domingo, 14 de septiembre de 2008

India, vagón 14-24


Ignacio Carrión
Rey Lear, 2008
195 pp.





India, vagón 14-24 es un libro de viajes. Un libro de los que encajan de manera cabal en la definición del género, sin que haya que buscar justificaciones de ninguna clase. Es además un libro ameno que prende el interés del lector desde el principio y anima a seguir leyendo. Se trata de un libro corto y de relajada lectura.

Ignacio Carrión, el autor, afincado en Cambridge, contrata, después de haberse enterado por un anuncio de periódico, un viaje a la India. El viaje es en ferrocarril y en un vagón que un inglés que vive en Delhi ha comprado y engancha según le conviene en trenes cuyos trayectos componen un circuito por todo el país. Podría tratarse, según esta explicación, de un viaje de lujo con todo incluido. Pero nada es más distinto a ese panorama que el caso que nos ocupa. El vagón es modesto, rayando a lo miserable y el resto de viajeros apuntados a la aventura, lo mismo que Ignacio, cualquier cosa menos elegantes y refinados.

La fórmula del viaje es poco habitual y da a Ignacio Carrión la libertad de moverse a sus anchas en todos los lugares donde el vagón recala para conocerlos, mezclarse con la gente, andar por calles y callejuelas, comer en restaurantes o entrar en templos, hablar con personajes notables o con simples chavales y contarlo con soltura.

El panorama, que a modo de abanico abre Ignacio Carrión a sus lectores, cubre desde las escenas más humildes hasta la propia Indira Ghandi a la que entrevista. Pero el relato, a pesar de su amplitud, no tiene nada de estudio antropológico ni de vocación erudita. Es la pura experiencia organizada, como él mismo indica, a modo de quien lleva una doble contabilidad. Apuntando por un lado los hechos –los hechos reales- y, por otro, esa visión subjetiva que le hace a uno interesarse por unas cosas y contarlas de una determinada manera y no de otra.

La forma de contar de Ignacio Carrión es fluida y ligada al presente: a lo que le pasa, a lo que hace, a lo que ve, a con quién se encuentra, a dónde duerme. Y esa fluidez y esa proximidad a lo concreto llevan al lector a ver a través de sus ojos y a sentir la presencia real de la India de la que habla.

Sentido del humor, capacidad de análisis, levedad en el relato hacen de India, vagón 14-24 un libro a todas luces recomendable. Y aquí hay que avisar que, a pesar de estar ante una edición salida de la imprenta ahora mismo, el texto se editó por primera vez a finales de los años 70. Pero el aviso, que es obligado para situar al lector, requiere también que se advierta que nada tiene que ver con la fecha de caducidad del libro. El relato es tan atractivo hoy como debió serlo cuando vio la luz originalmente y la India a la que hace referencia el libro tan real como la India real de hoy día, a pesar de los cambios que ha vivido en el tiempo transcurrido desde que se escribió el libro.

Una buena y estimulante reseña de India, vagón 14-24 es la que aparece en Solodelibros.
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