viernes, 30 de diciembre de 2011

Socotra, la isla de los genios

Socotra, la isla de los genios

Jordi Esteva
Atalanta, 2011
362 pp.

Jordi Esteva sigue con la sensibilidad puesta en los 'árabes del mar' y en el rastreo de un mundo cuyos ecos resuenan todavía en la memoria de los viejos, en las tradiciones orales y en las costumbres...



Jordi Esteva
Atalanta, 2011
362 pp.





Han pasado cinco años desde que Jordi Esteva publicara Los árabes del mar. Cinco años que han cambiado de alguna manera el horizonte que hacía de aquel libro un relato luminoso sobre los árabes que navegaron por el Índico y que crearon en la costa swahili, en Omán o en Zanzíbar comunidades de comerciantes y marineros vigorosas y emprendedoras.

Jordi Esteva sigue con la sensibilidad puesta en estos árabes del mar y en el rastreo de un mundo a punto de ser sepultado en la historia pero no desvanecido del todo, porque sus ecos resuenan todavía en la memoria de los viejos, en las tradiciones orales y en las costumbres. Pero en Socotra, la isla de los genios el tono con el que empieza el relato nuestro autor es más oscuro. En el nuevo libro, estos recuerdos y tradiciones que hablaban de un pasado esplendor parecen haberse hundido por el peso de un presente destructivo y amenazador.

La visión de Jordi Esteva es ahora más apesadumbrada porque nada le recuerda a aquel oriente que conoció hace treinta años y cuyos encantos se perdieron hace tiempo. Yemen ya no es el mismo. Ya no es aquel cuya capital, Sanaa, brillaba como Patrimonio de la Humanidad con sus casas altísimas construidas hace siglos. Tampoco mantiene en la memoria a personajes cuya dignidad servía de referencia a una sociedad vieja pero profundamente articulada. Ni conserva la piedad que actuaba de cemento en la relación entre las personas como descubre horrorizado Jordi Esteva ante el alborozo de los jóvenes con un video sobre el terrible asesinato de un rehén en manos de una banda fundamentalista.

El viejo mundo árabe que sedujo al autor está en fase avanzada de descomposición y seguramente por ello confirma la necesidad de centrarse en Socotra, una isla perdida, de la que hay viejas y confusas referencias y que conserva el halo mágico de lo desconocido.

No puede, Jordi Esteva, ni siquiera llegar a su isla en dhow, la tradicional embarcación a vela que hasta hace tan poco surcaba las aguas del Índico y que fue el único medio de transporte que desde las costas del sur de la Península Arábiga alcanzaban su puerto. Nada de dohws. El avión es ya el único medio viable para llegar a la isla.

Pero Socotra sigue siendo tierra aislada. Y nuestro autor sí encuentra en ella todavía lo que va buscando: un resto vivo del pasado. Por supuesto las cosas cambiaron también en Socotra. El régimen comunista del Yemen de Sur abolió el sultanato en un intento de modernizar la isla, anclada en un remoto pasado, pobre y sin contacto prácticamente con el mundo exterior. Y los tiempos recientes dieron también lugar a la llegada de nueva población del continente. Pero pocas más cosas alteraron el letargo infinito de un lugar pedregoso y árido, donde las cabras forman casi parte de la familia y donde incluso el islam presenta reflejos de prácticas antiguas, heredadas de poblaciones que recalaron en la isla a lo largo del tiempo.

Jordi Esteva como en la literatura clásica, utiliza a personajes que le acompañan para que le hagan de espejo. Personajes que dialogan con él y con los que verbaliza sus reflexiones. Quiere descubrir los misterios que rodean a la isla y de los que hay pocas noticias: quiénes la poblaron en el pasado, por qué no hay en ella grandes monumentos, qué hay de verdad en relatos antiguos que hablan de maravillas que hoy se han extinguido, cómo llegaron los primeros europeos… Y quiere también recoger los relatos de los mayores o de quienes viviendo más aislados, en rincones junto al mar o en parajes inhóspitos del interior, pueden contar leyendas o viejos cuentos oídos en alguna ocasión, para que no se pierdan y para atar los cabos que le permitan trazar una especie de historia.

