domingo, 21 de diciembre de 2014

Una vida sin fronteras

Una vida sin fronteras

Pascal Grellety Bosviel y Sophie Bocquillon
Confluencias, 2014
241 pp.

Libro llamativo por el rotundo diseño que lo anima, lo mismo que por sus imágenes y por el texto, encierra importantes lecciones sobre nuestro tiempo y sobre las crisis más graves que aquejan al mundo en que vivimos.


Pascal Grellety Bosviel y Sophie Bocquillon
Confluencias, 2014
241 pp.






El viaje se dividía tiempo atrás entre el duro quehacer de los exploradores en tierras salvajes y el acaramelado paisaje de los folletos turísticos con promesas de un mundo feliz en este mundo.

Pero el mundo ha cambiado y la conciencia de quienes viajan también. La televisión y toda clase de noticias hablan de un mundo revuelto donde la felicidad transcurre en paralelo con las grandes tragedias y donde cualquier camino conduce a paisajes que mueven a la reflexión acerca de una sociedad solidaria que no se aviene a mirar siempre a otro lado.

El viaje no es, en todo caso, sinónimo de felicidad y en el camino el viajero se ha dado cuenta de que es preciso abrir un espacio para el compromiso. Conocer el mundo es conocer sus problemas y vivir en él es saberlos afrontar con determinación.

Por eso es oportuno el libro de Pascal Grellety Bosviel y Sophie Bocquillon. ¿Y quién es Pascal Grellety? Pues es uno de los fundadores de Médicos sin Fronteras, un hombre que ha pasado toda su vida viajando de conflicto en conflicto y llevando alivio, en cada uno de ellos, a quienes lo necesitaban. Un hombre además polifacético, enfrascado en escribir diarios donde ha conservado la memoria de sus peripecias tomando notas y dibujando a lo largo de cincuenta años.

Una vida sin fronteras es el resultado de estos diarios y de un larga experiencia. Y es un libro convertido en una abigarrada mezcla donde convive el lenguaje del cómic, con las noticias del periódico, con apuntes de la historia reciente y con elementos de una biografía singular y siempre interesante.

Frédéric Joly, portavoz del Comité Internacional de Cruz Roja en Francia, abre el libro señalando: "(El doctor Pascal Grellety Bosviel) es un hombre puro, no duro, un hombre comprometido, no entrometido. Encarna el gesto humanitario, (...) el médico a la antigua. Ha recorrido el mundo entero en misiones humanitarias (...) con Médicos sin Fronteras, con Médicos del Mundo y también con la Cruz Roja francesa, Acción contra el Hambre  o Acción Médica Internacional ....

"Más allá de su larga carrera profesional,  Pascal Grellety Bosviel se distingue también por ser un artista, un dibujante de talento. A través de setenta cuadernos, una colección única de acuarelas y dibujos, de fotografías y de textos originales, documenta la memoria al hilo de sus misiones en Yemen, Biafra, Camboya, Vietnam, Timor, Ruanda, los Balcanes, etc.

"Con la complicidad de la periodista Sophie Bocquillon, simplemente nos invita a un increíble viaje: un vida dedicada al humanitarismo."

Escenas de todo el mundo, paisajes, gentes, pedazos de vida y de vidas de los últimos cincuenta años desfilan por la páginas del libro y nos muestran, a través de quien ha sido testigo directo de todo ello, una realidad que se vuelve próxima y cobra para el lector una vida que antes no tenía.

Libro llamativo por el rotundo diseño que lo anima, lo mismo que por sus imágenes y por el texto, despierta el interés del lector desde el principio. Vale la pena prestarle atención porque es un libro singular y porque encierra importantes lecciones sobre nuestro tiempo y sobre las crisis más graves que aquejan al mundo en que vivimos.

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jueves, 11 de diciembre de 2014

Paraísos cercanos. Cantábrico

Paraísos cercanos. Cantábrico

David Ponce
La Fábrica de Libros, 2014
174 pp.

Cada foto, una sorpresa. Cada página del libro, una nueva sensación de irrealidad. Cada paisaje, un espacio para el asombro. ¿Así es el Cantábrico?¿Así de bello?¿Así de desconocido?


David Ponce
La Fábrica de Libros, 2014
174 pp.






Cada foto, una sorpresa. Cada página del libro, una nueva sensación de irrealidad. Cada paisaje, un espacio para el asombro. ¿Así es el Cantábrico?¿Así de bello?¿Así de desconocido?

Quien nos abre los ojos a una realidad, a la vez tan próxima y tan lejana, es David Ponce. Fotógrafo de profesión, es sobre todo un hombre con el don de ver. De ver -en lo que parece una naturaleza primigenia, desnuda de todo signo de vida y huérfana- la belleza sublime de lo elemental, de lo estricto y sin embargo rico, porque en la composición de sus imágenes hay un mundo complejo de armonías donde nada sobra, donde no hay retórica alguna.

Blanco y negro e infinitos tonos de gris en las sombras, en las veladuras que producen las nieblas, en los cielos matizados por el leve degradado de las nubes o en el agua del mar tamizada por el continuo movimiento de las olas del que extrae un aspecto fantasmal, forman la paleta rigurosa y sin embargo rica con la que se expresa David Ponce.

El blanco y el negro, con contrastes que parecen naturales, dan protagonismo sobre todo a un universo rocoso. El Cántabrico, al que se dedica el libro, aparece como un litoral hecho de acantilados y peñascos en contacto todo el tiempo con un mar indefinido, convertido en bruma que contrasta con las precisas aristas de la piedra y con la sucesión de grises que delata cambios de color y de matices en las tierras que las forman.

No es fácil, para quien haya recorrido la costa cantábrica hacerse la idea de la belleza extraordinaria de esa tierra sin orilla que se desploma súbitamente en el mar ofreciendo fachadas verticales que se dirían de otros países o de otras tierras. Ni tampoco es fácil encontrar todas esas filigranas rocosas de formas insólitas que pelean con las mismas olas que les ha dado forma y que las han convertido es arcos esbeltos, o que las han taladrado, o que las han dispuesto componiendo geometrías imposibles.

David Ponce llega a ello porque al contrario del viajero, tiene un espíritu sedentario y paciente. Las fotografías que nos acercan a esos paraísos norteños son el producto de la espera. De vivir el presente como si fuera a ser el final del camino y hubiera que agotarlo hasta captar todo lo que nos ofrece. El abanico de fotografías que nos regala David es el de un fotógrafo que viaja a pie y que se maravilla ante cada nueva perspectiva sobre el paisaje que va descubriendo en su andadura.

Galicia, Asturias, Santander, Cantabria y el País Vasco son los escenarios naturales que nutren y ordenan esta extraordinaria colección de fotografías y este afortunado libro, simplísimo en apariencia, mínimo en diseño y en los textos que lo acompañan, al que merece la pena prestar toda la atención.

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martes, 2 de diciembre de 2014

50 ensayos de secesión. Un repertorio de ciudades

50 ensayos de secesión. Un repertorio de ciudades

Ignacio Jáuregui Real
Lampreave, 2014
263 pp.

Reflexivo, curioso, atento a lo sutil, que es donde se refleja el alma de las cosas, Ignacio Jáuregui nos acompaña por cincuenta ciudades, elegidas por las cosas del azar y también por el corazón.



Ignacio Jáuregui Real
Lampreave, 2014
263 pp.





Midiendo cada palabra, buscando el matiz, sin perder nunca el fluir despacioso de quien quiere no perder detalle y desea huir del atropello de otras palabras que vinieran de una voz demasiado apresurada, Ignacio Jáuregui nos va acostumbrando a su forma de mirar y de vivir aquellos territorios, deliberadamente ajenos, por los que pisa. A Ignacio le gusta escindir el mundo, separarse de él, sentirse lejano y, así, dejarse sorprender por todo lo que aparece ante sus ojos, por un panorama que quiere que le resulte nuevo para liberarlo de la grisura que genera la rutina.

Esta vez son cincuenta ciudades las que ocupan la atención de Ignacio y las que componen este libro cuidadísimo en la edición, lo mismo que lo fue su primer libro: India, primera mirada. Para situar al lector, Ignacio avisa de su condición de arquitecto y por consiguiente de una inclinación hacia el rigor y el orden, a la hora de escribir, que le lleva a expresarse desde la racionalidad y siempre con prudencia. Pero el lector descubrirá enseguida que si la arquitectura tiene un papel importante es porque ha afilado la sensibilidad del autor y ha refinado los matices de su mirada, que es el gran secreto de este libro extraordinario.

Ciudades, una tras otra, aparecen a base de pinceladas que reflejan el humor del autor y sus querencias. No se trata de ir en busca de objetividad alguna. Eso se encuentra en las guías que se atienen, como los notarios, a la realidad. El mundo de Ignacio Jáuregui es el de las sensaciones y por ello mismo es caprichoso y sorprendente para el lector. Las ciudades no se conocen prestando sólo atención a su materialidad, lo que las distingue es la simpatía o la antipatía, la sorpresa o la desgana que generan en quien las vive.

"Ciudades opulentas, ciudades decrépitas, ciudades que viven colgadas de su pasado o que inventan el futuro cada mañana; ciudades guapas, resultonas, feotas; ciudades plácidas, ciudades frenéticas, ciudades donde las mujeres caminan como reinas, ciudades que se duplican en espejos de agua, que se activan al caer la noche, que se dejan morir lentamente; ciudades donde perderse, donde encontrar tesoros, donde empezar de nuevo.

Ignacio Jáuregui ama las ciudades con una voracidad minuciosa y universal: en su recorrido por estas cincuenta se sube a los miradores más altos y se agacha a palpar los adoquines, se cuela por donde le dejan, recuerda todas las novelas, se para a escuchar todas la voces y pregunta por todas las rarezas en un empeño imposible por aislar y condensar en palabras aquello que hace única a cada ciudad."

