lunes, 30 de noviembre de 2009

El poder del perro


El poder del perro
Don Winslow
Mondadori, 2009
720 pp.

El poder del perro es un novelón. Un trhiller que mantiene la tensión a lo largo de sus más de setecientas páginas y que en determinados momentos se desboca llevando la adrenalina al máximo ...


Don Winslow
Mondadori, 2009
720 pp.






Dios me libre de decir que México es lo que se cuenta en El poder del perro. Como tampoco sería ajustado a la realidad decir que la sociedad de Sicilia es la que aparece en las escenas de El Padrino. Pero algo tienen que ver unos y otros.

El poder del perro es un novelón. Un trhiller que mantiene la tensión a lo largo de sus más de setecientas páginas y que en determinados momentos se desboca llevando la adrenalina al máximo mientras la acción escala y coloca a los personajes al borde del precipicio.

Pero es un thriller de largo recorrido. Bien cimentado, construido desde atrás de forma que los personajes están bien asentados y no son actores de paso. Y la acción de hoy encuentra raíces en el pasado que la sustentan y la convierten en algo casi inevitable. Todo está bien trabado y discurre por caminos que difícilmente pudieran ser otros. Hablamos de un destino que marca los acontecimientos porque la realidad se impone dirigida con puño de hierro. Como El padrino, El poder del perro no es un episodio. Muestra una extensa realidad. Es un pedazo de historia.

¿De qué trata El poder del perro? ¿Por qué, siendo ficción, se convierte en un relato sobrecogedor? Don Wisnlow se propone escribir sobre el narcotráfico en México. E inventando personajes y historias escarba en los orígenes de esta plaga que se ha convertido hoy en el nudo de la política y del enredo mexicano. Habla pues del corazón del país. Y lo hace después de una larga investigación sobre la que se asienta la novela. Winslow no pretende encadenar una serie de escenas para una película de infarto. Se eleva sobre el terreno y baja también a ras de tierra para explicar los hilos que mueven el curso de una perversión que ha hecho del crimen el centro de una sociedad y la corrupción al corazón de las instituciones y de los hombres.

La acción de la novela se anima cuando a pequeños personajes mafiosos se les añade la presencia de las agencias norteamericanas de represión del narcotráfico. Y cuando a un asunto local que afecta a México se le alimenta con conexiones colombianas y de política regional que hacen saltar por los aires la dimensión estrictamente mexicana del problema y puramente policial para implicar intereses de escala superior cada vez más complicados.

Desde el principio, en los años setenta, se desarrolla la trama que conduce hasta hoy. En el origen estuvo la marihuana y el negocio que vivía del cultivo. Un negocio importante que por supuesto no era para los campesinos, porque en la ilegalidad sólo los poderosos podían protegerse y protegerlo. En definitiva apropiárselo. Y un negocio apoyado en el inmenso mercado norteamericano, al margen de la ley también, y dejado en consecuencia, en manos de las mafias que van a converger con las mexicanas.


Pero ese esquema resulta cosa de niños porque es vulnerable y porque los estrategas del negocio descubren que el poder y el dinero están en la cocaína que nadie busca en México y que Colombia necesita exportar.

Ahí arranca la novela. Y con este planteamiento se desvela una realidad estremecedora cuando las instituciones y no sólo las personas deciden entrar en el juego de las oportunidades que todo ello abre a sus propios intereses chocando unas con otras y deslizándose también fuera de la ley.

Pequeños y grandes maleantes, gente guapa de buena familia, curas, políticos encargados de perseguir el crimen, policías, militares, agentes secretos… todos mezclados nadan en el fango del delito y sus aledaños. Y muestran esa transversalidad que anuncia que la droga ha permeado a todos los sectores y se ha infiltrado en ellos.

Regreso al principio para insistir en lo evidente. El poder del perro no es la realidad de México. Es una pequeña parte solamente del país y retrata además la realidad de otros países y por extensión del mundo actual. Pero es cierto, que lo que cuenta ocupa un lugar central en los problemas a los que se enfrenta México. Y que siendo marginal, muestra un perfil de la sociedad mexicana relevante para comprender el país.

