domingo, 27 de febrero de 2011

Doña Bárbara


Doña Bárbara
Rómulo Gallegos
Siruela, 2010
375 pp.

Doña Bárbara es un novelón. Es una obra maestra de la literatura venezolana y es la mejor expresión de esta infinita región de esteros y sabana que es el Llano...

Rómulo Gallegos
Siruela, 2010
375 pp.






A pesar de las novedades, de vez en cuando hay que regresar a los clásicos para volver a encontrar el placer de la lectura. Me refiero a clásicos de la literatura en general más que a la literatura de viajes. Y me refiero a Rómulo Gallegos, autor de una espléndida novela ambientada en Venezuela.

Cada país ofrece mil escenarios donde colocar acción y personajes y donde construir una historia. En Doña Bárbara es el Llano el espacio donde se desarrolla la novela.

Venezuela, hacia los años 30 muestra mundos muy dispares. Caracas es un pueblo, tan grande como provinciano, la región selvática de la amazonia, lo mismo que la del delta del Orinoco, viven aisladas, envueltas en una vegetación impenetrable. El Caribe mira hacia otro lado y el Llano, enorme, se extiende por el centro del país con sus horizontes inabarcables. Paisaje de sabana, aridez, pero también inundación de marisma, paludismo y, más que sobriedad, pobreza y trabajo duro componen los decorados que acompañan en la novela a los personajes y condicionan sus vidas.

El lenguaje es lo primero que llama la atención, después de un prólogo excelente de la mexicana Carmen Boullosa. Porque Rómulo Gallegos es un maestro en el uso de la palabra y porque el hablar de los llaneros nos acerca a un idioma castellano, cultivado en América, rico en particularidades que reflejan una cotidianidad propia –los animales, el trabajo con los animales, las plantas, el río…- tanto como unas relaciones entre personas y de personas con el mundo entero que las rodea que sólo se pueden nombrar llamándolas cultura.

El Llano y su naturaleza y esa cultura de gentes nacidas en la sabana, grande e indomable prestan su concurso al conflicto sabiamente administrado que tiene a Doña Bárbara como protagonista principal y a Santos Luzardo como colaborador necesario.

Drama. La tensión que se apunta desde el primer momento sólo puede desembocar en tragedia, porque Doña Bárbara es una fuerza de la naturaleza con todos los atributos de la perversidad. Manipuladora, sin escrúpulo alguno, ambiciosa, bella y desalmada y Santos Luzardo con quien se enfrenta se dibuja como sensible, idealista, cultivado y débil frente a su oponente.

Pero esta tragedia se modera, no sé si por efecto del trópico o de la reverberación de esa utopía que alimentó a los intelectuales sudamericanos que bebieron de los principios éticos de la Revolución Francesa. La cuestión es que la fiereza del llano que aparece con Doña Bárbara y con sus acompañantes y el ideal de civilización que porta en su interior Santos se combinan en medio de la aspereza de los días y del paisaje para dar a luz a un porvenir nuevo, confuso aún, pero esperanzado que anuncia un mundo mejor y lleno de promesas.

Doña Bárbara es una obra maestra de la literatura venezolana y es la mejor expresión de esta infinita región de esteros y sabana que es el Llano. Es una novela de intriga, de pasiones sórdidas, de personajes insólitos, de segundas y de terceras intenciones, de lucha por ideales y de traiciones. En definitiva es un pedazo de novela, llena de emociones que seguro no va a defraudar.

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domingo, 20 de febrero de 2011

Fotografía de viaje


Fotografía de viaje
Richard l'Anson
Geoplaneta/Lonely Planet, 2009
368 pp.

¿Compraría usted un libro dedicado a la fotografía de viajes?¿Y si el autor del libro es un fotógrafo estrella de Lonely Planet y sus imágenes ilustran una buena parte de sus guías?...



Richard l’Anson
Geoplaneta/Lonely Planet, 2009
368 pp.





¿Compraría usted un libro dedicado a la fotografía de viajes? Depende. Cuesta pensar que el hecho de viajar a cualquier lugar, estar de vacaciones, vivir sobre escenarios distintos de los que encuentra uno en su entorno habitual afecte a la fotografía. Y esta duda persigue al aficionado cuando encuentra un título tan simple como Fotografía de viaje.

