miércoles, 20 de diciembre de 2017

Yugoslavia, mi tierra

Yugoslavia, mi tierra

Goran Vojnović
Libros del Asteroide, 2017
365 pp.

La Yugoslavia de hoy, esa que ya no existe, pero que todos reconocemos cuando se habla de ella, regresa a con 'Yugoslavia, mi tierra' siguiendo la 'aventura' personal del protagonista y a través de una mirada jocosa y crítica al mismo tiempo.


Goran Vojnović
Libros del Asteroide, 2017
365 pp.





Con humor, y con un tono que bordea todo el tiempo el absurdo, Goran Vojnović nos lleva a Yugoslavia. Nos lleva a una Yugoslavia que ya no existe si se busca en el catálogo de estados hoy reconocidos, pero que sigue en la conciencia, o al menos en el recuerdo, de quienes la conocieron.

Como ha ocurrido en tantos países que vivieron duros y dramáticos momentos de sombra, la literatura de los Balcanes no se ha desprendido de lo que fue la época socialista ni de lo que supuso la guerra que incendió la región a su término. Pero la novedad del libro del que hablamos es la frescura y el desenfado con que mira al pasado y el contradictorio lastre que este pasado supone para el presente.

El absurdo es el modo más conveniente de situarse en una realidad que, vista con mirada sensata, parece de comedia y, sentida con el corazón, está del lado de la tragedia. Y es también el recurso más eficaz del que el autor dispone cuando elige a un personaje como protagonista del relato y como única voz que el lector escucha para hilvanar una ristra de acontecimientos que unen presente y pasado.

Nuestro personaje descubre que su padre, militar, fallecido en circunstancias confusas durante la cruenta guerra que desangró al país, vive oculto, como criminal de guerra que fue, para huir de la justicia. Oculto pero protegido por una oscura trama en un entorno que todavía considera héroes a los condenados por las matanzas y miserables a los jueces y a las instituciones extranjeras que les parece no tienen más interés que el de aplastar a quienes defendieron los más altos valores del espíritu de su nación.

Croacia, Eslovenia, Serbia, Bosnia... siguen siendo el reflejo de lo que fueron tiempo atrás. Y ese tiempo pasado resulta ahora incomprensible e inapropiado por igual. ¿Cómo puede nuestro hombre digerir con seriedad y con cordura su pasado de hijo de un general desaparecido en combate, modesto en el vivir, como era modesto y sacrificado todo lo que lo rodeaba, con el descubrimiento a estas alturas de su resurrección en clave clandestina e inconfesable? ¿Cómo puede juzgar el presente con un pasado tan engañoso y cómo puede manejarse hoy sin el desvarío a que le lleva la experiencia y la desconfianza sobre cuál es la parte de la realidad en la que situarse?

Esta vez nos asomamos a los Balcanes sin sentir el peso abrumador del drama que ha vivido porque el autor decidió elegir la botella medio llena y ha querido prescindir de reproches y de dolor en su novela. No es que los oculte, se diría que le deja al lector la tarea de descubrirlos y de administrarlos a su medida. Y le deja también acercarse a un presente donde las heridas existen a pesar de todo y conforman una realidad nueva que con todos los matices no es la misma que la del pasado.

La Yugoslavia de hoy, esa que ya no existe, pero que todos reconocemos cuando se habla de ella, regresa a través de la 'aventura' personal del protagonista de la novela para mostrarnos otro ángulo de la realidad en un racimo de países vinculados por una historia con raíces mucho más lejanas de las que nacieron en la época del mariscal Tito. Alrededor de la trama que recuerda la infancia del personaje principal de la novela, el presente y todos los fantasmas acumulados a lo largo del tiempo, vemos desde la ventanilla del relato en el que fingimos viajar los paisajes de unas Croacia, Eslovenia, Serbia, Bosnia... de nuevo diseño, que han cambiado, que se separaron, que desconfían unas de otras cuando no se desprecian, pero que continúan unidas por lazos de familia que el tiempo no ha conseguido borrar como viejas hermanas.

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lunes, 27 de noviembre de 2017

La invención de la Naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt

La invención de la Naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt

Andrea Wulf
Taurus, 2016
578 pp.

Merece la pena dejarse tentar por esta biografía de Humboldt, llamativamente amena, interesante en cada página, sorprendente y enriquecedora, en la seguridad de que quien la tenga entre sus manos va a disfrutarla a lo largo de una agradable lectura.


Andrea Wulf
Taurus, 2016
578 pp.





Si de vez en cuando conviene regresar a los clásicos, en lo que se refiere a literatura de viajes, Humboldt es una figura a poner en primera línea y a la que dedicarle toda la atención. Y eso es lo que ha hecho precisamente Andrea Wulf con una biografía tan extensa como entretenida de leer que recorre la vida del célebre naturalista desde finales del siglo XVIII a mediados del XIX y nos muestra a un personaje fascinante del que sabíamos demasiado poco y que era preciso rescatar del olvido.

Humboldt fue un personaje a todas luces excepcional. De una inteligencia despierta y de unas capacidades extraordinarias cautivó, siendo poco más que un estudiante, a genios como pudo ser Goethe que quedaron fascinados por sus ideas, por sus conocimientos y por su inagotable energía. Leía, escribía, impartía clases, hacía experimentos en los campos científicos más avanzados de su época, se relacionaba con los ‘sabios’ del momento, participaba en todos los debates… y esperaba a que llegara el momento de saltar a otros continentes para profundizar en su conocimiento de la naturaleza y para desarrollar sus propias teorías.

El final del siglo XVIII y el inicio del XIX fue un momento de extraordinaria efervescencia en Europa y a continuación en América. Seguramente, uno de los grandes aciertos de Andrea Wulf haya sido ‘conectar’ a su personaje con el entorno en el que vivió para mostrar su rotunda modernidad pero sobre todo para iluminar al lector acerca de la época en la que Humboldt desarrolló su labor.

No es que el libro hable de Humboldt, es que para hacerlo y darle una perspectiva suficiente pone el foco en la Europa de después de la Revolución Francesa, con un Napoleón llevando el conflicto bélico hasta Rusia y con Prusia -la Prusia donde ha nacido Humboldt- enfrentada a Francia, lo mismo que la Gran Bretaña para hacer del continente entero un extenso campo de batalla.

Justamente, el complicado caldo donde se desarrolla el avance de las ideas en Europa es en el que debe nadar Humboldt, saltando por encima de las ideas de los viejos maestros. Ahí es donde se propone construir una visión del mundo radicalmente distinta. La nueva manera de entender la naturaleza, la invención del concepto moderno que tenemos de ella y que da título al libro es, para sorpresa de quienes conocían sólo marginalmente a Humboldt, su gran aportación al conocimiento. Porque aparte de su frenético trabajo midiendo, documentando, recopilando muestras de todo lo que encontraba en sus expediciones, lo realmente innovador de Humboldt fue su visión del mundo natural como algo íntimamente interconectado.

La distinción de géneros, especies, razas que había fijado la atención de los naturalistas y había separado la naturaleza en parcelas homogéneas, ordenables y comprensibles para ayudar a entenderla es lo que ‘olvida’ Humboldt al descubrir que todo el sistema natural está relacionado y que no hay fronteras en su interior: que la geografía afecta al clima, lo mismo que éste afecta a las plantas y éstas a las aves y ….

Como cuenta la autora, “ todo lo que había observado (Humboldt) en su vida encontró su lugar en el rompecabezas. La naturaleza, comprendió, era un entramado de vida y una fuerza global. Fue, como dijo después un colega, el primero que entendió que todo estaba entrelazado con ‘mil hilos’. Esta nueva noción de la naturaleza iba a transformar la forma de ver el mundo.”

Pero el recorrido intelectual de Humboldt hubiera sido imposible en su Prusia natal y sin su empeño para afrontar las dificultades de unos viajes que le llevaron a lugares no sólo lejanos sino extremos, cargado con sus instrumentos de medida y con su cuaderno de apuntes.

La descripción que hace la autora de los viajes, justifica por sí sola la lectura del libro. El detalle de la complicada ascensión a cualquier volcán, la precaria navegación por los ríos americanos, las interminables caminatas para cruzar países enteros son una aventura cargada de interés y de emoción, lo mismo que la fineza de sus observaciones y la agudeza de su intuición para ver más allá de lo que en la época era evidente. Para descubrir por ejemplo los fundamentos de la ecología haciendo un diagnóstico tan certero como sorprendente del riesgo que corre la naturaleza como consecuencia de la intervención en ella de la mano del hombre.

Ecologista avant la lettre, antiesclavista radical, anticolonialista convencido, Humboldt fue un hombre de su época y un actor relevante. Su fama y descubrimientos le atrajeron amistades rendidas a su inteligencia, interesadas o ambas cosas a la vez. Para el presidente Jefferson fue una fuente de información a la hora de poner en pie una política norteamericana para el sur del continente, además de ser objeto de admiración por sus extraordinarias capacidades.

Berlín, París, el Londres de la época aparecen retratados en esta biografía lo mismo que aparecen con detalle personajes como Bolívar o Darwin que marcaron con una huella profunda el discurrir del siglo XIX y forman parte de la historia.

Seguramente, la ‘dispersión’ de esta Invención de la Naturaleza sea la base de su gran atractivo. No sólo no diluye el contenido sino que realza el retrato de un personaje de enorme importancia en un mundo en plena ebullición lanzado hacia la modernidad. En un mundo donde las ideas de la ilustración tocaban techo para abrirse por otros caminos al nuevo escenario que se construye a partir de la Revolución Francesa.