Quien desee entrever la realidad desde una tribuna llena de emociones y de acción, a través de un relato magistralmente construido, donde se hilan tramas diversas y excelentemente construidas, que no ahorra escenas de una brutalidad sobrecogedora y que retendrá su atención y el aliento desde la primera a la última página, encontrará en la novela de Winslow la mejor de las lecturas.

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domingo, 22 de noviembre de 2009

Lo que el día debe a la noche


Lo que el día debe a la noche
Yasmina Khadra
Destino, 2009
381 pp.

Yasmina Khadra es un caso insólito y vuelve a sorprender en "Lo que el día debe a la noche". Un seudónimo con nombre de mujer oculta a un hombre que nos ofrece, ahora, una excelente novela lejos de las de género policiaco a las que nos tenía acostumbrados....


Yasmina Khadra
Destino, 2009
381 pp.





Yasmina Khadra es un caso insólito y vuelve a sorprender en Lo que el día debe a la noche.

Un seudónimo con nombre de mujer oculta a un hombre. A un militar hasta que dejó la carrera para dedicarse plenamente a escribir. A un argelino cuando parece que Argelia ha desaparecido del mapa, al menos, del mapa que los viajeros manejan ya sea para sus vacaciones ya sea para expediciones de perfiles más exigentes. A una novela lejos de las excelentes novelas del género policiaco a las que nos tenía acostumbrados.

Yasmina Khadra nos habla ahora de lo íntimo. Se ha despojado de la atmósfera de violencia que acompaña al crimen y al terrorismo que conoce bien. Y que retrata también a la Argelia del hoy. Esa Argelia cuyas heridas desmienten que el fundamentalismo se ceba en occidente y que ahorra al Islam el sufrimiento de su desafuero.

Lo que el día debe a la noche es una larga historia de desgarro, de sentimientos hondos que siguen el curso de la vida argelina, desde la época colonial hasta la independencia. Es el relato que fluye en paralelo mostrando la vida de Younes y la de su país, en una relación compleja y tensa. En definitiva, siguiendo el curso de una historia difícil y contradictoria como acostumbra a serlo la vida real.

Lo que el día debe a la noche tendría interés en cualquier caso. Pero para empezar lo acrecienta por el hecho de estar excelentemente escrita. Desde las primeras páginas da gusto sumergirse en una lectura que envuelve y que crea situaciones que el lector ve con los ojos de su imaginación aunque estén a una distancia infinita.

Younes es un niño expulsado de un medio rural miserable, cuya vida naufraga en un suburbio de Orán donde reina la desesperación. Son los años treinta. Su vida y la de su familia, orgullosa y humillada al mismo tiempo, condenada al fracaso, retrata un mundo marginal y desahuciado. Pero un mundo que con el tiempo se llenará de rencor y también de energía para alimentar la incierta rebelión que terminará dando a luz a la independencia del país.

Porque la realidad es que no se trata de un espacio marginal sino mayoritario. Younes, por un azar, consigue salir de él para asentarse en el mundo oficial: el mundo visible de la colonia, de los extranjeros que se han abierto camino, de los comerciantes que consiguen vivir de su trabajo, de los naturales del país con una profesión o con un puesto de funcionario que los sitúa en un lugar comprensible, en un país viable, en un escenario con futuro.

El nuevo mundo de Younes, quien pasa a llamarse Jonás para acentuar mejor la ruptura entre una vida y la otra, es razonable y esperanzador. Es lo que se espera que sea el mundo. No ha sido regalado. Y ahí a los españoles nos toca un poco el orgullo de haber contribuido a crearlo. El trabajo hercúleo de los que emigraron, convirtió el desierto en vergeles. Alrededor de Río Salado plantaron enormes extensiones de viñas, crearon bodegas y levantaron una ciudad entera y próspera. En Orán eran conocidas sus fiestas religiosas para agradecer haber sobrevivido a la peste y haber podido seguir afincados en una ciudad donde progresaron. Para celebrar sus fiestas habían llevado nada menos que a Xavier Cugat. Y en su plaza de toros triunfaba Dominguín. Eso era también la Argelia de la época.

