Eugene Rogan
Crítica, 2015
784 pp
Turquía casi nunca ha resultado un país amable a ojos de occidente. En la frontera con Asia, de religión musulmana y con una cultura netamente distinta de la europea, se la ha visto más como una amenaza que como un estado vecino con el que es posible convivir.
De hecho, la historia que nos ha llegado y sobre la que se ha construido nuestra opinión sobre Turquía es la escrita desde la mirada de los europeos rechazando cualquier punto de vista que pudiera nacer del otro lado de la frontera, del lado turco.
La caída de los otomanos llena justamente el hueco que nace del relato efectuado desde un solo punto de vista y decide poner el centro de gravedad en Turquía para explicar desde ahí la última etapa de la vida del imperio otomano y su disolución para dar a luz a lo que sería la Turquía moderna.
Como todas las simplificaciones, lo del 'enfermo de Europa ', referido a un imperio moribundo y sin perspectivas de supervivencia, encerraba una verdad pero dejaba de lado multitud de asuntos de suma importancia. Ayudaba más a confundir que a comprender la realidad. Un imperio de más de cuatrocientos años no se liquidaba por una simple enfermedad, seguía siendo un organismo vivo, con una elaborada administración y con una relación entre naciones y países que formaban su imperio compleja, tejida a lo largo de mucho tiempo.
Es significativo que quien escribe este nuevo relato no es un historiador turco. Es un autor norteamericano sorprendido por la asimetría del trato dado a occidente y a Turquía cuya voz era silenciada y cuya presencia se veía por ello mismo privada de razones y deshumanizada.
Dos partes muy distintas componen este libro que interesa tanto por lo que supone de equilibrio sobre la historia ya pasada como por la luz que arroja para comprender algo mejor el presente.
La primera parte, muy estimulante, trata de de los años finales del siglo XIX hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. Años que ponen al imperio otomano en contacto con un mundo cambiante y lleno de amenazas que arrancan de la inestabilidad que se vive en Europa. El surgimiento de los nacionalismos, uno de cuyos episodios acabará siendo el asesinato del heredero del imperio austriaco y el inicio de la Gran Guerra, está en el origen de una fuerte convulsión en los Balcanes después de que el imperio turco perdiera Grecia, convertida en estado independiente, y de que se viera arrastrado a una sucesión de guerras regionales de las que salió fuertemente desgastado.
Sus enemigos tradicionales, los rusos que persisten en asegurarse una salida al Mediterráneo por territorios otomanos, el imperio austríaco con intereses en los revueltos países balcánicos sobre los que Turquía ejerce influencia, las potencias coloniales como Francia y el imperio británico mueven a su conveniencia las fichas de una partida en la que Turquía resulta en todos los casos perdedora.
El encono en el conflicto con Armenia aparece expuesto con detalle, azuzado por los rusos y utilizado como propaganda contra Turquía por las potencias occidentales que esperan sacar provecho de la situación. Y alimentado por el miedo de las autoridades otomanas de una desmembración del territorio nacional que hiciera ingobernable un imperio con demasiadas grietas para permitir una más en su corazón mismo.
La segunda parte del libro se centra en el papel de Turquía en el inicio y durante la Primera Guerra Mundial. Las sociedades secretas a las que se acusa de estar en el origen del supuesto complot contra Erdogan en el presente, están sin duda ninguna en el origen de la pérdida de poder del sultán y de la toma de las riendas del estado por los Jóvenes Turcos. Jóvenes y laicos pero rodeados de una sociedad intensamente religiosa con la que deben contemporizar en el intento de conseguir la misma modernización del imperio que ya intentó años atrás el sultán y de la que tuvo que arrepentirse al comprobar que para hacer frente a la hostilidad y codicia de los estados vecinos tenía que regresar a unir el país bajo el paraguas de los viejos valores otomanos.
El drama de los Jóvenes Turcos corre paralelo a las estrategias de las potencias continentales ávidas de recoger los despojos de un imperio al que ven sin recursos suficientes para defenderse. Las maniobras de Francia, Inglaterra, Rusia, Austria, ¡incluso Italia! llevan a Turquía a aliarse con Alemania, como última alternativa. Y generan una cadena de confusiones y errores de cálculo que van a tener dramáticos resultados.
El primero de los errores lo comete Alemania que supone que Turquía entrará fácilmente en guerra y que el sultán llamará a los muchos millones de musulmanes que viven bajo el dominio del imperio británico a emprender una guerra santa en nombre del islam, a enfrentarse a las autoridades fieles a la corona inglesa y a abrir un frente oriental que desbaratará los planes de Londres. Los turcos no desean entrar en guerra y apurarán hasta el último minuto para tratar de recomponer las alianzas que les permitan no involucrarse en el conflicto.
El segundo error de cálculo es el que cometieron los aliados de Francia, Inglaterra y Rusia convencidos de que el imperio otomano estaba al borde del colapso y en pocos meses caería derrotado. Nada de esto ocurrió. Una enorme capacidad de resistencia se levantó para hacer frente a los ejércitos aliados y, tras un inicio poco brillante en lo militar Turquía supo reorganizar a su ejército y mantener en jaque a sus enemigos durante años en una durísima guerra en los frentes orientales.
Si la primera parte del libro se inclina hacia la geoestrategia y profundiza en el contexto europeo que envuelve a Turquía y del que debe defenderse, la segunda parte gira sobre todo alrededor de la estrategia militar y de las batallas que marcaron el transcurso de la contienda y concluyeron con el desmembramiento de lo que había sido un gran imperio.
Una lección de historia, desde un punto de vista que ayuda a comprender mucho mejor Turquía, es la que nos ofrece este exhaustivo relato centrado en los últimos años del imperio otomano. Una lección de historia novedosa y sumamente atractiva para quienes desean comprender un poco mejor a ese extenso país en la frontera entre Europa y Asia que occidente ha visto siempre en la lejanía, como un vecino incómodo en el que es difícil, sino imposible, confiar.
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