Pero puede empezar a disiparse cuando el autor del libro es un fotógrafo estrella de Lonely Planet y sus imágenes ilustran una buena parte de sus guías y de la galería de fotos que cuelgan de la web de los editores más importantes de guías de viajes.

Seguramente, no hay reglas que se apliquen solamente a la toma de fotografías cuando se viaja, pero puede haber una experiencia casi ilimitada que haga aconsejable prestar atención a lo que cuenta un experto como es Richard l’Anson, el autor del libro.

De hecho, l’Ansom es consciente desde el principio de esta especie de suplantación que se produce cuando el viaje abarca a toda la realidad. Lo que vale para los viajes, dice a poco de arrancar el libro, vale para casi todo tan pronto como uno se aleja del garaje de su casa. Pero como su pasión va ligada a los viajes –y su medio de vida también- hace un recorrido de la A a la Z de todo lo que considera debe conocer el aficionado y de todo lo que para él constituye la práctica de su profesión.

No sé si quien lea el libro se va a convertir de un fotógrafo sobresaliente, pero sí es seguro que prestando atención a todos los asuntos de los que trata tendrá criterio para orientarse en un mundo que quien no ha pasado por una escuela maneja a base de intuición y que el profesional, además, ha sistematizado para no cometer errores y para mejorar paso a paso la calidad de su trabajo.

Como anunciaba la célebre película de Woody Allen, todo lo que usted quisiera saber sobre fotografía … aparece en este libro. Nos habla de cámaras, de objetivos, de filtros, de carretes para los nostálgicos y de tarjetas de memoria. Nos habla de formatos digitales y de los metadatos que acompañan a la información de cada imagen. Y aunque las ‘technicalities’ ocupan un lugar importante, se ocupa también de lo que no es pura técnica y que hace la diferencia entre las fotos mediocres y las excelentes.

Después de aleccionarnos sobre máquinas y accesorios sorprendentes nos devuelve a la realidad del fotógrafo y enfría nuestro entusiasmo cuando nos advierte de que “pueden hacerse buenas fotos con cualquier cámara y por cualquier medio. En los últimos ciento ochenta años –nos dice- se han realizado muchas fotografías memorables con las máquinas de cada momento…”, de modo que el secreto está en otra parte.

Y ahí empieza con un exhaustivo repaso de la luz, de la composición, del punto de vista, de los contenidos… y de los temas. Temas de todos colores y variedades saca Richard l’Anson a relucir, cada uno con su matiz y su intención, y todos desde la experiencia de quien se ha enfrentado a ellos y ha tratado de sacar lo mejor de cada uno. Cuanto más grande es el mundo, más numerosos los temas y cuanto más se acerca uno a ellos más derivadas encuentra, todas ellas con sus particularidades: la ciudad, el campo, la vida animal son algunas de ellas. Pero, a continuación, se multiplican y dan lugar a otras mucho más precisas que hay que ‘comprender’ para extraer de ellas esta foto que sorprende y embelesa.

Todas las fotos, nos viene a decir l’Anson, están ya hechas. Pero hay aún un hueco en el que explorar y donde encontrar una imagen extraordinaria y todavía inédita. Fotografía de viaje quiere ayudar al lector a encontrar este camino y aporta para ello una información verdaderamente masiva. Cuenta los ingredientes y explica el camino para componer la fórmula. Pero el resultado dependerá también del cocinero, de su inspiración y de esa práctica insustituible que hace al buen fotógrafo: tirar miles de fotos para aprender de todas ellas y acercarse a ese mito que es la perfección.

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martes, 15 de febrero de 2011

Un general confederado de Big Sur


Un general confederado de Big Sur
Richard Brautigan
Blackie Books, 2010
167 pp.

Ni un cinco por ciento de los libros que pueden tener que ver con la literatura de viajes muestran algún género de humor. Éste lo tiene a raudales y por esto merece que se le preste atención...


Richard Brautigan
Blackie Books, 2010
167 pp.





Ni un cinco por ciento de los libros que pueden tener que ver con la literatura de viajes muestran algún género de humor. Éste lo tiene a raudales y por esto merece que se le preste atención.