Pero era la Argelia de una minoría que no podía perpetuarse. A Younes/Jonás le toca en suerte nadar en un agua y en la otra. Ser feliz también en ambas. Pero, al fin, sufrir en su propia persona el desgarro de vivir en un mundo imposible y el dolor del parto que fue el nacimiento de la Argelia de hoy.

En Francia Lo que el día debe a la noche ha sido celebrada con premios y con un gran éxito editorial. Lo que cuenta forma también parte de su historia reciente. Y sin darnos probablemente cuenta nosotros, forma parte también de nuestra historia. Los españoles estuvimos cerca de Argelia y Argelia, aunque la evitemos con la mirada, sigue componiendo nuestro entorno más próximo. Yasmina Khadra nos lo cuenta a través de una historia de sentimientos apasionada y apasionante que cautivará al lector.

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lunes, 16 de noviembre de 2009

Un recodo en el río


Un recodo en el río
V.S. Naipaul
Mondadori, 2009
321 pp.

Es, para muchos, la mejor novela de Naipaul. Pero es, sobre todo, África. Un África real e inaprensible, inquietante, hecha de incertidumbres, condenada a sus propios demonios y apasionante también....


V.S. Naipaul
Mondadori, 2009
321 pp.





Es, para muchos, la mejor novela de Naipaul. Pero es, sobre todo, África. Un África real e inaprensible, inquietante, hecha de incertidumbres, condenada a sus propios demonios y apasionante también.

Un solo personaje, sobre el telón de fondo de una familia del oriente africano, vertebra la historia y, sobre el universo tan reducido de una experiencia individual, Naipaul consigue construir un panorama donde el lector es capaz de vislumbrar la profunda complejidad que da vida al continente entero: a un mundo contradictorio y desgarrado por fuerzas poderosas y destructivas.

Naipaul conoce bien África y en su capacidad por describir situaciones y sentimientos aprovecha, sin duda, el hecho de haber vivido él mismo en su hogar el recuerdo de una situación colonial y la experiencia de una familia desplazada del medio de donde surgieron sus raíces.

Un recodo en el río habla de una derrota, pero no refleja al hombre resentido que caracteriza al perdedor. Salim, el protagonista, es originario de alguna ciudad de la costa del Índico. Y la primera sorpresa para el lector es que no es un africano. Su familia lleva siglos en África, pero el mundo de los africanos es el de tierra adentro y el de la familia de Salim se ve todavía ligado a oriente y está en decadencia, amenazado por ese resurgir de África que, en lugar de dispensar el orden y la convivencia, ha desatado las tensiones entre tribus y pueblos y extiende el caos sin remedio.

Salim no es un hombre derrotado. Pero está herido por un presente amenazador porque, en el horizonte, lo que se anuncia es desorden y violencia. La vida de comerciante, que ha sido la de su familia durante generaciones, basada en la palabra y en la confianza, se enfrenta a un mundo descompuesto que no comprende nada de lo que le está ocurriendo. Es difícil evitar un recuerdo a ese Corazón de las tinieblas sobrecogedor y denso, a pesar del tiempo transcurrido entre las escenas de un relato y otro.

Un África antigua perdura en los detalles. Los niños de las aldeas siguen doblando la rodilla ante los adultos en señal de respeto. Pero los secuestros y las muertes violentas desbordan las viejas tradiciones y se apropian de ellas en una extraña combinación que justifica toda clase de desvaríos.

Para Salim/Naipaul es lógica la senda de declive por la que discurre África. Y es inevitable el desasosiego que atormenta al protagonista. Nadie entiende nada, ni quiere entender. La situación es tan fluida que sobrevivir exige acumular riqueza hoy sin esperar a mañana. Exige matar, antes de que lo señalen a uno mismo como la próxima víctima. Y huir a la selva o a la ciudad porque la razón se ha desquiciado y lo mismo se basa en el cálculo que en viejas creencias mágicas. Los viejos espíritus se convierten en signos de afirmación africana y se alían con la cólera frente a la influencia diabólica de las ideas que vinieron de occidente.