Así describe la contraportada del libro el contenido y el atento deambular del autor por las ciudades que visita. A Ignacio Jáuregui le gusta sentirse un paseante antes que un viajero o que un escritor. Desea dominar el tiempo que es el secreto que hace del paseo una actividad plácida y reflexiva a diferencia del andar que no es otra cosa que desplazarse de un lugar a otro.

Reflexivo, curioso, atento a lo sutil, que es donde se refleja el alma de las cosas, Ignacio Jáuregui nos acompaña por cincuenta ciudades, que son muchas pero que no son todas. La selección es arbitraria, dictada por cosas del azar y también por el corazón. Y el trato que cada  una recibe es distinto porque nuestro autor quiere tomarse la libertad de administrar sus afectos y su relación con ellas. Una lectura reposada, para hacerla casi con los ojos cerrados y para dejarse llevar por los encantos, el aroma o simplemente el aire que se respira en las ciudades elegidas es lo que nos ofrecen estos 50 Ensayos con los que el lector disfrutará llevado de la mano de Ignacio Jáuregui.

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viernes, 21 de noviembre de 2014

El Arca de Noé

El Arca de Noé

Khaled al Khamissi
Almuzara, 2014
357 pp

Crítico, comprensivo y agudo Khaled al Khamissi, con El Arca de Noé, vuelve a llevarnos a un Egipto lleno de vida y matizado por el distinto color que le da cada uno de los personajes que crea.



Khaled al Khamissi
Almuzara, 2014
357 pp





Khaled al Khamissi practica lo que podríamos llamar la narración especular, es decir la que elige distintos reflejos para componer, a través de todos ellos, la imagen que desea mostrar. Se estrenó, al menos en España, con Taxi, ese recorrido por El Cairo en compañía y en diálogo con el taxista que día tras otro le iba tocando en suerte a nuestro autor camino al trabajo.
Ahora, con un horizonte màs amplio porque se sale de El Cairo e incluso de Egipto, vuelve a tratar con diversos personajes, egipcios todos y además jóvenes, para trazar una imagen del país a base de las experiencias de cada uno, de sus aspiraciones y de sus afanes y también de sus ilusiones.

Pero no es de un reportaje, aunque fuera ficticio, de lo que estamos hablando. Estamos ante una novela y ante unos personajes de creación propia, que no por inventados dejan de representar la realidad del Egipto de hoy. ¿Nos enfrentamos a una historia de frustración y de sufrimiento? ¿A la historia de una generación joven que desborda las fronteras de lo que el país ofrece y desea romper por donde sea el espacio estrecho en el que vive después de ver por la televisión que existen otros mundos? Pues sí. Es una historia de sufrimiento pero de una juventud que no se deja vencer por él y sobre todo contada con humor y desparpajo admirables.

El Arca de Noé de la que hablamos, que no es más que la comunidad de ese grupo de jóvenes, salidos cada cual de su padre y de su madre, cogidos a lazo para armar el relato, y braceando para mantenerse a flote y terminar indemnes a pesar del diluvio.

Khaled al Khamissi es directo y familiar en el lenguaje, porque es directo también expresando sus ideas sin tapujos. Tiene la frescura de quien conoce la calle y la sabiduría práctica de quien se ha pateado el bazar. Seguramente por ello, lo que cuenta –sobre todo en la primera de las historias- tiene resonancias de Las mil y una noches. Su historia es una fantasía tan pegada a tierra que se convierte en la realidad. La realidad de su país y de su gente. De un país absurdo que tropieza consigo mismo en cuantos pasos da, y de una gente amarrada a ese país y a esa cultura convertidos, país y cultura, en pasión y cárcel al mismo tiempo.

Ahmad, el personaje con el que arranca la novela de Khaled al Khamissi es como Aladino, inocente por un lado, pero lo suficientemente sabio para desentenderse de la escuela porque, quien ve mucho más allá, no está para perder el tiempo acudiendo a clase. Bajo el lema de sobrevivir y de prosperar hay que hacer piruetas para mantener los principios. Fidelidades, si, pero las justas, porque empezando por el propio país todo es un disparate.

“Si tuviera hijos en el extranjero ¿volvería a Egipto para que se educaran aquí? –se pregunta Ahmed-. Ni de coña. Como mucho vendría de visita pero no más” –se responde él mismo y responde también Khaled al Khamissi para orientar al lector de por donde van los tiros.
Ahmed primero y luego en mayor o menor medida el resto de los personajes sufren el síndrome de Cándido. Son de natural almas bondadosas en un mundo de lobos, incapaces muchas veces de conjugar sus principios con la realidad del mundo que les ha tocado vivir. Y por ello no hay más remedio que tomarse las cosas con un cierto humor y con todo el cinismo. “La economía sumergida es la base de este país. Si nos ajustáramos a la legalidad habríamos muerto todos de hambre”

Crítico, comprensivo y agudo Khaled al Khamissi vuelve a traernos un Egipto lleno de vida con el distinto color que le da cada uno de los personajes que crea. Un Egipto que habla de la calle y de los jóvenes, de las esperanzas y de los obstáculos que se interponen en el camino. En definitiva, habla del presente que dibuja con trazos magistrales para que el lector llegue más allá de lo que le cuentan los periódicos y además tenga la ocasión de pasar un buen rato con la lectura.

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viernes, 31 de octubre de 2014

Por el Oeste de Irlanda. Un recorrido a pie por uno de los paisajes más cautivadores del mundo

Por el Oeste de Irlanda

León Lasa
Almuzara, 2014
270 pp.

La de León Lasa es una Irlanda a ras de suelo vista desde una perspectiva que el lector reconocerá como próxima y con la que se sentirá cómodo y agradecido.


León Lasa
Almuzara, 2014
270 pp.





León Lasa regresa como compañero de viaje del lector, o si se prefiere como su guía, en este recorrido por las tierras del oeste de Irlanda. Nos acostumbramos a esta compañía con su libro En Noruega y luego leyendo Viaje a la Antártida y volvemos a sentirlo a nuestro lado ahora cuando escuchamos su voz con ese tono descriptivo del viajero sin prisa y que busca un confidente a quien contar lo que sabe, lo que ve y lo que siente.

Lasa es el viajero solitario que ve, al mismo tiempo que reflexiona y desgrana las pequeñas experiencias del momento, envueltas en un asentado conocimiento, adquirido en una buena preparación del viaje y en las elucubraciones que surgen de su particular sensibilidad. Lo de León Lasa es una especie de conversación tranquila con el lector a quien hace partícipe de sus cuitas.

Por el Oeste de Irlanda no es, en realidad, el más reciente de los libros del autor. Fue, en orden cronológico, el primero, pero se agotó hace ya un tiempo y ha vuelto a aparecer en una edición actualizada y tan interesante como pudo ser la primera. Bienvenida la reaparición de un libro dedicado a un país que parece que no necesita que se ocupen demasiado de él porque su literatura es tan rica que son muchos los testimonios que han hablado de sus tierras y de sus gentes.

Lo primero que llama la atención del viaje en el que se inspira León Lasa es que se trata de un viaje a pie. A estas alturas lo de viajar a pie es una rareza, pero es también el modo de gozar de unas experiencias que solo la lentitud del que camina proporciona.

Lo segundo es el amplio conocimiento de anécdotas de todas clases con el que el autor ilustra su relato. Anécdotas variadas, históricas, personales, sacadas de leyendas que abren el horizonte y que sacan el discurso del inmediato presente para ampliar la perspectiva buscando otros contextos y otros horizontes que enriquecen y animan esa conversación –o más bien ese monólogo- que Lasa mantiene con el lector.

Lo tercero que llama la atención es la extensa colección de referencias con las que León Lasa conecta los lugares que visita durante su viaje y España. Y ese será quizá el aspecto con el que el lector se sentirá más sorprendido porque resulta que España ha tenido una presencia en tierras irlandesas cuyo recuerdo el tiempo ha borrado y que ahora, de la mano del autor, recuperamos y que nos sirve sin darnos cuenta para establecer una relación de afecto con esa Irlanda con la que pensábamos que nada teníamos que ver.

Una fuerte sensación de realidad destila el relato de León Lasa. Una realidad que se desprende del detalle con el que desgrana su narración y con esa proximidad que el lector siente cuando escucha la voz del autor que no deja de hablarle.

Irlanda vive y va tomando color a través de encuentros que el autor realiza con las personas más diversas, a través de los paisajes, de los accidentes geográficos del ambiente de los pueblos, de la lluvia del camino, del ambiente de un pub y del calor de la conversación de los parroquianos. La de León Lasa es una Irlanda a ras de suelo vista desde una perspectiva que el lector reconocerá como próxima y con la que se sentirá cómodo y agradecido porque le permitirá aprender cosas nuevas y al mismo tiempo compartir los aromas de un viaje agradable y sobre todo insólito: “un recorrido a pie por uno de los paisajes más cautivadores del mundo” –como reza el subtítulo del libro.

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lunes, 20 de octubre de 2014

La rubia de ojos negros

La rubia de ojos negros

Benjamin Black
Alfaguara, 2014
336 pp.

Todos los ingredientes se han puesto en 'La rubia de ojos negros' para regresar a Los Ángeles de los años cincuenta y para llevar al lector por un rosario de peripecias que lo divertirán hasta descubrir, de sorpresa en sorpresa, el desenlace final de la trama.



Benjamin Black
Alfaguara, 2014
336 pp.





Quizás es Miami, con su arquitectura artdecó, con su legión de ricos y famosos refugiados en ella y con su entorno de marismas cuyos fondos parecen guardar oscuros secretos, la ciudad que mejor conserva esta atmósfera, despreocupada e inquietante a la vez, que puso de moda la novela negra más clásica –la de Chandler o Dashiel Hamet- y que fue la imagen de los Estados Unidos en los años cincuenta. La que conoció Europa a través de la novela y del cine.

