lunes, 8 de septiembre de 2008

Una muerte en Brasil


Peter Robb
Alba, 2004
384 pp.





Comienzo con la duda de si debo clasificar Una muerte en Brasil como un relato o como un libro sobre la actualidad social o política del país. Cualquiera de las dos opciones se ajusta a la realidad como ocurre también con los textos de Kapuscinsky o del más periodístico, menos conocido e igualmente revelador John Carlin.

Leí por primera vez a Peter Robb en Medianoche en Sicilia, de la que me gustaría hablar en otro momento en este mismo blog. También llama la atención que haya de ser un australiano quien desvele la historia y la intrahistoria de la isla del Mediterráneo.

Una muerte en Brasil sigue la misma tónica que Medianoche en Sicilia aunque el país sea tan distinto en todo de la antigua, árida y geográficamente insignificante isla.

Robb viaja y da la sensación de que se queda en el lugar sobre el que escribe. De ahí que sus textos se lean como el relato directo de su propia experiencia, de su aventura. Robb va a Brasil, se instala allí y parece que pone a funcionar una memoria prodigiosa para contar, luego, al detalle, cuanto ve y cuanto hace. Lo cuenta con precisión, con los nombres de las personas a las que encuentra, con el contenido de las anécdotas, con los pormenores visuales de los sitios en los que se detiene o por los que pasa. Es esta precisión la que transmite al lector un sentimiento de realidad que no se basa solamente en las sensaciones de quien escribe sino en la imagen que le permite formarse a través de la descripción exacta.

Pero hasta aquí, Robb sería un simple notario. Hábil, ameno, pero no haría más que presentar al lector el escenario. Y la realidad es que el autor va mucho más allá porque su interés está no sólo en describir sino en entender. En entender sobre todo el presente, y del presente, los problemas de contenido social que atraviesan la realidad y la condicionan. Cuando hablaba de Sicilia, hablaba también de la mafia. Ahora, nos habla de esa complicada realidad que hace de un Brasil rico en recursos y en potencial, el nido de pobreza y de problemas que lo lastra e interfiere en su camino hacia el progreso.

Una muerte en Brasil es una lección sobre Brasil. Como siempre, hay muchas y muy distintas lecciones. Jorge Amado, admirado tan merecidamente, habla de un Brasil real, el de Bahia –por decirlo en pocas palabras-, ese Brasil cálido y dulce, de mezcla africana, provinciano y misterioso. Robb nos habla del mismo Brasil pero desde un ángulo radicalmente distinto. Robb, comparado con Amado, es un periodista. Pero es un periodista con muchas vueltas y con antenas puestas en mil direcciones. Mira al presente pero va al pasado, se refiere a la calle pero rebusca en la política, cuenta la anécdota y acaba resultando que esa anécdota es un hecho relevante.

Robb es un curioso con instinto o un husmeador afortunado. El discurso medio improvisado en la calle resulta ser de un sindicalista al que llaman Lula y que se presenta a candidato a la presidencia, un libro comprado por casualidad da entrada a la historia de Brasil y sobre todo de las haciendas y a la relación entre hacendados y esclavos, la necesaria superación del pasado trae a la escena esta lista de presidentes (Getulio Vargas, Kubistchek, Quadros, Goulart,…) que se mezclaron con gobiernos militares en un proceso oscuro pero que acabó desembocando en una democracia imperfecta y prometedora.

Muerte en Brasil no es un libro para ser contado. Debe leerse. Ofrece muchos elementos para el entendimiento y para la reflexión. Abre el apetito por seguir leyendo sobre Brasil. Y depara unos momentos de lectura muy interesantes y provechosos. En definitiva, es un libro totalmente recomendable.

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