¿Pero es sólo eso? Ni mucho menos. Resulta que el autor, es un escritor, como se llama ahora, de culto. Un hombre rematadamente maldito, de la generación de los que se dedicaron a la contracultura, entre hippy y ácrata, absolutamente inapropiado en sus opiniones y aficiones y olvidado, para más señas. Y que sigue una tradición literaria que viene del humor inglés, que entiende que el humor es legítimo y un signo de inteligencia. Y viene también del humor de la ‘colonia’ norteamericana, que además se siente libre para explorar temas y situaciones sin cortapisas morales, hijas todavía del “qué dirán”.

Mark Twain asoma tras Un general confederado de Big Sur con la picaresca descarada de Tom Sawyer y de Huckleberry Finn. Y todavía más, se hace presente en las páginas de este libro que comentamos Tom Sharpe o John K. Tooke y su Conjura de los necios hecha de personajes desharrapados, directamente desagradables, pero hilarantes en su cutrería, falta de escrúpulos y de criterio, y adaptados a su manera a la realidad en la que deben vivir, una vez ‘tuneada’ para hacerla no sólo tolerable sino apropiada a sus experiencias y desvaríos.

Richard Brautigan, el autor de nuestro “general confederado”, inventa una trama, pero se diría que es él mismo quien está en el centro del relato. Un relato norteamericano hasta la médula. Californiano, soleado, libre-libertario y enloquecido que discurre alrededor del Big Sur.

¿Sabe alguien qué es el Big Sur? Brautigan lo rescata del olvido como manifestación del absurdo. Es un pedazo de tierra que presenta como desértica, perdida en mitad de ninguna parte entre el Pacífico y la sierra de Santa Lucía, olvidada en el camino entre San Francisco y Los Ángeles, convertida en secarral donde sólo algunos gatos, y unos desheredados –felices a pesar de todo ¿o no?- viven y despliegan los mitos de ese viejo (¿?) país que es Norteamérica, construido a base de batallas medio olvidadas y de personajes confusos que ayudan a huir de la realidad y crear otra absurda en la que se mueven nuestros personajes.

“La primera vez que oí hablar de Big Sur no sabía que había formado parte de los difuntos Estados Confederados del América, un país que pasó de moda igual que pasan las ideas, las pantallas de las lámparas o un tipo de comida que la gente ya no cocina.”

Con esa aproximación, Brautigan nos habla del envés de esa moneda cuya cara brillante es Sausalito, el Silicon Valley o la universidad de Stanford y que en nuestro caso muestra la vida mísera, tramposa e improvisada de personajes de derribo envueltos en el humor que genera el absurdo.

Una cara de América poco habitual es la que se muestra en Un general confederado de Big Sur . El título ya es desmitificador porque el lector se entera pronto de que el general es una entelequia: que no existió nunca. A lo sumo hubo un soldado fuera de lugar con vocación de cualquier cosa menos de héroe. Un buen tazón de una América sin gloria es lo que nos ofrece Richard Brautigan y un buen rato de lectura también entre sonrisas alimentadas por una sucesión de situaciones disparatadas.

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domingo, 6 de febrero de 2011

Calle Amazonas. De Manaos a Belém por el Brasil olvidado


Calle Amazonas
Bernardo Gutiérrez
Altair, 2010
198 pp.

Equipado con un cuaderno de notas, una cámara de fotos –profesional- y con tiempo por delante, Bernardo Gutiérrez se sitúa en la Amazonia y nos la cuenta. Oficio tiene para ello...



Bernardo Gutiérrez
Altair, 2010
198 pp.





Equipado con un cuaderno de notas, una cámara de fotos –profesional- y con tiempo por delante, Bernardo Gutiérrez se sitúa en la Amazonia y nos la cuenta. Oficio tiene para ello. Es periodista y viajero. Ha publicado en Nacional Geographic, en Geo, en El País, en La Vanguardia… hasta en Playboy. Y ha vivido cuatro años en Brasil. No es pues un recién llegado al mundo de la escritura ni a ese otro mundo vital y rico en paisajes, en gentes y en historia que es el gigante brasileño.

