viernes, 25 de julio de 2014

La Alemania de Weimar. Presagio y tragedia

La Alemania de Weimar. Presagio y tragedia

Eric D. Weitz
Turner, 2009
472 pp.

'La Alemania de Weimar' nos habla del pasado y también del presente. Nos recuerda una Alemania llena de vitalidad pero arruinada, con una sociedad hambrienta y sin esperanza, preparando el camino a la segunda guerra mundial.



Eric D. Weitz
Turner, 2009
472 pp.





Alemania es para el mundo el templo de la razón. País ordenado, riguroso, ponderado, es el espejo de lo que debe ser. La cosa viene de lejos y se extiende hasta hoy. Alemania viene trabajando a favor del esfuerzo, del trabajo bien hecho y de lo que manda la cabeza desde que tiene memoria como país e incluso antes. Bach, Kant, Einstein son las puntas de un iceberg que ha colocado hoy a Alemania en primera línea de Europa. Que la ha convertido en un ejemplo a seguir.

Y guiados por esta estela Angela Merkel gobierna con talento y firmeza como gobiernan los hombres de negro que interpretan los dictados de Alemania y los cuentan una y otra vez a países como Grecia que al calor del Mediterráneo no aprendieron todavía las exigencias del pensamiento ordenado, pegado a la realidad y riguroso.

A los ojos de esta Alemania, que aparece como el cimiento de Europa, Aristóteles ni existió o nunca fue griego. Los fundamentos enteros de nuestra cultura, basados en la razón y arraigados en Grecia, se borraron de la memoria. Como se borraron los camiones cargados de soldados que Alemania mandó para invadir Grecia y el resto de Europa en nombre de una raza superior y de la cultura.

Por eso y porque, en su centenario, recordamos el inicio de la primera guerra mundial en el que también intervino como primer actor Alemania, hay motivos para que nos preguntemos cómo es en realidad este país, poderoso, ejemplar y peligroso al mismo tiempo. Y para que le dediquemos un tiempo a esta Alemania de Weimar que nos describe uno de los mejores historiadores norteamericanos sobre la Europa de entreguerras.

¿De dónde viene Alemania, sin necesidad de remontarnos a los orígenes? ¿Cuál ha sido su caldo de cultivo desde muy a finales del siglo XIX y sobre todo a principios del XX? ¿Cómo se explica el viraje que conduce al predominio de la derecha más violenta y termina en la segunda guerra mundial?

La Alemania de Weimar lleva la mirada, sobre todo, al final de la primera guerra, cuando Alemania se libera del viejo estado prusiano y con la nueva república abre un período apasionante de efervescencia cultural y de pasión vital que coloca a Berlín en lo más avanzado de Europa.

Justamente, uno de los atractivos del libro es que no sólo presta atención a la historia, tal como normalmente se entiende, sino también a la vida cotidiana, a ese Berlín, por ejemplo, lanzado al desenfreno, donde florece el cabaret y asoman las demandas de los homosexuales, donde los anuncios luminosos incitan sin tregua al consumo, donde la electricidad y el agua han llegado a las viviendas e incluso los obreros ilustrados y muchos de los funcionarios ven al alcance de su mano algo parecido a la felicidad.

La Alemania de la República de Weimar es la Alemania del progreso y la locura pero es también una Alemania lastrada por problemas que se mostraron irresolubles. Con la desaparición del imperio prusiano y la llegada de la república las mujeres alcanzan el voto y se desarrollan medidas que anticipan lo que será la seguridad social, pero no es verdad que haya muerto el estado prusiano. Con el enorme peso a cuestas del Tratado de Versalles que hace pagar a la Alemania derrotada los costes de haber iniciado la guerra invadiendo a los países vecinos, el gobierno socialista debe recurrir a los antiguos funcionarios y debe ponerse en manos de los mismos oficiales del ejército que provocaron la gran catástrofe. Debe contener a la izquierda revolucionaria que se mira en el espejo de Moscú y debe contener también a una derecha para quien la democracia es la imposición de los países vencedores y la derrota de la dignidad nacional.

Una Alemania llena de contradicciones se abre a los ojos del lector. Una Alemania que ha descubierto la libertad de opinión, el consumo en masa y ha cambiado sus costumbres pero que al mismo tiempo está arruinada, con la industria en crisis, una inflación estratosférica y con una sociedad hambrienta y sin esperanza. La Alemania de Weimar plantea un escenario que hoy no parece tan ajeno a la realidad como podía haber parecido hace unos años. Plantea una situación endiablada que termina por despertar todos los demonios que condujeron a la segunda guerra mundial. Pero muestra, sobre todo, la evolución de un país que viene de una situación de progreso extraordinario a finales del siglo XIX, junto a una Europa en plena efervescencia, regida todavía por imperios decadentes, y con una sociedad cada vez más fragmentada por las consecuencias de la primera guerra mundial. Una Europa que debe afrontar un futuro que se le escapa de las manos.