El libro es una sucesión de conversaciones, de descripciones y de reflexiones propias que permiten al lector participar del viaje que Jordi Esteva efectúa por toda la isla. Sus acompañantes, un joven descendiente del último sultán, un conductor que los lleva por lugares infames con su precario todo terreno, algún que otro acompañante según las circunstancias y las gentes que va encontrando a lo largo del periplo le permiten escuchar pero también pelotear con las ideas, pulsar opiniones y dar vida a su relato.

El lector escucha las voces de múltiples personas a quienes Jordi Esteva interroga no siempre con éxito porque a menudo viven en un mundo que tiene poco contacto con aquel que Jordi tiene en la cabeza. Y así se produce un flujo de ida y vuelta en el que uno y otros van contando y sacan a la luz retazos de historia y viejas aventuras donde aparecen Simbad, aves prodigiosas, traiciones amorosas, algunos que otros genios o combates entre antiguos invasores y la población local.

Socotra, a poca distancia del Cuerno de África, bajo soberanía yemení, sigue siendo un lugar poco accesible. Y por ello mismo es todavía un mito. Todos los viajeros que persiguen en los lugares que visitan el reflejo fugaz del pasado y el mito que cada destino encierra encontrarán en la vieja y perdida isla de Socotra un profundo aliciente. Y descubrirán en el libro de Jordi Esteva el modo de acercarse al misterio y a todas las fantasías que rodean a esta isla única de manera directa, paso a paso y con el detalle de quien le ha dedicado el interés y la pasión.

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domingo, 18 de diciembre de 2011

Mahabhárata. La gran guerra del clan de los Bháratas

Mahabhárata. La gran guerra del clan de los Bháratas

Introducción de Álvaro Enterría e ilustraciones de Gol
Olañeta / Índica Books, 2011
72 pp.

Doscientos mil versos, tantos como siete veces la Ilíada y la Odisea juntos, no son tarea fácil para el lector. Por eso hay que dar la bienvenida a su adaptación a un formato más claro, más llevadero y de muchas menos páginas...



Introducción de Álvaro Enterría e ilustraciones de Gol
Olañeta / Índica Books, 2011
72 pp.





Doscientos mil versos, tantos como siete veces la Ilíada y la Odisea juntos, según advierte la introducción al libro, no son tarea fácil para el lector, ni aparecen como un proyecto de lectura excitante al que dedicar un buen pellizco de tiempo. Y sin embargo, el Mahabhárata es uno de los grandes libros de la humanidad en el que se sustenta, más que una cultura, una civilización entera. Sus enseñanzas siguen vigentes, sus episodios se estudian en la escuela y su universo envuelve a la sociedad india, que encuentra en él sus raíces.

Por ello, porque su tamaño excede a lo que hoy se entiende por un libro, porque su lejanía lo sitúa en un terreno poco o nada conocido para el común de los lectores en lengua española y porque su vigencia es enorme todavía hoy para millones de personas, es por lo que tiene sentido su adaptación a un formato más claro, más llevadero y de muchas menos páginas.

La sorpresa, y quizás algo de prevención, aparece cuando conocemos que la versión de la que hablamos tiene la forma de un cómic. Por eso conviene que aclaremos las cosas, porque es cierto que la idea de un libro que resume la sabiduría de la humanidad casa mal con su entrega a modo de tebeo.

La primera pregunta es qué es el Mahabhárata. Y la respuesta viene en la brillante exposición con que Álvaro Enterría introduce el libro. La sola implicación de Enterría en la edición es una garantía de la calidad del libro y una primera llamada a que lo tomemos en serio. Álvaro Enterría es un profundo conocedor de la cultura india. Su libro La India por dentro, excelente, cualquiera que sea el aspecto por el que se lo mire, acredita esta afirmación. Su labor en las primeras páginas del libro consiste en contarnos lo que es, en darnos las claves de su importancia y en introducirnos en su sorprendente complejidad.

El Mahabhárata pretende ser –y es para los indios- el compendio del conocimiento humano, el corazón mismo de la humanidad. “Lo que está aquí –afirma en algún momento- puede encontrarse en otros lugares, pero lo que no está aquí no se hallará en ningún sitio.” Nada hay, pues, en el exterior de Mahabhárata, fuera de sus límites. Y bajo esta premisa, Enterría nos guía por el libro y nos ayuda a interpretar tanto sus evidentes contradicciones como su profunda sabiduría.