Después, con el tiempo, una América más moderna, más joven y creativa y menos apesadumbrada ha sustituido a aquella de la que casi no queda recuerdo. Google, Apple, o Amazon hablan ahora de un país que parece siglos más moderno que aquél de detectives malcarados, de oficinas oliendo a tabaco y de rubias abrumadas por graves secretos.

La América digital y creativa ha enterrado a la de los polis con sombrero y gabardina, hasta el punto de que la nueva no guarda ya recuerdo de la antigua. No parecen ni de la familia… hasta que llega a las librerías La rubia de ojos negros. Un libro con el que hemos podido regresar a la América que conocimos.

Como en las novelas policiacas, los muertos acaban apareciendo y en nuestro caso aparece la América de los años cincuenta en la versión más auténtica. Y no en Miami sino en Los Ángeles. Los Angeles de Philip Marlow porque el juego que se trae Benjamin Black es justamente enlazar con los episodios del famoso detective y servirnos en bandeja uno más.

La verdad es que el reto tenía enjundia y, además, una buena dosis de riesgo. No es nada fácil seguir el rastro de Raymond Chandler, de uno de los más grandes del género, y suplantarlo frente a la máquina de escribir. Pero el resultado ha sido un éxito. Máquina de escribir y no un ordenador es lo que parece resonar en la lectura de la nueva novela y con ella parecen regresar también todos los ingredientes que componían esa América que dimos por olvidada.

Ni la América y la novela de Chandler son literatura fina. No hubiera funcionado bien un estilo demasiado sutil, ni un relato que hubiera aspirado a la perfección. Un toque marrullero y algún deje de ordinariez eran necesarios para retratar a una sociedad cuyas élites, desde lo más alto se hundían en lo más bajo mientras guardaban en el armario algún que otro cadáver y quebraban la imagen idílica de la propaganda de un país ejemplar y salvador del mundo tras el descalabro de la segunda guerra mundial.

Benjamin Black domina los trucos y las maneras de Chandler y construye con ellos un Marlowe tan creíble como el de su creador. Derrotista, inoportuno, de humor melancólico, ingenioso para cosas sin importancia, sobrado sólo en apariencia …  así es nuestro hombre. ¿Y qué hay de América en todo ello? Pues hay todo lo que la propaganda no muestra y unas cuantas pinceladas del país real. Hay la imagen del fracaso que se oculta tras el escaparate de una sociedad triunfadora, la imagen también del individuo solitario y envuelto en la rutina que contradice el mundo feliz de las mil oportunidades que se exportó para el consumo nacional e internacional, la imagen de provincianismo y de una falta general de cultura que alcanza a las élites y que empaña el orgullo del gran sueño americano y están los ricos riquísimos con sus disparatadas mansiones con criados y piscinas donde suele aparecer, hecho un amasijo, algún muerto incómodo en el fondo.

Todos los ingredientes se han dispuesto cuidadosamente en la cocina de esta novela y de esta rubia seductora que corta el aliento de Marlowe y de todos quienes se tropiezan con ella. Todos los ingredientes para regresar a Los Ángeles de los años cincuenta y para llevar al lector por un rosario de peripecias que lo divertirán hasta descubrir, de sorpresa en sorpresa, el desenlace final de la trama.

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jueves, 9 de octubre de 2014

Viajeras. El manual para preparar tus viajes y lanzarte a descubrir el mundo.

Viajeras

Varias autoras
La editorial viajera, 2014
227 pp.

Atención a este libro que se presenta como un manual pero que en lugar ser un listado de instrucciones se plantea como un abanico de experiencias y de consejos, ordenados, razonados y contados en un tono convincente, distendido y próximo.



Varios autores
La editorial viajera, 2014
227 pp.





Atención a este libro que se presenta como un manual pero que va más allá porque, en lugar ser un listado de instrucciones, se plantea como un abanico de experiencias y de consejos, ordenados, razonados y contados en un tono convincente, distendido y próximo, que suscita continuamente el interés del lector.

Viajeras es un libro práctico. Pero es más bien una conversación entre amigos. O entre amigas, porque tal como indica el título, va dirigido a las mujeres. Mujeres que se disponen a viajar y con ello a enfrentarse a las incertidumbres que supone poner un pie en lugares poco conocidos y abordar los innumerables problemas prácticos propios del marcharse lejos de casa.

Seguramente, el mayor atractivo de Viajeras es la diversidad de puntos de vista. Lo que no significa que haya mensajes contradictorios sino muchos y complementarios, de forma que el conjunto abarca un abanico de ideas y sugerencias rico y matizado. Seis han sido las autoras directas del libro, que cuenta además con una breve pero estimulante introducción de Cristina Morató. Y nueve han sido las colaboradoras que han participado igualmente en el texto para hacer más consistente el contenido y para cubrir un horizonte más extenso.

Quizás el mayor elogio que se le puede hacer a Viajeras es que ha sabido eludir el riesgo de ser un libro trivial. Y además el no haber caído en la tentación de no ser más que un libro a la medida de ese hueco de mercado que es el de las mujeres viajeras. Ni trivialidad, ni oportunismo asoman en este 'manual' necesario y pensado, sino para romper barreras, si para hacer más fácil el viaje, evitar muchos de sus inconvenientes, minimizar sus riesgos cuando los hay y acrecentar el disfrute que persigue el propósito de viajar.

El cómo viajar, el porqué de viajar -o de no viajar- sola, la salud, la seguridad, el equipaje, los asuntos de dinero y la elección de a dónde ir y de cómo decidir van conformando los temas del libro que cubre una enormidad de asuntos para los que da trucos, ideas de todas clases y recomendaciones concretas y acertadas.

Ah, y una cosa más es un libro lleno de pasión. De pasión prudente y razonada, pero de pasión al fin y al cabo porque quienes han participado en él han descubierto en los viajes un espacio de libertad , de conocimiento y de contacto humano que las ha cambiado para bien y las ha enriquecido. Para todas ellas el mejor y más importante de los consejos es viajar. Viajar de cualquier modo, aprovechar toda ocasión y disfrutar de las experiencias inolvidables que quedarán en el recuerdo al regreso.

"No existe ninguna excusa -dice Cristina Morató en su prólogo- para quedarse en casa y soñar sentada en el sofá con ese viaje que siempre hubieras querido hacer. Desde los tiempos más remotos las mujeres se han lanzado a explorar los espacios en blanco de los mapas. (...) Hoy las viajeras no tenemos límites para hacer realidad nuestros sueños de aventura. Sólo hay que leer este libro para descubrir que el viaje no sabe de sexos y también que al hacer la maleta ya no hay vuelta atrás. Y que nunca volverás a ser la misma."

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lunes, 29 de septiembre de 2014

Una mujer en las Montañas Rocosas

Una mujer en las Montañas Rocosas

Isabella L.Bird
Erasmus, 2014
189 pp.

El nombre de Isabella Bird no acostumbra a aparecer entre los de las más famosas viajeras. Y es una lástima porque relatos como "Una mujer en las Montañas Rocosas" son de lo más estimulantes y del mayor interés aún ahora.



Isabella L.Bird
Erasmus, 2014
189 pp.





No descubro nada reconociendo que las mujeres están de moda y que, en esa misma tendencia, las mujeres viajeras lo están también. Resulta que un selecto club de mujeres se atrevió, lo mismo que un selecto club de hombres, a salir de casa para recorrer el planeta por caminos poco convencionales y traer noticias de mundos desconocidos.

Isabella Bird forma parte de ese grupo de mujeres aunque su nombre no acostumbra a aparecer entre los de las más famosas. Y es una lástima que sea así porque sus relatos son de lo más estimulantes y del mayor interés aún ahora. De ahí que haya que hacer caso a la edición en castellano de Una mujer en las Montañas Rocosas y que haya que recomendar su lectura a todos los aficionados al género de los viajes.

Tanto como hablar del libro, merece la pena hablar de la autora. Su sola trayectoria dispara el interés del lector y explica el del contenido del libro. Cuenta una de las solapas del libro que Isabella Lucy Bird nació en Gran Bretaña a mediados del XIX, hija de un clérigo y con una salud enfermiza. Una salud enfermiza pero que debió ser de hierro porque murió con casi ochenta años. Y que le sirvió para que, en lugar de una vida normal para una señorita de la época, su padre estuviera dispuesto a financiar unos viajes que la alejaran del duro pelear de la vida diaria en Inglaterra. Cuenta el libro que su primer viaje fue a Australia. Luego visitó Hawai y las islas Sándwich. A continuación viajó por el Oeste americano. Más tarde conoció Japón, China y Vietnam. Y también fue a Corea y a Marruecos donde convivió con los bereberes. Además, tuvo tiempo de aprender medicina e ir a la India para ejercer en este terreno y luego, con el ejército, a Bagdad cumpliendo también con funciones médicas.

Currículum impresionante y suficiente para advertir al lector que se encuentra ante una escritora con experiencia y de talento excepcionales. Una escritora de mentalidad práctica, viajera por vocación y sin interés por la literatura. Lo suyo es el viaje, sus penurias y sus recompensas y las reflexiones que le despierta todo aquello que ve. Isabella Bird no viaja a cargo de ninguna fundación ni sociedad geográfica o académica que exija un informe sobre sus andanzas o un ciclo de conferencias al regreso. Viaja por su cuenta y lo que escribe son cartas que envía a su hermana poniéndola al corriente de sus periplos. De ahí que su relato sea especialmente espontáneo y se desarrolle sin el filtro de lo que se supone correcto cuando lo van a leer los demás.