Merece la pena dejarse tentar por este libro llamativamente ameno, interesante en cada página, sorprendente y enriquecedor en la seguridad de que quien lo tenga entre sus manos va a disfrutarlo a lo largo de una agradable lectura.

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viernes, 17 de noviembre de 2017

El imperio de la luna de agosto. Auge y caída de los comanches

El imperio de la luna de agosto. Auge y caída de los comanches


S.C. Gwynne
Turner
488 pp.

Al hablar de los comanches, Gwynne abre los ojos al lector ampliando la mirada sobre Norteamérica, mostrandole una parte de su cara oculta y ayudándole a comprender un poco mejor las raíces y el presente del país que ha conseguido convertirse en el más poderoso en el mundo.


S.C. Gwynne
Turner
488 pp.





¿Si hubiera vida en la luna, tendría interés conocer qué ocurre en su cara oculta?  Seguro que sí. Y con la historia, podemos decir que ocurre lo mismo. La historia tiene sus caras ocultas y no por ello menos reales. Tiene sus agujeros negros que se han tragado acontecimientos, conflictos y pueblos enteros cuyo rastro se ha difuminado hasta casi desaparecer.

Los indios norteamericanos se han convertido en un capítulo importante de ese mundo no visible de la cara oculta de la historia. Una historia marcada por el éxito extraordinario del país donde vivieron, los Estados Unidos de América, y por el olvido donde han caído tanto sus pobladores originales como las abrumadoras penalidades que sufrieron cuando los hombres blancos procedieron incontenible y metódicamente a ocupar sus tierras.

Terminadas las guerras y colonizado el país entero, después de empujar 'la frontera' hacia el oeste hasta alcanzar el Pacífico, los indios se hicieron invisibles, fueron el vecino despreciado e incómodo. Su pasado quedó encerrado en el género de las películas de vaqueros y la gloria y la razón quedaron depositadas en los esforzados granjeros y aventureros que representaban al mundo civilizado. Hoy, para el ciudadano común, para los herederos de esa época de conquista y de civilización del gran solar norteamericano, los indios se han visto reducidos a una minoría marginal, por no decir arrasada, con la tranquilizadora excepción de unas pocas comunidades que supuestamente consiguieron nadar en los dólares procedentes del negocio de los casinos en que convirtieron las tierras que heredaron de la vieja tribu.

Gwynne vuelve su mirada hacia esta parte oculta de la historia para rescatar el tramo final y abrupto de una civilización que vivió aislada, envuelta en sus tradiciones y en sus modos de vida, hasta la llegada de los primeros colonizadores europeos. Pero es mucho hablar del pueblo o de los pueblos indios cuando fueron tantos y tan variados en costumbres y en organización social los que ocuparon Norteamérica. Los indios fueron en realidad un racimo de poblaciones divididas en grandes tribus ramificadas a su vez en comunidades y en bandas de lo más diverso aisladas unas de otras y a menudo en guerra entre sí.

Los comanches son la tribu que ocupa el interés de Gwynne y a la que dedica el libro. Son la poderosa tribu que ocupa las praderas del centro y el sur de lo que hoy es Norteamérica. Una tribu separada del exterior por una barrera geográfica que la aísla y defiende del resto del mundo de un modo natural y ocupando un inmenso territorio donde sus diversas ramas campan a sus anchas desplazándose de un lugar a otro a lo largo del año y viviendo de las extraordinarias manadas de bisontes de cuya caza extraían sus medios de vida.

Gwynne no es un nostálgico ni un moralista. Y su intención no fluye en la dirección de la antropología que busca reivindicar al buen salvaje. Lo que pretende es proyectar una mirada actual sobre lo que se puede definir como un desequilibrado choque de civilizaciones cuyos términos sólo se pueden observar en su totalidad con el paso del tiempo.

Hablar de los comanches es hablar también de los colonos venidos de Europa. Y exponer los argumentos de unos obliga asimismo a exponer los de los otros para componer los términos de un enfrentamiento sin compromiso posible. Es cierto que a los comanches les corresponde en el libro un protagonismo mayor del que tienen los colonizadores blancos. Pero no es una preferencia gratuita del autor la que les concede una mayor relevancia. Es el desconocimiento que ha habido sobre ellos, sobre sus comportamientos, sobre sus modos de vida y sobre su particular carácter lo que obliga a prestar especial atención a su mundo y a ponerlo al mismo nivel del mundo de los blancos, que conocemos tan bien, para enfrentar uno y otro.

En alrededor de veinte años, los comanches pasaron de tener su máximo poder a convertirse en una tribu depauperada, diezmada por las enfermedades, las guerras contra el ejército y las partidas norteamericanas y por el hambre. Estamos en la segunda mitad del siglo XIX.

La comanchería, un amplísimo territorio de praderas había alcanzado su máxima extensión gracias al coraje y al poder guerrero de las bandas indias que la poblaban. Los comanches habían destacado sobre los demás indios por su capacidad de montar y guerrear a caballo. Fue ésta una diferencia circunstancial porque el caballo llegó a América con los españoles y tardó un tiempo en difundirse fuera de sus propiedades. Hubo que esperar a que el ejército de la Corona de España perdiera algunos animales en combate o que pequeños robos llevaran a territorio indio algunos ejemplares para que el caballo se extendiera en el mundo de las praderas.

Otros indios asistieron a la llegada a América de los caballos, pero sólo los comanches los asimilaron y los convirtieron en puntal para un nuevo modo de vida. Y sólo los comanches desarrollaron el cuidado de los caballos y el entrenamiento militar como un modo de afrontar la relación con su entorno. Los comanches, en la época de enfrentamiento más agudo con el hombre blanco habían derrotado ya a los apaches con quienes se habían enfrentado en una guerra de exterminio. En su educación, desde muy jóvenes, los comanches aprendían a cabalgar y a manejar el arco con una destreza como ninguna otra tribu y con una eficacia que superaba a la de los militares americanos atrapados todavía en las reglas de las guerras napoleónicas. A caballo, los comanches superaban a las partidas que defendían los fuertes establecidos en la frontera y hacían de su territorio un santuario inviolable y desconocido para los extraños.

Pero había más. Los comanches eran maestros en el manejo de lo que ahora llamaríamos terror. Su crueldad en la batalla o en las expediciones de ataque era tal que el hombre blanco quedaba desconcertado ante la orgía sanguinaria de los indios de las praderas. Las peores torturas, la decapitación, el arranque de las cabelleras, las mutilaciones eran moneda común en las incursiones comanches. Y eran un argumento añadido en la creación de la imagen del indio como un ser inhumano, dotado de una conciencia moral perversa, al que había que derrotar por cualquier medio.

Es difícil, en la Norteamérica de hoy, hallar el rastro de unas poderosas comunidades que reinaron en su territorio hasta bien avanzado el siglo XIX. La historia de los indios quedó suplantada por la de los colonos blancos que fueron quienes escribieron la historia de la creación de los Estados Unidos y quienes vieron en la construcción de su propio país algo nuevo y heroico sin más protagonistas que ellos mismos, su sacrificio y el enorme esfuerzo desplegado por dominar cualquier adversidad que se opusiera al avance de la civilización de la que eran portadores.

Gwynne nos abre los ojos ampliando nuestra mirada sobre Norteamérica, mostrando al lector una parte de su cara oculta y ayudándole a comprender un poco mejor las raíces y el presente del país que ha conseguido convertirse en el más poderoso en el mundo.

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lunes, 6 de noviembre de 2017

Horizonte móvil. Una expedición literaria a la Antártida

Horizonte móvil. Una expedición literaria a la Antártida

Daniele Del Giudice
Ático de los libros, 2016
169 pp.

La lectura de 'Horizonte móvil' es entretenida y enriquecedora. Representa una oportunidad de acercarnos al continente antártico desde las perspectivas paralelas de las expediciones de hoy y del pasado.


Daniele Del Giudice
Ático de los libros, 2016
169 pp.






Será el cambio climático, será la fascinación que ejerce lo desconocido, será la admiración que despiertan las grandes hazañas, lo cierto es que los polos se han puesto de moda y han pasado de ser una tierra incógnita y ajena a unos lugares que consideramos a nuestro alcance y que despiertan todo el interés.

Las penosas expediciones de los primeros aventureros, que se atrevieron a adentrarse en los lugares más duros e inaccesibles del planeta, se han convertido en epopeyas entre las que sobresalen solamente unas pocas que alcanzaron gran popularidad. Pero de muchas otras, las noticias solamente han llegado hasta los muy interesados que rebuscaron en la documentación dejada por marinos o en instituciones bajo cuyo patrocinio se llevaron a cabo.

Daniele Del Giudice nos propone casi un juego. Nos habla de su propio viaje hacia el Polo Sur y también de viejas expediciones que se arriesgaron a entrar en los hielos antárticos para explorar la tierra y los mares más meridionales del globo.

El viaje de nuestro autor sigue la estela de otros viajeros por tierras australes de América. Retoma el interés de Chatwin por dejarse llevar hacia el sur y por hablar y encontrarse con personas, paisajes y lugares que dan cuenta de la singularidad de esta región extrema. Del Giudice viaja en coche, para pisar el terreno y ir a su aire por caminos poco trillados. Pero, por supuesto, lo suyo no es sólo el romanticismo de deambular sin prisa deteniéndose en paisajes y en recuerdos. Llegar al polo, que es su objetivo, requiere contar con un avión, el buen tiempo necesario para volar en una región tan inhóspita y un lugar donde alojarse en medio de una nada en la que solo han puesto el pie unas pocas bases científicas internacionales.

