Fatos Kongoli
Siruela, 2015
206 pp.
Hay países de los que parece que no se puede hablar. Países que existen y están en el mapa, pero ocultos tras un persistente muro de silencio. Albania es uno de ellos. A orillas del Mediterráneo, parece no estar. Parece no emitir ninguna señal que se reciba fuera de sus fronteras. Parece no formar parte de esos países balcánicos, de carácter abrupto, encajados entre montañas, pero que se han abierto al exterior y han afirmado en Europa su existencia.
¿Será que a Albania le falta una guerra que la ponga en el mapa, tal como ahora se dice?¿Será que su socialismo radical que la mantuvo aislada, bajo el férreo gobierno del viejo presidente Hoscka, no era un capricho de la historia sino el reflejo de un ADN que el país llevaba en los genes?
Fatos Kongali rompe el silencio. Tirana Blues, su última novela publicada en español, se ambienta en la capital de Albania y habla del presente. Nada de regresar al pasado con los viejos fantasmas de un socialismo que quedó superado y del que nadie quiere saber ya nada. Tirana blues dibuja una imagen de hoy. Pero Albania sigue estando ausente. Hay que leer entre líneas para componer una imagen del país. Lo que Fatos Kongali nos muestra es un microcosmos compuesto por personajes marginales o directamente estrambóticos que al lector le sirven de metáfora para deducir, por su cuenta, una realidad más amplia. Para imaginar, a partir del relato que nos hace, una parte de la Albania real.
El paisaje que sirve de escenario a Tirana blues es contradictorio porque en su relato se mezclan, al menos, dos historias que componen una especie de curioso esperpento. Gente 'guapa', desamores, funcionarios en el papel de policías, un cadáver, delincuentes…
El panorama que nos muestra resulta en buena parte estremecedor. Estremecedor, más que por dramático, por lóbrego y desesperanzado. Parte del relato se sitúa en un espacio marginal de la capital albana. Un espacio donde el desorden urbano predomina, donde las casas han ido arañando una periferia aún no habitada y donde la fealdad es la ley que rige el entorno. Chechenia es como conocen los vecinos a este barrio desquerido donde, sin embargo, se desarrolla la vida como en cualquier otro y donde las reglas del juego se alimentan de la miseria y de la brutalidad que exige el echar adelante.
El otro entorno que sostiene la novela es más 'burgués', más profesional y exitoso, pero igualmente fracasado, envuelto en el reproche y en una cotidianidad perversa, construida a base de desamores y de cuentas pendientes.
¿Es la vida con horizontes tan poco estimulantes el mejor retrato que se puede hacer de Albania?¿Lo es la precariedad que se debate entre vivir fuera de la ley -y por consiguiente fuera de la senda del progreso- o miserablemente dentro de ella lo que pone en riesgo el presente y el futuro del país? No cabe duda de que Albania es mucho más que estos guetos que Kongoli dibuja: uno el del país moderno y otro el de una esquina de la capital, donde transcurre la acción de la novela. Pero tampoco cabe duda de que esta Chechenia urbana es un reflejo del país y que con ella el autor ha querido lanzar un mensaje de largo alcance.
Con estos mimbres, el lector podría esperar un relato de corte dramático. Tirana blues, sin embargo, evita la dureza de la situación. La evita como la evita la vida misma cuando los personajes tienen que enfrentarla todos los días. La evita con el cinismo del que debe echar mano quien tiene que nadar en aguas revueltas para no ahogarse en ellas y con un tono burlón que la inteligencia ofrece a quien busca una salida a una realidad tan desastrada.
Uno de los personajes de la novela, un chaval llegado de algún pueblo al barrio, con más aspiraciones que medios para alcanzarlas, es otro más de esa legión de supervivientes, apaleados y afortunados a partes iguales, que tratan de hacer frente a la adversidad para no ahogarse en ella. Otros son personajes urbanos, exitosos a su manera pero insatisfechos y se podría pensar que contaminados por un ambiente tóxico apto para el cultivo de cualquier cosa menos la felicidad.
Tirana blues, que replica el título del famoso Tokio blues de Murakami, tiene la indudable melancolía de una vida donde no parece haber estímulos, donde la cotidianidad no tiene más objetivo que el ir consumiendo los días. Pero tiene la chispa que le dan cada uno de los personajes, condenados a buscarse horizontes por donde ver la luz y abrir un cauce para la vida. ¿Es eso la Albania de hoy?¿Con tan poco puede el lector componer el rompecabezas de un país entero? Nada como pasar un buen rato leyendo el libro para salir de dudas y en todo caso para tener noticia de algo tan esquivo como resulta Albania.
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