György Spiró
Acantilado, 2013
288 pp.
No se podía elegir un comienzo más desolador: la sala provisional de enfermos en el sótano de un hospital de Budapest mientras en la calle silban las balas que reprimen la revolución de 1956. Pero como no hay situación que el humor no atempere, el lector sabe que la cosa no va de tragedia y se hace la composición de lugar de que la Exposición de primavera que está leyendo le va a divertir más que preocupar.
Estamos en la Hungría socialista, a la que los azares de la gran política pusieron en manos soviéticas. ¿Y Austria? Austria, lo mismo que Hungría fue liberada por los rusos, pero de ella los libertadores se marcharon sin objeción y de Hungría no. La arbitrariedad tiene esas cosas y el mundo de nuestro protagonista parece regido por esta suerte de azar que ridiculiza el ideal socialista de un trabajo meditado y riguroso para construir una sociedad eficaz y justa, además de armónica.
Nuestro héroe –así lo trata el autor en la novela, con evidente sorna- es un ingeniero que nunca pudo trabajar de ingeniero, un buen hombre pero fuera de los engranajes que conducen al éxito dentro del partido, y marido de una mujer malhumorada, aunque no está claro quién ha contagiado el malhumor a quién. Pero por primera vez la vida parece haberse puesto del lado de él y el doloroso trance de la operación de hemorroides que lo llevó al hospital le libra de cualquier sospecha de haber participado en la revuelta contra los rusos y resulta la garantía de un expediente limpio a ojos de las autoridades. Nuestro hombre es legal en un país donde los gatos son pardos y cualquiera puede caer en desgracia por un desafortunado desliz.
Como no podía ser de otra manera, la crítica a la aventura socialista es feroz y divertida al mismo tiempo. Desmonta todos los tópicos y desde la vida más cotidiana vierte toda clase de argumentos sobre su absurdo y su rematada ineficacia. Nuestro protagonista muestra algunos fogonazos de autismo en su atención a los detalles más nimios e innecesarios. Detalles propios de un desvarío que despiertan en el lector la sospecha de que algo no funciona bien en su cabeza y en la de todos, o lo que es lo mismo, en el país entero.
La vida en Budapest es el colmo de la grisura, puro aburrimiento envuelto en el problemático regreso a la normalidad tras la revuelta y al que pone color algo tan intrascendente como una exposición de artistas que se prepara para la primavera. Intrascendente en teoría o en cualquier otro país. Pero cargada de amenazas y de trampas porque las ‘fuerzas’ que se movilizan tras ella –los jerifaltes del partido, los censores, los jurados, el aparato entero, las envidias, las sospechas… - la convierten, al igual que todo lo demás, en un campo de minas donde se juega una oscura batalla por el poder y donde nadie está a salvo.
¿Nuestro héroe se veía en el bando de los inocentes debido a la afortunada intervención de una enfermedad? Pues ni con esas. También para él las cosas se complican porque la inseguridad y la dirección de los vientos que soplan lo mismo le favorecen a uno que lo ponen contra las cuerdas de un sistema donde cada cual trapichea y se busca la vida aprovechando la astucia o las rachas de suerte.
György Spiró convierte la tragedia en soterrada comedia y hace un retrato agudo de su país. Todo es desencanto, nada es lo que parece. Si con los nacionalistas de la época nazi todo iba mal, con el socialismo no ha ido mejor. No es que lo del comunismo fuera mala idea, todo lo contrario. El fervor estaba ahí, los ideales seguían lo mismo de inspiradores. Lo que pasaba es que los comunistas con puesto y con mando en plaza ‘eran también fascistas, aunque fueran rojos’. En resumen, todo era un camelo.
La Hungría de mitades del siglo XX y la que llegó hasta la caída del muro de Berlín emerge con la excusa de la exposición que se prepara en primavera. Quienes olvidaron como era o no llegaron a tiempo de conocerla tienen ahora la ocasión de hacerlo con una media sonrisa y con la sensación de incredulidad sobre cómo pudieron ser las cosas.
martes, 4 de junio de 2013
Exposición de primavera
miércoles, 29 de mayo de 2013
El Perú por dentro. Una guía cultural para el viajero
El Perú por dentro
María del Carmen Valadés
Olañeta/Indica Books, 2013
483 pp.