El relato de Del Giudice nos habla de sus experiencias en lugares que tienen mucho de extraordinario y mueven a la reflexión. Pero nos habla también del pasado de estos lugares porque, en lo que son hoy, pesa de manera singular la presencia a finales del XIX y principios del XX de los primeros colonizadores venidos de todas partes del Europa y América para hacer fortuna y para 'domesticar' un territorio abandonado, cuyos únicos habitantes autóctonos sobrevivían en condiciones extremas y en medio de la penuria.

El pasado cuenta y en este caso es especialmente rastreable por lo reciente. De aquí que el autor recurra a algunas de las expediciones que se aventuraron por los mismos lugares que él recorre y que aportan un punto de vista distinto del suyo. A modo de diario, Del Giudice intercala entre los capítulos donde cuenta su propio viaje, el relato de algunos episodios estas otras expediciones. Las voces de uno y de otros se entremezclan y expanden el horizonte que se abre ante el lector. Las dificultades de la navegación, la vida en una región en buena parte salvaje, la extrema dificultad de desplazarse, la población india... todo un abanico de realidades amenazadoras en aquel momento regresan al presente en una reconstrucción de lo que fueron las regiones australes hace poco màs de cien años.

Horizonte móvil representa una nueva oportunidad de acercarnos al continente antártico desde perspectivas distintas aunque paralelas. Es una lectura entretenida y enriquecedora. Y con la mirada puesta tanto en los hitos de la exploración del pasado como en los proyectos más avanzados de la ciencia que se desarrollan en el polo abre una puerta también al futuro y a la percepción de la importancia que los polos tienen para el avance del conocimiento.

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martes, 10 de octubre de 2017

Uzbekistán

Uzbekistán

Antonio Checa
Renacimiento, 2016
278 pp.

Antonio Checa nos lleva de viaje a Uzbekistán. Su libro, además de aportar al lector una extensa información, compone un retrato del país, tal como es hoy, útil y lleno de interés.


Antonio Checa
Renacimiento, 2016
278 pp.






Entre la mítica Ruta de la Seda y el descalabro de la URSS, Uzbekistán ocupa ese espacio incierto del que todavía no nos hemos hecho una idea cabal. Bujara, Samarcanda, un tren de alta velocidad, el mar de Aral desecado, el próspero valle de Fergana… son piezas de un puzzle cuya imagen a medio componer resulta todavía confusa.

Por ello es bien recibido un libro cuyo título no deja lugar a dudas. Uzbekistán es el nuevo libro que nos trae Antonio Checa después de haber viajado por el país y de haberse documentado exhaustivamente.

¿Se trata de un libro de viajes? No. Más bien, y valga la licencia, se trata de un artículo de wikipedia pero mucho más largo. Es casi un estudio sobre el país para situar al lector e instruirlo ofreciéndole información básica en casi todas direcciones. Información para que tenga sobre el país una percepción lo más amplia posible como la tiene de muchos otros países que conoce mejor y percibe como más cercanos.

Son muchos los temas de los que trata el libro. El pasado, la historia sobre la que se asienta el Uzbekistán de hoy, ocupa como no podía ser de otro modo un espacio. Una historia repartida en dos momentos, el más reciente el del país como una de las repúblicas de la Unión Soviética y otro mucho más lejano como cabeza del imperio que construyó Tamerlán y que ahora sirve de instrumento para alimentar una identidad nacional con tintes de gloria.

Con todo, la hstoria no es lo más relevante porque el presente ocupa la mayor parte de las páginas del libro. La gente, asunto que incluye a las diversas comunidades que viven en el país, los problemas que desde un punto de vista actual supone el trabajo de los niños o los matrimonios jóvenes, la política tan marcada por el proceso de desintegración de la URSS en la configuración de las nuevas élites, o el medioambiente en un país en buena parte desértico y que ha sufrido la agresión debida a la intervención humana que dio lugar a la muerte del Mar de Aral, la relación no exenta de problemas con los países vecinos, la economía... componen el abanico de temas sobre los que se centra el libro, cuya ordenación meticulosa recuerda muchas veces a un informe ofcial.

Una segunda parte es más 'viajera'. En ella cambian el tono y la mirada que animan el texto. Es la que se refiere a las ciudades que más resuenan en la imaginación y más ocupan el interés de quienes viajan a Uzbekistán. La capital Taskent y las ciudades míticas de Samarcanda, Bukhara y Khiva forman parte del recorrido por el que Antonio Checa acompaña al lector. Luego, desfilan también otras ciudades menos conocidas o menos literarias como son Urgench, Shahrisabz y Qarshi.

Aquí la importancia del dato y de la información que trata de ser objetiva pierde importancia frente a la experiencia del autor que se convierte en guía o en comentarista de los lugares a donde viaja, de lo que le llama la atención y de todo lo que le suscita un comentario.

Quizás al lector este Uzbekistán le resulte algo frío, quizás hubiera deseado un libro con más alma. Lo que va a reconocer en todo caso es que le va a aportar una gran información y que compone un retrato del país, tal como es hoy, útil y lleno de interés.

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martes, 26 de septiembre de 2017

Polinesia, paraíso encontrado

Polinesia, paraíso encontrado

J. Dumont D'Urville y R.L. Stevenson
Círculo de Tiza, 2017
361 pp.

'Polinesia, paraíso encontrado' reúne fragmentos de dos de los mejores relatos que dio el siglo XIX sobre ese paraíso lejano y seductor que fueron para Europa las islas de la Polinesia.


J. Dumont D'Urville y R.L. Stevenson
Círculo de Tiza, 2017
361 pp.





Círculo de Tiza continúa alimentando su colección de relatos a dos voces sobre lugares remotos y siempre con un tinte exótico. Polinesia es el título que se añade a la serie y que de nuevo viene ilustrado con cuidadas imágenes de época -estampas, fotografías- que ponen en contexto lo que cuentan los autores y que hacen del libro un objeto grato y atractivo.

Jules Dumont D'Urville, francés, marino, geógrafo, explorador y presidente de la Sociedad Geográfica de París es el autor del primero de los textos que recoge el libro: Viaje pintoresco alrededor del mundo. Hawái y Tahití.

De Robert Louis Stevenson, escocés, célebre novelista, poeta y ensayista, se recoge en el libro una parte de En los mares del sur, que escribió en los últimos años de su vida.

Nada mejor para situar este Polinesia, paraíso encontrado que la nota con la que lo presentan los editores:

“El libro que el lector tiene entre sus manos -dice- reúne fragmentos extensos de dos de los mejores relatos que dio el siglo XIX sobre el "paraíso encontrado" de las islas de la Polinesia. En primer lugar ofrecemos los capítulos dedicados a los archipiélagos más importantes, Hawái y Tahití, por el viajero francés Jules Dumont D'Urville, en los que narra su viaje de 1831 a esas por entonces casi desconocidas tierras insulares del remoto Pacífico suroccidental, apenas sesenta años después de su descubrimiento y conquista a cargo del británico sir James Cook. (...)

A continuación ofrecemos la primera parte, dedicada a las Islas Marquesas, del que se considera uno de los mejores relatos de viajes de la literatura universal, En los mares del Sur, la narración que realiza Robert Louis Stevenson de sus viajes y permanencia en Polinesia durante los últimos años de su vida, entre 1888 y su fallecimiento en Samoa, en 1894. Esta primera parte del libro de Stevenson, que consta de cuatro partes, contiene las reflexiones más profundas y la visión más cargada de sorpresa y frescura de toda la obra. (...)

Desde el espíritu científico y la óptica pragmática que anima a obra de Dumont D'Urville, hasta la visión antropológica y empática de Stevenson, pasando por la tristeza mal disimulada que aflora en los rostros de los indígenas retratados por los fotógrafos del siglo XIX, a lo largo de este libro vemos la transformación de este "paraíso encontrado" en una especie de infierno terrenal, en el que la población aborigen se va viendo diezmada por las enfermedades, la aculturación forzosa, la sujeción a los intereses comerciales de las potencias coloniales. Desde su perspectiva profundamente humanista, Robert Louis Stevenson denuncia a su manera las secuelas del colonialismo, sin dejar de ponderar las ventajas de la civilización, siendo uno de los primeros occidentales en advertir los peligros de aquel: "la experiencia comienza a demostrarnos (...) que un cambio de costumbres resulta más mortífero que bombardeo."

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martes, 5 de septiembre de 2017

La caída de los otomanos. La Gran Guerra en el Oriente Próximo

La caída de los otomanos

Eugene Rogan
Crítica, 2015
784 pp

'La caída de los otomanos' es una lección de historia novedosa y sumamente atractiva para quienes desean comprender un poco mejor Turquía.


Eugene Rogan
Crítica, 2015
784 pp






Turquía casi nunca ha resultado un país amable a ojos de occidente. En la frontera con Asia, de religión musulmana y con una cultura netamente distinta de la europea, se la ha visto más como una amenaza que como un estado vecino con el que es posible convivir.
De hecho, la historia que nos ha llegado y sobre la que se ha construido nuestra opinión sobre Turquía es la escrita desde la mirada de los europeos rechazando cualquier punto de vista que pudiera nacer del otro lado de la frontera, del lado turco.

La caída de los otomanos llena justamente el hueco que nace del relato efectuado desde un solo punto de vista y decide poner el centro de gravedad en Turquía para explicar desde ahí la última etapa de la vida del imperio otomano y su disolución para dar a luz a lo que sería la Turquía moderna.