Hay que hablar de contradicciones porque es la historia del clan de los Báhratas lo que va desgranando el libro a lo largo de sus casi infinitos versos. Y en cualquier intento de reflejar la realidad y de relatar la aventura de los hombres sobre la tierra surgen situaciones que compromenten el comportamiento recto y enturbian la bondad original que debiera guiar todos los actos. La de los Báhratas es una historia de reyes, príncipes y guerreros en cuyas aventuras intervienen los dioses, que se apiadan de los hombres, y en la que se ven reflejadas las penurias de la existencia en la tierra. La bondad y la maldad, la moralidad, las virtudes y los vicios tienen cabida en el comportamiento de los personajes. Y en su reparto a lo largo de la acción muestran también cómo los virtuosos incurren en la perversidad y cómo no todo es lo que parece. Para sorpresa del lector occidental acostumbrado a conceptos morales claros, no hay aquí buenos del todo ni malvados desprovistos de un rastro de bondad. El deshonor o la infidelidad pueden ir del brazo de la bondad y de la rectitud de intenciones. Porque lo cierto es que, trazando a través de la palabra el transcurso de la vida de los hombres, la misión del Mahabhárata es poner en guardia sobre la realidad e introducir también en el ámbito de la bondad aspectos del mal que irremediablemente la acompañan y que forman parte del mundo.

Alvaro Enterría nos lleva de la mano por los grandes temas. Y nos abre también los ojos en lo que concierne a los pequeños para ayudarnos a sacar el jugo a la historia. Nos ayuda, por ejemplo, con los personajes, numerosos y enlazados por complejas relaciones para evitar que nos perdamos en la lectura. Nos cuenta quienes son, sus lazos familiares, su carácter y con ello nos da pistas para seguirlos a lo largo del relato.

Hasta aquí, todo lo dicho afecta al contenido. Por supuesto, el dibujo y la adaptación de la historia a sus exigencias tiene una importancia primordial. Ha sido resultado de un trabajo exhaustivo tanto de ilustración como de interpretación de aquello que se quería contar. El resultado -hay que agradecérselo a Gol- ha sido excelente. Un dibujo cuidadísimo, de colores brillantes y de ambientación viva y llena de detalles dan luz al libro y convierten la lectura en un animado espectáculo lleno de interés.

La transcripción del Mahabhárata al cómic supone un gran empeño y requiere de un esfuerzo largo y sostenido. El libro que se presenta ahora con el subtítulo de Los Pándavas es el primero de una trilogía que compondrá la obra completa. Los dos siguientes vendrán a continuación. Habrá que esperar a que aparezcan para avanzar en la lectura y conocer hasta el final esta narración. Una narración, que pretende ser la historia del mundo y aportar una luz, poderosa y sabia, con que iluminar a los hombres en el transcurso de su existencia.

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lunes, 12 de diciembre de 2011

Un crimen en Calcuta

Un crimen en Calcuta

Paul Theroux
Alfaguara, 2011
362 pp.

Cadáveres, sacrificios en templos, prostitución... dan vida a una Calcuta teatral, bastante de opereta, pero que divertirá al lector, que pasará un buen rato entretenido con la novela.



Paul Theroux
Alfaguara, 2011
362 pp.





Hay un punto de desconcierto con la lectura de Un crimen en Calcuta. Se diría que Theroux hace en su novela un ejercicio de estilo y se propone un juego con el lector. Un juego que irá desgranando a lo largo de las páginas del libro y que administrará mediante situaciones inverosímiles que cualquiera consideraría torpes si no vinieran de un autor avezado y con muchas horas de vuelo.

Aparece en la trama un recurso a espejos y a reflejos en el que queda patente la ironía sobre la que discurre la novela. Todo gira en torno a un escritor, de viajes por más señas, relativamente famoso, harto de ir de un sitio a otro y al que Theroux vapulea. Cansado de dar conferencias y de soportar a sus lectores, aburrido y, más que en la madurez de la vida, a punto de ser vencido por la edad, en el declive inevitable que acompaña al paso de los años.

¿Es el propio Theroux, que se maltrata y juguetea consigo mismo? No. Pero el lector –y el autor lo sabe- no puede sustraerse a la idea y tendrá en más de una ocasión presente esta posibilidad.