Una Mujer en las Montañas Rocosas es el relato de un viaje por el Oeste norteamericano. Ese Oeste que hemos vivido en las películas mediatizado por la imagen que Hollywood y la ‘historia’ americana habían construido para el propio consumo. El relato de Isabella Bird es un relato ‘en directo’, a pie de realidad y desde la óptica de una mujer educada en la buena sociedad. Mujer dura, hecha a las penalidades del viaje, resistente y atrevida, que se aventura en un mundo hosco, donde no hay espacio para sutilezas porque la supervivencia es dura y la brutalidad forma parte de las herramientas para manejar el día a día.

La sensibilidad femenina está presente a lo largo del libro en las descripciones de la belleza del paisaje, de los colores, del aroma de la atmósfera, de los tonos de la luz, de la variedad de las plantas, de la grandeza de los horizontes… Y están también presentes los prejuicios de la época que hoy suenan como políticamente muy incorrectos. “Esas gentes –dice de los indios squaws- representaban una impresionante incongruencia en medio de los signos de una omnipotente civilización (como era la del hombre blanco)”. O cuando se alinea con las ideas del juez Lynch a favor de los métodos más expeditivos –a la horca me refiero- para poner orden y ejercer, sin remilgos de ninguna clase, la justicia.

El Oeste que nos deja ve la autora son las dos cosas, brutalidad y extraordinaria belleza, pero es, sobre todo miseria. Y eso es seguramente lo màs interesante del libro. La imagen de la vida cotidiana de los primeros pobladores de ese enorme territorio arrebatado a los indios y que los blancos empiezan a domesticar a base de ingentes sacrificios y penalidades. Vida miserable, niños miserables, hambre, trabajo de sol a sol, moscas, cucarachas, calor abrasador en verano y frío insoportable en invierno, casas inhóspitas, privaciones constantes forman la rutina de muchos de los que buscan en el Oeste un medio de vida. Y además una terrible soledad para las familias que fueron ganando territorio estableciéndose en lugares cada vez más remotos, con la inquietante presencia de los indios, tocados todavía con plumas, merodeando con sus rebaños y poniendo en contacto mundos absolutamente ajenos.

Granjeros, cazadores, mineros, bandidos va encontrando Isabelle Bird lo mismo que encuentra la degradación moral que acompaña a los lugares donde la cultura no se ha asentado y donde la dura supervivencia obliga a los hombres a superar los límites de la decencia. La ‘astucia’, se queja, domina por todas partes las relaciones. Una astucia que ha derivado de la suspensión de las reglas de la honestidad para obtener beneficios ilícitos en cualquier trato con los demás. Y que responde a una ley que se ha impuesto en ese enorme territorio de frontera: la ley del dinero a la que rinden culto sin limite hombres y mujeres.

La América ´salvaje´ se abre paso en este libro singular, el libro de una viajera atípica dispuesta a viajar sola para conocer de primera mano aquello de lo que los demás conocían de oídas. Un libro excelente, interesante y totalmente recomendable para quien quiera conocer de primera mano cómo era ese territorio mítico que hoy llamamos el Oeste Americano.

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jueves, 11 de septiembre de 2014

En la Patagonia

En la Patagonia

Bruce Chatwin
Península, 2014
246 pp.

Una nueva edición en español del clásico relato de Chatwin vuelve a ponerlo de actualidad y el lector descubre que no ha perdido nada de la frescura que tuvo cuando se publicó por primera vez.


Bruce Chatwin
Península, 2014
246 pp.





Desde su primer libro, En la Patagonia, Chatwin se encumbró como el gran escritor de viajes del siglo XX, un siglo en el que todavía había cosas que contar de algunas partes recónditas del mundo. Se trataba de relatos que los lectores leían con avidez como noticias venidas de algún lugar inaccesible del planeta. Y, por consiguiente, como noticias, también, traídas por un escritor atrevido y con arrestos suficientes para perderse por mundos desconocidos.

En la Patagonia se publicó por primera vez en 1988 y ni lo avanzado del siglo ni el lugar, en países tan civilizados como eran la Argentina o Chile, permitían comparar a Chatwin con un doctor Livingstone. El éxito de Chatwin no venía de la exploración inédita ni de las penurias –que las hubo- sufridas durante el viaje. Venía de su capacidad narrativa, de su simpatía personal, de su extraordinaria cultura y de la proximidad que lograba con el lector al narrar sus experiencias como si se tratara de lo más natural del mundo.

La cultura a Chatwin le venía de familia, de su educación, de su curiosidad y la inteligencia que le permitió escalar a las alturas de la casa de subastas Sotheby’s... hasta que se cansó y decidió que lo suyo eran los viajes. La Patagonia había sido hasta entonces un sueño que se disponía a realizar.

Una nueva edición en español del clásico relato de Chatwin vuelve a ponerlo de actualidad y el lector descubre que no ha perdido nada de la frescura que tuvo cuando se publicó por primera vez. Notará el gozo de enfrentarse a una lectura fácil y fluida que discurre sin que se dé cuenta, una lectura donde lo extraordinario aparece de un modo natural y donde los hechos cotidianos van apareciendo tratados con sensibilidad para envolverlos siempre de una atmósfera de calidez en el fondo.

Chatwin es el protagonista, su voz está siempre presente a lo largo del relato. En realidad lo que escribe es un diario de viajes, pero sin días. Una narración organizada por escenas que suceden a lo largo del camino, como un mosaico donde se van disponiendo encuentros, noticias o recuerdos. Y que Chatwin matiza con el tono reflexivo y sencillamente culto que lo caracteriza.

Paisajes, aromas, sensaciones, gentes… acompañan el relato de viaje por la Patagonia que discurre sin prisa y transmite una sensación de calma en el lector. El viaje de Chatwin es como los de antes, con tiempo, pero sin aparente sufrimiento, sin esfuerzo, por caminos seguros, en autobús o en la furgoneta de un vecino que se ofrece encantado a llevar de un sitio a otro al viajero.
Y para resultar atractivo, Chatwin juega con historias que combina con el viaje real  y lo animan con cierto aire de novela. El olvidado reino de la Araucaria, las correrías de los pistoleros americanos que buscaron refugio en los más recóndito de la América del sur, el fraude de los descubridores de maravillas prehistóricas o la vida de los galeses o alemanes instalados en  haciendas perdidas van trazando líneas argumentales que acompañan al viaje real y le van dando, paso a paso, colores distintos.

No hay heroísmo en Chatwin, no hay penalidades porque eso no va con él. Como buen viajero en la tradición inglesa, asume las incomodidades de manera natural. Forman parte del viaje y son uno de los componentes de su atractivo. Son parte de la tierra áspera por la que ha elegido viajar y también de  la vida que rodea a la gente con quienes se encuentra y con quienes se mezcla. Porque si algo distingue a Chatwin es su carácter sociable, su enorme capacidad para conectar con las personas y para intimar con ellas y conseguir que le cuenten algo de  sus vidas.

En la Patagonia es un clásico que no ha caído en el olvido. Se acaba de reeditar en castellano. Con él, acercarse de nuevo a Chatwin y a cómo eran el sur de Argentina y de Chile treinta años atrás será un excelente ejercicio de lectura para el aficionado a la buena literatura de viajes.

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lunes, 25 de agosto de 2014

Los perros de Riga

Los perros de Riga

Henning Mankell
Tusquets, 2002
336 pp.

Una lectura de verano, fluída, con las intrigas propias de la novela negra y situada en el Báltico es lo que ofrecen Mankell y sus perros de Riga.



Henning Mankell
Tusquets, 2002
336 pp.





Una lectura de verano, fluída, con las intrigas propias de la novela negra y situada en el Báltico es lo que ofrecen Mankell y sus perros de Riga.

Hablamos de puro entretenimiento, de tramas oscuras, de corrupción, de inconfesables intereses que mantendrán entretenido al lector mientras contempla cómo Wallander trata de manejarse por la tela de araña que le envuelve y que cubre el secreto que necesita desentrañar. Como en el resto de novelas de Mankell, Wallander es el policía solitario y humano, dotado de esa normalidad tan palmaria que acaba por convertirse en el rasgo de su personalidad más sobresaliente. Dudas, pequeños afectos, frustraciones, inseguridad, obligaciones...  todo un repertorio de sentimientos y de rasgos de carácter acompañan el quehacer del policía de pequeña ciudad que debe enfrentarse a retos aparentemente simples y que crecen a medida que la novela avanza para exponerlo a los mayores riesgos.

Dos muertos, en un bote salvavidas que llega a la costa sueca, llevan a Wallander a Letonia a donde conducen los hilos de la trama. Y Letonia, la Letonia que emerge a través del embrollo policial, es el tema que interesa a la hora de hablar de Los perros de Riga en este momento, más de veinte años después de su publicación.

De las capitales Bálticas poco queda que recuerde al viajero el pasado soviético. Barrios de casas sencillas en la periferia del centro histórico son testigos de una época que duró hasta la caída del muro de Berlín. Pero la mayor parte de las ciudades han sido repintadas, arregladas con esmero, adornadas y rehechas de modo que ya no es fácil reconocer las señas de un pasado oscuro y reciente.

Los perros de Riga es un regreso a este pasado. Pero a un punto muy particular de él. Es un regreso a cuando la Unión Sovíética comienza a desmoronarse y, manteniendo todavía su imperio, empieza a levantar la bota que mantiene sujetos a los países sobre los que ha ejercido su dominio. Letonia es uno de ellos y en ese momento no se ha escrito todavía -del mismo modo que no está del todo escrito aún- el devenir de los países de esa frontera que Churchill bautizó como el 'telón de acero'.