Como todas las simplificaciones, lo del 'enfermo de Europa ', referido a un imperio moribundo y sin perspectivas de supervivencia, encerraba una verdad pero dejaba de lado multitud de asuntos de suma importancia. Ayudaba más a confundir que a comprender la realidad. Un imperio de más de cuatrocientos años no se liquidaba por una simple enfermedad, seguía siendo un organismo vivo, con una elaborada administración y con una relación entre naciones y países que formaban su imperio compleja, tejida a lo largo de mucho tiempo.

Es significativo que quien escribe este nuevo relato no es un historiador turco. Es un autor norteamericano sorprendido por la asimetría del trato dado a occidente y a Turquía cuya voz era silenciada y cuya presencia se veía por ello mismo privada de razones y deshumanizada.

Dos partes muy distintas componen este libro que interesa tanto por lo que supone de equilibrio sobre la historia ya pasada como por la luz que arroja para comprender algo mejor el presente.

La primera parte, muy estimulante, trata de de los años finales del siglo XIX hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. Años que ponen al imperio otomano en contacto con un mundo cambiante y lleno de amenazas que arrancan de la inestabilidad que se vive en Europa. El surgimiento de los nacionalismos, uno de cuyos episodios acabará siendo el asesinato del heredero del imperio austriaco y el inicio de la Gran Guerra, está en el origen de una fuerte convulsión en los Balcanes después de que el imperio turco perdiera Grecia, convertida en estado independiente, y de que se viera arrastrado a una sucesión de guerras regionales de las que salió fuertemente desgastado.

Sus enemigos tradicionales, los rusos que persisten en asegurarse una salida al Mediterráneo por territorios otomanos, el imperio austríaco con intereses en los revueltos países balcánicos sobre los que Turquía ejerce influencia, las potencias coloniales como Francia y el imperio británico mueven a su conveniencia las fichas de una partida en la que Turquía resulta en todos los casos perdedora.

El encono en el conflicto con Armenia aparece expuesto con detalle, azuzado por los rusos y utilizado como propaganda contra Turquía por las potencias occidentales que esperan sacar provecho de la situación. Y alimentado por el miedo de las autoridades otomanas de una desmembración del territorio nacional que hiciera ingobernable un imperio con demasiadas grietas para permitir una más en su corazón mismo.

La segunda parte del libro se centra en el papel de Turquía en el inicio y durante la Primera Guerra Mundial. Las sociedades secretas a las que se acusa de estar en el origen del supuesto complot contra Erdogan en el presente, están sin duda ninguna en el origen de la pérdida de poder del sultán y de la toma de las riendas del estado por los Jóvenes Turcos. Jóvenes y laicos pero rodeados de una sociedad intensamente religiosa con la que deben contemporizar en el intento de conseguir la misma modernización del imperio que ya intentó años atrás el sultán y de la que tuvo que arrepentirse al comprobar que para hacer frente a la hostilidad y codicia de los estados vecinos tenía que regresar a unir el país bajo el paraguas de los viejos valores otomanos.

El drama de los Jóvenes Turcos corre paralelo a las estrategias de las potencias continentales ávidas de recoger los despojos de un imperio al que ven sin recursos suficientes para defenderse. Las maniobras de Francia, Inglaterra, Rusia, Austria, ¡incluso Italia! llevan a Turquía a aliarse con Alemania, como última alternativa. Y generan una cadena de confusiones y errores de cálculo que van a tener dramáticos resultados.

El primero de los errores lo comete Alemania que supone que Turquía entrará fácilmente en guerra y que el sultán llamará a los muchos millones de musulmanes que viven bajo el dominio del imperio británico a emprender una guerra santa en nombre del islam, a enfrentarse a las autoridades fieles a la corona inglesa y a abrir un frente oriental que desbaratará los planes de Londres. Los turcos no desean entrar en guerra y apurarán hasta el último minuto para tratar de recomponer las alianzas que les permitan no involucrarse en el conflicto.

El segundo error de cálculo es el que cometieron los aliados de Francia, Inglaterra y Rusia convencidos de que el imperio otomano estaba al borde del colapso y en pocos meses caería derrotado. Nada de esto ocurrió. Una enorme capacidad de resistencia se levantó para hacer frente a los ejércitos aliados y, tras un inicio poco brillante en lo militar Turquía supo reorganizar a su ejército y mantener en jaque a sus enemigos durante años en una durísima guerra en los frentes orientales.

Si la primera parte del libro se inclina hacia la geoestrategia y profundiza en el contexto europeo que envuelve a Turquía y del que debe defenderse, la segunda parte gira sobre todo alrededor de la estrategia militar y de las batallas que marcaron el transcurso de la contienda y concluyeron con el desmembramiento de lo que había sido un gran imperio.

Una lección de historia, desde un punto de vista que ayuda a comprender mucho mejor Turquía, es la que nos ofrece este exhaustivo relato centrado en los últimos años del imperio otomano. Una lección de historia novedosa y sumamente atractiva para quienes desean comprender un poco mejor a ese extenso país en la frontera entre Europa y Asia que occidente ha visto siempre en la lejanía, como un vecino incómodo en el que es difícil, sino imposible, confiar.

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miércoles, 12 de julio de 2017

Dentro del Secreto. Un viaje por Corea del Norte

Dentro del Secreto. Un viaje por Corea del Norte

José Luís Peixoto
Xordica, 2016
240 pp.

Con buen tono y siempre una punta de humor "Dentro del Secreto" cuenta un largo viaje y una extensa reflexión sobre un país insólito como es Corea del Norte.


José Luís Peixoto
Xordica, 2016
240 pp.





Hay calificativos que convienen de manera especial a unos o a otros países. Extravagante quizás es el único aplicable a un solo país y ese país es Corea del Norte. Las noticias que llegan de los contados viajeros que han visitado el país han creado la imagen de que han estado en una especie de circo donde casi todo es a todas luces falso y que cada experiencia es un peldaño añadido a ese más difícil todavía que reta continuamente al sentido común. Un circo inquietante sujeto a un control férreo, con armas nucleares, empobrecido y con una población enajenada que poco tiene que ver con la que conocemos fuera de sus fronteras.

José Luís Peixoto, portugués, ha escrito novelas, poesía, teatro y está dispuesto a viajar a ese otro mundo que es Corea del Norte para conocer de primera mano lo que allí se cuece. Viajar con el atractivo añadido de que aprovechará las celebraciones del aniversario del nacimiento de Kim Il-sung, el fundador del nuevo estado, y participará en un recorrido especial que no suele estar abierto a visitantes extranjeros. El suyo promete ser un viaje excepcional.

Como es lógico, nuestro viajero ha leído sobre Corea, está bien informado y cuenta con la tutela rigurosa a la que se aplicarán los guías cuidando de su rebaño de turistas. Hace amago de sufrir cuando debe entregar en la frontera su teléfono móvil que no recuperará hasta la salida del país pero sabe que es parte del ritual con que el estado coreano recibe a quienes vienen de fuera. Y se sorprende de las explicaciones de la guía aprendidas como un loro y carentes de espontaneidad y vida. Pero la curiosidad, el espectáculo circense, va perdiendo brillo a medida que se prolonga el viaje y se repiten las escenas. Y deja paso al hartazgo porque es difícil mantener la broma a lo largo de la función, fingiendo que es real y con la presión de seguir la corriente a los guionistas asintiendo con una sonrisa a cada uno de sus discursos.

Sin embargo, y que haya una posición crítica, tampoco nos sitúa frente a un libro áspero. Que el autor transmita ese desasosiego creciente a lo largo del viaje no implica que abandone el humor y que su relato se convierta en una losa para el lector. Todo lo contrario. Las anécdotas que cuenta mueven a la sonrisa. La pelea con la hoja de afeitar, con el ascensor del hotel o con la dureza del colchón muestran a las claras que Peixoto es un escritor/espectador con cintura y que sabe poner distancia e ironía con aquello que está viviendo. Sabe y cuenta que el país que ve es de cartón piedra, construido para los turistas por unos artesanos torpes que no saben cómo ocultar la tramoya y que caen una y otra vez en el ingenuo ridículo de pretender deslumbrar a los occidentales con anuncios de el más moderno, el más grande o el más extraordinario.

Y por supuesto, además de comentarios y opiniones, José Luís Peixoto da noticia también de lo que ve a lo largo de su viaje, que no es poco. Habla de las fiestas y de cómo las celebran los coreanos, de sus entretenimientos, de ciudades y fábricas, de paisajes, de las carreteras y de la comida y del vestido de las mujeres, de la vida en el metro de Pyongyang y de los niños. Y, una y otra vez, de museos, monumentos y escenarios diversos donde el régimen se afirma y construye un mundo idealizado a mayor gloria de los amados líderes que iluminan el camino a la victoria final frente a los enemigos.

Seguramente el culto superlativo a la personalidad de los padres de la patria, Kim Il-sung, y de su hijo Kim Jong-il fallecidos pero mantenidos en un cielo trasladado a la tierra a base de enormes estatuas o de recuerdos allí donde dejaron su huella es lo que más va a llamar la atención del lector por lo excesivo y lo despegado de la realidad. Y agotada la capacidad de sorpresa será lo que más inquietud le va a generar en la medida en que es la expresión de un delirio colectivo que envuelve a la sociedad coreana, sin aspecto de tener fisuras, y que la empuja por la senda del conflicto con el resto de países -China incluida- que la rodean.

