Kart L. Meyer y Shareen Blair Brysac
RBA, 2008
586 pp.
A poco que se mire, habrá que concluir que ninguno de los puntos calientes o de los conflictos que aparecen en las páginas de política internacional de los periódicos es nuevo. Todos se arrastran desde hace tiempo y revolviendo en sus orígenes descubrimos que echaron raíces siglos atrás.
De ahí la actualidad de Torneo de Sombras. La caída de la Unión Soviética dejó en el centro de Asia un espacio que ocuparon repúblicas nuevas, algunas de ellas de grafía impronunciable. Para quienes –como nos ocurre a los españoles- tuvimos en el pasado nuestra mirada puesta en otros intereses –y me refiero más que nada a América del Sur-, la situación de Asia con la emergencia de estas nuevas entidades es un elemento inédito. Pero para muchos otros países, esta novedad no es más que el último episodio de una historia que se escribe desde tiempo atrás y a la que han estado muy atentos.
Torneo de Sombras recupera esta historia. Y para enmarcar el libro, pienso que es bueno mirar hacia el pasado y advertir al lector sobre un hecho que tienen meridianamente claro los ciudadanos y los políticos del este de Europa: Asia, a diferencia de otros continentes, es una gran llanura sin barreras naturales en el paso hacia el oeste. De ahí que una y otra vez, hordas asiáticas se hayan puesto en marcha y hayan llegado y desbordado las fronteras de Europa. Ese desierto que es el corazón de Asia, despoblado y yermo, es también un crisol donde se han cocinado las mayores migraciones, próximas en el recuerdo y perfectamente documentadas. En Asia se esconde –si hay que hacer caso a la historia- un enemigo real.
¿De qué va Torneo de Sombras”? Torneo de Sombras se mueve en la segunda o la tercera derivada de lo dicho más arriba y nos conduce al presente. Nos da las claves para empezar a entender el conflicto de hoy.
Inglaterra, en el siglo XVIII ha conquistado la India. No lo ha hecho el Estado, lo ha hecho una sociedad: la Compañía de las Indias Orientales, que pone en pie sobre este territorio colonizado una administración y un ejército propios como si de un Estado soberano se tratara.
Para políticos y militares asegurar el presente es anticipar el futuro y empezar a actuar para que cuando llegue sea lo más parecido a lo que interesa que sea. Y en esa anticipación es en la que se basa lo que se denominó The Big Game: el conjunto de movimientos militares y políticos que durante el siglo XIX emprendieron las grandes potencias para asegurarse el dominio del Asia Central.
Por un lado Gran Bretaña convertida en potencia marítima y por otro Rusia. Una Rusia atrasada, ineficaz, que mantiene todavía vivas instituciones muy parecidas a la esclavitud pero cuya expansión natural es Asia y cuyo potencial los ingleses empiezan a temer.
Pone los pelos de punta mirar ahora cómo los estrategas británicos deciden prevenir el desorden que supondría que los rusos alcanzaran la frontera de la India si llegaban a Afganistán. Esa gran potencia que es Inglaterra –la Compañía de las Indias se desvanece cuando va en serio la operación que se prepara- se arma y envía a su ejército a ocupar un país donde hay poco más que riscos, cabras y unos habitantes díscolos sin más recursos que lo que los riscos y las cabras dan. El relato que hace Torneo de Sombras convierte lo inimaginable en sencillo y claro. La tremenda derrota del ejército inglés, destruido y perseguido en retirada, caería sobre Londres como una maldición de la que tardaría décadas en recuperarse.
Torneo de Sombras en un libro de historia a la inglesa, si se me permite decirlo así. Seguramente, hace demasiado hincapié en las personas, en los protagonistas de la aventura sobre Asia Central contando la vida y las penalidades de los de casa. Lo hace así y lo avisa.
Los autores han querido rescatar las andanzas de quienes protagonizaron los hechos pero quedaron en el olvido, ocultos por las sombras intencionadas del torneo que tenía lugar. Sombras intencionadas porque la información –o lo que es lo mismo el espionaje- compuso lo esencial de los movimientos que tuvieron lugar en la región, intencionadas también porque lo mismo que en los naipes se trató de un juego de posiciones donde los gestos sustituyeron tanto a los hechos como a las intenciones reales e intencionadas, al fin, porque los desastres de la guerra, la ineficiencia del ejército y los errores de los políticos obligaron a sepultar la realidad de lo que debía haber sido una epopeya a mayor gloria de la Inglaterra de la reina Victoria.
Pero Kart L. Meyer y Shareen Blair Brysac desbordan el siglo XIX y proyectan la sombra del célebre torneo hasta hoy. Recuerdan que fue Tocqueville, el intelectual americano, quien daría el indicio de cuál iba a ser la evolución del Big Game que se estaba disputando.
Vio con una intuición sorprendente que la confrontación feroz entre Oriente y Occidente, que se sólo emergía en episodios puntuales como los de la célebre carga de la Caballería Ligera en la Guerra de Crimea, tenía en los dos grandes oponentes Inglaterra y Rusia los protagonistas equivocados. Tan distintos por tantas cosas, Tocqueville advirtió que el eje de la confrontación sería, con el tiempo, entre Rusia y Estados Unidos.
Y por ese camino se desliza Torneo de Sombras. El siglo XX no cabe ya casi en el libro. Pasa por él de puntillas porque la investigación se inclina sobre todo por desvelar el origen. Pero aunque sea sólo de pasada, llega a la Segunda Guerra Mundial, a Mao Zedong, Eisenhower, Kennedy, Kiessinger, Allen Dulles y un rosario entero de nombres de los personajes que hicieron la historia del mundo a lo largo del último siglo.
Pueden ponerse reparos a Torneo de Sombras. A su enfoque tan inglés, a la forma casi de película de mostrar a los personajes o al excesivo peso de unas cosas en relación a otras. Pero en conjunto hay que reconocer que es un libro espléndido que despertará las ganas de saber más a cualquiera que lo lea.
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