¿Qué vemos en la Letonia hoy que nos parece tan natural? Vemos el resultado de una aventura política que termina con las repúblicas bálticas mirando a occidente y dentro de la Unión Europea. Pero cuando Mankell escribe, casi toda la partida está aún por jugar y las partes mueven sus peones en la sombra. La URSS ha perdido fuelle y en los países de frontera es donde se hallan los eslabones más débiles de su administración, de la fidelidad del pueblo y también de la resistencia frente a occidente. El futuro de Letonia, además, es especialmente lábil y puede ocurrir cualquier cualquiercosa. Ni tiene los lazos de hermandad que tiene Lituania con Polonia, ni tiene los de Estonia con Finlandia. Letonia bascula hacia Rusia con mayor naturalidad y Mankell, desde su observatorio en Suecia aventura una conspiración, en formato de novela negra, que desvela  las corrientes que decidirán la deriva de las repúblicas bálticas en una u otra dirección.

Cuando en el sur de la línea que separa históricamente el imperio ruso del resto de Europa se produce un incendio como el que afecta a Ucrania, volver la mirada al norte tiene un indudable interés. Y hacerlo desde la ficción para soslayar por un momento la gravedad del problema es un excelente remedio que asegurará un buen rato de entretenimiento al lector durante el verano y le permitirá hacer volar la imaginación sobre lo que fue y lo que pudo haber sido.

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martes, 12 de agosto de 2014

Sangre y pertenencia. Viajes al nuevo nacionalismo

Sangre y pertenencia

Michael Ignatieff
El Hombre del Tres, 2012
311 pp.

Ignatieff analiza los nacionalismos, un fenómeno teóricamente anacrónico en los tiempos de la globalización pero que se mantiene con una fuerza que es imposible ignorar.



Michael Ignatieff
El Hombre del Tres, 2012
311 pp.





Cuando sale de su casa, el viajero necesita claridad para comprender lo que tiene ante sus ojos. Claridad para compensar una realidad cuyo idioma desconoce y cuyas claves no posee. Por eso, los estados tienen tanta significación. Francia, la India, Chile o Filipinas están claramente definidos. Sólo llegar, los funcionarios que regulan las fronteras, debidamente uniformados, muestran al viajero que está pisando una tierra distinta de la viene. Pero la realidad es más compleja. ¿Qué busca el viajero cuando desea conocer otros países y otras gentes?

Seguramente busca, en eso que llamamos país y que tiene una identidad superficial clara, un contenido más complejo que le permita compartimentar, hallar similitudes y diferencias, en definitiva distinguir dentro del conjunto y encontrar y conocer las piezas que componen la totalidad. Comunidades, pueblos, poblaciones, etnias, razas, naciones, países, estados… forman configuraciones diversas de la población de una región, de un país o de un continente. Y dado que los miembros que componen cada una de estas unidades comparten entre ellos tradiciones, rasgos culturales, modos de vida, lenguas, formas de trabajo y las expresiones vitales más diversas, el viajero precisa identificarlas si no quiere pasar a su lado sin reparar siquiera en su existencia.

De ahí el interés de entrar en un tema, el del nacionalismo, que se ha convertido en polémico y además en un asunto absolutamente incomprensible para muchos. El autor de Sangre y Pertenencia, Michael Ignatieff, canadiense, de madre británica y de abuelos rusos, que ha vivido en los lugares más diversos, expresa su ingenua sorpresa de ciudadano del mundo ante el fenómeno del nacionalismo. Un fenómeno teóricamente anacrónico en los tiempos de la globalización pero que se mantiene con una fuerza que es imposible ignorar.

¿Por qué del auge del nacionalismo? Unas breves páginas de análisis introducen las pautas esenciales para entrar en el fenómeno y empezar a comprenderlo. Nadie debe esperar de estas pautas una claridad meridiana, porque bajo el nombre de nacionalismo son numerosas las fuerzas que actúan y que agitan los hechos con resultados muy distintos.

Pero Ignatieff sabe de lo que habla. Nació en Canadá y es profesor de Derechos Humanos en la universidad de Toronto, como lo fue de las universidades de Cambridge, de Oxford y de Harvard. En Canadá fue el lider del partido liberal, ocupó un escaño en el parlamento y tuvo que vivir de cerca el fenómeno secesionista de la provincia de Quebec. Con este bagaje Ignatieff recorre los fundamentos del nacionalismo y busca la explicación a seis casos del presente separados por la geografía, por las condiciones en que se desarrollaron, por sus orígenes y por el desarrollo que tuvieron.

Seis casos, que se concretan en seis viajes para tocar la realidad, además de haberla estudiado, y para hablar con la gente que pudiera expresar los sentimientos y la forma de ver la situación desde ángulos diversos.

Los países -no necesariamente estados- que componen este ‘viaje’ al que hace referencia el subtítulo del libro, son además lugares en los que ha vivido el autor y por consiguiente sobre los que él mismo tiene opinión. Serbia y Croacia, Alemania, Ucrania, Quebec, Kurdistán e Irlanda del Norte componen los distintos capítulos del libro y sirven para comprobar la complejidad, las contradicciones y los ingredientes tan particulares que han animado el poderoso sentimiento nacionalista que se ha desarrollado en todos ellos.

El nacionalismo está ahora de actualidad. Aunque el libro se editó por primera vez en 1993 y aunque situaciones como las de la antigua Yugoslavia han cambiado desde entonces, la base del conflicto se mantiene y sin que haya ahora un estado de guerra como había entonces la confrontación entre comunidades se alimenta de las mismas raíces. Y si el ambiente en Yugoslavia se ha serenado y el problema parece haber perdido gravedad, no ocurre lo mismo en el caso de Ucrania en el que Ignatieff entra mostrando el potencial explosivo que encierra.

Europa, América y Asia son los continentes a los que apunta el autor eligiendo sólo unas pequeñas muestras y poniendo de relieve que el problema no tiene fácil solución. Aunque no sea un libro de viajes, la lectura de Sangre y pertenencia ayudará a conocer mejor el mundo en el que nos movemos. Será una lectura aleccionadora e interesante que dará al lector indicaciones sobre estas corrientes subterráneas a veces y más explícitas otras que configuran la población y el discurrir de los países.

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viernes, 25 de julio de 2014

La Alemania de Weimar. Presagio y tragedia

La Alemania de Weimar. Presagio y tragedia

Eric D. Weitz
Turner, 2009
472 pp.

'La Alemania de Weimar' nos habla del pasado y también del presente. Nos recuerda una Alemania llena de vitalidad pero arruinada, con una sociedad hambrienta y sin esperanza, preparando el camino a la segunda guerra mundial.



Eric D. Weitz
Turner, 2009
472 pp.





Alemania es para el mundo el templo de la razón. País ordenado, riguroso, ponderado, es el espejo de lo que debe ser. La cosa viene de lejos y se extiende hasta hoy. Alemania viene trabajando a favor del esfuerzo, del trabajo bien hecho y de lo que manda la cabeza desde que tiene memoria como país e incluso antes. Bach, Kant, Einstein son las puntas de un iceberg que ha colocado hoy a Alemania en primera línea de Europa. Que la ha convertido en un ejemplo a seguir.

Y guiados por esta estela Angela Merkel gobierna con talento y firmeza como gobiernan los hombres de negro que interpretan los dictados de Alemania y los cuentan una y otra vez a países como Grecia que al calor del Mediterráneo no aprendieron todavía las exigencias del pensamiento ordenado, pegado a la realidad y riguroso.

A los ojos de esta Alemania, que aparece como el cimiento de Europa, Aristóteles ni existió o nunca fue griego. Los fundamentos enteros de nuestra cultura, basados en la razón y arraigados en Grecia, se borraron de la memoria. Como se borraron los camiones cargados de soldados que Alemania mandó para invadir Grecia y el resto de Europa en nombre de una raza superior y de la cultura.

Por eso y porque, en su centenario, recordamos el inicio de la primera guerra mundial en el que también intervino como primer actor Alemania, hay motivos para que nos preguntemos cómo es en realidad este país, poderoso, ejemplar y peligroso al mismo tiempo. Y para que le dediquemos un tiempo a esta Alemania de Weimar que nos describe uno de los mejores historiadores norteamericanos sobre la Europa de entreguerras.

¿De dónde viene Alemania, sin necesidad de remontarnos a los orígenes? ¿Cuál ha sido su caldo de cultivo desde muy a finales del siglo XIX y sobre todo a principios del XX? ¿Cómo se explica el viraje que conduce al predominio de la derecha más violenta y termina en la segunda guerra mundial?

La Alemania de Weimar lleva la mirada, sobre todo, al final de la primera guerra, cuando Alemania se libera del viejo estado prusiano y con la nueva república abre un período apasionante de efervescencia cultural y de pasión vital que coloca a Berlín en lo más avanzado de Europa.

Justamente, uno de los atractivos del libro es que no sólo presta atención a la historia, tal como normalmente se entiende, sino también a la vida cotidiana, a ese Berlín, por ejemplo, lanzado al desenfreno, donde florece el cabaret y asoman las demandas de los homosexuales, donde los anuncios luminosos incitan sin tregua al consumo, donde la electricidad y el agua han llegado a las viviendas e incluso los obreros ilustrados y muchos de los funcionarios ven al alcance de su mano algo parecido a la felicidad.

La Alemania de la República de Weimar es la Alemania del progreso y la locura pero es también una Alemania lastrada por problemas que se mostraron irresolubles. Con la desaparición del imperio prusiano y la llegada de la república las mujeres alcanzan el voto y se desarrollan medidas que anticipan lo que será la seguridad social, pero no es verdad que haya muerto el estado prusiano. Con el enorme peso a cuestas del Tratado de Versalles que hace pagar a la Alemania derrotada los costes de haber iniciado la guerra invadiendo a los países vecinos, el gobierno socialista debe recurrir a los antiguos funcionarios y debe ponerse en manos de los mismos oficiales del ejército que provocaron la gran catástrofe. Debe contener a la izquierda revolucionaria que se mira en el espejo de Moscú y debe contener también a una derecha para quien la democracia es la imposición de los países vencedores y la derrota de la dignidad nacional.