La ignorancia es el motor de tanto desvarío y de la construcción del mundo artificial en el que viven los africanos. A cualquier lugar recóndito llegan pilas eléctricas fabricadas en el otro extremo del mundo. Pero los africanos, a diferencia del swahili Salim, no están interesados en saber de dónde vienen, ni cómo se fabrican, ni por qué funcionan. Su imaginario pasa de la selva a la actualidad más plana y, para casi todos, de la miseria en mitad de la naturaleza a la miseria más desarraigada aún en ciudades podridas donde la vida transcurre en medio de la degradación.

Los funcionarios son corruptos y los ejércitos peligrosos para los conciudadanos y para el propio gobierno que los maneja como perros de presa y que sabe que a la menor oportunidad abandonarán la disciplina para convertirse en bandas que aterrorizarán a quienes tengan a mano.

África, poderosa y llena de oportunidades, ofrece en la novela de Naipaul la desesperada imagen de una huérfana. Abandonada por Europa ha perdido el contacto con quien le dio una administración eficaz, un idioma con el que entenderse, los productos con los que se abastecía y no ha encontrado el camino para sustituirlos por sus propios medios y para crear otros, si no mejores, al menos iguales.

Extraordinaria, Un recodo en el río mantiene al lector pegado al libro del principio hasta el final. Se convierte en una lectura apasionante. Bucea en el mundo de los sentimientos y también en el de la realidad exterior. Y dibuja un África extrañamente vívida, que alcanza mucho más allá de la aventura por la que transitan los personajes que componen la historia. Es, sin duda, una lección sobre todo el continente, apoyada en la ficción, pero también sacada de una realidad que los no africanos conocemos mal o muy mal y a la que Naipaul nos acerca.

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sábado, 7 de noviembre de 2009

Piel de perro


Piel de perro
Fatos Kongoli
Siruela, 2009
267 pp.

Es un libro con humor negro, cínico y entrañable porque gira alrededor de un personaje que es al mismo tiempo víctima del pasado socialista y lúcido ...


Fatos Kongoli
Siruela, 2009
267 pp.





El pasado de algunos países es tan denso que el presente sigue gravitando sobre él. Se parece a esos agujeros negros del universo que atraen la materia con tal intensidad que que la luz se desploma en ellos y nada posee la energía suficiente para abandonarlos. Ninguna realidad nueva surge desde su interior para hacerse visible fuera.

Termina Cien años de soledad diciendo que “las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”. Y se diría que la soledad vivida en algunos países socialistas fue tan larga e intensa que quienes sobrevivieron a ella quedaron atrapados en sus redes y su mundo imaginario sujeto para siempre a su mandato.

Piel de perro es obra del escritor albanés Fatos Kongoli. Es un libro con humor negro, cínico y entrañable porque gira alrededor de un personaje que es al mismo tiempo víctima del pasado socialista y lúcido, resistente a lo que ese pasado representó.

Piel de perro es pura ficción. Es el relato personal de Kristo Tarapi, un sujeto desencajado en una nueva Albania de la que no se sabe casi nada, porque la sombra que proyecta el antiguo régimen sigue tiñendo de gris la realidad de hoy.

Kristo, un nombre inoportuno durante la era comunista, se añade a Tarapi, que enseguida se sabe que con un leve cambio fonético significa poco menos que imbécil, y ambos contribuyen a crear una personalidad tan poco solvente que el propio personaje interpreta su desmerecido papel en la vida como el de una piel de perro.

¿Un drama? Bueno, según se mire. Porque el autor lleva el hilo de la historia por la vía de un esperpento de bajo tono que hace sonreír por lo que tiene de absurdo. Las tragedias dependen de cómo cada cual las lleva y nuestro personaje, inhábil y torpe en muchos aspectos, maneja la que le toca representar conscientemente y resignado y la convierte en algo tan normal como es la vida cotidiana.