El Perú por dentro será para el lector la mano experta que le ayude a descifrar mucho de lo que está a la vista cuando viaja a Perú y también lo que escapa a su mirada cuando desconoce muchas de las claves que necesita para aprender a mirar....
María del Carmen Valadés
Olañeta/Indica Books, 2013
483 pp.
Perú es un país inmenso e inmensamente variado. Lo es en superficie, lo es en diversidad geográfica, lo es en clima y en naturaleza. Lo es en historia y también en cultura. Cubre un espacio que va desde la costa del Pacífico, desértica en buena parte, hasta las llanuras amazónicas cubiertas de selva y separadas del mar por la enorme cordillera de los Andes. Una cordillera que se ensancha y crea una región natural muy extensa, situada a tres y cuatro mil metros de altura. Y hereda, estamos hablando del Perú, elementos culturales e históricos cuyas raíces hay que buscar muchos siglos antes de Jesucristo.
El Perú -con ese ‘el’ que utilizan siempre los peruanos- es a la vez extenso e intenso. Y compone un país de una enorme riqueza y complejidad. No es de extrañar pues que haya entrado en esta colección de Olañeta/Indica books que arrancó con dos pesos pesados –India e Irán- y que da paso ahora a este tercer título.
El Perú por dentro tiene, como sus hermanos de colección, una cierta vocación enciclopédica. Pero pretende, como los anteriores, evitar el tono académico y desbordar al lector con una avalancha de detalles que lo abrumen. Se presenta, tal como dice el subtítulo, como una guía cultural para el viajero. Y esto es ya una declaración de amistad ante el lector y una promesa de ofrecerle un texto a la vez profundo y asequible.
Muchos son los temas de los que trata El Perú por dentro. Y mucho también el deseo de penetrar en la cultura andina, ese universo de creencias y de conocimientos elaborados en el crisol donde se fundieron tradiciones y convicciones que vinieron de la costa a través de culturas muy antiguas, y también del altiplano, desde tierras que hoy pertenecen a Bolivia, y desde la amazonia, de pueblos de otras costumbres y otros climas. Unas tracidiones, culturas y saberes que refundieron los incas y sobrevivieron, mezclados con el cristianismo, para llegar hasta hoy habiendo anidado en una población de habla mayoritariamente española, pero también quechua y aymara.
No es tarea fácil desentrañar una aleación tan compleja ni desprenderse de los puntos de vista propios para entender y dar noticia de un universo cultural nacido de horizontes tan diferentes a los que conocemos. Ni tampoco es fácil rastrear las raíces de una cultura o de un abanico de culturas con muchos elementos comunes que han llegado ‘maleadas’ por los cambios sufridos a lo largo del tiempo, por la incomprensión de quienes hicieron las crónicas, por el deseo de mostrar la realidad de acuerdo con el interés de quien la contaba o por la opacidad de un relato expresado por quien no tenía las claves para hacerse entender por quien lo escuchaba.
María del Carmen Valadés es una conocedora exhaustiva del mundo andino y de las culturas y las circunstancias que han rodeado el pasado y rodean el presente de Perú. Es seguramente la persona más indicada para abordar con éxito el empeño de sumergir al lector en este mundo complejo que es el Perú y ayudarle a comprenderlo. La autora hace un repaso de la geografía que marca la existencia de las grandes regiones peruanas. Habla de la historia y de las distintas culturas que se desarrollaron hasta la aparición del imperio inca. Y cuenta su organización social, su concepción del poder, sus recursos, sus capacidades productivas y artísticas. Y explica la dualidad de la concepción básica del mundo en la sociedad inca. Una dualidad que echó seguramente leña al conflicto interno que pudo aprovechar Pizarro de modo que una fuerza exigua de españoles hiciera colapsar a un poderoso imperio.
