León Lasa
Almuzara, 2009
286 pp.
Esta vez, sí. Estamos ante un libro de viajes al más puro estilo. Y como ocurre en estos casos, coloreado por la personalidad del autor que le da el tono y gobierna el contenido.
El título indica sin lugar a dudas el escenario del viaje, pero es tan escueto que hay que tener el libro en las manos y ojearlo para saber algo más del contenido. La contraportada, tampoco aclara las cosas y se diría que hay un acuerdo para defender la opacidad de todo lo que contiene el interior de las cubiertas.
La realidad no va tan lejos. Lo que quizás ocurre es que este viaje por Noruega es particularmente personal y discurre tanto por el territorio geográfico del norte escandinavo como por el interior de la mente del autor que en ningún momento se oculta y que destaca en el papel de viajero solitario. Tanto como decir que estamos ante un libro de viajes podríamos haber dicho al principio que estábamos ante el libro de un viajero.
Pero el autor no resulta en ningún momento invasivo. En ningún momento abruma con sus disquisiciones. Al contrario, describe con naturalidad sus sensaciones, los lugares por los que pasa, sus encuentros y propone, al mismo tiempo las referencias a que le llevan los recuerdos personales o la información que ha obtenido de lecturas o simplemente de esa acumulación de saber que llamamos cultura y que enriquecen el relato y le dan calor.
El libro está claramente escrito por un español. Estamos ya en un punto en que la literatura de viajes salida de la pluma de autores españoles es extensa e interesante. Y es también un libro que refleja nuestra época, con referencias a la historia y a acontecimientos recientes que el lector tiene vivos en la memoria.
Ese protagonismo del autor se debe, seguramente, tanto a su deseo como al mismo ‘formato’ del viaje que emprende. Viaja solo en un país de clima y de naturaleza extremas. Casi todo es contenido en Noruega si se compara con el universo expansivo que parece cubrir a las tierras más meridionales donde el sol luce durante todo el año. La especial luz del día, la escasa población, la estricta cortesía que acompaña el trato con las personas refuerzan también en el viajero la mirada al interior, que gana con ello espacio a la que se asoma hacia fuera.
Pero es que, además, Fernando Lasa emprende un viaje especial por cuanto el suyo es el trayecto que hace el Hurtigruten, la línea que navega a lo largo de los fiordos desde Bergen hasta casi el punto más septentrional de la península escandinava en el régimen propio de un correo con paradas en numerosos puertos, grandes y pequeños.
El Hurtigruten fue en su momento una apuesta colosal. A finales del siglo XIX consiguió mantener abierta la comunicación por mar durante todo el año con las poblaciones diseminadas a lo largo del litoral y que tradicionalmente vivían aisladas en condiciones dificilísimas durante el dilatado invierno boreal. Desde entonces la línea se ha mantenido activa y hoy, confortable como nunca, sirve a los descendientes de aquellos que la utilizaron por primera vez para ir de un pueblo a otro, y a unos pocos viajeros curiosos que como León Lasa han sentido la llamada de los países fríos y descubren el mundo de emociones que sus paisajes y su atmósfera tan especial suscitan.
Los paisajes, los ambientes y las gentes que encuentra en el barco aparecen a lo largo del libro, lo mismo que los lugares de tierra en los que hace escala, y los encuentros que en ellos se producen. No es posible abarcar un país entero en un solo relato. Pero sí es posible dar una buena visión de él y generar en el lector las ganas de emprender el viaje y seguir los pasos del autor en el libro. En Noruega es todo esto: el reflejo de un país, el relato de un viaje lleno de interés y la semilla depositada en el lector para emprender, él también, su propio viaje al norte escandinavo.
martes, 18 de agosto de 2009
En Noruega
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