El título del libro habla ya de intriga. Un crimen en Calcuta nos devuelve al Theroux de La calle de la Media Luna. Pero entre un libro y otro ha pasado una eternidad y Theroux ha bajado sus exigencias. Se ha propuesto divertirse a costa de conceder un respiro a la tensión narrativa y de rozar el tono de la caricatura en esta incursión en el género negro.

El arranque de la novela da la impresión de un ejercicio de manual cuyas claves conoce el lector después de leer los clásicos del género. Sólo hay que sustituir San Francisco o Los Ángeles por Calcuta, al detective hundido en la miseria por nuestro escritor sin ideas sobre las que escribir y la cochambrosa oficina en un edificio de mala muerte por una habitación de hotel de segunda sin gracia ni interés ninguno. Y como mandan los cánones aparece inesperadamente un encargo que más que una investigación es un embrollo detrás del que hay una atractiva y misteriosa mujer.

La intriga está servida en un escenario donde se mezclan indios y norteamericanos y cuyos decorados son las calles de esta ciudad oscura y misteriosa también que un extranjero no llega a conocer jamás. Por supuesto, el tono de la novela obliga a presentar una Calcuta melancólica y a menudo despreciable. “Calcuta estaba toscamente enyesada y pintada de mala manera, las columnas corintias, los capiteles jónicos, las balaustradas curvas, los pórticos y mucho de lo que parecía mármol era en realidad madera pintada de blanco. No era hermosa…” Y para alimentar a la maldad, que siempre hay detrás de la novela negra, los personajes que desfilan en primer o en último plano son gente en los que desconfiar. Los indios con su formalismo engañoso, su apariencia y nada más que apariencia servil, su incierta espiritualidad, su moralidad sospechosa de pactar con la realidad más reprobable no salen tampoco bien parados.

La novela negra es lo que tiene y Theroux se aplica a ella respetando las normas al uso de principio a fin. Seguramente, una reflexión más elaborada que la que haría el detective de turno es lo que da a Un crimen en Calcuta un aire más literario. Una reflexión sobre el escritor, la inspiración, la soledad, el amor y numerosas generalidades más … que diluye el discurrir de la intriga en muchas partes del libro y se detiene en el discurso filosófico de nuestro casi siempre atormentado escritor.

Después de tanta literatura sobre la India -una de corte más social, otra de intensa actualidad, otra de pura ficción- la incursión de un escritor occidental, famoso por más señas como es Theroux, en el género de la novela negra y sin grandes preocupaciones es una novedad y tiene su indudable atractivo. Cadáveres, sacrificios en templos, prostitución, escenas de erotismo subido, personajes peligrosos, mendigos, viajes nocturnos en tren …  son las piezas que dan vida a la novela, lo mismo que la ciudad de Calcuta, presente todo el tiempo, a lo largo de la acción. Una Calcuta teatral, bastante de opereta, pero que divertirá al lector, que pasará un buen rato entretenido con la novela.

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lunes, 5 de diciembre de 2011

La casa de la araña

La casa de la araña

Paul Bowles
Austral, 2011
500 pp.

En la lista de escritores enamorados de Marruecos, Bowles ocupa un lugar principal. Conocer Marruecos de la mano de Bowles es para el lector una ocasión que hay que aprovechar cuando se presenta....



Paul Bowles
Austral, 2011
500 pp.





“Quienes toman amigos, en lugar de tomar a Alá, son semejantes a la araña que se ha hecho una casa. Y la casa más frágil es la de la araña…” (El Corán)

En la lista de escritores enamorados de Marruecos, Bowles ocuparía necesariamente un lugar principal. Además de su intenso interés y aprecio por el país, la experiencia que acumula de su vida en Tánger dan a sus libros una profundidad especial. Conocer Marruecos de la mano de Bowles es para el lector una ocasión que hay que aprovechar cuando se presenta.

La casa de la araña es un libro extrañamente actual. Transcurre en los años cincuenta, durante el período de la colonización francesa. Podría parecer un momento perdido ya en la historia, cuando del colonialismo no quedan casi ni los recuerdos. Pero el asunto del libro va más allá porque lo que a Bowles le interesa es el conflicto entre la cultura tradicional y el progreso.