La Alemania de Weimar fue el preludio de la Alemania opulenta que conocemos hoy. Con sus claros y sus oscuros, con la mirada puesta en la vida de la calle y en las familias, además de ponerla en la política y la economía, el relato que nos ofrece Eric D. Weitz muestra cómo la historia se abre camino y ayuda a comprender también el presente. Quien tenga curiosidad por entender la Alemania de hoy encontrará en La Alemania de Weimar un excelente aliado.

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jueves, 17 de julio de 2014

El valle del asombro

El valle del asombro

Amy Tan
Planeta, 2014
688 pp.

En 'El valle del Asombro' aventura, sorpresa, misterio, sufrimientos del alma, desencantos y afectos se entrelazan frente al telón de fondo de una China que se revuelve y que nunca volverá a ser la de antes.



Amy Tan
Planeta, 2014
688 pp.






Amy Tan regresa a las mesas de novedades de las librerías con una novela que nos devuelve a China y al mundo de relaciones familiares donde tan cómoda se siente.

El escenario es ahora, y para empezar, Shanghai y dentro de Shanghai una casa de cortesanas. Y la época es principios del pasado siglo, cuando la ciudad estaba dividida entre la ciudad china y la de la Concesión Internacional administrada por las potencias extranjeras. Buen comienzo, provisto de todo el potencial para desarrollar una buena trama y mantener al lector atento a lo que ocurre y a lo que va a ocurrir.

Porque Amy Tan no se corta y, aunque en tono mucho más suave, se atreve con esos golpes de efecto que han puesto de moda las series de televisión para dar un giro a la narración y aumentar los grados de tensión cuanto hace falta crear sorpresa en el lector.

La novela discurre desde la mirada de una niña cuya madre, norteamericana, es la propietaria de la casa de amoríos más lujosa de Shanghai. Un Shanghai que en poco tiempo asiste a la caída del emperador y al aumento de la tensión entre los extranjeros, poco amigos de los chinos, y los chinos, resentidos frente a los extranjeros. Pero cualquier cosa puede ocurrir en tiempos revueltos y la más inesperada es la ruptura entre madre e hija.

Para animar la novela, la hija, que deja de ser niña, se convierte a su vez en cortesana, vive el secuestro de su hija, acaba por suplantar la personalidad de una mujer norteamericana a la que no conoce… Y me detengo ahí. No desvelo nada que no se cuente en las reseñas sobre el libro y pudiera restarle emoción o misterio al relato. Sólo añado que la trama sigue todavía a través de un largo recorrido.

¿Qué aprendemos de China? Nada o muy poco de lo que tenga que ver con la China de hoy. Pero la novela permite conocer, a partir de la particular experiencia de los personajes, un mundo insólito del que nos distancia solamente cien años. Y de ese mundo el más sorprendente es el de las cortesanas.

Si Japón tiene a la gheisas, China encuentra un equivalente en las cortesanas. Nadie se refiere a ellas asociándolas a la prostitución. Al contrario, las más refinadas son un prodigio de sensibilidad, se han preparado para agradar con el canto y con la poesía, con gestos y entonaciones repetidas una y mil veces hasta alcanzar la perfección. Conocen el arte de la conversación. Aprendieron a moverse y a comportarse con exquisitez. Y pueden aspirar a convertirse en mujeres de hombres ricos, en un país donde varias mujeres y alguna concubina son moneda corriente entre los hombres más acaudalados.

Un pequeño ‘tratado’ sobre esta institución que forma el mundo de las cortesanas compone un apartado que aparece como un libro dentro de otro libro. Amy Tan ha buceado en el tema y en su novela saca a luz las normas, las interioridades y la imagen exterior que envuelve a este oficio que se pierde con la llegada del progreso y que se basa en el sutil ejercicio de las artes de la seducción.

Aventura, sorpresa, misterio, sufrimientos del alma, desencantos y afectos se entrelazan frente al telón de fondo de una China que se revuelve y que nunca volverá a ser la de antes. Una China llena de miserias y crueldades que conviven con una refinada cultura, al borde todas ellas del precipicio de una revolución. Amy Tan es una maestra en el manejo de emociones y de intrigas. Y vuelve a serlo aquí, con El valle del asombro, para deleite de sus lectores.

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viernes, 4 de julio de 2014

En Lower River

Lower River

Paul Theroux
Alfaguara, 2014
372 pp.

Paul Theroux construye sobre África una novela que se va haciendo más y más absorbente a medida que avanza, y que engancha al lector que espera conocer el desenlace final en medio de una atmósfera que se ha hecho desesperanzadamente opresiva.