Los dioses, el culto al sol, los componentes ‘mágicos’ que segmentan el mundo real y el del más allá, los mitos y los ritos en forma de fiestas que perduran aún y se celebran, las complejas leyendas nacidas de la cosmología inca que parte, a su vez, de creencias anteriores, el Perú virreinal de sello español pero que recoge huellas indígenas y las asimila, al tiempo que influye sobre el mundo indígena y se amalgama con él… todos ellos son temas que se desarrollan para irse abriendo paso en la comprensión de este Perú de múltiples dimensiones esquivo y siempre con rincones en sombra.
Unos capítulos finales dedicados al presente –a la política, a la economía, al Perú más monumental- y a ofrecer información práctica para el viajero cierran este proyecto ‘global’ pensado para poner en manos del lector un panorama amplio y al mismo tiempo asequible del país andino. El Perú por dentro es el resultado del profundo conocimiento que María del Carmen Valadés ha acumulado sobre el país y será para el lector la mejor oportunidad de emprender su viaje a un mundo distinto, aunque propio al mismo tiempo. Un mundo que precisa de una mano experta que descifre y dé sentido a mucho de lo que está a la vista y también que descubra lo que escapa a la mirada de un viajero que desconoce muchas claves y que necesita de ayuda para aprender a mirar.
viernes, 17 de mayo de 2013
Después del terremoto
Después del terremoto
Haruki Murakami
Tusquets, 2013
190 pp.
Un brillante ejercicio de escritura y de imaginación sostiene la colección de relatos que componen este nuevo ‘Después del terremoto’ que publicó Murakami en el año 2000...
Haruki Murakami
Tusquets, 2013
190 pp.
Un brillante ejercicio de escritura y de imaginación sostiene la colección de relatos que componen este nuevo ‘Después del terremoto’ que publicó Murakami en el año 2000 y que aparece ahora en español. Un libro cuyo título le traerá al lector a la memoria el tsunami que asoló Japón hace bien poco tiempo pero que fue escrito en 1995 en recuerdo del terremoto que destruyó la ciudad de Kobe y que traumatizó al país entero.
Seis cuentos, todos distintos, todos sorprendentes a su manera, son las piezas con las que Murakami juega magistralmente estirando los hilos de la ficción para construir escenas inverosímiles y humanas al mismo tiempo. Y con las que dibuja un panorama de luces y reflejos muy diversos que muestran el Japón de hoy. Mezclando realidades más o menos imposibles Murakami presenta pequeñas escenas de vida cotidiana: relaciones de pareja, encuentros y desencuentros, momentos de intimidad, sentimientos, desvaríos… Pero siendo todos ellos asuntos universales, Japón resulta el protagonista no declarado del conjunto de historias que componen el libro, lo mismo que la sombra del terremoto de Kobe que asoma en cada una de ellas, es una seña de identidad del país, un rasgo de carácter, oscuro e inquietante que arraiga en su esencia misma.
Japón late en cada escena de esta colección de relatos modernos. Y, sin embargo, nada se refiere a la imagen tradicional que el lector tiene del país y que le sirve para reconocerlo. Los personajes miran mucho más al futuro que al pasado. Las canciones de las que en algún momento se habla o los guiños a la literatura se refieren más a occidente que al propio país. El escenario en el que se mueven los personajes se sitúa más cerca del paisaje urbano y moderno que del tradicional que conocemos a través de libros de otros autores, por no hablar del erotismo que discurre más o menos explícito, pero con insistencia, a lo largo de los diversos relatos.
Qué distinta la imagen del Japón que sobrevivió hasta los años sesenta, de un país extremadamente formal, cautivo de sus tradiciones, condicionado por la rectitud de las apariencias y contenido en la expresión de los afectos, de esta otra que Murakami nos ofrece, con personajes jóvenes, ajenos al mundo de sus padres y con vidas cuyo guión aparece abierto a un desenlace libre de los lastres del pasado y lleno de promesas y sorpresas.