Una Alemania llena de contradicciones se abre a los ojos del lector. Una Alemania que ha descubierto la libertad de opinión, el consumo en masa y ha cambiado sus costumbres pero que al mismo tiempo está arruinada, con la industria en crisis, una inflación estratosférica y con una sociedad hambrienta y sin esperanza. La Alemania de Weimar plantea un escenario que hoy no parece tan ajeno a la realidad como podía haber parecido hace unos años. Plantea una situación endiablada que termina por despertar todos los demonios que condujeron a la segunda guerra mundial. Pero muestra, sobre todo, la evolución de un país que viene de una situación de progreso extraordinario a finales del siglo XIX, junto a una Europa en plena efervescencia, regida todavía por imperios decadentes, y con una sociedad cada vez más fragmentada por las consecuencias de la primera guerra mundial. Una Europa que debe afrontar un futuro que se le escapa de las manos.

La Alemania de Weimar fue el preludio de la Alemania opulenta que conocemos hoy. Con sus claros y sus oscuros, con la mirada puesta en la vida de la calle y en las familias, además de ponerla en la política y la economía, el relato que nos ofrece Eric D. Weitz muestra cómo la historia se abre camino y ayuda a comprender también el presente. Quien tenga curiosidad por entender la Alemania de hoy encontrará en La Alemania de Weimar un excelente aliado.

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jueves, 17 de julio de 2014

El valle del asombro

El valle del asombro

Amy Tan
Planeta, 2014
688 pp.

En 'El valle del Asombro' aventura, sorpresa, misterio, sufrimientos del alma, desencantos y afectos se entrelazan frente al telón de fondo de una China que se revuelve y que nunca volverá a ser la de antes.



Amy Tan
Planeta, 2014
688 pp.






Amy Tan regresa a las mesas de novedades de las librerías con una novela que nos devuelve a China y al mundo de relaciones familiares donde tan cómoda se siente.

El escenario es ahora, y para empezar, Shanghai y dentro de Shanghai una casa de cortesanas. Y la época es principios del pasado siglo, cuando la ciudad estaba dividida entre la ciudad china y la de la Concesión Internacional administrada por las potencias extranjeras. Buen comienzo, provisto de todo el potencial para desarrollar una buena trama y mantener al lector atento a lo que ocurre y a lo que va a ocurrir.

Porque Amy Tan no se corta y, aunque en tono mucho más suave, se atreve con esos golpes de efecto que han puesto de moda las series de televisión para dar un giro a la narración y aumentar los grados de tensión cuanto hace falta crear sorpresa en el lector.

La novela discurre desde la mirada de una niña cuya madre, norteamericana, es la propietaria de la casa de amoríos más lujosa de Shanghai. Un Shanghai que en poco tiempo asiste a la caída del emperador y al aumento de la tensión entre los extranjeros, poco amigos de los chinos, y los chinos, resentidos frente a los extranjeros. Pero cualquier cosa puede ocurrir en tiempos revueltos y la más inesperada es la ruptura entre madre e hija.

Para animar la novela, la hija, que deja de ser niña, se convierte a su vez en cortesana, vive el secuestro de su hija, acaba por suplantar la personalidad de una mujer norteamericana a la que no conoce… Y me detengo ahí. No desvelo nada que no se cuente en las reseñas sobre el libro y pudiera restarle emoción o misterio al relato. Sólo añado que la trama sigue todavía a través de un largo recorrido.

¿Qué aprendemos de China? Nada o muy poco de lo que tenga que ver con la China de hoy. Pero la novela permite conocer, a partir de la particular experiencia de los personajes, un mundo insólito del que nos distancia solamente cien años. Y de ese mundo el más sorprendente es el de las cortesanas.

Si Japón tiene a la gheisas, China encuentra un equivalente en las cortesanas. Nadie se refiere a ellas asociándolas a la prostitución. Al contrario, las más refinadas son un prodigio de sensibilidad, se han preparado para agradar con el canto y con la poesía, con gestos y entonaciones repetidas una y mil veces hasta alcanzar la perfección. Conocen el arte de la conversación. Aprendieron a moverse y a comportarse con exquisitez. Y pueden aspirar a convertirse en mujeres de hombres ricos, en un país donde varias mujeres y alguna concubina son moneda corriente entre los hombres más acaudalados.

Un pequeño ‘tratado’ sobre esta institución que forma el mundo de las cortesanas compone un apartado que aparece como un libro dentro de otro libro. Amy Tan ha buceado en el tema y en su novela saca a luz las normas, las interioridades y la imagen exterior que envuelve a este oficio que se pierde con la llegada del progreso y que se basa en el sutil ejercicio de las artes de la seducción.

Aventura, sorpresa, misterio, sufrimientos del alma, desencantos y afectos se entrelazan frente al telón de fondo de una China que se revuelve y que nunca volverá a ser la de antes. Una China llena de miserias y crueldades que conviven con una refinada cultura, al borde todas ellas del precipicio de una revolución. Amy Tan es una maestra en el manejo de emociones y de intrigas. Y vuelve a serlo aquí, con El valle del asombro, para deleite de sus lectores.

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viernes, 4 de julio de 2014

En Lower River

Lower River

Paul Theroux
Alfaguara, 2014
372 pp.

Paul Theroux construye sobre África una novela que se va haciendo más y más absorbente a medida que avanza, y que engancha al lector que espera conocer el desenlace final en medio de una atmósfera que se ha hecho desesperanzadamente opresiva.



Paul Theroux
Alfaguara, 2014
372 pp.





“Las mujeres tenían prohibido silbar, beber cerveza, comer huevos o poseer canoa…”

Dentro de este género, bastante amplio por cierto, de la literatura de viajes podríamos hablar del subgénero de viajes de ida y vuelta. Un subgénero que se alimentaría de las narraciones reales o de ficción de aquellos que regresan al lugar donde un día echaron raíces ellos o sus familias. Lugares que dejaron su huella y que impulsan al cabo del tiempo a regresar. Lugares convertidos en mitos y que reservan a quienes vuelven a ellos sorpresas imprevistas porque en muchas ocasiones ya no son lo que se guardaba en la memoria.

En esta línea, Paul Theroux construye una novela que se va haciendo más y más absorbente a medida que avanza, y que engancha al lector que espera conocer el desenlace final en medio de una atmósfera que se ha hecho desesperanzadamente opresiva.

De nuevo es África la que centra el relato, aunque Malaui sea el país concreto donde se desenvuelve la trama. Porque, más que Malaui, Theroux elige un rincón del país, aislado, casi inaccesible donde lo que ocurre está fuera de los espacios a los que llega la civilización y por ello mismo es una especie de agujero negro en el corazón del continente.

Aunque la novela de Theroux se podría calificar de aventuras, la realidad es que es mucho más que eso. Es una visión sobre África entera. Una visión, de nuevo pesimista, como si quisiera contradecir a aquellos que apuestan por una mirada esperanzada. Theroux, aquí, regresa al tono agobiante de El corazón de las tinieblas, a ese mundo oscuro del que habla también Salman Rushdie cuando se refiere a las más profundas creeencias africanas y que muestra que, por debajo de una sociedad que también puede ser moderna, sigue viva un África ancestral llena de inspiraciones mágicas, de fuerzas ocultas, de traiciones y de maldad en la que viven envueltos quienes siguen presos de las viejas culturas, de los miedos y de la obediencia a quienes se han hecho con el poder.

Theroux conduce su narración a este mundo sórdido del África oscura, de un continente que, reconoce, podía no haber acabado así pero que sigue preso de sus viejos demonios. El protagonista de la historia en realidad regresa a Lower River porque ese mismo lugar, aislado y fuera del mundo, en vez de resultar un infierno lo tenía todo para haber sido un paraíso. Y en realidad lo fue. Lo fue, como fue África un lugar de esperanza y de infinitas oportunidades cuando se abrió la puerta a la independencia de tantos países que vieron el camino abierto para prosperar.

La novela de Paul Theroux tiene en este punto su verdadero origen. Su protagonista, un norteamericano jubilado, un antiguo voluntario de los Cuerpos de Paz en Malaui, quiere volver a la misma aldea donde de joven fue feliz y donde contribuyó al progreso de sus gentes. Una aldea perdida, tranquila, acogedora donde sintió haber hecho una labor eficaz en medio de una población agradecida.

Nuestro hombre vuelve cargado de ilusión, pero lo que encuentra ya no tiene nada que ver con aquello que dejó años atrás. ¿Qué ha ocurrido? Seguramente no han ocurrido más que cincuenta años de desencanto y de deterioro de la región entera y de sus habitantes. Y, en el modo de desgranar este deterioro, Theroux entra en el meollo de la mentalidad africana y muestra la distinta percepción que quienes viven en la miseria, por un lado, y los ricos occidentales, por otro, tienen de los mismos hechos. Pone de relieve la manera radicalmente opuesta de juzgar y la distinta moral que sostiene el comportamiento y las justificaciones de europeos o americanos y de los africanos en sus relaciones.

Por supuesto, Theroux no pretende pontificar sobre la moralidad de todo un continente. Ni lo pretende, ni induce al lector a la generalización. Pero lo que sí muestra es cómo el abandono de comunidades enteras, alejadas de cualquier posibilidad de progreso, la muerte de muchos de sus habitantes como consecuencia de horribles enfermedades y las hambrunas que han nacido de los campos agostados por las malas cosechas han acabado por arruinar también la convivencia y han creado un mundo perverso al que no se ven salidas.