Un destello de erotismo levanta la sordidez heredada de la experiencia socialista y presta calor al corazón apagado de Tarapi. La vida en una casa inhóspita durante la niñez, la tristeza de una vida familiar sin vida, el trabajo deslucido como guionista en la industria del cine, la pérdida del trabajo y de la autoestima no son el mejor combustible para dinamizar la vida y mirar el entorno con confianza. Pero las mujeres, por supuesto en unas relaciones inconfesables, situadas entre lo imposible y lo clandestino, dan el punto de esperanza y de aliento que falta en el rosario de descalabros menores y mayores en que se ha convertido la existencia. La ilusión de hallar una salida del hoyo viene de la mano de una figura de mujer y de unas fantasías a las que, a pesar de todo, la realidad coloca en el lugar que les corresponde y certifica el destino tan poco bendecido por el éxito de este personaje entrañable y menor.

Un libro humano, una Albania desconocida y unas buenas horas de lectura acompañan a este descenso a la oscuridad donde, sin embargo, luce siempre el tenue resplandor de la vida.

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domingo, 1 de noviembre de 2009

Beber para contarla


Beber para contarla
VV.AA.
Recopilación de Peter Haining
Norma/La otra orilla, 2009
264 pp.

Peter Haining es el autor de esta antología y para ella ha elegido textos de Joyce, Becket, Synge, Flann O'Brian... En total doce autores y doce pequeños relatos...


VV.AA.
Recopilación de Peter Haining
Norma/La otra orilla, 2009
264 pp.





El tono de piel sonrosado, cuando no rojo, la jarra de cerveza, negra, casi siempre, y la animada jarana parecen ser la imagen de marca de los irlandeses. Así los ven a menudo los de fuera y así se ven ellos mismos si hay que hacer caso a Beber para contarla.

Sea el clima, poco amigable la mayor parte de año, o una jovialidad natural que adorna a los irlandeses, el hecho es que los pubs han sido tradicionalmente, y son todavía ahora, el escenario donde gravita la vida. Ahí tienen lugar los encuentros entre parroquianos convertidos en amigos y ahí es donde la conversación toma rienda suelta y se abre al cotilleo, al ingenio, a la discusión y a todo aquello que reúne el uso de la palabra y el trato con los demás.

El pub se convierte en el patio de vecinos que da juego a la vida irlandesa y por consiguiente se presta al sainete y al humor, con que los propios irlandeses comulgan. Una jarra de Guiness, un vaso de whiski -perdón de whiskey- y un animado círculo en un pub componen la escena que para algunos mejor retrata lo más sólido del sentir y el vivir en Irlanda.

Y así lo deben haber visto los mejores escritores irlandeses -y los ha habido muchos y muy reconocidos- cuando las escenas creadas alrededor de un pub o ligadas a una generosa dedicación a la bebida han ocupado en su obra un lugar relevante.

Beber para contarla destaca este hecho y da la oportunidad al lector de hacer una selecta excursión por la literatura irlandesa en pos de este rasgo de carácter con aroma a alcohol que lejos de un defecto se observa con benevolencia y ironía, porque se acostumbra a entender que parte de las raíces de las que ha surgido el país entero.

Peter Haining es el autor de esta antología y para ella ha elegido textos de Joyce, Becket, Synge, Flann O'Brian... En total doce autores y doce pequeños relatos escritos a veces como cuentos o piezas cortas, otras como novelas, de las que Haining extrae unos pasajes, otras como teatro. Se trata casi siempre de relatos con un deje costumbrista, que refleja historias muy variadas, algunas situadas en un escenario de época que bien podría estar a principios del siglo XX y otros mucho más actuales. Algunos más dramáticos y otros claramente desenfadados. Y todos fáciles de leer.

Haining ha elegido, escarbando en lo mejor de la literatura irlandesa, y acompaña a cada una de las piezas con una pequeña introducción que sitúa al autor, para mejor entendimiento del lector, y con él al texto para ofrecer algunas claves que ayudan, sin duda, a sacar todo el jugo a la lectura.

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