Parecería por ello que no es Japón de lo que habla Murakami y sin embargo, como he dicho al principio, el lector sitúa de inmediato el relato en este país y ve a los personajes con rasgos inconfundiblemente japoneses. Un vendedor exitoso, abandonado por su mujer, termina en una habitación de hotel con una desconocida. Una joven moderna, fugada de su casa, halla refugio en las fantasías de un viejo acerca de la vida y de la muerte. Una científica, madura, encuentra en una vieja adivina respuesta al desasosiego que la agobia. Una rana enorme confía en el empleado de un banco un arriesgado plan para salvar a Japón de otro terremoto…
Seis relatos en total, cortos, de apariencia sencilla, sin grandes fuegos de artificio, pero imaginativos, llenos de pequeñas sorpresas y brillantemente resueltos nos acercan a Japón. Relatos ligeros y al mismo tiempo profundos, por los que discurren sentimientos de soledad, de desamparo, de melancolía pero también luces que llaman a la vida y que encienden sentimientos de esperanza y de ilusión. Seis relatos que esperan al lector para sumergirlo en el Japón de hoy y que lo llevan al encuentro del mejor Murakami.
domingo, 5 de mayo de 2013
El retorno
El retorno
Tahar Ben Jelloun
Alianza, 2013
188 pp.
¿Qué es ser musulmán?¿Qué es ser marroquí? Desde las primeras páginas de El retorno nos lo cuentan. Nos lo cuentan, de la manera más sencilla, tirando de recuerdos y sentimientos,...
Tahar Ben Jelloun
Alianza, 2013
188 pp.
¿Qué es ser musulmán?¿Qué es ser marroquí? Desde las primeras páginas de El retorno nos lo cuentan. Nos lo cuentan tirando, de la manera más sencilla, de recuerdos y sentimientos, de pensamientos sobre la vida y la convivencia, de reflexiones íntimas. Recurriendo a lo más humano en el hombre: a la conciencia.
Así, sin complicaciones ni retorcimientos arranca El retorno, un libro que es casi un monólogo. Una narración centrada en un único personaje, un emigrante marroquí en Francia al borde de la jubilación, un hombre sencillo y bueno a punto de entrar en un mundo desconocido y que lo desconcierta, el de dejar de trabajar, el de no tener las obligaciones que justifiquen su existencia.
Mohamed, nuestro personaje, no vive en realidad en Francia. Aunque su casa y su trabajo estén allí, sigue enraizado en Marruecos. Forma parte de esa generación, tampoco tan lejana, que ha vivido miserablemente de la agricultura, en una aldea donde ni siquiera hay electricidad, donde las tradiciones no se han modificado en siglos y donde la emigración es la aspiración máxima de cualquier familia. Mohamed, trasplantado ahora a un modesto piso de la periferia de una gran ciudad francesa, trabajador de los de a pie en una gran fábrica, no tiene más referentes que los de su aldea y los de un sentido común que resulta universal pero que es insuficiente para sacar provecho de su nueva realidad. Es buen musulmán, conserva el Corán con afecto, es tolerante, se preocupa por sus hijos y valora a su mujer, obediente y comprensiva. Ha trasladado a su casa el entorno de su aldea en Marruecos y ha hecho de Marruecos, de su vieja aldea, de sus costumbres, de la tierra árida que la rodea, la fantasía del paraíso cuando llegue la jubilación.
Voluntarioso, humilde, comprensivo, temeroso de dios, Mohamed –y todos los mohameds de su generación- ha pasado por Francia como si no fuera Francia. Ha cumplido como el que más con sus obligaciones, no ha tenido jamás un conflicto, nunca faltó al trabajo pero no ha vivido en el país que lo ha acogido durante tantos años.
Aunque quienes sí han vivido en Europa y quieren ser franceses y borrar la huella marroquí son los hijos. Unos hijos amados con los que es difícil mantener la relación porque se han asomado al mundo y quieren echar a correr por él, porque cada uno por su lado ha encontrado un hueco en la vida que nada tiene que ver con el mundo cerrado y armonioso, pegado a la tierra original del padre. Unos hijos que el bueno de Mohamed se resiste a abandonar y en los que tiene puesta su idea de felicidad reuniéndolos a todos otra vez en una gran casa de la pequeña aldea que piensa construir con sus ahorros para volver a gozar del cálido sentimiento de la vida en familia.
