lunes, 19 de julio de 2010

Lejos de Toledo


Lejos de Toledo
Ángel Wagenstein
Libros del Asteroide, 2010
328 pp.

Un puente que une las orillas del Drina es, en la magnífica novela de Ivo Andric, el testigo del paso de los años y de la convivencia, amable muchas veces, de judíos, cristianos, musulmanes...


Ángel Wagenstein
Libros del Asteroide, 2010
328 pp.





Un puente que une las orillas del Drina es, en la magnífica novela de Ivo Andric, el testigo del paso de los años y de la convivencia, amable muchas veces, de judíos, cristianos, musulmanes y también de ateos en las agitadas tierras de los Balcanes.

No puedo resistir el impulso de recordar que Felipe González dijo del libro que explicaba más sobre la historia de esta tierra que la mayoría de informes redactados por expertos para orientación de los políticos. Y tampoco puedo resistirme a señalar que acaba (2010) de salir una edición del libro, basada en una nueva y excelente traducción que lo pone otra vez de actualidad.

El relato que contiene Un puente sobre el Drina arranca, y lo digo de memoria, del siglo XVI, en los albores de la andadura del imperio otomano sobre Europa. Comparada con la célebre novela de Andric, Lejos de Toledo planta sus raíces mucho más cerca, a mediados del siglo pasado. Pero pone también un elemento vivo de la ciudad, el barrio de Ortà Mezàr en Plóvdiv, Bulgaria, como testigo y a la vez escenario, lo mismo que el puente, de la convivencia entre antiguos pueblos, culturas y religiones, que se va modificando a medida que el mundo de alrededor cambia y desborda los frágiles equilibrios que sostienen la vida y las relaciones de unos vecinos con otros.
Lejos de Toledo es un libro extraordinario. Lo es en buena parte por la emoción que desprende y por el cuidado con que la narración de Wagenstein introduce al lector en un mundo extraño, pero que no le es ajeno.

La historia que cuenta el libro se resume –lo explica la contraportada- en el regreso de un profesor emigrado hace tiempo, a su ciudad de origen, Plóvdiv, casi irreconocible por los cambios que los últimos años del siglo XX han propiciado y que han puesto fin no sólo a la imagen vetusta de la ciudad sino a toda una época.

La vieja Plóvdiv, aparece desde la memoria del narrador con los ojos de un niño judío y con los de su abuelo, ateo, vividor, aunque modesto, tolerante, amigo del rabino, del pope y del mulá. Un mundo que conecta sin rupturas con el pasado y que no ha olvidado en el caso y en la casa de este abuelo el pasado sefardí, en las canciones que todavía canta y en ese ladino que sigue siendo la lengua familiar conservada como parte indisociable de la vida.

Los recuerdos de la infancia, cálidos y entrañables se unen a la experiencia del regreso hoy. Una experiencia con la amargura de la melancolía, pero también cálida, porque los años –a lo mejor los muchos años transcurridos desde el descalabro de la expulsión de Toledo- han hecho de nuestro niño casi un anciano cargado de experiencia, de recuerdos y de profundidad en la mirada que encaja bien con la dignidad de profesor que le rodea y que a los ojos del lector lo convierte en un hombre sabio.

Se mezclan en esta mirada del profesor los aromas de otros tiempos con la aridez del presente. Por un lado, está la fascinación –una contenida devoción, mejor- por el pasado que suscitan los viejos rincones, los antiguos monumentos o la atmósfera de los monasterios, familiar y acogedora, y, por otro, la aspereza de las imágenes y formas que condensan la vida actual con sus salones de bodas, coches de ricos, deshumanizados bloques de hormigón y la turbia dureza de las relaciones condicionadas por los negocios y el dinero.

Bulgaria ayer y hoy resumida en el acontecer de Plóvdiv, en la dura experiencia del progreso, si es que es siempre progreso el discurrir del pasado a la actualidad, y en el devenir de la vida desde la infancia a la madurez de los personajes de esta historia. Wagenstein es un maestro de la narración, sensible, profundo, inteligente, irónico y sabio como los personajes que crea. Lejos de Toledo es una novela excelente. Como Un puente sobre el Drina es una lección para quienes saben aprender de las historias que recrean la vida.

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