José Luís Peixoto
Xordica, 2016
240 pp.
Hay calificativos que convienen de manera especial a unos o a otros países. Extravagante quizás es el único aplicable a un solo país y ese país es Corea del Norte. Las noticias que llegan de los contados viajeros que han visitado el país han creado la imagen de que han estado en una especie de circo donde casi todo es a todas luces falso y que cada experiencia es un peldaño añadido a ese más difícil todavía que reta continuamente al sentido común. Un circo inquietante sujeto a un control férreo, con armas nucleares, empobrecido y con una población enajenada que poco tiene que ver con la que conocemos fuera de sus fronteras.
José Luís Peixoto, portugués, ha escrito novelas, poesía, teatro y está dispuesto a viajar a ese otro mundo que es Corea del Norte para conocer de primera mano lo que allí se cuece. Viajar con el atractivo añadido de que aprovechará las celebraciones del aniversario del nacimiento de Kim Il-sung, el fundador del nuevo estado, y participará en un recorrido especial que no suele estar abierto a visitantes extranjeros. El suyo promete ser un viaje excepcional.
Como es lógico, nuestro viajero ha leído sobre Corea, está bien informado y cuenta con la tutela rigurosa a la que se aplicarán los guías cuidando de su rebaño de turistas. Hace amago de sufrir cuando debe entregar en la frontera su teléfono móvil que no recuperará hasta la salida del país pero sabe que es parte del ritual con que el estado coreano recibe a quienes vienen de fuera. Y se sorprende de las explicaciones de la guía aprendidas como un loro y carentes de espontaneidad y vida. Pero la curiosidad, el espectáculo circense, va perdiendo brillo a medida que se prolonga el viaje y se repiten las escenas. Y deja paso al hartazgo porque es difícil mantener la broma a lo largo de la función, fingiendo que es real y con la presión de seguir la corriente a los guionistas asintiendo con una sonrisa a cada uno de sus discursos.
Sin embargo, y que haya una posición crítica, tampoco nos sitúa frente a un libro áspero. Que el autor transmita ese desasosiego creciente a lo largo del viaje no implica que abandone el humor y que su relato se convierta en una losa para el lector. Todo lo contrario. Las anécdotas que cuenta mueven a la sonrisa. La pelea con la hoja de afeitar, con el ascensor del hotel o con la dureza del colchón muestran a las claras que Peixoto es un escritor/espectador con cintura y que sabe poner distancia e ironía con aquello que está viviendo. Sabe y cuenta que el país que ve es de cartón piedra, construido para los turistas por unos artesanos torpes que no saben cómo ocultar la tramoya y que caen una y otra vez en el ingenuo ridículo de pretender deslumbrar a los occidentales con anuncios de el más moderno, el más grande o el más extraordinario.
Y por supuesto, además de comentarios y opiniones, José Luís Peixoto da noticia también de lo que ve a lo largo de su viaje, que no es poco. Habla de las fiestas y de cómo las celebran los coreanos, de sus entretenimientos, de ciudades y fábricas, de paisajes, de las carreteras y de la comida y del vestido de las mujeres, de la vida en el metro de Pyongyang y de los niños. Y, una y otra vez, de museos, monumentos y escenarios diversos donde el régimen se afirma y construye un mundo idealizado a mayor gloria de los amados líderes que iluminan el camino a la victoria final frente a los enemigos.
Seguramente el culto superlativo a la personalidad de los padres de la patria, Kim Il-sung, y de su hijo Kim Jong-il fallecidos pero mantenidos en un cielo trasladado a la tierra a base de enormes estatuas o de recuerdos allí donde dejaron su huella es lo que más va a llamar la atención del lector por lo excesivo y lo despegado de la realidad. Y agotada la capacidad de sorpresa será lo que más inquietud le va a generar en la medida en que es la expresión de un delirio colectivo que envuelve a la sociedad coreana, sin aspecto de tener fisuras, y que la empuja por la senda del conflicto con el resto de países -China incluida- que la rodean.
Dentro del Secreto cuenta un largo viaje y una extensa reflexión sobre un país insólito como es Corea del Norte. El hecho de que sea un portugués quien lo escribe da, sin duda, un matiz especial al relato y que sea un escritor más que un analista o un simple ´narrador´ de un viaje añade al libro un rico juego de registros. Quien quiera rasgar la envoltura que guarda el secreto de la Corea del Norte para enterarse como José Luís Peixoto de lo que se cuece dentro no tiene más que sentarse en un sillón y empezar a leer su libro.
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