Rudyard Kipling y Inazo Nitobe
Círculo de Tiza, 2016
410 pp.
Dos textos dan vida a este libro magnifico que el lector verá como un regalo para la vista, para el tacto y para la lectura. Un libro cuidadísimo y lleno de sensibilidad que encaja a la perfección con el tema del que trata: Japón y su personalidad singular, llena de sutilezas y de refinamiento.
Hablamos de dos textos publicados ya en otras ocasiones, porque se trata de clásicos, de dos visiones contemporáneas pero desde ángulos totalmente distintos, escritos con intenciones y con un interés diferentes y por autores cuyas trayectorias poco tienen que ver, aunque quisieron ambos dar a conocer Japón a sus lectores y trasladar a occidente los secretos de un país y de una cultura muy poco conocida. Escriben ambos a finales del siglo XIX cuando Japón se abre al exterior después de haber estado encerrado dentro de sus fronteras, aislado y con la voluntad activa de evitar el contacto con el mundo que lo rodeaba.
Como introducción, cuenta el prólogo del libro lo siguiente: "el 11 de febrero de 1889 se promulgó la primera Constitución japonesa, destinada a acabar definitivamente con el régimen feudal que había imperado durante siglos en el país, proclamando la igualdad de derechos de todos los ciudadanos. A las pocas semanas arribó al puerto de Nagasaki el joven periodista angloindio Rudyard Kipling, quien hacía escala en Japón como parte de un largo periplo que lo llevaría hasta Estados Unidos, escribiendo crónicas de sus impresiones para el diario hindú The Pioneer. (...) Por aquellos días, en la ciudad alemana de Bonn, un joven economista japonés se proponía escribir un libro que le ayudara a explicar a sus amigos europeos y norteamericanos, y a su futura esposa Maty Elkinton, los principios que regían los valores morales del Japón tradicional, tan ajenos y difíciles de entender para la mentalidad de Occidente."
El resultado del propósito de cada uno iba a ser dos textos que han conservado todo su interés hasta hoy. De la narración de Kipling hemos hablado aquí y con elogios. Ya poco queda, en la superficie, del Japón tradicional que él encontró y que se hallaba ya en el curso de una transformación profunda que conduciría al país hasta la modernidad. Pero mirando al Japón de hoy y más allá de su epidermis, el lector reconoce en lo que cuenta Kipling una cultura, una sensibilidad y unas formas de vida que definen todavía al país oriental.
El economista japonés del que habla el prólogo es Inazo Nitobe, nacido en el seno de una familia aristocrática, diplomático y que ocupó el puesto de subsecretario de la Sociedad de Naciones. Su texto busca resumir de forma clara los elementos culturales y morales que sostuvieron a esa institución que vertebró el Japón feudal que fueron los samuráis. Hombres con inclinación militar que constituyeron una aristocracia y que cultivaron un complejo código de virtudes, derechos y obligaciones y que definieron un entorno espiritual que acabó por marcar la cultura entera de Japón y establecer los principios de las relaciones por las que debían regirse los miembros de la sociedad.
El Bushido, que es el nombre por el que se conoce el texto de Nitobe, está, como el texto de Kipling, cargado todavía de interés y permite penetrar en lo más profundo del alma de Japón, en su compleja sutileza y en muchas de las costumbres y de las formas del comportamiento de los japoneses que siguen aún vivas.
Casi tanto como el contenido de lo que relatan los autores, llamará al lector la atención la personalidad de los autores mismos. Kipling tiene solamente 23 años cuando pisa Japón y sorprende su agudeza, la madurez y la profundidad de su mirada. Y Nitobe, poco más mayor, impresiona por su conocimiento de la cultura occidental y por esa erudición que le permite citar a autores contemporáneos y clásicos europeos para trazar paralelismos y diferencias entre Japón y occidente y para transmitir las ideas llenas de contradicciones y matices que sostienen el universo de la cultura samurái en términos y utilizando conceptos familiares a los occidentales para facilitar su comprensión.
Japón, el paisaje del alma es un libro singular, agradable de sostener entre las manos. Y representa una excelente ocasión para regresar a las raíces de Japón y a su cultura, siempre llamativas y nunca acabadas de asimilar por quienes las contemplamos desde la lejanía como algo ajeno, sutil y complejo al mismo tiempo.
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