antes de que entrara en un rosario de guerras que iban a destruirla. La prosperidad era un tapón que había detenido el tiempo. Había congelado un equilibrio que parecía estable, resultado de una prodigiosa sabiduría que permitía convivir a gentes de religiones y de comunidades muy diversas pero amparadas por una cultura, que parecía innata, de buena vecindad. Fenicios en el origen, trabajadores, hábiles en el comercio, acostumbrados al manejo del dinero, habían creado una sociedad moderna donde sobresalían grandes y bellos edificios, banqueros y potentados y una plétora de profesionales salidos de la prestigiosa Universidad Americana de Beirut. En resumen, un envidiable remanso de paz y de progreso.
El segundo tiene que ver con las mujeres. Aunque en muchos aspectos liberal, la sociedad libanesa vivió presa de sus tradiciones. Probablemente, como un acto reflejo para la propia supervivencia, las distintas comunidades mantuvieron su fidelidad a las raíces y con ella fijaron el papel de la mujer manteniéndolo en el ideal de las viejas costumbres de dedicación a la familia y de sumisión al varón.
¿Por qué Hikajat habla con tanta profundidad del camino recorrido por la sociedad libanesa en los últimos años? Porque la guerra y la pérdida de la prosperidad dieron un vuelco a todos los órdenes de la vida y abrieron un camino que dio presencia a las mujeres en la literatura. El desplome del Líbano feliz discurrió en paralelo al surgimiento de nuevas voces: voces femeninas.
No es que se abriera el abanico de los escritores y fueran por ello mismo más numerosos quienes desearan expresarse a través de la literatura. Lo que se abrió de repente fue un mundo silenciado y con una sensibilidad particular. Son numerosos los ensayos y teorías sobre la especificidad de la literatura escrita por mujeres. Pero en el caso del Líbano, seguramente, hay que hablar de una situación especialísima debido al colapso entero del país y a la experiencia traumática de una interminable situación de guerra y conflicto. La voz de los hombres estaba más próxima al lenguaje de la guerra. La de las mujeres emergió de forma más innovadora y al proponer un discurso lo hizo desde una posición nueva. Y, hay que decirlo, casi siempre doliente después de tanto sufrimiento.
Hihajat hilvana uno tras otro relatos cortos. Hasta veintiséis. Y por supuesto, son todos distintos. Son distintos en la época en que fueron escritos y en la historia y sensaciones que transmiten.
La época de la que surgen y a la que se refieren es en realidad un lapso de tiempo muy breve. Reciente. Pero es que la historia del Líbano ha estado tan marcada por acontecimientos dramáticos que los antes y los después dejan huellas en los tonos de quienes se expresan y determinan experiencias colectivas que sólo los libaneses reconocen. Además de los acontecimientos y los ritmos que definieron el discurrir de la historia libanesa, hubo generaciones distintas, posiciones políticas, sensibilidades religiosas y circunstancias de vida personales que dieron lugar a visiones diversas y también a expresiones literarias diferentes.
No siempre el relato corto es bien aceptado por los lectores, más acostumbrados a la novela. Pero el caso de Hikayat es un caso especial. El prólogo del libro es aleccionador porque introduce en el entorno de la producción literaria femenina en el Líbano y porque da algunas claves que ayudan a comprender lo que el lector hallará en los relatos que dan contenido al libro.
Experiencias de soledad, de quienes se quedaron en las ciudades desoladas y de quienes tuvieron que huir, relatos de quienes vivieron desde el extranjero el conflicto y sintieron fuera de casa su condición libanesa, narraciones escalofriantes de quienes perdieron la razón y cuentos también –y sorprendentes- de quienes hallaron un sentido en la vida en momentos en los que ningún acto era gratuito y la supervivencia era un ejercicio consciente de voluntad de vivir.
Todo un abanico de historias y situaciones compone ese mosaico de emociones que dan vida a Hikayat. Una antología de pequeños escritos de mujeres libanesas, no consagradas en la gran literatura, podría no ser más que un trabajo de edición destinado a lectores curiosos. Hikayat es mucho más que eso y, desde luego, es un libro rico en contenido y lleno de interés para cualquier lector.
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