lunes, 12 de julio de 2010

La vida en espiral


La vida en espiral
Abasse Ndione
Miscelánea, 2010
376 pp.

Se publica ahora en español La vida en espiral, que sigue siendo de lectura obligada para quien desee sumergirse en una cierta mirada acerca de Senegal y muy probablemente acerca de África entera....


Abasse Ndione
Miscelánea, 2010
376 pp.





Abasse Ndione es seguramente el escritor de Senegal más conocido en el extranjero. Saltó a las páginas de los periódicos hace un par de años con la publicación de Ramata, una novela inquietante y dolorosa.

Se publica ahora en español La vida en espiral, que es su primera novela, un libro de éxito que permitió al autor dedicarse de lleno a la literatura y que a pesar de ser anterior a Ramata no ha perdido frescura, interés, ni actualidad. Sigue siendo de lectura obligada para quien desee sumergirse en una cierta mirada acerca del país y muy probablemente acerca de África entera.

Al hablar sobre el libro, el propio autor hace una alusión muy ligera a la novela negra. El tema no es baladí y conviene prestarle atención al comentario. ¿Se imaginan ustedes una novela negra africana? En las raíces del género negro es imposible evitar el recuerdo de los clásicos americanos, con detectives torturados, delincuentes perversos, personajes secundarios de moralidad confusa, con una atmósfera pesada donde la sospecha se añade a las miserias –personales y económicas- del día a día y con una trama tortuosa que transita entre las brumas que envuelven a la delincuencia.

La vida en espiral se despliega alrededor de registros completamente diferentes. Delincuentes los hay, no cabe ninguna duda. La novela gira en torno a una historia de tráfico de marihuana. Pero aunque ésta sea la actividad que acompaña al personaje principal, y de la que no consigue apartarse, seguramente tampoco es el eje alrededor del que gira la atención del lector.

No hay negrura en la novela de Ndione. No hay pesadumbre asociada a la delincuencia. Nuestro protagonista es un tipo alegre, franco, despreocupado, optimista. Mira por él, pero es generoso y casi diría el lector que es un tipo 'legal'.

Aquí la voz del narrador no es la que corresponde a la novela negra. No es la del policía o el detective. Es la del delincuente. Y el relato no parte de un entorno urbano opresivo y oscuro. Transcurre al aire libre, en compañía de los amigos, con una transparencia que descarga al propio lector de la pesadumbre de los ambientes cerrados.

¿Será que estamos hablando de África? ¿Será una vez más que, por encima de la trama de tinte criminal, prima esa condición de la novela negra que consiste en reflejar el país, la ciudad, el barrio, el ambiente y, en definitiva, la vida en la que se mueven los protagonistas?

Nuestro traficante habla en primera persona. Cuenta sus aventuras, lo que piensa y lo que siente. Nos da noticias de la población donde vive, de su familia, de los vecinos. Y, claro está, nos habla de sí mismo. También está apesadumbrado, como ocurre en la novela negra tradicional, teme a la policía que le pisa los talones, teme la cárcel. Pero su tiempo, me refiero al espacio temporal en el que vive, es el presente. No hay memoria en forma de experiencia o de escarmiento que condicione sus actos en cada momento. No hay nada de lo que ocurre que lo convierta en un hombre calculador o simplemente prudente. Ni tampoco hay previsión con la que mida el riesgo de sus aventuras. Es el ahora lo que rige el comportamiento y lo que alimenta la decisión tomada al vuelo sin más consideración que el impulso del momento.

Llama la atención en el libro esta confiada despreocupación ante el riesgo, ese merodear alrededor de la fiera protegido por la ingenua entrega a la suerte. ¿Pero se trata de un rasgo de carácter personal o de algo extensivo a buena parte de la juventud de Senegal? Es muy probable que se trate de las dos cosas. No puede extraer el lector la idea de que Senegal entero se dedica al consumo y al tráfico de marihuana, ni que la juventud entera vive en el estado de infantil despreocupación que muestra nuestro protagonista. Aparecen en la novela otros personajes que no son así. Vemos también conductas que se rigen por otros parámetros. Pero sin duda en nuestro traficante y en sus amigos Ndione refleja una realidad profunda y fuertemente reveladora acerca de la sociedad senegalesa.

Frescura y con frecuencia humor encajan mal en el modelo de novela negra a la que estamos acostumbrados. Y por ello habrá que convenir que o bien dejamos a La vida en espiral fuera de este género literario o bien, en un escenario africano, debe ampliarse el modelo y dejar así espacio a una realidad distinta, mucho menos contenida y más vital.

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