Paul Theroux
Alfaguara, 2014
372 pp.





“Las mujeres tenían prohibido silbar, beber cerveza, comer huevos o poseer canoa…”

Dentro de este género, bastante amplio por cierto, de la literatura de viajes podríamos hablar del subgénero de viajes de ida y vuelta. Un subgénero que se alimentaría de las narraciones reales o de ficción de aquellos que regresan al lugar donde un día echaron raíces ellos o sus familias. Lugares que dejaron su huella y que impulsan al cabo del tiempo a regresar. Lugares convertidos en mitos y que reservan a quienes vuelven a ellos sorpresas imprevistas porque en muchas ocasiones ya no son lo que se guardaba en la memoria.

En esta línea, Paul Theroux construye una novela que se va haciendo más y más absorbente a medida que avanza, y que engancha al lector que espera conocer el desenlace final en medio de una atmósfera que se ha hecho desesperanzadamente opresiva.

De nuevo es África la que centra el relato, aunque Malaui sea el país concreto donde se desenvuelve la trama. Porque, más que Malaui, Theroux elige un rincón del país, aislado, casi inaccesible donde lo que ocurre está fuera de los espacios a los que llega la civilización y por ello mismo es una especie de agujero negro en el corazón del continente.

Aunque la novela de Theroux se podría calificar de aventuras, la realidad es que es mucho más que eso. Es una visión sobre África entera. Una visión, de nuevo pesimista, como si quisiera contradecir a aquellos que apuestan por una mirada esperanzada. Theroux, aquí, regresa al tono agobiante de El corazón de las tinieblas, a ese mundo oscuro del que habla también Salman Rushdie cuando se refiere a las más profundas creeencias africanas y que muestra que, por debajo de una sociedad que también puede ser moderna, sigue viva un África ancestral llena de inspiraciones mágicas, de fuerzas ocultas, de traiciones y de maldad en la que viven envueltos quienes siguen presos de las viejas culturas, de los miedos y de la obediencia a quienes se han hecho con el poder.

Theroux conduce su narración a este mundo sórdido del África oscura, de un continente que, reconoce, podía no haber acabado así pero que sigue preso de sus viejos demonios. El protagonista de la historia en realidad regresa a Lower River porque ese mismo lugar, aislado y fuera del mundo, en vez de resultar un infierno lo tenía todo para haber sido un paraíso. Y en realidad lo fue. Lo fue, como fue África un lugar de esperanza y de infinitas oportunidades cuando se abrió la puerta a la independencia de tantos países que vieron el camino abierto para prosperar.

La novela de Paul Theroux tiene en este punto su verdadero origen. Su protagonista, un norteamericano jubilado, un antiguo voluntario de los Cuerpos de Paz en Malaui, quiere volver a la misma aldea donde de joven fue feliz y donde contribuyó al progreso de sus gentes. Una aldea perdida, tranquila, acogedora donde sintió haber hecho una labor eficaz en medio de una población agradecida.

Nuestro hombre vuelve cargado de ilusión, pero lo que encuentra ya no tiene nada que ver con aquello que dejó años atrás. ¿Qué ha ocurrido? Seguramente no han ocurrido más que cincuenta años de desencanto y de deterioro de la región entera y de sus habitantes. Y, en el modo de desgranar este deterioro, Theroux entra en el meollo de la mentalidad africana y muestra la distinta percepción que quienes viven en la miseria, por un lado, y los ricos occidentales, por otro, tienen de los mismos hechos. Pone de relieve la manera radicalmente opuesta de juzgar y la distinta moral que sostiene el comportamiento y las justificaciones de europeos o americanos y de los africanos en sus relaciones.

Por supuesto, Theroux no pretende pontificar sobre la moralidad de todo un continente. Ni lo pretende, ni induce al lector a la generalización. Pero lo que sí muestra es cómo el abandono de comunidades enteras, alejadas de cualquier posibilidad de progreso, la muerte de muchos de sus habitantes como consecuencia de horribles enfermedades y las hambrunas que han nacido de los campos agostados por las malas cosechas han acabado por arruinar también la convivencia y han creado un mundo perverso al que no se ven salidas.

Como en el África de la que hablaba Conrad, la opresión y la oscuridad se apodera del presente y llama la atención del lector sobre estos puntos negros donde se mezcla lo peor de lo antiguo y de lo nuevo, donde no hay más ley que la opresión. Puntos que se esconden en una geografía donde todavía hay sitio para la magia, los poderes ocultos y la manipulación de los más fuertes. En Lower River es una excelente novela. Representa una visión más a añadir a tantas otras como se proyectan sobre la realidad africana. Y a pesar de situarse en el territorio de la ficción es una valiosa pieza para componer uno de esos puzzles llenos de matices que el lector construye para entender mundos que no son el suyo.

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