Tahar Ben Jelloun es un escritor reconocido. Obtuvo un premio Goncourt. Con El retorno nos lleva a un Marruecos sobre todo humano. Un Marruecos tradicional, intimo y melancólico que se perdió, un Marrueccos herido por la presencia de otros mundos que siembran la inquietud y que han puesto fin a la imagen idílica de un pasado que solo puede volver envuelto en la fantasía de un anciano que busca en los orígenes el lugar donde terminar su vida.
lunes, 29 de abril de 2013
Lejos de nuestra tierra
Lejos de nuestra tierra
Dina Nayeri
Alevosía, 2012
459 pp.
Lejos de nuestra tierra nos acerca a Irán justo después de la revolución que terminó con el reinado del shah y llevó al poder a los ayatolas. El libro tiene sabor a best-seller, pero va mucho más allá...
Dina Nayeri
Alevosía, 2012
459 pp.
Sabor a best-seller, incluso en la encuadernación, es lo que ofrece, nada más empezar, este Lejos de nuestra tierra que nos acerca a Irán justo después de la revolución que terminó con el reinado del shah y llevó al poder a los ayatolas.
¿Debe entenderse como un defecto esta alineación con la literatura de masas? No necesariamente. Hay que verlo, tal y como figura al principio, como un sabor y como un aroma, que los lectores reconocerán, orientados a movilizar sentimientos ampliamente compartidos. Pero el libro va mucho más allá.
La atracción, sin duda, la pone Irán, que es el escenario que tensa la narración y que, en su especial situación, complica y determina la trama que se desarrolla. Una trama femenina en su sensibilidad, condicionada por sentimientos de pérdida, de anhelos de libertad, de inconformismo, de rebeldía, de búsqueda del amor… La autora es evidentemente una mujer, como lo es también la protagonista de la historia, una niña –al principio- que ve cómo su madre deja el país acompañada de su hermana gemela buscando en los Estados Unidos la oportunidad de vivir lejos de la opresión del Irán islámico. La situación, que quizás el lector no sienta en toda su crudeza, se enmarca en un momento agudo de tensión, en medio de la guerra con Irak y se agrava por la ‘mancha’ que marca a la familia y la pone en peligro: es una familia cristiana.
La novela desgrana el sufrimiento de la separación de las gemelas y las fantasías alimentadas por Saba, la hermana que ha quedado en Irán. Y muestra con acierto, cómo al mismo tiempo que se desarrolla la vida vida interior de nuestra protagonista, se desarrolla también la vida exterior, la de la calle y la de los amigos y las mujeres que revolotean en torno a la casa familiar.
Añade sabor al relato el hecho de que transcurre en un pueblo de agricultores, lejos de Teherán, a orillas del Caspio. A través de la mirada de la niña primero y, con los años, de la joven mujer en que se convierte, se descubren costumbres y formas de ser de la sociedad iraní que afloran en la vida cotidiana y marcan el carácter de las gentes. El modo como los de ciudad ven a los habitantes rudos de los pueblos, la forma como trabajan los campesinos, las humildes condiciones en las que viven y la relación entre unos y otros llaman la atención y permiten acercarse a Irán más allá de las apariencias.
Pero esta mirada muestra también los cambios que ha traído la revolución, algunos aceptables, otros aceptados y otros irritantes. Los vestidos oscuros y tapados de las mujeres –más sobrios según la moda de Teherán y más subidos de color para el gusto campesino-, la vigilancia arbitraria de los ‘pasdarán’, la escucha clandestina de la música americana, la lectura de las viejas revistas de época de shah que parecen aire fresco frente al ambiente de censura que impone la obsesión por el recato y la moral forman una losa que pesa sobre las personas y sobre todo sobre las mujeres.