Hablamos de cultura tradicional que no es ni mucho menos sinónimo de atraso. Todo lo contrario. Cuando Bowles mira a la medina de Fez ve sabiduría y un poso de siglos en una manera de vivir, pensar y sentir que hace de Marruecos un lugar único y admirable. El conocimiento es una cosa y la sabiduría es otra, observa en alguna parte del libro. La sabiduría está en Marruecos y el conocimiento –que no es lo mismo- está en un occidente que ha elegido la prosperidad material como objetivo para el futuro.

El Marruecos arraigado en las tradiciones, el Marruecos sostenido por una sólida cultura de sensibilidad distinta a la de occidente, es el que preocupa a Bowles porque ve que está en camino de extinción. Ve que ha absorbido el veneno del deseo de modernidad en un juego perverso y seguramente sin solución. Los mismos que se revelan contra la ocupación francesa, los más ilustrados, los estudiantes de la universidad islámica, son los que reclaman el progreso y el alejamiento de la vieja tradición musulmana sobre la que se ha construido el país hace ya siglos.

En el prefacio Bowles explica su inquietud y da la pista al lector sobre el sentido que ordena la trama de personajes y de reflexiones con los que se teje esa casa de la araña que da título al libro.  Empieza el diciendo:

“Yo quería escribir una novela utilizando como telón de fondo la vida cotidiana de la ciudad de Fez, porque era una ciudad medieval activa en mitad del siglo XX. (…) Tenía el propósito de describir Fez tal y como existía en el momento de escribir acerca de la ciudad, pero cuando inicié la redacción empezaron a producirse una serie de acontecimientos que yo no podía ignorar. Enseguida comprendí que iba a tener que escribir, no acerca de la vida tradicional de Fez, sino sobre su disolución.”

Y escribe sobre su disolución en un diálogo a tres voces que dejan ver no solamente argumentos encontrados sino concepciones del mundo distintas que fijan las posiciones que están detrás de cualquier debate.  En apariencia, la vida de Fez es la de siempre, pero arranca Bowles creando el desasosiego en el lector. La hospitalidad, la conversación larga, el discurrir infinito de los tiempos que remiten a un mundo conocido y acogedor se mezclan bruscamente con un recorrido por la medina, tenso y amenazador que desorienta al personaje que centra la acción y que despierta en él todas las dudas sobre el Marruecos que lo rodea. Detrás del aprecio caluroso que siente por Fez asoma el sentimiento dormido de la desconfianza que despierta la tortuosidad de sus habitantes, su inclinación a la mentira, su rigidez, su afición a complicar lo simple…

Tres personajes centran la novela de Bowles. Seguramente, el más interesante es Amar, un adolescente, de mentalidad independiente, de extracción humilde si a posición económica se refiere, pero de familia muy señalada en la consideración religiosa dentro de su comunidad. Amar es casi un personaje de las Mil y una noches, un chaval de la calle, atado a sus raíces pero que descubre que el mundo es distinto del que reclama la tradición y exige posiciones -¿traiciones?- nuevas. Stenham es un escritor americano atrapado por el exotismo de Marruecos y por la indolencia que acompaña al paso del tiempo y al largo y trabajoso progresar de su novela. Finalmente, Mme. Veyron, se abre paso como una americana, independiente, viajera y más sensible a los argumentos de desarrollo del país que a los sentimientos románticos de mantener las tradiciones.

Un Fez sobre el que se ciernen las nubes de la rebelión, donde policías y soplones tratan de mantener el orden colonial amenazado por una medina a punto de explotar sirve de escenario sobre el que se plantea el papel del Islam en el mundo moderno, los objetivos de los activistas educados en busca de progreso, la pérdida de los viejos valores, el desencanto, la dureza de la incertidumbre … Fez, una vez más, acaba siendo la protagonista de una historia compleja que empezó hace siglos y que sigue siendo hoy de actualidad.

En un mundo lleno de novedades, casi todas imprevistas por quienes les tocó vivirlas, la azora de la casa de la araña es un aviso a navegantes y un toque de atención para quienes han desoído los mandamientos divinos:

“Contra unos enviamos una tempestad de arena. A otros les sorprendió el Grito. A otros hicimos que la tierra se los tragara. A otros les anegamos. No fue Alá quien fue injusto con ellos, sino que ellos lo fueron consigo mismos.
Quienes toman amigos, en lugar de tomar a Alá, son semejantes a la araña que se ha hecho una casa. Y la casa más frágil es la de la araña.”

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