Dentro del Secreto cuenta un largo viaje y una extensa reflexión sobre un país insólito como es Corea del Norte. El hecho de que sea un portugués quien lo escribe da, sin duda, un matiz especial al relato y que sea un escritor más que un analista o un simple ´narrador´ de un viaje añade al libro un rico juego de registros. Quien quiera rasgar la envoltura que guarda el secreto de la Corea del Norte para enterarse como José Luís Peixoto de lo que se cuece dentro no tiene más que sentarse en un sillón y empezar a leer su libro.

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viernes, 23 de junio de 2017

El crisantemo y la espada

El crisantemo y la espada

Ruth Benedict
Alanza, 2011
384 pp.

Japón se revela no sólo como un país de cultura distinta de la occidental sino también como tan contradictorio que resulta incomprensible. El crisantemo y la espada profundiza en las raíces de la cultura japonesa para ayudarnos a comprender al país y a sus gentes.


Ruth Benedict
Alanza, 2011
384 pp.





El crisantemo y la espada se publicó por primera vez en 1946. Es un estudio de corte antropológico para entender Japón, su cultura y la mentalidad de sus gentes. Y después del tiempo transcurrido la pregunta que surge en primer término es si el Japón del que habla el libro tiene que ver con el Japón actual, si los japoneses no han cambiado tanto desde entonces que poco de lo que en el momento de publicarse el libro era cierto lo es en el momento presente.

Empecemos contando la historia del libro porque tiene su interés. En el curso de la Guerra del Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno norteamericano se plantea cómo interpretar el comportamiento de los japoneses en la contienda, su empecinada resistencia a pesar de su inevitable derrota y sobre todo qué hacer cuando gane la guerra y deba gestionar su victoria. ¿Cómo son los japoneses, cómo tratarlos y qué hacer con el país?

Para afrontar tantas preguntas se dirigen a una de las antropólogas de mayor prestigio en el momento y le encargan el estudio de cómo son los japoneses: cómo son en realidad, más allá de las apariencias. Porque a pesar de que hay mucha literatura escrita sobre ellos, lo que se desprende de lo que han dicho quienes los conocen es, no sólo confuso, sino radicalmente contradictorio. Los japoneses son de una cortesía extrema pero también de una brutalidad extraordinaria. Son de una fidelidad sin fisuras a quienes los mandan pero también rebeldes e insumisos en la misma medida. Son sutiles en sus gustos y sensibles hasta el último matiz, pero son igualmente rudos y descuidados en lo que afecta al cultivo y a la apreciación de la belleza. La ferocidad y el carácter primario del samurái convive con la espiritualidad que emana de la cultura japonesa y ambas, ferocidad y espiritualidad, se entienden hermanadas y formando parte de la misma cosa.

El crisantemo y la espada, un título que refleja la contradicción a la que se enfrenta el estudio, sigue siendo un libro extraordinario. Hay que leerlo con atención porque es un estudio profundo y con más contenido del que pudiera parecer a primera vista. No es el resultado de un análisis periodístico. Va mucho más allá, y paso a paso va abriendo temas con el fino bisturí de conceptos bien asentados para poner orden a esas contradicciones que aparecen una y otra vez y que requieren ajustes muy finos para su interpretación.

Ruth Benedict pone de relieve que Occidente ha estado mirando a Japón desde una cultura, desde una lógica y empleando un sentido común totalmente extraños a la cultura japonesa. Y es justamente un cambio de perspectiva, construyendo nuevos conceptos, lo que se precisa para empezar a comprender el alma japonesa y los principios que la guían.

Un montón de dichos conceptos es lo que nos desvela Ruth Benedict y desmiga para hacérnoslos digeribles a fin de ayudarnos a comprender las líneas maestras que orientan el comportamiento y el punto de vista de los japoneses. On, giri, chu, gimu, haji, jicho…  definen auténticas corrientes subterráneas que condicionan la vida de millones de personas sin que occidente haya sido capaz de percibirlas o de analizarlas en profundidad. Sin que haya podido conjugarlas para entender cómo juegan todas ellas al mismo tiempo y muchas veces en conflicto unas con otras, con resultados aparentemente inexplicables.

Entrando, además, en asuntos tan variados como la historia, la educación de los niños o la religión, el mundo japonés se revela en El crisantemo y la espada como un mundo extremadamente complejo. Pero hay que volver a la pregunta formulada al principio de si la situación al término de la segunda guerra mundial, la que sostiene el análisis que efectúa la autora, tiene todavía vigencia y si los japoneses, más orientados hoy al manga, el anime y la cultura pop, tienen algo que ver con los kamikazes que encomendándose al emperador se sacrificaban precipitándose sobre los barcos norteamericanos.

La respuesta no es evidente y quien visite Tokio o lea a Murakami sentirá la tentación de decir que hablamos de ‘japones’ distintos. Japones que han roto la línea de continuidad que los unía y que no se reconocen siquiera como de la misma familia. Pero no es tan sencillo llegar a esta conclusión que, además, seguramente no es la correcta.

Japón sigue siendo un país opaco. Es un país nuevo en muchas de sus formas de vivir y en el aspecto de sus ciudades que se han occidentalizado de manera evidente. Es un país decididamente moderno. Pero nada de ello impide que las mismas corrientes subterráneas que actuaban cuando la autora emprendió su investigación sigan haciéndolo ahora sobre un tablero de juego actualizado y más orientado al futuro que al pasado.

Carlos Rubio escribió su interesántisimo ‘El Japón de Murakami’ estimulado por la misma pregunta de si el Japón actual guarda o no relación con el mundo y con la cultura de los que procede. Y su respuesta es que si, aunque hubiera podido parecer que no a primera vista.

A pesar de que el encargo que recibió Ruth Benedict sea hoy cosa del pasado, El crisantemo y la espada sigue siendo un libro plenamente vigente, un libro complejo y sin embargo de lectura muy fácil. Quizás demasiado fácil porque invita a disfrutar de él leyendo de corrido cuando tal vez habría que tener papel y lápiz al alcance de la mano para ir apuntando conceptos e ideas que nos van a sonar a nuevos. Un libro que va a abrir nuestros ojos a una realidad que nos es desconocida y que no vendrá nada mal leer antes de visitar Japón o simplemente si se siente curiosidad por conocer mejor el país.

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viernes, 2 de junio de 2017

A la sombra de Europa. Rumanía y el futuro del continente

A la sombra de Europa

Robert D. Kaplan
El hombre del tres, 2017
367 pp.

Rumanía asoma de la mano de Kaplan envuelta en un escenario que la desborda en el espacio, en el tiempo y en un abanico de consideraciones tan complejo como extenso.


Robert D. Kaplan
El hombre del tres, 2017
367 pp.





Rumanía asoma de la mano de Kaplan envuelta en un escenario que la desborda en el espacio, en el tiempo y en un abanico de consideraciones tan complejo como extenso. No podía ser de otra manera viniendo de un autor que ha pasado de expresarse como periodista a hacerlo como analista profundo y profuso.

La Rumanía que presenta Kaplan es la que va a las raíces aunque parta del presente, o de varios momentos del presente. Un viaje justo tras la caída de Ceasceuscu y un par más en época reciente muestran el interés del autor en el país y la necesidad de varias aproximaciones para alcanzar una visión suficientemente reveladora de un lugar complejo, contradictorio y fundamental sino para Europa entera sí para Centroeuropa.

El interés casi obsesivo de Kaplan en profundizar nace siendo él joven y se contradice con el 'esencialismo' con el que lo han etiquetado algunos tras una lectura, quizás demasiado rápida, de su jugoso 'La venganza de la geografía'. Efectivamente, la geografía es la componente de los acontecimientos históricos y del devenir de los países sobre la que más llama la atención Kaplan. Es efectivamente el factor esencial que contribuye a la explicación de multitud de sucesos. Pero no es el único ni condena a la historia a moverse en determinada dirección. Como él mismo avisa, son multitud de circunstancias añadidas las que acaban conformando la realidad y la mueven por caminos a veces imprevisibles.

En sus explicaciones, el autor confiesa sus propios errores y el lector comprende el exhaustivo trabajo reflexión sobre Rumanía para lograr una fotografía completa y comprensible. Kaplan fue ferviente partidario de la intervención militar de los EE.UU. en Irak. Intervención desastrosa con un cúmulo de acontecimientos imprevistos e irresolubles. No se valoró en la medida suficiente, él mismo lo dice, el agudo antagonismos entre sunitas y chiitas que complicó el conflicto hasta el punto de hacer la paz imposible.

En esta estela de apurar en el conocimiento y de no dejar cabos sueltos, Kaplan pone de relieve la condición latina de Rumanía, rodeada de un entorno de países diversos que crearon  su identidad buscando en otras direcciones. Y trae hasta el presente el mundo bizantino, con su poderosa cultura, que tanto influyó en la consolidación de la personalidad del país.

El imperio otomano ejerció, por supuesto, una influencia también determinante y Kaplan se detiene a examinarla al detalle, lo mismo que la relación con Rusia, el otro gigante que pone a Rumanía en una posición de bisagra siempre amenazada por los intereses de las potencias vecinas. Una detallada lección de historia es la que despliega Kaplan con el ánimo de apurar hasta el final los argumentos. Pero no todo queda ahí porque el presente y sus inmediatos antecedentes, ocupan también un amplio espacio en el libro.