Como en el África de la que hablaba Conrad, la opresión y la oscuridad se apodera del presente y llama la atención del lector sobre estos puntos negros donde se mezcla lo peor de lo antiguo y de lo nuevo, donde no hay más ley que la opresión. Puntos que se esconden en una geografía donde todavía hay sitio para la magia, los poderes ocultos y la manipulación de los más fuertes. En Lower River es una excelente novela. Representa una visión más a añadir a tantas otras como se proyectan sobre la realidad africana. Y a pesar de situarse en el territorio de la ficción es una valiosa pieza para componer uno de esos puzzles llenos de matices que el lector construye para entender mundos que no son el suyo.

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martes, 24 de junio de 2014

La sombra de la Ruta de la Seda

La sombra de la Ruta de la Seda

Colin Thubron
Península, 2014
429 pp.

En 'La Sombra de la Ruta de la Seda' Thubron habla de China, Pakistán, Irán, Turquía... Creo que el libro no va a defraudar a nadie y que quien lo empiece terminará sus más de cuatrocientas páginas sin darse cuenta...


Colin Thubron
Península, 2014
429 pp.





Voy a empezar diciendo una obviedad y es que Thubron es uno de los grandes de la literatura de viajes y afirmando también que en esta Sombra de la Ruta de la Seda lo confirma con creces al ofrecer al lector un interesantísimo relato sobre el presente y el pasado de una parte del mundo que cobró y que cobra todavía un protagonismo singular.

Hablamos de China, Pakistán, Irán, Turquía... Creo que el libro no va a defraudar a nadie y que quien lo empiece terminará sus más de cuatrocientas páginas sin darse cuenta, llevado de la mano de un viajero con una cultura extensa, con una curiosidad enorme y una sensibilidad llamativamente fina a la hora de atravesar desiertos, de enfrentarse a dificultades o de relacionarse con personas extraordinariamente diferentes y todas ellas interesantes porque el autor sabe extraer de ellas conocimientos y sentimientos profundos que se hubieran perdido sin esa, al mismo tiempo, aguda y sosegada mirada que hace de Thubron un viajero excepcional.

Nada como el título del libro ‘La sombra de la Ruta de la Seda’ podía describir mejor el propósito de Thubron de proponer el diálogo entre el presente y el pasado a lo largo de este corredor histórico que sigue siendo, lo mismo que hace siglos, un importante foco de atención, un área en ebullición donde convergen pueblos y culturas muy diversas y por donde transitan una corriente de relaciones y de intereses que le dan hoy una renovada vitalidad.

Insisto en que, a pesar de las evocaciones míticas del título, el libro es actual, o casi actual. Se publicó en inglés en 2006, de modo que habla de un escenario que desde esta fecha hasta hoy ha variado poco, que se ha mantenido intacto hasta el presente.

Seguramente, por el hecho de ser occidentales, los autores que se han referido a la Ruta de la Seda han contado su periplo, del mismo modo que lo recorrió Marco Polo, viajando de occidente a oriente. Pero la Ruta de la Seda que nos cuenta Thubron discurre en sentido contrario. Y ese discurrir es significativo en sí mismo, porque pone el énfasis en una dirección que hoy quiere recuperar a la que fue históricamente y que reconoce la primacía de oriente en un flujo de intercambios, sorprendente para todos, basado en la fabulosa contribución de China difundiendo hacia occidente su sofisticada riqueza y su exquisita cultura.

Thubron empieza su relato en Xian, en esa capital que para tantos es el final de la famosa ruta y que le sirve para introducirnos en la China de hoy. Bloques de cemento, modernidades sin cuento, energía a raudales, cambio y más cambio. “El futuro apenas puede esperar. La ciudad entera está en obras. De cada dos solares, uno exhibe una gigantesca imagen informática de lo que allí se construirá...” nos dice.

Esa China volcada en si misma, rodeada de una muralla que Thubron se pregunta si fue hecha para prevenir el asalto de los extranjeros o para poner puertas al deseo de los propios chinos de salir al exterior, se ha dislocado. En lugar de una población acomodada a sus tradiciones y a su forma de vida, los jóvenes de las ciudades como Xian ahora sienten la angustiosa necesidad de prosperar. Una angustia inimaginable hace solamente una generación porque la ambición de subir cada vez más alto les obliga a buscarse la vida como sea. Pone en suspenso la vieja moral, el respeto a los consejos de los padres y justifica cualquier cosa con tal de que conduzca al éxito.

Pero este viaje pegado a la tierra que emprende Thubron le lleva –y lleva al lector- primero a reencontrarse con las huellas del pasado y segundo a descubrir otros ‘presentes’ que sin desmentir nada de lo que representa Xian muestran también que el mundo es mucho más complejo y tiene fracturas que disuelven su uniformidad.

El pasado aparece por todas partes como no podía ser de otro modo en un área del mundo tan cargada de historia. Y aparece desde una óptica que en lugar de presentarlo como distante nos lo acerca ofreciéndonoslo como lo que es: un pasado nuestro y no ajeno, como pudiera parecer dada la distancia geográfica que nos separa de él. La descripción casi poética de los famosos guerreros de terracota hace sentir humana la tarea inhumana y cruel de construir un imperio y tiende hasta nosotros, los europeos, un hilo que nos hace también herederos de la sabiduría china y de los grandes inventos que sin darnos cuenta cambiaron nuestra historia.

Y el presente se hace, a medida que avanza la lectura, cada vez más rico porque salir de la ciudad y avanzar hacia occidente cambia poco a poco los decorados y los personajes y abre al lector mundos diferentes y tan reales como el de Xian. Seguramente, parte del atractivo de cuanto escribe Thubron se debe a que habla mandarín y puede relacionarse con personas que hubieran resultado opacas de no haber habido modo de comunicarse con ellas. Cada encuentro es un nuevo matiz, es una capa añadida a esa cebolla que recubre con el tiempo a lugares y a gentes y se convierte en eso tan complejo que para entendernos llamamos cultura.

He hablado de lenguaje poético para esa capacidad de conmover que tiene Thubron. Dejémoslo en un lenguaje evocador que es el que requiere la historia profunda para hacerse inteligible, que es lo mismo que decir para hacerse humana y para hacer sentir al lector que se está hablando de algo que le concierne, que no ha perdido continuidad desde el pasado hasta hoy, que es la raíz cuya sabia alimenta sin que nos demos cuenta el presente.

La Ruta de la Seda no representa toda la historia  de la humanidad, pero sí, constituye una parte importante de ella. “Desde  China se difundieron hacia el oeste la naranja y el albaricoque, la mora, el melocotón y el ruibarbo junto con las primeras rosas, camelias, peonías, azaleas y crisantemos. Desde Persia y Asia Central, viajando en sentido contrario, la vid, y la higuera echaron sus raíces en China, junto con el lino, las granadas, los dátiles....”

De esta larga ruta, que termina en el Mediterráneo nos habla Thubron en un constante diálogo que se refiere al pasado y al presente. Se trata de un viaje apasionante que La sombra de la Ruta de la Seda pone en nuestras manos. Lo mejor será emprender el camino y participar en él. Seguro que la experiencia resultará apasionante.

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miércoles, 11 de junio de 2014

Viaje al Tíbet

Viaje al Tíbet

Robert Byron
Abada editores, 2013
287 pp.

"Viaje al Tíbet", además de un viaje al corazón de Asia, es también el viaje a una época de viajeros heroicos y románticos que terminó hace tiempo. Es sin duda un libro para pasar un buen rato.




Robert Byron
Abada editores, 2013
287 pp.





Apetece de vez en cuando regresar a la literatura de viajes clásica, que viene a ser lo mismo que decir inglesa, con ese aroma de un poco antigua y con un escribir irónico de quien desde lo alto relativiza las cosas y sabe echar gotas de humor incluso a las penurias.

Nos ocupamos de Byron de nuevo, de quien se siguen reeditando textos a cargo de editores cuidadosos, amantes de su oficio y de los libros. Éste del que hablamos ahora vuelve a ser un libro cuidado, de formato pequeño y letra, para quienes nos gustan ya los tipos grandes, también pequeña. Como pensada para lectores jóvenes.

Aclaro que no me refería a lord Byron, que se fue a Grecia con la curiosidad de fisgonear en el mundo otomano y de echar una mano en la lucha por la independencia de los griegos. El Robert Byron, del que hablamos ahora, procede de una familia modesta, aunque su paso por Eaton y por Oxford le ha enseñado qué es eso de vivir como un aristócrata y nos cuenta que entre viajar a lo rico, que no puede, o a lo pobre, que no quiere, lo suyo es buscarse la vida para que las cosas se pongan a favor de viajar a lo rico.

Y es con ese argumento tan impecable como organiza el viaje que lo llevará a la India, a Sikkim y al Tíbet, en una época en que los europeos que habían pisado estos lugares no eran más que cuatro gatos. Byron es todavía jovencísimo pero no ha parado de moverse a la sombra de sus amigos potentados, aunque también por méritos propios porque se ha convertido en un narrador perspicaz y ha sabido sacar de sus viajes conocimientos y relatos con los que ha sabido mantenerse. Mantenerse bien, porque como creo que ha quedado claro, lo suyo no es la bohemia.

El viaje al Tíbet que ahora se edita, no es en realidad un libro. Es el compendio de algunos artículos que Byron escribió en ese viaje para el Daily Express en cumplimiento del acuerdo con el editor por el que éste se comprometía a patrocinarlo generosamente a cambio de que nuestro hombre escribiera sobre su singular periplo. El editor, por supuesto era un lord, encantado de seguirle la corriente a un joven atrevido y educado en las mejores escuelas.

