viernes, 25 de septiembre de 2015

La memoria del Ararat. Viaje en busca de las raíces de Armenia

La memoria del Ararat

Xavier Moret
Península, 2015
270 pp.

La poderosa atracción de lo desconocido es la llama que prendió en el ánimo de Xavier Moret para viajar a Armenia y contar su experiencia a lo largo de un recorrido que lo iba a llevar por los rincones más diversos. Y será el estímulo que llevará al lector a no perderse este libro lleno de interés.



Xavier Moret
Península, 2015
270 pp.





Para buena parte del mundo, Armenia se sitúa entre alguno de esos mitos envueltos en la nebulosa de la historia llenos de interrogantes y de incertidumbres. Presente y pasado se mezclan para dar al país la imagen de una tierra desconocida y con el misterio de estar situado entre Europa y Asia, perdido entre las montañas del Cáucaso y del que llegan noticias más propias de una leyenda que de la realidad.

Este mito y la poderosa atracción de lo desconocido fueron la llama que prendió el interés de Xavier Moret por viajar al país y por contar su experiencia a lo largo de un recorrido que lo iba a llevar por los rincones más diversos. No hay mucho escrito sobre Armenia y menos aún escrito en español y en fecha reciente, de modo que el libro que ahora se publica está lleno de interés. Un interés al que se añade el hecho de que Armenia se presenta ante el lector, lo mismo que se presentó ante Moret, como un lugar a descubrir, lejos de los destinos demasiado trillados a los que viajar.

La memoria del Ararat tiene el formato de un libro de viajes. Es casi un diario, escrito con agilidad y de lectura fácil. Discurre, siguiendo el recorrido del autor, por distintos ambientes de Armenia -por ciudades, por el campo, por pueblos, montañas, monasterios y lagos...-  y se sostiene en buena parte en las conversaciones que Moret va teniendo con quienes entra en contacto y de las que espera entender lo que ha sido el país y lo que es hoy. Un continuo diálogo basado menos en las preguntas que en las respuestas porque lo cierto es que Armenia es un país muy particular que pide desentrañar el origen de su extraordinaria  personalidad y los pormenores de su historia única.

Armenia ha sido siempre un bastión en lucha con sus poderosos vecinos. Y, situada en el corredor que unía Europa con Asia, un país sujeto a amenazas constantes. Ningún otro pueblo pudo sobrevivir a lo largo de un período de tiempo tan largo en medio de un territorio tan hostil. Pocas naciones han tenido como la armenia que sostenerse a base de alianzas con el menos malo de sus enemigos para no sucumbir frente a los demás, aun peores. Persas, bizantinos, otomanos, rusos, turcos... han mordido sus fronteras y han generado en la población un espíritu resistente y un orgullo nacional de solidez inquebrantable.

Pero por supuesto, la gloria de sobrevivir a tanta adversidad ha tenido un enorme precio. Armenia se sostiene sobre la tragedia y sobre el desgarro que acompaña a la violencia. Una violencia que se ha cebado sin piedad sobre la nación armenia y que tuvo su punto culminante en la matanza de 1915 a manos de los turcos que exterminó a dos millones de personas. Y que dio lugar a una diáspora de la que resulta que la mayor parte de los armenios -diez millones en números redondos- vivan hoy fuera de Armenia.

¿Armenios, cuando son argentinos, iraníes o norteamericanos de segunda o de tercera generación? Armenios, porque la nación armenia se sostiene sobre símbolos y mitos que la han unido y le han dado conciencia propia a lo largo de los siglos frente a las más diversas circunstancias. El alfabeto armenio, las traducciones de textos griegos y romanos cuando Europa estaba sumida en la edad media, la condición cristiana de la población cercada por el mundo musulmán, la arquitectura, y los héroes -reyes, santos, guerreros- dieron lugar a una cultura que se conserva hasta hoy y en torno a la cual gravita el país y esa enorme diáspora que desborda la frontera y compone otra especie de país que añora al primero, al real, y hace de él otro mito.

Y es ese mito el que trata de desentrañar Moret y que causa una suerte de decepción cuando se contrasta con la realidad. Armenia resulta ser un país pobre y en buena parte destruido. Montañas agrestes, más apropiadas para convertirse en refugio que para ser tierras de labor, y espacios pedregosos y áridos componen buena parte de un territorio con clima extremo, sin salida al mar y con pocos recursos. Un territorio empobrecido además por su condición, hasta no hace mucho tiempo, de república integrada en la Unión Soviética y por la pérdida de una gran parte de la población.

Orgullo nacional, orgullo por disponer de un país independiente tras el desmoronamiento de la URSS, orgullo por la solidaridad de la nación armenia en la diáspora que ha volcado sobre la vieja patria cantidades ingentes de dinero forman la cara luminosa de un país que mira al futuro con determinación. Pero hay también una cara oscura llena de interrogantes. En su recorrido, Moret nos avisa del panorama desolador que resulta de ver que en las calles de los pueblos 'muchos (de los balcones) están deteriorados y amenazan ruina. Y no sólo los balcones: las casas están hechas polvo'. Al mismo tiempo, y a pesar de su compromiso con el país, muchos armenios que siguen viviendo en él no le ven futuro y piensan en emigrar. Y tampoco la relación con los vecinos es fácil. Turquía y Armenia sostienen un viejo y grave desencuentro que nace del genocidio de 1915 y con Azerbayán Armenia mantiene un alto el fuego en una guerra inconclusa por la que esta última se apropió de la región del Alto Karabaj cuando Azerbayán era un país pobre y no disponía de los ingresos del petróleo ni del ejército del que se ha dotado en la actualidad.

La memoria del Ararat es un vuelo sobre la superficie de Armenia con el que Moret busca encontrar las claves para entender la realidad de este país nuevo y antiguo al mismo tiempo, lleno de contradicciones y asentado sobre antiquísimas raíces que parecen no haber perdido fuerza en la configuración del presente. Es un libro oportuno para quienes sienten interés por la situación siempre inestable del Cáucaso, ante el centenario que vuelve a poner de relieve la tragedia del genocidio armenio y para los amantes de los viajes que sienten curiosidad por ese país esquivo para la literatura y que ahora encuentra en Xavier Moret quien fija la mirada en él.

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