La etapa comunista es para Kaplan la traslación a la realidad del peor de los sueños. No es que el comunismo fuera un fracaso y terminara resultando una experiencia cruel para quienes lo vivieron. El comunismo, insiste, se desarrolló en cada país del este de Europa a su propia manera y dio lugar a modelos y formas notablemente distintas. La que tomó en Rumanía fue sin duda la peor. Rumanía fue para Kaplan la Corea del Norte cuando todavía no se había asentado la idea de esta forma tan extrema de régimen dictatorial. Con Ceascescu la Rusia de Kruschov y de Breznev, tan poco dispuesta a tolerar las disidencias, transigió con el vecino que no quiso saber nada de la desestalinización y se mantuvo firme a pesar del decidido giro de sus socios del pacto de Varsovia.

Ahí sí que la geografía, la responsable de ese papel de guardián necesario en la frontera de los Balcanes, volvió a jugar un papel en la resistencia de Rumanía a seguir la evolución que había emprendido su entorno y a convertirse en ese extraño cortijo donde Ceascescu y su poderosa mujer reinaron y al que llevaron a la ruina en un grado muy superior al de cualquier otro país de la órbita soviética.

Un intenso y extenso relato pone a Rumanía en el mapa, hablando del pasado y también del presente. Un relato hecho al hilo de viajes por ciudades y por distintas regiones que hasta no hace tanto fueron reinos y principados con fronteras siempre variables y con rasgos de personalidad propios. A la sombra de Europa exige una lectura atenta, pero es una extraordinaria lección que el lector agradecerá porque va a ayudarlo a comprender no sólo lo que ha sido y lo que es y supone Rumanía en la actualidad, sino también algunas claves de lo que se está jugando ahora en Europa.

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miércoles, 10 de mayo de 2017

Tetuán

Tetuán

Esther Bendahan
Confluencias, 2017
161 pp.

Un Tetuán entrañable -sefardí, español y marroquí al mismo tiempo- es el que nos trae Esther Bendahan echando mano a sus recuerdos de familia.


Esther Bendahan
Confluencias, 2017
161 pp.





Una pequeña colección, Zoco, nos lleva a distintas ciudades del mundo en un recorrido tan abierto como sugerente. Londres, Palmira, Roma, El Cairo, La Habana, Pekín … son algunas de las etapas de un itinerario que no para de crecer y que pone en manos del lector pinceladas, detenidas en el tiempo, de lugares de los que aprender y por los que dejarse llevar. Sólo pinceladas porque se trata de libros ligeros, de pocas páginas, que no pretenden un conocimiento enciclopédico de aquello de lo que hablan sino transmitir el resultado de una mirada, de una composición de lugar, de unas sensaciones que el autor comparte con quien lo lee.

Le toca ahora el turno a Tetuán, la pequeña capital marroquí, y durante un tiempo española, que no ha despertado mucho interés en quienes se han dedicado a la literatura de viajes. Pero cuidado, y viene a cuento de lo dicho más arriba, porque el Tetuán que asoma en este nuevo libro no es un Tetuán entero, no es lo que esperaría uno encontrar en Wikipedia. Se trata de un Tetuán tan real como parcial dado que fija el foco de atención en el entorno judío que, tras la expulsión en España de la población hebrea decretada por los Reyes Católicos, arraigó en la ciudad y prosperó con el tiempo.

La autora, Esther Bendahan, cuenta su propia historia y con ella la de la ciudad en que nació, entonces bajo el protectorado de España. El Tetuán del que nos habla es un Tetuán de tradición sefardí y también española, porque coinciden en su familia la condición judía y al mismo tiempo la peninsular. Si Tánger era un referente como ciudad internacional y multicultural abierta al mundo, Tetuán, mucho más discreta y más marroquí también, compartía con ella el rasgo multicultural y era un espacio de convivencia donde musulmanes, judíos y cristianos mantenían sus tradiciones en medio de la cotidianidad.

Muchos y variados son los temas que la autora trata para ir dibujando esa ciudad sefardita que conoce y añora. Y varios puntos de vista también son los que aporta en un relato donde la voz de quien habla es ella misma de niña y luego de mayor cuando regresa a la ciudad o simplemente cuando recuerda sus primeros años en ella.

La jaquetía, el viejo idioma español que conservaron y fueron modelando con el paso del tiempo los sefarditas del norte de África es uno de estos temas. Como lo es la privilegiada posición de los miembros de la colonia española con sus puestos importantes y con su modo de vida europeo y también las costumbres judías mantenidas como señas de identidad de la familia y que marcaban el ritmo y las maneras de la vida diaria. Las comidas, los vestidos, las fiestas y un largo rosario de anécdotas dan vida a este Tetuán insólito y desaparecido.

El Tetuán de Esther Bendahan es un Tetuán que fue. Que fue hasta hace muy poco pero que desapareció cuando la comunidad judía abandonó la ciudad para buscar asentamiento en otros lugares. Cambió Marruecos, independiente y soberano al fin, y cambió el mundo alterando patrones de convivencia que se habían mantenido durante siglos. Pero no hay duda de que Tetuán hoy es el heredera de alguna parte de esa otra ciudad con fuerte carácter de la que la autora nos habla.

Bienvenida sea esa mirada al recuerdo que ayudará al lector que quiera acercarse a Tetuán a recuperar parte de una riqueza que hoy permanece oculta y que se agradece que Esther Bendahan desvele, aportando valiosas las claves para volver a encontrarla.

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martes, 25 de abril de 2017

A Moscú sin kaláshnikov. Una crónica sentimental por la Rusia de Putin envuelta en papel de periódico

A Moscú sin kaláshnikov

Daniel Utrilla
Libros del K.O.
507 pp.

'A Moscú sin kaláshnikov' es un mosaico fresco, en tono ocurrente y distendido, que nos ofrece Daniel Utrilla para que aprendamos a mirar a Rusia con otros ojos.


Daniel Utrilla
Libros del K.O.
507 pp.





Daniel Utrilla la toma con Rusia, pero no la toma en contra sino a favor. Desde la primera página de este A Moscú sin kaláshnikov confiesa que lo suyo es un enamoramiento, que Rusia es como un imán que tira de él desde la infancia y que su atención ha venido orientada por este país exótico y contradictorio. Atención y también trabajo, porque su oficio de periodista le ha dedicado a cubrir noticias del país al menos durante los once años en que ejerció de corresponsal de el diario El Mundo y fijó su residencia en Moscú.

Periodista aunque un periodista un poco particular es como se describe a sí mismo Utrilla. Sus crónicas han cubierto la vida de Moscú cuando era la capital de ese extraño imperio que era la Unión Soviética y cuando el imperio se derrumbó con la desaparición de la URSS, con el terremoto que ello produjo y con la emergencia de una sociedad distinta, con nuevos personajes y nuevas esperanzas y preocupaciones.

Las crónicas son la vida de los periodistas, son lo que el lector recibe de ellos. Pero a Utrilla las sensaciones, lo que acompaña a los hechos y los domestica o los hace humanos le interesan tanto como los hechos mismos que sostienen los relatos que publican los periódicos. Utrilla escribe en paralelo para él. Toma notas que guarda en un cuaderno para no perder lo que no aparece publicado. Y es la mezcla del escritor de crónicas y de recuerdos, de hechos que van al punto y de reflexiones que los envuelven, de historia y de historias lo que compone la masa que se cuece en este Moscú sin kaláshnikov.

Moscú figura como protagonista en el título, pero once y más años con la atención puesta en Rusia dan para ampliar el radio de lo que abarca la mirada hasta mucho más lejos. De entrada Rusia desconcierta por su inmensidad. Una inmensidad a la que Utrilla saca punta porque le gusta juguetear con la inteligencia y desperezar las neuronas buscando un relato nada convencional. El humor acompaña al texto y el deseo de resaltar Rusia como algo tangible e imponente y no como un territorio lejano del que no recibimos más que noticias que poco nos importan llevan al autor a escorarse hacia una caricatura que el lector acepta como parte del juego.

¿Por dónde sacude Utrilla al lector adormecido para llevarlo a su realidad? Pues por todas partes por donde puede asomar una punta de curiosidad y por donde el enorme país se muestra y muestra su temperamento y su disparatada diversidad. A Rusia, nos recuerda, le debemos "desde las enormes novelas de Tolstoi y Dostoyevski que marcaron el rumbo de la literatura universal, hasta la experiencia del comunismo (que mostró a occidente que aquel no era el camino), el Spútnik, la tabla periódica de los elementos, Lolita, la radio (inventada por Alexánder Popov en 1895, y no por Marconi, según dicen por aquí), el Tetris, los tanques T-34, el vodka, Natalie Wood (de verdadero nombre Natalia Zajarensko), la ruleta rusa, la novia de Cristiano Ronaldo, el constructivismo o la organización del mundial de fútbol de 2018."

Como dice en la contraportada "este libro (...) es una guía para perderse. Para perderse por Moscú, por sus calles, barrios e iglesias y torres estalinistas, pero ante todo es una guía para perderse entre sus gentes, entre personajes reales que pasan por literarios (desde el embalsamador de Lenin, al sexólogo que conserva el pene de Rasputin, pasando por taxistas uzbekos forofos del Real Madrid, veteranos de guerra, modelos, oligarcas, inventores locos (...), y entre personajes literarios que pasan por reales (el príncipe Bolkónski, Natahsa Rostova, el doctor Zhivago)."

Un mosaico fresco, en tono ocurrente y distendido es lo que nos ofrece Daniel Utrilla para que aprendamos a ver Rusia desde otro ángulo. Para que esbocemos una sonrisa y relajemos el ceño que corresponde a la versión inquietante a la que estamos acostumbrados. Tal como reza el subtítulo estamos ante una crónica sentimental. Nada mejor que dejarse llevar por ella para mirar a Rusia con otros ojos.