El viaje hasta la India interesará ya al lector, porque los preparativos y la forma de viajar son de otra época y contienen dosis importantes de exotismo. No hace falta llegar al Tíbet para gozar de lo extraordinario, porque Byron se apunta a los primerísimos vuelos que desde Inglaterra van a la India. Tan primerísimos que, cuando nuestro hombre hace el viaje, la Imperial Airways lleva solamente una semana operando la línea y el recorrido obliga a aterrizar y a amerizar cada dos por tres. Se trata del primer servicio de correo aéreo, que emplea una semana en hacer su recorrido, y que debe detenerse en bases tan precarias como perdidas en la geografía para repostar e ir cubriendo las numerosas etapas que necesitan los aviones de la época.

Por supuesto, la descripción del vuelo -de los muchos vuelos, en realidad- está llena de interés, porque la altura y la velocidad de su aeroplano son tan escasas que se distinguen desde el aire las huellas de los camellos que andan por la arena del desierto. Tanto como un viaje en avión parece que lo que Byron cuenta es un viaje en globo a baja altura.

El plato fuerte del viaje es, sin embargo, Oriente, ese mundo casi de fantasía que se pierde en las faldas del Himalaya y en los valles de clima inhóspito que se adentran en la cordillera para dar cabida a estos reinos, prohibidos del todo o medio prohibidos, que son Sikkim y Tíbet. El viaje de Byron y los amigos que lo acompañan es una auténtica expedición y si las cartas de recomendación que le permiten acceder a gobernadores, altos oficiales del ejército y funcionarios importantes allanan la obtención de permisos y de contactos, de  poco sirven para enfrentarse al frío y a la extrema dureza del camino.

Distancias enormes, llanuras de piedra entre montañas coronadas por glaciares, decenas de kilómetros a caballo por caminos remotos, colores sorprendentes envolviendo el paisaje, pequeños pueblos en el camino, otros viajeros y un sentimiento indefinido de haber hecho realidad lo que para el resto de los humanos es sólo una mancha de color en el mapa van dibujando una experiencia extraordinaria para la época, pero sobre todo para un amante de los viajes que puede al fin conocer una parte de mundo que está fuera del alcance de cualquiera que no sea un privilegiado.

Viaje al Tíbet es todo eso. En un alarde de atrevimiento, el responsable de esta edición, se hace eco de quienes advierten que Robert Byron no es un escritor dotado para la mejor literatura. Es cierto y nadie le pidió ni en su época ni ahora que lo fuera. Porque su capacidad para el relato, su forma de contar, su humor cuidadosamente administrado, su perspicacia, su extensa cultura sobran para retener el interés del lector y mantenerlo pendiente de todos los episodios hasta el final.

Viaje al Tíbet es, además de un viaje al corazón de Asia, también el viaje a una época de viajeros heroicos y románticos que terminó hace tiempo. El lector pasará un buen rato escuchando su voz y entretenido en este libro divertido y lleno de noticias que nos ayudarán también a entender el presente.

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martes, 20 de mayo de 2014

Cevdet Bey e hijos

Cevdet Bey e hijos

Orhan Pamuk
Mondadori, 2013
654 pp.

Estambul ha alimentado la imaginación de los mejores escritores. Con 'Cevdet Bey e hijos' Pamuk nos habla de la mítica ciudad cuando el Imperio Otomano está a punto de caer...

Orhan Pamuk
Mondadori, 2013
654 pp.




Muy pocas son las ciudades que pueden aspirar al selecto club de las que reciben el nombre de ‘eternas’. Estambul es una de ellas. Las culturas griega, romana y musulmana, la capitalidad del imperio de Oriente y del Otomano, su condición de puente entre Europa y Asia, su asentamiento a las puertas del Bósforo hacen de ella una ciudad única, cargada de historia y de secretos también. Estambul es inagotable.

Pamuk escribió su primera novela situando la escena en la ciudad, en un Estambul todavía otomano al principio del siglo XX. Luego seguirían otras novelas, pero esta quedó sin publicar en español. Ahora se publica y esta es la razón de que se hable de ella.

¿Es la mejor novela del celebrado Nobel turco? Sin duda no. Pero no por ello es menos interesante. Estambul, poco antes de la primera Guerra Mundial que certificaría la muerte del 'enfermo de Europa', es una ciudad viva y atravesada por toda clase de contradicciones. Pamuk habla con toda seguridad de un mundo del que ha oído noticias a través de sus abuelos y de los más mayores de su familia. Habla de un mundo que en el momento de escribir ha cambiado ya pero cuyos ecos no se han extinguido todavía.

La historia -la de la ciudad y la del imperio- se abren camino a través de la trama que muestra cómo es la sociedad y cómo era el mundo en aquel momento. Cevet, joven, salido de una familia de lo más modesto, va a casarse con la hija de un bajá. Es un comerciante ambicioso y de éxito. Ha levantado su tienda de la nada. Y es una excepción, porque los comerciantes -no los tenderos de tres al cuarto, sino los comerciantes, los que pueden mirar a Europa y sobre los que se va a construir una ciudad moderna- son judíos, armenios y rumíes pero no musulmanes. Esa sola noticia introduce ya al lector en el ambiente de un mundo distinto.

El hermano es militar. Es un funcionario que vive dentro de los entresijos de ese estado atrasado e ineficaz a cuya cabeza, inabordable y sordo, está el Sultán. Es militar pero desafecto, crítico con el atraso del país e imbuido de las ideas renovadoras de sus colegas revolucionarios a las que se ha aficionado cuando ha vivido en París.

Cada personaje aporta su propio bagaje, ilustrativo de una época y de una sociedad con una identidad tan fuerte como la de Estambul. Pamuk va colocando paso a paso las piezas de un mosaico que cobran relieve y ganan en complejidad y en significado a medida que el relato avanza. Desde el ambiente de los comerciantes, la novela escala hasta la alta política y, desde el bazar, a las relaciones internacionales cuando se perciben las primeras sombras que anuncian la Gran Guerra.

Estambul resulta inagotable y siempre interesante. En ella se refleja un universo entero compuesto de innumerables luces. Y son estas luces las que aprovecha Pamuk para narrar una historia que no conocíamos y que nos ofrece ahora un buen rato de grata lectura.

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jueves, 8 de mayo de 2014

Bloody Miami

Bloody Miami

Tom Wolfe
Anagrama, 2013
624 pp.

Con envidiable soltura verbal, sin la menor intención de morderse la lengua y con su habitual capacidad para la caricatura Tom Wolfe nos introduce en Miami y de rebote en los EEUU...


Tom Wolfe
Anagrama, 2013
624 pp.






Con envidiable soltura verbal, sin la menor intención de morderse la lengua y con su habitual capacidad para la caricatura Tom Wolfe nos introduce en Miami y de rebote en los EEUU. Wolfe maneja la sátira con maestría y con evidente mala intención para darle agudeza al relato y se atreve a jugar con lo políticamente incorrecto apostando por la exageración y el humor y creando situaciones tan absurdas como divertidas.

La caricatura es eso, una pizca de humor y otra de exageración. Pero contiene también su pizca de realidad. O mejor, es sobre todo realidad con la distorsión de una forma de mirar distinta que el lector acepta porque sabe que se trata de un juego.

El Miami de Wolfe es sin duda una ficción. Pero es que el Miami real resulta una ficción, dentro de los Estados Unidos, de la que parece que no nos hemos dado cuenta. Los americanos, los americanos de verdad, los de piel blanca, los que crearon el país, los protestantes aunque hoy sean casi todos unos descreídos, resulta que forman una minoría en extinción en la ciudad. La mayoría, los ricos, los que llevan la voz cantante y los que tienen el futuro en sus manos son los cubanos.

El absurdo del que se cuelga Wolfe para construir su novela es justamente esa evidencia de la que los americanos no se han dado aún cuenta y que les pilla por sorpresa. Resulta que los extranjeros son ellos. Resulta que el país ya no es lo que era y se ha convertido en una fuente de desagradables sorpresas porque parece que los que triunfan –y los que mandan- ahora son otros que se colaron sin avisar. Son otros que han nacido ya en el país pero no son los de antes. ¡Jodida Miami! que es lo que sin remilgos expresa el título de la novela.

Pero no son solamente los ‘americanos’ los que se equivocan. Se equivoca todo el mundo porque todos padecen en versiones distintas del mismo mal que es la estupidez. ¿Qué les pasa a todos y qué nos pasa a todos -porque al final la crítica tampoco deja fuera al lector? El mal de todos es la miopía. Una miopía que hace a cada cual coherente en su minúsculo mundo y por ello mismo insistente en sus errores y convencido de llevar la razón. Pero que lo convierte en ridículo tan pronto el zoom se aleja un poco de la escena y se contempla el disparate de unos y de otros encerrados en sus convicciones miserables y pequeñas.

No hay compasión para Wolfe que carga las tintas en el relato y, al hacerlo, le da al lector alas para su divertimento. Porque casi siempre, esa miopía convive con todas las pasiones mezquinas que el día a día da por descontadas. Pasiones que forman parte de la vida de cualquiera, pero que, modificada la escala sobre la que se mueve la realidad, resultan campo abonado para la mirada más mordaz. No hay compasión para los estúpidos en esta comedia humana que es capaz de construir Wolfe allá donde otros no verían más que pura normalidad. (Pueden ustedes cambiar la r de pura por lo que les apetezca y estarán en el ambiente de Wolfe todavía más inmersos).

Bloody Miami es sobre todo Miami, porque en sus enredos toca los temas más diversos que dan carácter a la ciudad y que retratan a sus habitantes. Aunque no cuesta mucho extender la ácida ironía que el autor maneja magistralmente a esa América que nosotros llamamos Norteamérica y al final a todo el mundo. Bloody Miami, incisiva y malévola, ayudará sin duda al lector a pasar un buen rato de lo más entretenido.

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