jueves, 11 de septiembre de 2014

En la Patagonia

En la Patagonia

Bruce Chatwin
Península, 2014
246 pp.

Una nueva edición en español del clásico relato de Chatwin vuelve a ponerlo de actualidad y el lector descubre que no ha perdido nada de la frescura que tuvo cuando se publicó por primera vez.


Bruce Chatwin
Península, 2014
246 pp.





Desde su primer libro, En la Patagonia, Chatwin se encumbró como el gran escritor de viajes del siglo XX, un siglo en el que todavía había cosas que contar de algunas partes recónditas del mundo. Se trataba de relatos que los lectores leían con avidez como noticias venidas de algún lugar inaccesible del planeta. Y, por consiguiente, como noticias, también, traídas por un escritor atrevido y con arrestos suficientes para perderse por mundos desconocidos.

En la Patagonia se publicó por primera vez en 1988 y ni lo avanzado del siglo ni el lugar, en países tan civilizados como eran la Argentina o Chile, permitían comparar a Chatwin con un doctor Livingstone. El éxito de Chatwin no venía de la exploración inédita ni de las penurias –que las hubo- sufridas durante el viaje. Venía de su capacidad narrativa, de su simpatía personal, de su extraordinaria cultura y de la proximidad que lograba con el lector al narrar sus experiencias como si se tratara de lo más natural del mundo.

La cultura a Chatwin le venía de familia, de su educación, de su curiosidad y la inteligencia que le permitió escalar a las alturas de la casa de subastas Sotheby’s... hasta que se cansó y decidió que lo suyo eran los viajes. La Patagonia había sido hasta entonces un sueño que se disponía a realizar.

Una nueva edición en español del clásico relato de Chatwin vuelve a ponerlo de actualidad y el lector descubre que no ha perdido nada de la frescura que tuvo cuando se publicó por primera vez. Notará el gozo de enfrentarse a una lectura fácil y fluida que discurre sin que se dé cuenta, una lectura donde lo extraordinario aparece de un modo natural y donde los hechos cotidianos van apareciendo tratados con sensibilidad para envolverlos siempre de una atmósfera de calidez en el fondo.

Chatwin es el protagonista, su voz está siempre presente a lo largo del relato. En realidad lo que escribe es un diario de viajes, pero sin días. Una narración organizada por escenas que suceden a lo largo del camino, como un mosaico donde se van disponiendo encuentros, noticias o recuerdos. Y que Chatwin matiza con el tono reflexivo y sencillamente culto que lo caracteriza.

Paisajes, aromas, sensaciones, gentes… acompañan el relato de viaje por la Patagonia que discurre sin prisa y transmite una sensación de calma en el lector. El viaje de Chatwin es como los de antes, con tiempo, pero sin aparente sufrimiento, sin esfuerzo, por caminos seguros, en autobús o en la furgoneta de un vecino que se ofrece encantado a llevar de un sitio a otro al viajero.
Y para resultar atractivo, Chatwin juega con historias que combina con el viaje real  y lo animan con cierto aire de novela. El olvidado reino de la Araucaria, las correrías de los pistoleros americanos que buscaron refugio en los más recóndito de la América del sur, el fraude de los descubridores de maravillas prehistóricas o la vida de los galeses o alemanes instalados en  haciendas perdidas van trazando líneas argumentales que acompañan al viaje real y le van dando, paso a paso, colores distintos.

No hay heroísmo en Chatwin, no hay penalidades porque eso no va con él. Como buen viajero en la tradición inglesa, asume las incomodidades de manera natural. Forman parte del viaje y son uno de los componentes de su atractivo. Son parte de la tierra áspera por la que ha elegido viajar y también de  la vida que rodea a la gente con quienes se encuentra y con quienes se mezcla. Porque si algo distingue a Chatwin es su carácter sociable, su enorme capacidad para conectar con las personas y para intimar con ellas y conseguir que le cuenten algo de  sus vidas.

En la Patagonia es un clásico que no ha caído en el olvido. Se acaba de reeditar en castellano. Con él, acercarse de nuevo a Chatwin y a cómo eran el sur de Argentina y de Chile treinta años atrás será un excelente ejercicio de lectura para el aficionado a la buena literatura de viajes.

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