Aunque no todo se origina con el nuevo régimen. La vida de todos los días, muestra también el peso de las viejas tradiciones y de la hipocresía que sostiene a la orgullosa población iraní. Por ello la novela de Dina Nayari, aunque es meridianamente crítica, no es un panfleto contra los ayatolas. Refiriéndose a su gente sentencia ‘mentir bien es esencial en Irán’. Lo es gobierne quien gobierne, porque forma parte del rígido mundo de apariencias sobre el que se basa la convivencia, sobre el que se sostiene el honor de las familias, sobre el que se organiza el amor en los matrimonios, sobre el que se construye la autoridad de los notables.
Lejos de nuestra tierra arranca como una novela suave, con los ingredientes para inquietar ligeramente al lector e inducirlo a aceptar una intriga por donde circulan secretos, amores y rencores, peligros, cuchicheos y medias palabras… Pero en paralelo deja ver mucho más y dibuja un Irán poco conocido que cautiva el interés del lector. Un Irán que ya no es de ficción, un Irán exótico porque parece de otro mundo, ese mundo celestial que los guardianes de la revolución se ocupan de imponer en la tierra y que marca la vida entera del país.
lunes, 15 de abril de 2013
Siria: Guerra, Clanes, Lawrence
Siria: Guerra, Clanes, Lawrence
Jesús Gil, Ariel José James y Alejandro Lorca
Algón Editores, 2012
230 pp.
¿Será culpa de la crisis y del desconcierto que genera? El caso es que este blog se parece cada vez más a un espacio de comentario político que a un lugar dedicado a la literatura de viajes....
Jesús Gil, Ariel José James y Alejandro Lorca
Algón Editores, 2012
230 pp.
¿Será culpa de la crisis y del desconcierto que genera? El caso es que este blog se parece cada vez más a un espacio de comentario político que a lo que inicialmente debía haber sido, es decir un lugar dedicado a la literatura de viajes.
Déjenme hacer una micro-teoría al respecto y divagar un solo segundo. Seguramente parte de lo que ocurre es que la mentalidad de los viajeros ha cambiado y la realidad de los viajes también. Por supuesto, sigue habiendo por el mundo exotismo y escritores dispuestos a trasladarlo a los libros, pero los medios de comunicación, la extensión del turismo a todo el planeta y el acercamiento de unos países a otros han cambiado la sensibilidad del que viaja y la realidad de los lugares a los que se viaja. Los viajeros han perdido cualquier esperanza de parecerse a los que hace unos años escribían artículos en el Nacional Geographic y quienes preparan un viaje ahora empiezan a interesarse más por la actualidad que por la vieja historia y por las tradiciones culturales en vía de desaparición.
Nos toca hablar del presente. Y de un presente inestable, para sorpresa de muchos, porque la caída del imperio soviético y los acuerdos de Dayton hacían pensar en un futuro de paz que iba a superar una era de enfrentamientos. Pero es otra realidad la que se ha impuesto con la extensión de los conflictos a territorios que parecían al margen de las grandes tensiones y tenían aspecto de pacíficos.
Bienvenidos pues a una literatura de viajes aderezada por la política y a una visión que junto a las sensaciones propias del ejercicio de viajar deja un lugar importante a las explicaciones de los conflictos que condicionan el presente.
Siria: Guerra, Clanes, Lawrence indica ya en el título por dónde va la cosa. Y lo que cuenta debiera ser interesante porque la visión que tenemos de los países árabes, lo que vemos tanto cuando viajamos como cuando leemos historia acerca de ellos, no nos desvela una realidad social que resulta muy distinta de la de los países de occidente. La idea de país o de nación, la visión que tenemos de una población compuesta por ciudadanos no se corresponde con una sociedad hecha de clanes o de tribus cuya realidad sigue viva y conforma el comportamiento y el espíritu del país. La retícula de fidelidades y de afinidades que articula a las sociedades de muchos de los países árabes o arabizados no se ve pero explica mucho de lo que sí se ve y atribuimos a las explicaciones más diversas.
