Robert Kaplan
RBA, 2013
478 pp.
El presente, a pesar de lo abrumador y permanente que puede parecer, es fugaz. Pero se sostiene sobre unas líneas de fuerza de las que no somos conscientes pero lo condicionan y le dan una continuidad que suele ser difícil de doblegar. Esas líneas explican muchas cosas y alguien debiera contarnos dónde están y cómo actúan.
Vistas así las cosas, dispuestos a reconocer que hay algunos hilos que tiran de la realidad y conducen su desarrollo ¿qué les parecería un libro de instrucciones que ayudara a verlos, que sirviera para conocer, mirando desde las bambalinas, el mundo tal como es? ¿Cómo verían que alguien les diera las claves para interpretar cuando viajan la vida de la gente y de los países que recorren?
La venganza de la geografía es de lo más revelador para el lector que no ejerce de estratega o de diplomático sino de viajero, de amante de los viajes y de los países que visita.
Para aclararnos, La venganza de la geografía no es que sea un libro de instrucciones al uso. Es un profunda reflexión y un análisis de las diferencias entre pueblos y países a lo largo del tiempo y en el amplio y variado solar que es el planeta tierra. Es casi un libro de teoría. Pero acaba por aguzar la sensibilidad del lector y por darle los argumentos para comprender el dónde y el porqué de las fronteras. Para explicar las diferencias que han hecho distinta la historia de unos lugares y de otros y que son la expresión de unos genes cuyo ADN reside en la geografía, en las montañas, los ríos, las llanuras y clima que envuelve a la tierra.
Kaplan, además de viajero o de escritor, es un experto en estrategia. La cobertura que ha hecho como periodista de lugares en conflicto muestra -y ha desarrollado también- su interés por la geopolítica y por la búsqueda de las raíces que sustentan el presente y están condicionando el futuro. "Aunque seamos capaces de enviar un satélite más allá del sistema solar, el Hindu Kush sigue siendo una barrera formidable" , nos advierte, y de esta y otras barreras debemos aprender para saber cómo es el mundo hoy y cuáles son los caminos por donde evolucionará mañana.
Porque, asegura Kaplan, el olvido de una geografía que levanta barreras y dibuja caminos ha sido reciente. Se produjo en época cercana cuando la tecnología dio la impresión que podía superar cualquier condicionante y sobre todo con la caída del Muro de Berlín, cuando pareció que el fin de las fronteras había llegado y se iniciaba una era donde países y pueblos iban a poder avanzar sin los lastres del pasado. Incluso los expertos habían caído en el error de no distinguir entre fronteras naturales y artificiales, entre barreras provisionales que construyó el hombre y grandes barreras históricas que estableció la geografía.
La venganza de la geografía es tanto un libro de historia como de prospectiva basado en grandes tendencias. Pero no es un libro fácil, porque está lleno de contradicciones. El pentagrama que representa la geografía y que sujeta los trazos de escritura de la historia se ve continuamente forzado por la acción de los hombres y los pueblos. Uno y otros compiten juegan con el curso de los acontecimientos. Y por ello es tan difícil deducir la fuerza resultante que determinará el futuro.
Kaplan plantea la realidad de Europa considerando un arco de tiempo que va desde las invasiones bárbaras hasta el futuro al que nos asomamos, con objeto de entender lo que es hoy el pequeño continente europeo, dónde está su centro de gravedad y dónde estuvo, cuáles son regiones consolidadas y cuáles regiones de constitución más fluida... Habla de Rusia, de China, de Irán, de los países del Próximo Oriente por los que se extendió el imperio otomano, de India y de México, para tener ocasión de hacer una referencia detallada a América.
¿Y qué tiene que ver todo esto con los viajeros? Tiene mucho que ver porque construye el contexto que ayuda a comprender las diferencias profundas que distinguen a unos países de otros y que no están claramente a la vista. Pero, además, para el viajero representa una importante llamada de atención. La sensación de que el mundo es cada vez más igual, que desaparecen las fronteras y que las mismas tiendas de las mismas marcas están lo mismo en Shanghai, que en París o en Buenos Aires puede haber creado el mismo espejismo que creó en los expertos la caída del Muro de Berlín. Kaplan nos avisa que no, que por debajo de las apariencias, los países siguen siendo distintos y que hay que saberlos mirar para seguir viendo en ellos el carácter diferencial y un presente y un futuro que los distingue de los demás. Una lección detallada, y al mismo tiempo apasionante, que merece la pena aprovechar.
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