Todo lo que rodea al Amazonas está envuelto por el mito. El río es el más largo del mundo. Sí, sí. Bernardo nos lo cuenta, porque no hace mucho, los cartógrafos descubrieron que su nacimiento estaba en un lugar distinto del que se creía y desde su nuevo origen añade suficientes kilómetros a su curso como para ponerse en el primer puesto del ranking mundial. Bien. Río largo, caudaloso, rodeado de selva, lleno de vida, desconocido, impenetrable e inexplorado en algunas de sus regiones, dueño de una riqueza a ojos vista y de tesoros no desvelados aún, pero que se suponen inmensos, el Amazonas está rodeado de un halo que hace difícil distinguir donde acaba la imaginación de los hombres y donde empieza la realidad de la imagen que nos llega.

Por ello Bernardo Gutiérrez se propone borrar la amazonia ficticia y esforzarse por contarnos lo que hoy es. Quiere bajarnos del cómodo sillón de espectadores de una selva literaria e idealizada para devolvernos a la realidad. “La selva no es tan solo un santuario de la biodiversidad. Es mucho más. Principalmente, el hogar de millones de seres humanos.” Y para ello, emprende un recorrido que empieza en Manaos para terminar en Belém, a orillas del Atlántico, embarcando en naves grandes y chicas, incómodas casi todas, y deteniéndose en los más diversos lugares para conocer rincones y gentes que el viajero no suele encontrar en los recorridos turísticos.

Manaos es el origen, porque es la gran capital y porque está en el imaginario que todos tenemos de esa relación entre la mayor masa de verde y de agua dulce del planeta, la mano del hombre y la ambición por dominar la naturaleza. Sirve para hablar del pasado y del presente. Y para advertir de los quiebros de la historia que sin avisar apenas conduce a la mayor opulencia, lo mismo que a la ruina y busca caminos inéditos como el de la alta tecnología para dejar de extraer madera y sacar, en cambio, de la selva chips, motocicletas y software.

Pero Manaos, su espléndido teatro y los ecos de Fitzcarraldo son sólo el principio. Tras él se desarrolla un largo viaje que da pie a hablar de muchas cosas más, siempre con el tono real de la experiencia vivida y del testimonio de lo que cuentan –y de lo que callan- las personas que se van encontrando a lo largo de los días y de las sucesivas etapas.

La matanza –por millones- de indios que acompañó a la colonización de la Amazonia surge tras rascar sólo un poco en la memoria. Los mitos indígenas y la indigencia absoluta en que vivieron algunas tribus, los intentos de interpretación de los blancos que vinieron de fuera, con resultados y con intereses tan diversos: Levi Strauss, por el lado académico, Casaldáliga comprometido, optimista y solidario, las instituciones, provisoras en origen y criminales con el paso del tiempo después de asociarse a intereses perversos… van encontrando hueco en las páginas del libro

La vida en la Amazonia ha cambiado a pasos agigantados y la cultura urbana ha planchado las formas tradicionales a una velocidad y con una contundencia inapelables. En mitad de la selva, lejos de la ciudad, las camisetas ‘urbanitas’, los piercings, las crestas punkis, las bolsas de basura y la música a todo volumen de nuevos grupos a la moda se mezclan con el mensaje de las sectas evangelistas y contribuyen a la extinción de una cultura que estuvo viva hasta hace muy poco tiempo.

“El primer contacto (con la civilización) para muchas tribus indígenas significa una hecatombe.” Pero Calle Amazonas, no es un libro que se deje llevar por la catástrofe, ni melancólico. Cuenta esta hecatombe sin dejarse arrastrar por ella porque habla además de la vida y de cómo ella descubre nuevos cursos a medida que el entorno va penetrando las fronteras, en el pasado impermeables, que hacían de la Amazonia un mundo poderoso y aparte.

Calle Amazonas es un excelente libro de viajes y un testimonio singular de la realidad que surge en torno al gran río brasileño. Es un relato con opinión que ayuda a entender ese mundo poco visible y en evolución que es la Amazonia y que se desarrolla dentro de ese otro mundo lanzado hacia el futuro que es Brasil. Quien sienta curiosidad, nostalgia o interés por acercarse al Amazonas llevado de la mano de un guía bien dispuesto y buen conocedor de lo que habla, tiene ahora con Calle Amazonas la mejor ocasión de satisfacer sus deseos.

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