Siria: Guerra, Clanes, Lawrence empieza con un interesantísimo prólogo de Rafael Estrella que apunta sucintamente numerosos temas que ponen al lector en estado de atención y le abren perspectivas de largo alcance. Pero lo que es una especie de aperitivo cargado de promesas, pierde brillo cuando emprende su andadura el libro y desarrolla lo que se anuncia al principio. ¿Qué ocurre? Ocurre que el texto es más un informe que un libro. Es más un estudio para asesorar al ministerio de asuntos exteriores o al de defensa que para un lector poco aficionado a las maneras de los dossieres deudores de conceptos académicos, de notas y de referencias que responden a estilos de comunicación poco ágiles y algo pesados.
Pero todo ello no impide que la lectura del libro ofrezca información, puntos de vista e ideas que por venir de expertos resultan esclarecedores y abren los ojos a una realidad tan compleja como confusa. Tanto como Siria, los protagonistas del libro son el conjunto de países musulmanes del Magreb y Oriente Próximo y la llamada primavera árabe. Y el hilo conductor del libro es averiguar el por qué de los movimientos sociales que han roto las costuras de los estados de una forma imprevista por los analistas de los países de occidente.
Pillados por sorpresa, y liderados por las opiniones improvisadas de su prensa, los occidentales enfocaron las revueltas acudiendo a la explicación de las nuevas tecnologías en manos de la población joven. Una explicación que los autores aseguran que airearon también, y a su favor, los regímenes corruptos de los diversos países afectados. Pero algunos habían previsto ya la explosión de descontento que debía producirse cuando el aumento del precio internacional de los alimentos empujó a una población empobrecida hasta el borde del hambre. La chispa del desabastecimiento puso en marcha, según los autores, una marea con la que los gabinetes de análisis no contaban, basados en el cálculo de un comportamiento social orientado hacia la búsqueda de un beneficio.
Desencantadas y humilladas, las sociedades árabes dieron la espalda al beneficio y se refugiaron en ‘valores sagrados’, en elementos que sostenían la dignidad individual y colectiva basados en las tradiciones, y que sin importar el coste alentaban la rebelión. “En el mundo ´árabe’ los lazos de sangre y hermandad son mucho más poderosos que la autoridad del Estado, las instituciones políticas o religiosas”, sostienen los autores. Y así, desengañados del Estado, los protagonistas de las distintas primaveras rompieron el consenso que había permitido que ejercieran el poder reyes, presidentes y autoridades varias y pusieron en crisis la obediencia que hasta el momento había sostenido a los estados totalitarios.
¿Y cuál es el futuro? Pues el libro lo anuncia muy incierto, porque a la crisis de los gobiernos se une la de un modelo que Europa diseñó tras la caída del imperio Otomano, dibujando fronteras y creando países que nunca antes habían existido. Renacen, nos dicen, las fidelidades tribales y cobran relieve los diversos pueblos que ignoraron quienes crearon estados basados en una racionalidad que nada tenía que ver con la realidad de esos lugares. Las guerras civiles en Siria, en Irak, las tensiones tribales en la nueva Libia, la situación difusa del Kurdistán anuncian una especie de balcanización que mantuvieron congelada las distintas dictaduras y que renace cuando la mano de hierro de los autócratas pierde la fuerza y emergen las discordias entre las viejas comunidades étnicas, religiosas o ambas cosas a la vez.
Siria: Guerra, Clanes, Lawrence por su tono puede parecer poco estimulante para el lector y sin embargo resultar también enormemente interesante. La mezcla es curiosa y servirá para acercarse a unos temas de máxima actualidad, de desarrollo incierto y de una importancia primordial para esa enorme región que abarca desde el Mediterráneo hasta el Índico.
lunes, 8 de abril de 2013
Patologías
Patologías
Zajar Prilepin
Sajalín, 2012
377 pp.
Si la mayor parte de la literatura que nos llega sobre Chechenia es directamente crítica hacia Rusia, con Patologías entramos en un enfoque distinto....
Zajar Prilepin
Sajalín, 2012
377 pp.
