lunes, 10 de octubre de 2016

El africano de Groenlandia

El africano de Groenlandia

Tété-Michel Kpomassie
Turner, 2016
324 pp.

El africano de Groenlandia es la extraordinaria aventura de un adolescente, salido Togo y obsesionado por Groenlandia, a lo largo del viaje a un mundo desconocido y sorprendente que cautivará al lector.


Tété-Michel Kpomassie
Turner, 2016
324 pp.





Es hora de agradecer a Turner su extraordinaria y a la vez selecta colección de títulos en el ámbito de la literatura de viajes, que no para de ampliar para gusto de los aficionados al tema. Un género extenso, el de los viajes, de confines difusos, donde conviven a gusto la cultura, la historia, el encuentro con países y con gentes diversas, la exploración y otros asuntos cuyo denominador común podría resumirse en el hecho de que ensanchan nuestro conocimiento del mundo.

Le toca ahora el turno a una aventura del todo singular a la que, desde mi punto de vista, el título no hace justicia ni tampoco el prólogo. Pero que me apresuro a adelantar que merece la pena leer y que va a sorprender y a entretener al lector. Hablamos de Un africano en Groenlandia.

He empezado diciendo que el título no hace justicia al libro porque en mi opinión se queda en la anécdota, remite a un hecho caprichoso, por no decir absurdo, cuando la realidad va mucho más allá. El libro es el relato de una aventura extraordinaria que abrirá los ojos al lector sobre realidades que seguramente desconoce, la de la vida cotidiana en Groenlandia y también la de una comunidad tradicional en África, alojada en chozas, cuando el barro y la selva no habían todavía sucumbido bajo el dominio del asfalto y el hormigón.

Y aviso también sobre el prólogo que de puro intelectual puede transmitir un mensaje confuso sobre lo que el libro es y no es. Digamos ya que el libro del que hablamos no tiene nada de intelectual, si por ello se entiende condicionado por conceptos académicos o científicos de ninguna clase. Justamente ese es uno de sus grandes atractivos, una sorpresa para el lector y el origen de una admiración hacia el autor que irá creciendo a lo largo de la lectura.

Tété-Michel Kpomassie ha sido galardonado con un importante premio literario en Francia, ha sido finalista del premio Thomas Cook de libros de viajes, ha dado conferencias y escrito en periódicos... y sin embargo, sus orígenes fueron los de cualquier niño africano nacido en un entorno tradicional. Su libro empieza ahí, porque es ahí donde comienza su aventura, entre cocoteros y serpientes, en una familia numerosa con un padre, unas cuantas madres y una caterva de hermanos. Y con una educación, si por educación entendemos escuela, mínima. Poco más que leer y escribir.

Con estos mimbres, a los dieciséis años, nuestro autor abandona, sin recursos de ninguna clase, su casa con el único objetivo de conocer Groenlandia de donde ha tenido noticias a través de un libro que cayó en sus manos. Y con extraordinario afán y también inteligencia consigue su propósito de alcanzar la gran isla helada al borde de Norteamérica. Su libro relata esta prodigiosa aventura. La de su infancia primero, la de llegar a Groenlandia y, finalmente, la de la vida en un lugar tan inhóspito durante un año conviviendo con los habitantes de los lugares donde se fue estableciendo y compartiendo sus casas, su comida y sus actividades como uno más.

Transparencia podría ser el término que mejor define la mirada de Tété-Michel Kpomassie en todo lo que cuenta. La transparencia propia de un diario donde se anota lo que los ojos ven, las incidencias de cada día, las anécdotas y las sensaciones más simples. Ninguna pretensión  de hacer antropología sobre un pueblo extraño ni de interpretar las costumbres o las formas de vida de los esquimales con los que vive. Porque en la distancia que separa a su Togo natal de su nueva tierra de acogida, las diferencias son tan enormes que sólo hay espacio para describir la vida, para sorprenderse del clima, para interesarse por la pesca y por la caza, para darse cuenta de hasta dónde llega la hospitalidad, para ver cómo discurren los amoríos, las fiestas y el infinito y enloquecedor aburrimiento del otoño cuando el día se acorta y el hielo todavía no ha hecho su aparición sobre el mar para cubrir el paisaje entero.

Sin querer, el lector acabará dándose cuenta de que se encuentra ante dos relatos igualmente apasionantes: el que cuenta la vida de quienes viven en Groenlandia y el que cuenta la aventura del autor a lo largo de esa prodigiosa pirueta que ha sido salir de Togo y vivir a lo largo de un año en el lugar más frío e inhóspito del planeta. Tété-Michel Kpomassie se escapa sin avisar de su casa a los dieciséis años y regresa a los veintisiete. Es muy joven todavía pero su viaje ha sido extraordinario. Regresa, naturalmente, para no quedarse porque ha visto demasiado mundo para permanecer quieto en un lugar, pero vuelve a África para contar su aventura en escuelas y salas de conferencias para animar a la juventud africana a salir de su mundo y a mirar al exterior. Para decirles que la exploración del mundo y del conocimiento no era solo cosa de blancos sino una oportunidad abierta a todos que había que aprovechar.

Esto ocurría en los años sesenta del pasado siglo. Pero el relato que el autor hace de su aventura sigue vivo. Cautivó entonces a expertos de instituciones muy diversas y dio lugar a un libro magnífico que se reedita ahora

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