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miércoles, 29 de marzo de 2017

Siria , el país de las almas rotas. De la revolución al califato del Isis

Siria , el país de las almas rotas

Javier Espinosa y Mónica G. Prieto
Debate, 2016
454 pp.

Si hubiera una sola recomendación a hacer sería no viajar a Siria. Pero conviene la lectura de 'Siria, el país de las almas rotas', para comprender su presente y recordar que ha sido un país acogedor y amable hasta hace no tanto tiempo.


Javier Espinosa y Mónica G. Prieto
Debate, 2016
454 pp.





Puede no resultar apropiado hablar de Siria, de la Siria actual, en un espacio dedicado a la literatura de viajes. Si hubiera una sola recomendación a hacer ésta debiera ser no visitar el país cuando, además, están huyendo de él sus habitantes abrumados por una guerra que lleva años destruyendo pueblos y ciudades y que se desarrolla en medio de una extrema crueldad sobre la población civil.

El caso es que conocimos una Siria acogedora y culturalmente deslumbrante hasta hace bien poco tiempo y por ello mismo conviene no olvidarla y ocuparse de qué ha sido de ella en los últimos años.

Javier Espinosa y Mónica G. Prieto conocieron el país hace ya tiempo y cubrieron como corresponsales de guerra los últimos conflictos del Oriente Próximo. Siria y la escalada de violencia que se desató después de la llamada primavera árabe ocupó su atención y los convirtió en testigos de un proceso que se inició como revuelta y terminó en guerra abierta con el estado islámico como uno de los protagonistas, el gobierno de Damasco en frente, diversas milicias acompañándolos  y la intervención internacional del signo más diverso para completar el reparto.

Javier, además de periodista, ocupó el difícil papel de rehén del Estado Islámico junto a otros occidentales secuestrados como él. Vivió momentos de extrema dureza y tuvo la oportunidad también de conocer las entrañas de ese extraño califato que se impuso en un amplio territorio con una política de terror convertida en su principal seña de identidad.

Siria, el país de las almas rotas es el relato de un camino al infierno. Cuenta lo que los autores presenciaron de primera mano cuando quisieron entrar en el corazón de la revuelta para contar lo que allí ocurría. No fue tarea fácil y el lector se ve enseguida sometido a la tensión de la vida clandestina de los movimientos y organizaciones enfrentados al régimen de Bashar al Asad. Su testimonio es duro porque se basa en la confrontación asimétrica entre una población al principio desarmada y un ejército con poderosos medios para reprimirla. Y continúa con el enfrentamiento entre las tropas del gobierno y cada vez más milicias, con la población siempre en medio y sufriendo las peores consecuencias de una guerra que terminó siendo de todos contra todos.

¿Es real lo que cuentan los autores? Sin duda ninguna. Con su libro ponen sobre todo de relieve el sufrimiento de la población y la responsabilidad de un régimen que impuso a su propio pueblo sufrimientos sin fin. El suyo es casi un 'diario' escrito por un observador en primera línea sobre el nacimiento de una guerra y la destrucción de una sociedad. Pero es también cierto que elude el análisis más amplio, el pasado histórico y el contexto internacional que explican buena parte de los acontecimientos.

No se trata de un reproche porque el libro es en definitiva el testimonio personal de algo tan real como es una guerra, un testimonio conmovedor y también un relato lleno de desasosiego. Porque, además del desastre que supone para la población, el conflicto acaba por doblegar la pasión 'revolucionaria' que alentó la primavera árabe con su genuina aspiración de libertad para convertirla en el oscuro callejón donde encuentra su caldo de cultivo el Estado Islámico.

El secuestro de Javier abre la ventana a un testimonio distinto, sórdido, cruel, arbitrario y extremadamente peligroso. Una nueva ideología que nada tiene que ver con el espíritu de libertad que guió los primeros pasos de la revuelta se impone con unos líderes al frente que ya no son idealistas ni profesionales de ningún ejército. Ahora son delincuentes los que han escalado los primeros puestos de la autoridad y los que mejor manejan el ejercicio del terror con el que se imponen.

El país de las almas rotas como reza el título es seguramente lo que mejor define a la Siria de hoy y lo que mejor muestra el libro de Javier Espinosa y de Mónica G. Prieto. No es un libro superfluo. Sería bueno leerlo con una cierta distancia para 'distribuir' mejor las responsabilidades de una situación donde hay demasiadas manos implicadas y demasiadas de ellas en la sombra. Pero es aleccionador asomarse al sufrimiento y también al nacimiento y al desarrollo de una barbarie que hubiera debido evitarse.

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martes, 21 de marzo de 2017

Palmeras de la brisa rápida. Un viaje a Yucatán

Palmeras de la brisa rápida. Un viaje a Yucatán

Juan Villoro
Altaïr, 2016
186 pp.

Con un tono vivo y creativo, Villoro nos muestra en "Palmeras de la brisa rápida" un Yucatán envuelto en una atmósfera de nostalgia y cariño que sólo quien ha echado raíces en el lugar puede expresar.


Juan Villoro
Altaïr, 2016
186 pp.





Con un arranque vivo y animoso, casi sin dar tiempo al lector a entrar en el libro, en tono locuaz y con la mente inquieta es como Juan Villoro abre este singular Palmeras de la brisa rápida, cuyo título es una suerte de peripecia que invita a quien lee a dejarse llevar por caminos apartados de la rutina, abiertos a la sorpresa. Un vocabulario amplio, inesperado, del que el autor exprime el significado como si jugara con él sirve para llevar el relato por un terreno donde la ironía y el humor se encuentran. Un relato sobre un viaje a Yucatán tranquilo, de quien no tiene prisa, siguiendo la estela del recuerdo de una abuela que vivió en aquellas tierras y que dejó una huella aún presente en la memoria del autor.

Un lenguaje de sentido inesperado, hecho de términos elegidos para sugerir imágenes y producir sorpresa reclama la atención del lector, entretenido en ese continuo jugar con las palabras que evita la rutina de los significados previstos y muestra que hay vida más allá del diccionario.

"La bolsa femenina es uno de los lugares más dramáticos de las postrimerías del siglo. Lo que ahí cae se hunde como en un mar de los sargazos, entre espejitos, pinceles de tres tamaños, cepillos, papeles, media galleta, cajitas misteriosas y pesos profundamente ahogados."

Está claro que este no es el relato de un viaje al uso. Ni el autor del relato es un viajero convencional y lo sabe. Por ello, se deja llevar por una cierta indolencia, se entretiene en las cosas pequeñas y observa alrededor como haría un escritor algo perezoso a quien la cuartilla en blanco le inquieta más que lo atrae y que no tiene prisa por ponerse a escribir.

Villorio se alía con el lector cuando confiesa lo difícil que es darle vuelo a un relato si quien escribe no es García Márquez. Cualquier cosa que cuente un 'famoso' parte con un plus de interés por trivial que sea, y destaca por encima de lo que pueda contar un desconocido. Seguramente por ello, nuestro autor juega con el tono y con el rico matiz que tienen las pequeñas cosas. Y con ello abre su propio camino en el que entra el lector con la mirada atenta, atraída por la curiosidad.

El Yucatán al que nos lleva Villorio no es el de las grandes ruinas maya. Es el de una comunidad seducida por nombres femeninos al estilo de Leidy o de Deisy o de Norah Eli Chen que marcan una forma de vivir y las aspiraciones de toda una generación. Y es que el Yucatán ha vivido hasta hace nada aislado, sin contacto con quienes pudieron seguir el curso de la modernidad. Incluso el idioma, el español, no es el mismo que se habla en México D.F. El español de Yucatán mezcla sonidos mayas con resabios cubanos como corresponde a un lugar al que le ha sido más fácil mirar al Caribe que a tierra adentro.

Villorio nos habla de la música, la de hoy y la que se está perdiendo, dulzona y provinciana , del bambuco y de la trova, recordando a grupos musicales y a compositores antiguos. Y busca para el lector señas de identidad como ese deje poético que sale del cancionero y que no pue
de reflejar mejor el alma del país cuando se deshace en sensualidad y susurra algo así como 'mi boca besará la caoba de tu melena bruna...'

Parte de la poesía del Yucatán que transmite Villorio contiene los aromas del bolero. Habla, como si nada, del fracaso del país y de su gente. Un fracaso dulce. Unos personajes con el brillo de una gloria que no se asienta porque acaba por escapar, por quedar en nada, relegados como el Yucatán entero a la oscuridad.  Pero la aceptación de un destino tan pobre, cuando se combina con un toque de ironía, se convierte en lucidez. Más que resignación resulta el reconocimiento sin complejos de un cierto fracaso que no es otra cosa que el hecho de haber conservado la condición provinciana en un mundo que sólo atiende a la modernidad.

Villorio nos muestra un Yucatán que sigue sin salir del segundo o del tercer mundo pero no como un defecto sino como un signo de identidad. Y nos lo muestra envuelto en una atmósfera de nostalgia y cariño que sólo quien ha echado raíces en el lugar puede expresar. Quien desee hacer un recorrido más vital que geográfico por Yucatán y pasar un buen rato de lectura tiene ahora la ocasión de hacerlo con este Palmeras de la brisa rápida de título tan desconcertante.