A ojos occidentales hay manchas en otros países difíciles de borrar. El régimen chino carga a sus espaldas con el grave episodio de la plaza de Tiannanmen del mismo modo que Rusia carga en las suyas con la guerra -las guerras- de Chechenia y las atrocidades que allí se cometieron.
No es que Chechenia suponga en número de habitantes o en superficie una fracción importante de Rusia o que su influencia haya marcado la cultura o la vida rusa de forma significativa. Chechenia es la periferia, fue un territorio conquistado en la frontera del extenso imperio ruso. Es un país extraño y un espacio de fricción histórica con un mundo ajeno, poblado de gentes cuya alma nada tiene que ver con el alma eslava, levantiscas, aisladas y con la mirada puesta a medio camino entre Asia y una Europa que, como en el caso de Turquía, siempre ha quedado lejos.
Lo importante, visto desde fuera, es que a través de Chechenia Rusia ha expresado su ferocidad en grado superlativo y ha mostrado, con su enorme fuerza, sus peores defectos. Chechenia ha ayudado a conformar una imagen de Rusia y ha moldeado, en la realidad y a miles de kilómetros, en las grandes capitales rusas, un agudo sentimiento de hostilidad hacia todo lo que tiene que ver con las tierras del Cáucaso.
Si la mayor parte de la literatura que nos llega sobre Chechenia es directamente crítica hacia Rusia, con Patologías entramos en un enfoque distinto. Dejamos el enfoque político, la censura al origen colonial del conflicto y el alineamiento en favor de la posición más débil que es la chechena. Dejamos el panorama estremecedor de una Grozni arrasada y de las mafias aupadas al poder a la sombra del paraguas ruso para 'empotrarnos' -la palabra se ha puesto en circulación desde la guerra en Irak- en un destacamento de las fuerzas especiales rusas.
El cambio de punto de vista, el salto al otro lado de la línea, da paso a otra sensibilidad y el adusto oso que tradicionalmente representa a Rusia empieza a cobrar sentido y a parecer humano. No es que la guerra se dulcifique, es simplemente que en lugar de ver ejércitos vemos a personas. Junto a los blindados y a las partidas armadas salidas a la caza de 'terroristas' se mueven hombres jóvenes con sus sentimientos, sus miedos , sus historias y también sus razones.
Hemos leído sobre Chechenia, pero hemos visto poco y en proximidad de lo que es esta guerra. De cómo la han vivido desde el lado ruso, de cómo se ve desde el ejército, desde el puesto de un soldado de a pie. "Cada segundo parece que estén a punto de disparar por todas partes, de cada ventana, desde los tejados, de entre los arbustos, de las zanjas, desde los parques infantiles... Y que nos van a matar a todos". El pánico es inevitable.
Para las fuerzas especiales, esta no es una guerra de frentes estables, como las demás. Es una guerra de emboscadas, difusa, con un enemigo disuelto entre la población. No es una guerra contra un invasor externo, es una guerra agotadora de la que hay que salir vivo. La alerta sobre la propia seguridad, la prudencia, el cálculo del riesgo, la buena ejecución de las operaciones ocupan la mente, son las condiciones para vivir un día más y se desarrollan en paralelo con una extrema crueldad donde se mezcla el espíritu de venganza frente al enemigo y el instinto de supervivencia.
El lector se moverá entre las borracheras de vodka y las minas que en cualquier momento pueden segar la vida a un compañero o a uno mismo. Percibirá la dureza de la guerra: el peso del chaleco antibalas, el del casco y el cansancio de mantener el cuello erguido, el sueño, el calor, el tiritar que nace de la tensión, la humedad, el paisaje lunar de las casas destruidas, de las fachadas en pie de edificios sin entrañas... Patologías es, tanto como una novela, un testimonio. Su autor, periodista, fue oficial de las fuerzas especiales rusas en territorio checheno, además de activista en favor de los derechos humanos y de la democracia y militante del Partido Nacional Bolchevique. Una compleja mezcla para un escritor de éxito que nos muestra un lado en sombra de la realidad en Rusa y en Chechena.