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viernes, 24 de febrero de 2017

Al sur del Mar Rojo. Viajes y azares por Yibuti, Somalilandia y Eritrea

Al sur del Mar Rojo

Luis Pancorbo
Almuzara, 2016
186 pp.

'Al sur del Mar Rojo' cuenta un singular viaje por una región de la que nadie habla, trae noticias y reflexiones que al lector le van a interesar y nos acerca tanto al pasado como a la vida actual de una región de la que no sabemos casi nada.




Luis Pancorbo
Almuzara, 2016
186 pp.





Tiene Pancorbo una forma de escribir compleja y que lo define. Desordenada, verbal, como si en lugar de escribir estuviera hablando, improvisando su discurso, saltando de un tema a otro, en un continuo ejercicio de asociación de ideas. Pasa de un tiempo a otro, de un tema al siguiente para regresar en un rato al primero. Se entretiene en una película, lo mismo que en especulaciones históricas, que en el fundamento del capitalismo según Pikertty, o en la diosa Kali.

Y este discurso de guerrilla se ajusta al de su viaje que, para empezar, es cualquier cosa menos convencional. ¿A quién se le ocurre ir a Somalilandia, le preguntan, siendo un país que existe de manera poco convencional y que ni siquiera está reconocido por la ONU?  En definitiva a quién se le ocurre ir al Cuerno de África, el lugar menos recomendable de la tierra.

La pregunta, más que pertinente, es, por supuesto, el atractivo que con más fuerza moverá al lector a hacerse con el libro y a empezar a leer. Lo curioso es que a estas alturas exista en el planeta esa especie de agujero negro que no tiene paralelo en ninguna otra región de ningún continente. Un agujero negro a orillas de una vía marítima de importancia extrema que como si se tratara de un lugar maldito a nadie le interesa pisar. Pancorbo lo hace y lo hace por pura afición. Por quitarse la espina de no haber ido. Por no dejar un lugar en el mapa de África en blanco. Y lo hace solo, con una mochila y una cámara de fotos con la que no siempre se sentirá cómodo.

Porque la realidad es que el viaje no va a ser cómodo ni agradecido en muchas de sus etapas. Somalia, o lo que fue la antigua Somalia, no es bocado fácil ni para un viajero avezado. Eritrea, Yibuti y Somalilandia empiezan por tener climas y paisajes de dureza extrema. Y acaban por ser lugares devastados por guerras más o menos recientes y por conflictos que amenazan su supervivencia. Calor, sequedad, frío incluso en regiones altas, donde no quedan más que algunas cabras en un paisaje absolutamente inhóspito, son las constantes que definen a un amplio territorio que ha quedado al margen de lo demás. Y justamente por eso, por tratarse de un lugar al margen, es por lo que el lector le agradece al autor la ocurrencia de haber elegido estos países y el detalle de contarnos su experiencia.

La primera pregunta que se hace el lector es si emprender el viaje no será meterse en la boca del lobo. Y la respuesta es que puede ser que un poco sí lo sea. No es este un viaje confortable. Ni confortable para el cuerpo ni tampoco para el espíritu, a pesar de que Luis Pancorbo exprima su aventura y alcance a extraer de ella algunos momentos que se acercan a la felicidad. Algunas sensaciones en el desierto, paisajes que parecen de fuera de este mundo, las aguas transparentes del Mar Rojo resultan experiencias extraordinarias. Pero la dureza del lugar pesa a veces como una losa que lo envuelve todo. Se diría que es una región de la tierra con poco espacio para el goce. El inmenso calor y la aridez extrema se unen a una vida que ha quedado amortiguada por esa marginalidad que la mantiene del otro lado de las fronteras del mundo, por unas guerras latentes en muchos casos, como contenidas en una especie de tregua, y por una indolencia a la que contribuye tanto el entorno como esa cultura del kat que suspende la actividad a partir del mediodía cuando llega la hora de mascarlo para que discurra la tarde de manera más plácida de lo que sería vivirla a pelo, con todo el calor y sin mucho a lo que dedicarse.

Pancorbo evita Somalia, aunque hable de ella. Su recorrido empieza por Yibuti, sigue por Somalilandia y acaba en Eritrea. ¿Pero no son un poco lo mismo?, se preguntará el lector. Un poco sí porque componen lo que se dio en llamar la Gran Somalia, pero su composición a base de tribus, lenguas, intereses y fidelidades diversas ha acabado por dispersarlas en lugar de unirlas y por hacer de ellas países distintos. La herencia colonial, la presencia de Italia, de Francia, de Inglaterra... contribuyeron también a ello, lo mismo que la de Etiopía, el vecino gigante -en cuanto a extensión y a población se refiere- sin salida al mar y que no llegó a entenderse con tribus de las tierras ribereñas a pesar de compartir con ellas lenguas, parentesco e historia.

De todo ello nos habla Luis Pancorbo en su libro. En su relato se detiene en cada uno de los países y en sus particularidades y sobre todo en Eritrea, quizás el menos conocido por los lectores y sin embargo el más estable y el que más rasgos en común tiene con Europa. Algo quedó de la intensa presencia de Italia que quiso construir en el país una colonia ejemplar y una cabeza de puente para expandirse por África.

Al sur del Mar Rojo es sin duda un libro novedoso. Habla de un singular viaje por una región de la que nadie habla, trae noticias y reflexiones que al lector le van a interesar y se refiere tanto al pasado como a la vida actual de la que sabemos tan poco. Merece pues la pena la lectura de lo que resulta 'una rareza' con la que el lector podrá empezar a llenar un hueco que hasta ahora había en la literatura para su conocimiento del mundo.

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martes, 31 de enero de 2017

Constantinopla, eterno viaje a Ítaca

Constantinopla, eterno viaje a Ítaca

Théophile Gautier y Konstantinos Kavafis
Círculo de Tiza, 2016
475 pp.

Théophile Gautier, Kavafis y una magnífica colección de ilustraciones se alían para hablarle al lector de Constantinopla, en un libro tan apetecible de leer como cuidado y agradable de tener entre las manos


Théophile Gautier y Konstantinos Kavafis
Círculo de Tiza, 2016
475 pp.






Un nuevo dueto sale de las manos de Círculo de Tiza y llega a las librerías. Si antes se reunieron Kipling y Nitobe para hablar de Japón, o Darwin y Melville para hacerlo de las Galápagos, ahora son las voces de Théophile Gautier y Kavafis las que suenan y acompañan al lector a Estambul. O mejor a Constantinopla como reza el título del libro, cediendo a la idea romántica de la poderosa capital de Oriente, siempre misteriosa y desconocida.

Aunque esta vez el libro es menos simétrico en cuanto al contenido que aporta cada autor, sin que ello importe. Es más, enriqueciéndolo, porque al texto masivo de Théophile Gautier le acompaña Kavafis cuya participación en forma de leves pinceladas de poesía se convierte en un sutil aroma y en poderoso ejercicio de solidez en la expresión.

Kavafis es la concisión. Sus poemas son parcos en palabras y precisos. Nada sobra en ellos ni es excesivo. Y poco es el espacio que ocupa en las páginas del libro. Théophile Gautier, a su lado, ejerce de mago de los sentidos. Es el viajero que todos hubiéramos querido ser: culto, atento al detalle, abierto a la belleza, encantado en el encuentro con lo diverso y locuaz.

Lo suyo, lo que recoge esta Constantinopla de la que estamos hablando, fueron crónicas publicadas en periódicos para llevar a los lectores de una sociedad que aún no viajaba a mundos cargados de exotismo ahorrándoles penalidades y ofreciéndoles todos los elementos de disfrute que un espíritu curioso y ansioso por descubrir otros mundos era capaz de desvelar.

Descripciones exhaustivas de los cafés o de las calles y las casas o de los vestidos y del aspecto de las personas se abren paso en los relatos Théophile Gautier. Surgían de su gran capacidad para describir ambientes reparando en los toques sutiles de cada atmósfera o de la particularidad de los sonidos o de la coloración del humo que desprende una pipa. Detalles que permiten descubrir los matices de la cultura y de la vida las gentes de cada lugar y compararlos luego, para destacar el contraste, con los propios del occidente de la época. Un occidente que al lector hoy le parecerá casi tan exótico como le debió parecer oriente a Théophile Gautier cuando escribía sus crónicas.

La ausencia de cualquier señal que signifique prisa está presente en todo lo que Théophile Gautier cuenta y tiñe su relato. De ahí la importancia del detalle, la demora en cualquier tema para detenerse en él y descubrir sus esencias. Las boquillas que se ofrecen a los fumadores en las tiendas del bazar o las tiendas mismas y los comerciantes que las atienden son objeto de una mirada meticulosa que sabe poco de urgencias. La mirada de quien se convierte en un conversador exquisito o en un autor capaz de cautivar a sus lectores con sus finas y bien traídas observaciones.

Pero hay más, porque en este caso, en lugar de dueto, sería más propio hablar de trío para referirnos a las voces que se dirigen al lector. Voces cuya expresión comprende también las ilustraciones, abundantes y afortunadas todas ellas, que han sido cuidadosamente elegidas para dar vida al libro.

Como en otros títulos de la misma colección, en esta ocasión la edición ha sido igualmente meticulosa con los detalles. Ha consistido en un trabajo exquisito y atento a destacar lo mejor de cada una de las páginas del libro. Y ha resultado una labor de la que disfrutará el lector no sólo leyendo sino también teniendo entre las manos un objeto bello con el que entretenerse hojeando las páginas sin prisas y gozando con la mirada tal como hubieran querido, sin duda, sus autores.

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